Florida llegó y pasó de largo, y la campaña de las primarias americanas enfila ya su fase decisiva. Los resultados en Florida nos trajeron una espectacular muerte política en los republicanos, y una muestra de cinismo clásico en algún candidato demócrata. Mientras tanto otro tipo en el partido echaba cuentas, y decidía dejarlo estar. Veamos como anda la cosa.
Partido republicano:
Lo de Rudy Giuliani pasará a la historia como uno de los casos más espectaculares de listillo que se lleva todas las collejas de la política americana. El tipo decidió pasar olímpicamente las primarias en Iowa, Nevada, Michiganm New Hampshire y todos esos estados tan poco relevantes, y hacer campaña sólo en Florida y en los estados que votan el supermartes. Un desafio en toda regla a la práctica habitual en estas elecciones, que es meterse a saco a hacer campaña en ninguna parte (Iowa y New Hampshire) y confiar que la prensa te haga la publicidad gratis cubriendo esos dos estados nada representativos.
Todos los expertos, opinadores, listillos y contertulios dijeron que era un absurdo, una tonteria, y dieron a Giuliani por muerto. Cuando la cosa llegó a Florida parece que el electorado (ese mismo que le otorgaba mayorías a principios de diciembre en todo el país) llegó a la conclusión que sí, estaba muerto, y lo dejaron de lado.
Claro, no tiene por qué ser cosa de la prensa. Aun así, no puedo evitar preguntarme qué hubiera sucedido si en vez de tener a toda la punditocracia diciendo que estaba muerto, los periodistas hubieran hablado no sé, de ideas. Cuando empezaba todo esto ya decía que no tenía demasiados números, así que a saber. Igual ha perdido por que no podía ganar.
Los supervivientes en esta guerra son McCain, que tras ganar en Florida parece ser el nuevo favorito de la prensa (otra vez), Romney, esa especie de inmortal con laca y recursos ilimitados aún con números, y Huckabee, ya en plan descarado haciendo arrumacos a McCain a ver si le nombra candidato a vicepresidente. El senador tiene muchos más números que el ex-gobernador de Massachusetts, eso seguro.
Giuliani ha decidido apoyar a McCain, algo que en teoría es bueno, aunque el efecto es probablemente limitado. Giuliani hacía campaña hablando de terrorismo, tema que es el fuerte de McCain, y ser un gestor competente, tema fuerte de Romney. El gobernador no creo que esté contento con ello. Más debe maldecir a Huckabee, de todos modos, que monopoliza un voto conservador que probablemente no iría a McCain. Romney lo tiene ya muy difícil, aunque la verdad nunca se sabe.
Partido demócrata:
Lleva todo el mes siendo tercero en todas partes a distancias siderales de sus dos rivales; con la excepción de Iowa (llena de tipos raros), el bueno de John Edwards ni había olido el aire fresco y puro que disfruta el que va primero en esta carrera. Hoy parece que finalmente alguien le ha dicho que oye, Johnnie, que aquí no te pagan por saludar y besar bebés, se supone que tienes que ganar algo, y ha decidido dejarlo. Por fin.
No es que Edwards fuera mal candidato, tonto o mala persona. Era un básicamente un poco elocuente, un poco brillante y con un talento extraño para caer bien a periodistas. Empezó ahí la campaña, y ahí la ha terminado.
Dónde irán los votos de Edwards es un misterio. En teoría es un candidato a la izquierda de Obama, más cercano a Hillary; sin embargo es también un outsider, no un político "de vieja guardia, lo que le acerca a Obama. No ha apoyado a nadie, probablemente porque quiere ser vicepresidente con ambos; espero que no se haga ilusiones, ya que creo que Richardson o Biden tienen más números.
Lo que si ha sido una sorpresa estos días ha sido como Edward Kennedy, hermano de Robert y John y gran patriarca del ala más liberal del partido, ha decidido apoyar a Obama. Como todo con estos gestos, la importancia es relativa; no hay demasiados votantes que deciden apoyar a uno u otro porque lo dice Oprah o Ted Kennedy. De todos modos, este apoyo le da a Obama una pátina de izquierdas (algo que como vimos en New Hampshire el tipo andaba escaso) y casi igual de importante, abre una puerta en el voto latino. Ted Kennedy ha sido desde los sesenta uno de los políticos que más ha escuchado a chicanos/latinos (el término ha ido variando), y siempre ha impulsado una política migratoria favorable. Obama necesita erosionar a Hillary en ese electorado, y Kennedy le puede ser de ayuda.
Sobre cinismo, el Hillary ayer en Florida. Las primarias demócratas en ese estado no cuentan. El partido demócrata de Florida las adelantó saltándose las reglas del partido nacional, y como resultado se les castigó que no tuvieran delagados, igual que Michigan, y que los candidatos no hicieran campaña. Hillary ha estado, sin embargo, "recaudando fondos" en Florida casualmente esta semana, y el día de la primaria estaba por casualidad "dando gracias" en un banquete y dio "ya que estaban" un discurso de victoria.Sí, acorde con la letra de las reglas. Lo de seguir el espíritu de estas cuando puede haber una cámara delante, sin embargo, es otra cosa...
jueves, enero 31, 2008
miércoles, enero 30, 2008
Hablando de estímulos fiscales (I)
Después de hablar sobre el (presunto) estímulo fiscal del gobierno Zapatero el otro día, Manolo Millón me contestaba con una crítica bastante extensa a mis propuestas sobre la materia. Si bien Gulliver tiene cierta razón que no está del todo claro que se necesite un estímulo para reactivar la economía estos días (inflación alta y crecimiento relativamente decente), vale la pena pretender que sí lo necesita y debatir un poco acerca de qué funciona y qué no funciona.
Empezaremos desde el principio; ¿por qué aumentar el gasto público para estimular la economía? Sin pararnos a hablar sobre teoría sobre el ciclo económico, vale la pena explicar qué es en esencia una recesión, sin meternos demasiado en sus causas. La economía de un país básicamente crece a base de producir; todo el mundo produce cosas útiles, como gnomos del jardín, y lo hacen cada vez más y mejor. Como más se produce, más ricos nos hacemos.
En una recesión, lo que sucede es los incrementos de la producción desaparecen; por algún motivo oscuro esas fábricas que nos daban gnomos de forma cada vez más eficiente dejan de dar beneficios y producen menos o cierran. La capacidad productiva está ahí, no ha desaparecido, pero no está siendo utilizada.
¿Qué pretende hacer un plan de estímulo fiscal? En una economía en que hay fábricas paradas y restaurantes vacios, lo que se busca es poner dinero en manos de quien vaya a gastarlo; esta gente va al mercado, llama a la puerta de la fábrica o restaurante, y les dice que se pongan a trabajar, que tienen dónde gastar. El estado puede permitirse hacer esto (en teoría) endeudándose un poco; una vez que el país vuelva a crecer a su ritmo habitual los ingresos volverán a lo que eran antes y podrá pagar esa deuda.
Tenemos por tanto al estado que tiene dinero que repartir para hacer que la economía espabile un poco. Nos interesa que este dinero que se gaste se destine a la compra de gnomos lo antes posible, para asegurar que las fábricas abren de nuevo; para ello debemos considerar qué tipo de reparto hará que esto suceda.
Este reparto es básicamente el que mencionaba el otro día, y que Manolo critica. El primero es aumentar el subsidio de desempleo, es decir, dar dinero a quien menos tiene y más lo necesita. Este dinero en la mayoría de los casos se gastará rápido, que es exactamente lo que pretendemos; es por eso que los cheques del paro son conocidos en la jerga como un estabilizador automático.
Es cierto que un subsidio de paro elevado puede ser contraproducente a largo plazo, al hacer los receptores más reacios a aceptar un empleo. Es un problema, sin embargo, relativamente menor. El subsidio puede ser relativamente alto los primeros dos o tres meses(el tiempo medio entre empleos en Estados Unidos, por cierto) para que los que pierdan su trabajo no disminuyan demasiado su nivel de gasto , y descender abruptamente los meses siguientes. El estímulo está ahí, el incentivo perverso no. Es también perfectamente factible hacer que si alguien rehusa una oferta de empleo firme pierde el subsidio (si las oficinas de empleo funcionaran bien...), y evidentemente nada como unas cuantas inspecciones fiscales (más de las que se hacen en España, sin duda) para mantener el fraude bajo.
Subir las pensiones bajas tiene un efecto similar; si uno tiene pocos ingresos, cuando estos aumentan los gasta. El estado puede permitirselo ahora sin demasiados problemas; un superávit del 2% del PIB da muchísimo margen de maniobra sin tocar ni el superávit de la seguridad social ni endeudarse. Si preocupa que este gasto adicional se eternice, se puede ser un poco cafre y dar el aumento sólo a los mayores de 75 años, o sólo a los jubilados con necesidades médicas específicas; que los que cobren más duren poco.
Lo que me lleva a la ley de dependencia. Es curioso que Manolo diga que lo de poner dinero en cuidad enfermos no aporte nada a la economía. Curioso y erroneo. A efectos de crear empleo es casi mejor que la industria, cualquier cosa del sector servicios es más intensiva en mano de obra que la industria o la agricultura. Y sí, cuidar enfermos es crear riqueza; es una actividad que genera valor añadido. Un asistente social cuidando un enfermo es un familiar que no tiene que dejar su trabajo para cuidar al abuelo, un abuelo satisfecho y una vida mejor para los tres implicados.
Hay este curioso mito que todo lo que no sea fabricar cacharros no produce riqueza, y la verdad, es una tonteria. Es hora de sacárselo de la cabeza.
Lo que si es una tonteria es criticar el gasto en infraestructuras, hablando de derroche y diciendo que si fueran rentables las haría el sector privado. Esto ignora, primero, el tremendo efecto multiplicador que tienen las infraestructuras en una economía, y el horrible cuello de botella que crean cuando estas son insuficientes. De nada sirve fabricar cientos de miles de gnomos del jardín si el puerto de mi ciudad sólo acepta galeras y trirremes, las carreteras son aptas para caravanas de burros y en mi aeropuerto sólo pueden aterrizar palomas mensajeras, básicamente.
La capacidad de la iniciativa privada de solventar estos cuellos de botella es siempre muy, muy escasa. Primero, porque las infraestructuras son casi siempre monopolios naturales; el coste de entrada (hacer un puente o línea de tren) es ridículamente alto, y mantener un competidor débil fuera del mercado es relativamente fácil debido a las enormes economías de escala (es más barato operar una red de trenes que una sola línea). El sector privado, si invierte, lo hara de forma monopolista, lo que equivale a tener una infraestructura cobrando precios abusivos, con capacidad artificialmente racionada y que no dará servicio a territorios no rentables. Un monopolista estatal evita estos problemas, y es muchísimo más controlable.
Y eso sin entrar en los costes de expropiación y la capacidad del estado de expropiar para el bien común, evitando que listillos se hagan de oro comprando parcelas en medio de la nada. Que en contra de lo que dice en los comentarios, no tiene nada que ver con el precio de mercado; es utilizar la geografía para tener capacidad de veto y exigir sobornos. El beneficio de una carretera usada por miles de individuos tiene un valor mayor que la economía personal de un sólo propietario, que es de todos modos compensado igual.
Las recetas que da Manolo, en contraposición, son una mezcla de ideas obvias (y sin efecto a corto plazo) y reducciones de gasto. Porque claro, si la economía no va bien, lo mejor es echar el ancla y asegurarse que frene en serio. Pero de eso, hablo más tarde.
Empezaremos desde el principio; ¿por qué aumentar el gasto público para estimular la economía? Sin pararnos a hablar sobre teoría sobre el ciclo económico, vale la pena explicar qué es en esencia una recesión, sin meternos demasiado en sus causas. La economía de un país básicamente crece a base de producir; todo el mundo produce cosas útiles, como gnomos del jardín, y lo hacen cada vez más y mejor. Como más se produce, más ricos nos hacemos.
En una recesión, lo que sucede es los incrementos de la producción desaparecen; por algún motivo oscuro esas fábricas que nos daban gnomos de forma cada vez más eficiente dejan de dar beneficios y producen menos o cierran. La capacidad productiva está ahí, no ha desaparecido, pero no está siendo utilizada.
¿Qué pretende hacer un plan de estímulo fiscal? En una economía en que hay fábricas paradas y restaurantes vacios, lo que se busca es poner dinero en manos de quien vaya a gastarlo; esta gente va al mercado, llama a la puerta de la fábrica o restaurante, y les dice que se pongan a trabajar, que tienen dónde gastar. El estado puede permitirse hacer esto (en teoría) endeudándose un poco; una vez que el país vuelva a crecer a su ritmo habitual los ingresos volverán a lo que eran antes y podrá pagar esa deuda.
Tenemos por tanto al estado que tiene dinero que repartir para hacer que la economía espabile un poco. Nos interesa que este dinero que se gaste se destine a la compra de gnomos lo antes posible, para asegurar que las fábricas abren de nuevo; para ello debemos considerar qué tipo de reparto hará que esto suceda.
Este reparto es básicamente el que mencionaba el otro día, y que Manolo critica. El primero es aumentar el subsidio de desempleo, es decir, dar dinero a quien menos tiene y más lo necesita. Este dinero en la mayoría de los casos se gastará rápido, que es exactamente lo que pretendemos; es por eso que los cheques del paro son conocidos en la jerga como un estabilizador automático.
Es cierto que un subsidio de paro elevado puede ser contraproducente a largo plazo, al hacer los receptores más reacios a aceptar un empleo. Es un problema, sin embargo, relativamente menor. El subsidio puede ser relativamente alto los primeros dos o tres meses(el tiempo medio entre empleos en Estados Unidos, por cierto) para que los que pierdan su trabajo no disminuyan demasiado su nivel de gasto , y descender abruptamente los meses siguientes. El estímulo está ahí, el incentivo perverso no. Es también perfectamente factible hacer que si alguien rehusa una oferta de empleo firme pierde el subsidio (si las oficinas de empleo funcionaran bien...), y evidentemente nada como unas cuantas inspecciones fiscales (más de las que se hacen en España, sin duda) para mantener el fraude bajo.
Subir las pensiones bajas tiene un efecto similar; si uno tiene pocos ingresos, cuando estos aumentan los gasta. El estado puede permitirselo ahora sin demasiados problemas; un superávit del 2% del PIB da muchísimo margen de maniobra sin tocar ni el superávit de la seguridad social ni endeudarse. Si preocupa que este gasto adicional se eternice, se puede ser un poco cafre y dar el aumento sólo a los mayores de 75 años, o sólo a los jubilados con necesidades médicas específicas; que los que cobren más duren poco.
Lo que me lleva a la ley de dependencia. Es curioso que Manolo diga que lo de poner dinero en cuidad enfermos no aporte nada a la economía. Curioso y erroneo. A efectos de crear empleo es casi mejor que la industria, cualquier cosa del sector servicios es más intensiva en mano de obra que la industria o la agricultura. Y sí, cuidar enfermos es crear riqueza; es una actividad que genera valor añadido. Un asistente social cuidando un enfermo es un familiar que no tiene que dejar su trabajo para cuidar al abuelo, un abuelo satisfecho y una vida mejor para los tres implicados.
Hay este curioso mito que todo lo que no sea fabricar cacharros no produce riqueza, y la verdad, es una tonteria. Es hora de sacárselo de la cabeza.
Lo que si es una tonteria es criticar el gasto en infraestructuras, hablando de derroche y diciendo que si fueran rentables las haría el sector privado. Esto ignora, primero, el tremendo efecto multiplicador que tienen las infraestructuras en una economía, y el horrible cuello de botella que crean cuando estas son insuficientes. De nada sirve fabricar cientos de miles de gnomos del jardín si el puerto de mi ciudad sólo acepta galeras y trirremes, las carreteras son aptas para caravanas de burros y en mi aeropuerto sólo pueden aterrizar palomas mensajeras, básicamente.
La capacidad de la iniciativa privada de solventar estos cuellos de botella es siempre muy, muy escasa. Primero, porque las infraestructuras son casi siempre monopolios naturales; el coste de entrada (hacer un puente o línea de tren) es ridículamente alto, y mantener un competidor débil fuera del mercado es relativamente fácil debido a las enormes economías de escala (es más barato operar una red de trenes que una sola línea). El sector privado, si invierte, lo hara de forma monopolista, lo que equivale a tener una infraestructura cobrando precios abusivos, con capacidad artificialmente racionada y que no dará servicio a territorios no rentables. Un monopolista estatal evita estos problemas, y es muchísimo más controlable.
Y eso sin entrar en los costes de expropiación y la capacidad del estado de expropiar para el bien común, evitando que listillos se hagan de oro comprando parcelas en medio de la nada. Que en contra de lo que dice en los comentarios, no tiene nada que ver con el precio de mercado; es utilizar la geografía para tener capacidad de veto y exigir sobornos. El beneficio de una carretera usada por miles de individuos tiene un valor mayor que la economía personal de un sólo propietario, que es de todos modos compensado igual.
Las recetas que da Manolo, en contraposición, son una mezcla de ideas obvias (y sin efecto a corto plazo) y reducciones de gasto. Porque claro, si la economía no va bien, lo mejor es echar el ancla y asegurarse que frene en serio. Pero de eso, hablo más tarde.
lunes, enero 28, 2008
Mal estímulo
Un comentario rápido sobre el plan de estímulo que ha prometido el PSOE si gana las elecciones. Aunque esto de que te devuelvan 400 euros de tus impuestos suena muy bien, y el hecho que los que menos cobran reciban más dinero suena estupendamente, no es la mejor idea posible.
¿Por qué? Curiosamente por el mismo motivo que el plan de estímulo de Bush en Estados Unidos ha sido criticado desde la izquierda (servidor incluido). Si se quiere reactivar la economía con un estímulo a la demanda tan directo, la idea es que el dinero que se reparte se ponga en circulación rápidamente. Estamos tratando de aumentar la demanda agregada mediante gasto privado vía rebaja fiscal, así que queremos que ese dinero se mueva.
¿Dónde es el mejor sitio para ponerlo? Como dice Paul Krugman, Milton Friedman dice que la probabilidad que el dinero se gaste es más alta entre los que menos tienen; si vas muy justo para llegar a final de mes, esos 400 dólares se gastarán rápido. El problema en Estados Unidos, y por lo que parece también en España, es que el dinero del plan de estímulo va dirigido a gente que está pagando el IRPF, es decir, gente que tiene ingresos. Por definición, un número significativo de los que reciban esta rebaja fiscal serán gente que no va a poner el dinero a correr inmediatamente, ya que no lo necesitan con urgencia; de hecho si la incertidumbre económica sigue siendo alta el cheque irá directo al banco.
Si realmente se quiere estimular la economía, sería mejor destinar esos 5.000 millones en políticas que vayan de forma mucho más directa a la economía. Un aumento (temporal, si se quiere) del subsidio de desempleo, una subida de las pensiones más bajas, una implementación rápida, generosa y decidida de la ley de dependencia, o incluso un aumento decidido del nivel de gasto en infraestructuras. Eso sería dinero bien gastado en un estímulo, ya que se pondría en circulación inmediatamente; la rebaja del IRPF, si bien algo de bien hará, desperdiciará una parte importante del estímulo en gente que no lo necesita.
La medida no es que sea electoralista (de hecho, es bueno que lo sea), es que como estímulo económico bastante pobre.
¿Por qué? Curiosamente por el mismo motivo que el plan de estímulo de Bush en Estados Unidos ha sido criticado desde la izquierda (servidor incluido). Si se quiere reactivar la economía con un estímulo a la demanda tan directo, la idea es que el dinero que se reparte se ponga en circulación rápidamente. Estamos tratando de aumentar la demanda agregada mediante gasto privado vía rebaja fiscal, así que queremos que ese dinero se mueva.
¿Dónde es el mejor sitio para ponerlo? Como dice Paul Krugman, Milton Friedman dice que la probabilidad que el dinero se gaste es más alta entre los que menos tienen; si vas muy justo para llegar a final de mes, esos 400 dólares se gastarán rápido. El problema en Estados Unidos, y por lo que parece también en España, es que el dinero del plan de estímulo va dirigido a gente que está pagando el IRPF, es decir, gente que tiene ingresos. Por definición, un número significativo de los que reciban esta rebaja fiscal serán gente que no va a poner el dinero a correr inmediatamente, ya que no lo necesitan con urgencia; de hecho si la incertidumbre económica sigue siendo alta el cheque irá directo al banco.
Si realmente se quiere estimular la economía, sería mejor destinar esos 5.000 millones en políticas que vayan de forma mucho más directa a la economía. Un aumento (temporal, si se quiere) del subsidio de desempleo, una subida de las pensiones más bajas, una implementación rápida, generosa y decidida de la ley de dependencia, o incluso un aumento decidido del nivel de gasto en infraestructuras. Eso sería dinero bien gastado en un estímulo, ya que se pondría en circulación inmediatamente; la rebaja del IRPF, si bien algo de bien hará, desperdiciará una parte importante del estímulo en gente que no lo necesita.
La medida no es que sea electoralista (de hecho, es bueno que lo sea), es que como estímulo económico bastante pobre.
domingo, enero 27, 2008
Primary Colors (XXXI): un repaso
Los demócratas votan en Carolina del Sur, y a Hillary Clinton le han pegado un repaso (54-27). La verdad, la gente de la campaña de Clinton ya andaban por MSNBC diciendo que el resultado no es gran cosa, ya que es un estado poco representativo con un 54% de afroamericanos, un poco siguiendo lo que decía ayer.
Cosa que por cierto es cierta, hasta cierto punto. Sí, Obama ha sacado un increíble 80% de los votantes de color, pero ha sacado resultados más que aceptables entre votantes blancos. Ha ganado (con facilidad) los menores de 29 años y los universitarios, y es competitivo en el grupo 29-44. Aún así, la tendencia que hablaba ayer está latente, al menos en el viejo sur.
Por descontado, este resultado no aporta realmente nada en comparación a lo que veremos el cinco de febrero, cuando votan 22 estados. A nueve días de distancia, Hillary está en cabeza en casi todos. La cuestión es, el titular en el periódico mañana es que le han dado un baño en la última primaria, y que Obama vuelve a estar en el ajo.
La verdad, si Obama hubiera ganado hoy por lo que predecían los encuestas (11 puntos), hoy estaría diciendo que su campaña estaba muerta. La historia sería que es el candidato "negro", los Clinton han cambiado el debate al terreno que les interesa, y Obama seguiría la senda de Jesse Jackson. El resultado, sin embargo, ha sido 28 puntos de diferencia, Obama sacando más del doble de los votos que Hillary y una mayoría absoluta clara (55), algo que está muy, muy por encima de lo que casi todo el mundo (servidor incluido) esperaban.
Los Clinton han lanzado mierda con catapulta algo serio estos días, y parece que les ha caído encima. Obama, Mr. campaña límpia, candidato del cambio y buenismo con talante ha esquivado los tortazos; el discurso en los medios en los nueve días que quedan de campaña será muy distinto. Esto de las primarias es como un debate sobre el estado de la nación; un político lo gana o pierde casi tanto en las urnas/tribuna como lo hace en el análisis del día después. Los hechos, la historia de campaña le ha dado "la razón" a Obama.
Obama hoy no ha ganado la nominación demócrata. Ha sobrevivido a un resultado que le podría haber prácticamente eliminado. El supermartes vuelve a estar abierto, y la elección sigue siendo muy, muy, muy competitiva. Digan lo que digan las encuestas (y sí, 20 puntos para Hillary en California, etcétera), aún ha partido. Veremos.
Nota final: escribo esto mientras Obama da su discurso de victoria en Columbia, Carolina del Sur. El tipo está diciendo (y recalcando) que no es una elección de blancos contra negros, y que las campañas negativas han fallado hoy.
Soy bastante cínico, y he escuchado a muchos políticos dar muchos, muchos, muchos discursos. Obama es el primer político que cuando le escucho es capaz de ponerme la piel de gallina. Lo de este tipo no es normal. No es que tenga carisma; te da la sensación de estar escuchando la esencia de todo lo bueno de Estados Unidos destiladas en un sólo hombre.
Su discurso en Iowa fue sensacional. Lo increíble es que cada vez que habla en serio es capaz de estar a ese nivel, sin parecer en ningún momento que está actuando. Gane o pierda, no he visto nunca un político igual.
Cosa que por cierto es cierta, hasta cierto punto. Sí, Obama ha sacado un increíble 80% de los votantes de color, pero ha sacado resultados más que aceptables entre votantes blancos. Ha ganado (con facilidad) los menores de 29 años y los universitarios, y es competitivo en el grupo 29-44. Aún así, la tendencia que hablaba ayer está latente, al menos en el viejo sur.
Por descontado, este resultado no aporta realmente nada en comparación a lo que veremos el cinco de febrero, cuando votan 22 estados. A nueve días de distancia, Hillary está en cabeza en casi todos. La cuestión es, el titular en el periódico mañana es que le han dado un baño en la última primaria, y que Obama vuelve a estar en el ajo.
La verdad, si Obama hubiera ganado hoy por lo que predecían los encuestas (11 puntos), hoy estaría diciendo que su campaña estaba muerta. La historia sería que es el candidato "negro", los Clinton han cambiado el debate al terreno que les interesa, y Obama seguiría la senda de Jesse Jackson. El resultado, sin embargo, ha sido 28 puntos de diferencia, Obama sacando más del doble de los votos que Hillary y una mayoría absoluta clara (55), algo que está muy, muy por encima de lo que casi todo el mundo (servidor incluido) esperaban.
Los Clinton han lanzado mierda con catapulta algo serio estos días, y parece que les ha caído encima. Obama, Mr. campaña límpia, candidato del cambio y buenismo con talante ha esquivado los tortazos; el discurso en los medios en los nueve días que quedan de campaña será muy distinto. Esto de las primarias es como un debate sobre el estado de la nación; un político lo gana o pierde casi tanto en las urnas/tribuna como lo hace en el análisis del día después. Los hechos, la historia de campaña le ha dado "la razón" a Obama.
Obama hoy no ha ganado la nominación demócrata. Ha sobrevivido a un resultado que le podría haber prácticamente eliminado. El supermartes vuelve a estar abierto, y la elección sigue siendo muy, muy, muy competitiva. Digan lo que digan las encuestas (y sí, 20 puntos para Hillary en California, etcétera), aún ha partido. Veremos.
Nota final: escribo esto mientras Obama da su discurso de victoria en Columbia, Carolina del Sur. El tipo está diciendo (y recalcando) que no es una elección de blancos contra negros, y que las campañas negativas han fallado hoy.
Soy bastante cínico, y he escuchado a muchos políticos dar muchos, muchos, muchos discursos. Obama es el primer político que cuando le escucho es capaz de ponerme la piel de gallina. Lo de este tipo no es normal. No es que tenga carisma; te da la sensación de estar escuchando la esencia de todo lo bueno de Estados Unidos destiladas en un sólo hombre.
Su discurso en Iowa fue sensacional. Lo increíble es que cada vez que habla en serio es capaz de estar a ese nivel, sin parecer en ningún momento que está actuando. Gane o pierda, no he visto nunca un político igual.
sábado, enero 26, 2008
Primary Colors (XXX): usando el racismo sin que se note
Hoy El País publica una buena crónica sobre las primarias en Estados Unidos que vale la pena leer. Es una muestra bastante clara que de todas las bajezas que vemos en la política española, los políticos americanos son siempre capaces de hacer que parezcan chiquilladas de parvulario.
Los Clinton ha recurrido a explotar el racismo contra Obama, básicamente. Y lo que es peor, Obama y los medios de comunicación han picado de mala manera haciéndoles el juego.
Cuando Clinton perdió en Iowa, allá por la edad de piedra, una de las cosas que más se comentó fue que Obama había sido capaz de ganar en un estado muy "blanco", el hecho que era un candidato que no era percibido por el electorado como un tipo de color, sino como un político más. Eso es algo estupendo en un mundo normal, pero no cuando eres la candidata que ha perdido. Aún más cuando tu grupo de votantes "natural", las mujeres, parece que no se han dado cuenta que puedes ser la primera presidenta del país.
Los Clinton hicieron números. En el partido hay más mujeres (58%) que hombres, y más blancos y latinos (70%; cito de memoria) que negros. Si nos dedicamos a recordar a los votantes que Hillary es un mujer (sea como sea; incluso quejándote y lloriqueando) y que Obama es negro (forzándole a defender a Martin Luther King Jr. diciendo chorradas sobre Johnson), a lo mejor cuela.
Y joder se ha colado. Los periodistas han picado de mala manera, hartándose a preguntar a unos y otros sobre sobre si la raza de los candidatos es importante, si los afroamericanos están mejor o peor, si Obama es un negro de verdad, y (lo más divertido; hoy en NPR, normalmente el medio más resistente a estas chorradas) si las mujeres de color votarán según color de piel o según sus tetas o ausencia de estas (vale, lo han dicho más finamente).
El resultado: los votantes en Carolina del Sur parece que votarán hoy sábado siguiendo líneas de raza y género más que otra cosa. Y todo a base de lanzar a Bill Clinton a hacer el trabajo sucio, el de atacante agresivo en plan Alfonso Guerra, evitando que Hillary se manche.
Los Clinton tiene fama de ser los "mejores" políticos del país cuando se trata de repartir tortas y esparcir mierda. La verdad, no me extraña. Lo de la Cope, Acebes y todos esos amateurs es una broma comparado con la habilidad que tienen estos dos utilizando la máquina de picar carne, manipulando la prensa para que que hable exáctamente de lo que ellos quieren, y largarse del cráter silbando diciendo que ellos no han sido.
Después van por el mundo extrañándose que la gente está desencantada con el sistema, cabreada con los políticos, que la política es tan negativa y llena de gente con mala leche, y que el país está muy polarizado y no se puede pactar nada con nadie. No te jode. Parece que los medios están hablando un poco más de ellos y su puta manía de arreglarlo todo a base de puñaladas traperas por la espalda, pero al paso que van (y si Obama no espabila) van a apisonar al partido entero camino de la nominación.
País.
Los Clinton ha recurrido a explotar el racismo contra Obama, básicamente. Y lo que es peor, Obama y los medios de comunicación han picado de mala manera haciéndoles el juego.
Cuando Clinton perdió en Iowa, allá por la edad de piedra, una de las cosas que más se comentó fue que Obama había sido capaz de ganar en un estado muy "blanco", el hecho que era un candidato que no era percibido por el electorado como un tipo de color, sino como un político más. Eso es algo estupendo en un mundo normal, pero no cuando eres la candidata que ha perdido. Aún más cuando tu grupo de votantes "natural", las mujeres, parece que no se han dado cuenta que puedes ser la primera presidenta del país.
Los Clinton hicieron números. En el partido hay más mujeres (58%) que hombres, y más blancos y latinos (70%; cito de memoria) que negros. Si nos dedicamos a recordar a los votantes que Hillary es un mujer (sea como sea; incluso quejándote y lloriqueando) y que Obama es negro (forzándole a defender a Martin Luther King Jr. diciendo chorradas sobre Johnson), a lo mejor cuela.
Y joder se ha colado. Los periodistas han picado de mala manera, hartándose a preguntar a unos y otros sobre sobre si la raza de los candidatos es importante, si los afroamericanos están mejor o peor, si Obama es un negro de verdad, y (lo más divertido; hoy en NPR, normalmente el medio más resistente a estas chorradas) si las mujeres de color votarán según color de piel o según sus tetas o ausencia de estas (vale, lo han dicho más finamente).
El resultado: los votantes en Carolina del Sur parece que votarán hoy sábado siguiendo líneas de raza y género más que otra cosa. Y todo a base de lanzar a Bill Clinton a hacer el trabajo sucio, el de atacante agresivo en plan Alfonso Guerra, evitando que Hillary se manche.
Los Clinton tiene fama de ser los "mejores" políticos del país cuando se trata de repartir tortas y esparcir mierda. La verdad, no me extraña. Lo de la Cope, Acebes y todos esos amateurs es una broma comparado con la habilidad que tienen estos dos utilizando la máquina de picar carne, manipulando la prensa para que que hable exáctamente de lo que ellos quieren, y largarse del cráter silbando diciendo que ellos no han sido.
Después van por el mundo extrañándose que la gente está desencantada con el sistema, cabreada con los políticos, que la política es tan negativa y llena de gente con mala leche, y que el país está muy polarizado y no se puede pactar nada con nadie. No te jode. Parece que los medios están hablando un poco más de ellos y su puta manía de arreglarlo todo a base de puñaladas traperas por la espalda, pero al paso que van (y si Obama no espabila) van a apisonar al partido entero camino de la nominación.
País.
viernes, enero 25, 2008
Prodi se cae
Prodi se la pega, y la verdad, no es ninguna sorpresa. Aún ha durado; la esperanza media de vida de un gobierno italiano de postguerra es si mal no recuerdo de 11 meses, así que para qué hablar. Los motivos detrás de la última caída son los mismos que los de la nueva, más o menos, así que para qué me voy a repetir. Lean, lean.
El añadido divertido, sin embargo, es el hecho que esta vez el que se ha cargado el gobierno es un ministro acusado de corrupción (en Italia. ¡impensable!), que hace que su partido deje el gobierno porque su socios de coalición "no le apoyan". Eso es cinismo y lo demás son cuentos.
El añadido divertido, sin embargo, es el hecho que esta vez el que se ha cargado el gobierno es un ministro acusado de corrupción (en Italia. ¡impensable!), que hace que su partido deje el gobierno porque su socios de coalición "no le apoyan". Eso es cinismo y lo demás son cuentos.
Primary Colors (XXIX): la guerra larga
Llevo unos cuantos días sin hablar de las primarias americanas, en gran parte porque los habitualmente aburridos partidos españoles llevan una semana larga dándome material, pero también porque las noticias no es que sean demasiado excitantes. Para decepción general de los medios americanos las primarias no se han convertido en una larga serie de épicas batallas con resultados rotundos y devastadores, si no en una predecible larga guerra de trincheras sin ganador inmediato.
Eso no significa que demócratas y republicanos anden igual de confusos; por una vez parece que los progresistas están menos obsesionados con en liarse a tortazos entre ellos. Veamos cómo están las cosas.
Los Demócratas
Con la carrera por la presidencia del partido demócrata reducida a un duelo al sol entre Hillary y Obama (Edwards sigué ahí, pero parece que sin ir a ninguna parte), los demócratas sólo han votado en Nevada desde el último post. Ganó Hillary, por bien poco, haciendo el resultado bastante irrelevante, aunque los sondeos señalaron un par de detalles preocupantes para Obama.
Uno, parece que las mujeres que le votaron en Iowa fueron una especie de accidente. Dos, si bien está ganando el voto afroamericano fácilmente, está sacando resultados muy mediocres en el electorado blanco. Y tres, y casi el más triste, el voto latino está resultando ser un desastre.
Desde hace tiempo existe una tensión más o menos implícita entre la comunidad latina y la afroamericana en Estados Unidos. Los hispanos son (¡somos!) la minoría más numerosa del país, y en los estados y ciudades donde la población es importante la rivalidad por el poder político y los recursos es intensa. Si se añade un cierto racismo a veces poco disimulado de parte del electorado latino (no tiene otro nombre), y el hecho que Obama no parece acabar de cuajar su mensaje en el electorado con menos ingresos... bueno, tenemos malos resultados en las encuestas para Obama en este grupo. Esto es un problema para el supermartes en febrero, cuando votan dos Estados grandes con enormes poblaciones latinas, Nueva York y California. Se menciona poco, pero parece que le está haciendo daño.
Lo que parece claro es que hasta el mencionado supermartes no se puede hablar nada. Carolina del Sur está perdiendo importancia, o eso parece; Hillary ha dejado de hacer campaña ahí, dando el estado por perdido. Lo que me lleva al otro elemento curioso de las primarias demócratas: quien está haciendo campaña en Carolina del Sur es Bill Clinton.
Parece que Hillary está haciendo el modelo PP-Aznar-Cascos de ataque político, aplicado a la política americana. Los candidatos americanos son habitualmente la única cara de su campaña; tanto atacan como tratan de parecer estadistas. En el caso de Hillary, sin embargo, se pueden permitir el lujo de tener a la candidata únicamente trabajando para dar propuestas y parecer presidencial, mientras que usan a todo un expresidente para repartir sopapos dialécticos. Cosa que evidentemente pone a Obama de los nervios, ya que tiene que perder el tiempo contestando a uno y no hablando de lo que él quiere.
Me parece muy curioso (y la verdad, bastante patético) que los medios de comunicación americanos no hayan criticado esto. La verdad, la campaña es sobre Hillary, no sobre Bill; no se escuchan críticas a este absurdo que la democracia más antigua de la tierra tenga a políticos actuando como una dinastía. En fin.
Por cierto, es más que probable que el supermartes (cuando votan 22 estados el cinco de febrero) no resuelva nada. Los demócratas dan sus delegados de forma proporcional, así que la distancia entre "ganador" y "perdedor" puede ser pequeña. Veremos.
Los republicanos:
Siguen cuatro, aunque opciones, lo que se dice opciones, sólo las tienen tres y medio. Primero, Fred Thompson lo ha dejado; ya dije que era un candidato flojo y me ha acabado dando la razón. Por lo que respecta al resto, Huckabee sigue sacando resultados aceptables, pero no va más allá; parece que se ha encallado y sólo atrae al voto religioso. Los rumores dicen que su campaña está a cero de saldo, y que ahora ya piensa más en ser simpático y que alguien le nomine candidato a vicepresidente que otra cosa.
Queda McCain, Giuliani y Romney. Este fin de semana en Florida veremos si Giuliani tiene futuro; es el primer estado en el que se vota en que el tipo ha hecho campaña. Las encuestas le dan resultados de funeral político, así que puede ser que su "brillante" estrategia de ignorar los estados que votaban temprano le saldrá rana.
Romney y McCain parece que son los dos supervivientes, y parece que no serán capaces de ganar Florida de forma convincente. Todo, todo, todo se va de nuevo al supermartes... o más tarde. La pesadilla de los republicanos (candidatos que empatan en delegados y que todo dependa de la convención) está cada vez más cercana. Y eso con Giuliani palmando, que no se sabe nunca...
A todo esto, Connecticut empieza a recibir anuncios electorales al fin. Romney pasó algunos en octubre (ni idea por qué), pero ahora son ya más serios. Obama for President, dicen. Ya era hora.
Eso no significa que demócratas y republicanos anden igual de confusos; por una vez parece que los progresistas están menos obsesionados con en liarse a tortazos entre ellos. Veamos cómo están las cosas.
Los Demócratas
Con la carrera por la presidencia del partido demócrata reducida a un duelo al sol entre Hillary y Obama (Edwards sigué ahí, pero parece que sin ir a ninguna parte), los demócratas sólo han votado en Nevada desde el último post. Ganó Hillary, por bien poco, haciendo el resultado bastante irrelevante, aunque los sondeos señalaron un par de detalles preocupantes para Obama.
Uno, parece que las mujeres que le votaron en Iowa fueron una especie de accidente. Dos, si bien está ganando el voto afroamericano fácilmente, está sacando resultados muy mediocres en el electorado blanco. Y tres, y casi el más triste, el voto latino está resultando ser un desastre.
Desde hace tiempo existe una tensión más o menos implícita entre la comunidad latina y la afroamericana en Estados Unidos. Los hispanos son (¡somos!) la minoría más numerosa del país, y en los estados y ciudades donde la población es importante la rivalidad por el poder político y los recursos es intensa. Si se añade un cierto racismo a veces poco disimulado de parte del electorado latino (no tiene otro nombre), y el hecho que Obama no parece acabar de cuajar su mensaje en el electorado con menos ingresos... bueno, tenemos malos resultados en las encuestas para Obama en este grupo. Esto es un problema para el supermartes en febrero, cuando votan dos Estados grandes con enormes poblaciones latinas, Nueva York y California. Se menciona poco, pero parece que le está haciendo daño.
Lo que parece claro es que hasta el mencionado supermartes no se puede hablar nada. Carolina del Sur está perdiendo importancia, o eso parece; Hillary ha dejado de hacer campaña ahí, dando el estado por perdido. Lo que me lleva al otro elemento curioso de las primarias demócratas: quien está haciendo campaña en Carolina del Sur es Bill Clinton.
Parece que Hillary está haciendo el modelo PP-Aznar-Cascos de ataque político, aplicado a la política americana. Los candidatos americanos son habitualmente la única cara de su campaña; tanto atacan como tratan de parecer estadistas. En el caso de Hillary, sin embargo, se pueden permitir el lujo de tener a la candidata únicamente trabajando para dar propuestas y parecer presidencial, mientras que usan a todo un expresidente para repartir sopapos dialécticos. Cosa que evidentemente pone a Obama de los nervios, ya que tiene que perder el tiempo contestando a uno y no hablando de lo que él quiere.
Me parece muy curioso (y la verdad, bastante patético) que los medios de comunicación americanos no hayan criticado esto. La verdad, la campaña es sobre Hillary, no sobre Bill; no se escuchan críticas a este absurdo que la democracia más antigua de la tierra tenga a políticos actuando como una dinastía. En fin.
Por cierto, es más que probable que el supermartes (cuando votan 22 estados el cinco de febrero) no resuelva nada. Los demócratas dan sus delegados de forma proporcional, así que la distancia entre "ganador" y "perdedor" puede ser pequeña. Veremos.
Los republicanos:
Siguen cuatro, aunque opciones, lo que se dice opciones, sólo las tienen tres y medio. Primero, Fred Thompson lo ha dejado; ya dije que era un candidato flojo y me ha acabado dando la razón. Por lo que respecta al resto, Huckabee sigue sacando resultados aceptables, pero no va más allá; parece que se ha encallado y sólo atrae al voto religioso. Los rumores dicen que su campaña está a cero de saldo, y que ahora ya piensa más en ser simpático y que alguien le nomine candidato a vicepresidente que otra cosa.
Queda McCain, Giuliani y Romney. Este fin de semana en Florida veremos si Giuliani tiene futuro; es el primer estado en el que se vota en que el tipo ha hecho campaña. Las encuestas le dan resultados de funeral político, así que puede ser que su "brillante" estrategia de ignorar los estados que votaban temprano le saldrá rana.
Romney y McCain parece que son los dos supervivientes, y parece que no serán capaces de ganar Florida de forma convincente. Todo, todo, todo se va de nuevo al supermartes... o más tarde. La pesadilla de los republicanos (candidatos que empatan en delegados y que todo dependa de la convención) está cada vez más cercana. Y eso con Giuliani palmando, que no se sabe nunca...
A todo esto, Connecticut empieza a recibir anuncios electorales al fin. Romney pasó algunos en octubre (ni idea por qué), pero ahora son ya más serios. Obama for President, dicen. Ya era hora.
jueves, enero 24, 2008
De la flexibilidad de los partidos
José Rodriguez escribía hoy sobre partidos políticos y sus problemas en cuando a organización interna. En su explicación, los partidos son mediocracias, organizaciones burocráticas relativamente inflexibles diseñadas para ganar elecciones. Su explicación tiene algo de verdad, pero peca de simplista; en contra de lo que pueda parecer los partidos son organizaciones que han cambiado muchísimo desde el nacimiento de la política de masas a finales del siglo XIX, y son maquinarias mucho más ágiles y eficientes de lo que aparentan.
Eso no quiere decir "honestas", "justas" o "mentalmente estables", por cierto. Veamos por qué.
Los partidos políticos de principios del siglo XXI son unas maquinarias curiosas, que tratan de parecer ser muchas cosas sin serlo. Para empezar, deben respetar a los antiguos. Como toda institución que valora la estabilidad y fidelidad de sus miembros, un partido político debe respetar ciertas convenciones de los viejos partidos de masas: hablar de compañeros, tener militantes pegando carteles y repartiendo octavillas, honrar a los fundadores y usar viejas estructuras organizativas y nombres. La política estos días no tiene nada que ver con la creación de conciencia de clase, tener agrupaciones en las fábricas y publicar octavillas; sin embargo partidos como el PSOE respetan y honran ese pasado de forma más o menos explícita.
Por añadido, los partidos no sólo son máquinas de convencer electores, también son el oyente fiel que escucha y atiende a los deseos de los electores. Las organizaciones están llenas de puntos de contacto con el electorado, reales o ficticios; los candidatos escuchan, se habla con las organizaciones sociales, se abren a la blogosfera, todo para saber lo que quiere el pueblo.
Con eso, los partidos representan; no son sólo agentes persuasivos y buenos oyentes, también son una encarnación del país. Por ahí van todos diciendo que ellos son España / Cataluña / Euskadi / Poldavia, y que sus líderes son mejores que nadie representando a los votantes. Y esperad, que aún falta como mínimo otro aspecto; aún tienen que pretender ser tecnócratas competentes, cargados de visión de futuro y capaces de inspirar al país a hacer grandes cosas.
Cuando una organización pretende estar haciendo tantas cosas, es importante tratar de discernir cuál es el principal objetivo de la organización antes de caracterizar como funciona. José señala de forma acertada que un partido político de entidad quiere, ante todo, ganar elecciones (desde la oposición no se cambia el mundo), pero se equivoca en identificar qué parte del partido está haciendo ese trabajo.
Aunque parezca mentira, los cuadros intermedios de un partido realmente no pintan absolutamente nada. De hecho, si me apuráis, los militantes a los que estos cuadros intermedios se pasan el rato deprimiendo con su maravillosa mediocridad pintan más o menos lo mismo. En los partidos modernos todo lo que va de candidato / presidente / tipo en algún gobierno para abajo son básicamente ruido de fondo, con muy pocas excepciones.
Los partidos estos días son organizaciones muy distintas a los partidos de masas del siglo XIX. Son maquinarias relativamente pequeñas, muy profesionalizadas y extraordinariamente concentradas en llegar al poder y mantenerse en él. Los únicos que realmente están implicados en esta tarea son un grupo relativamente limitado de gente: candidatos, gente variada en cargos políticos, y el grupo de notables y cerebros políticos en Génova, Férraz y sus equivalentes autonómicos y en ciudades grandes. Se les describe como partidos cártel, y la verdad tienen bastante de eso.
Los políticos profesionales (creedme, no hay otra clase. En ninguna parte) saben que la política ha cambiado radicalmente. Las campañas no se hacen en la calle; la gente no recibe sus noticias e ideas de un político hablando en el mercado o leyendo el periódico del partido; ahora los ven en la tele, los escuchan en la radio, los leen en la prensa nacional o en internet. Realmente uno no necesita a los militantes más allá de como mano de obra barata y agitadores de banderitas en mítines; como máquinas de convencer al personal no son demasiado útiles (o eso creen).
Por añadido, los militantes ni siquiera son necesarios para pagarte las campañas. En Europa, gente como tú, otros políticos, se han preocupado que papá estado asegure tu imparcialidad a base de financiación pública; sólo en Estados Unidos un político ve a sus seguidores como un cajero automático (y tenderá a buscar a los que tienen un saldo alto). Para hacer las cosas aún más encantadoras, el sistema electoral y de financiación está redactado por otros políticos como tú, así que no deberás preocuparte que alguien cambie las reglas del juego.
¿Son los partidos organizaciones poco flexibles? En absoluto. De hecho, se han adaptado maravillosamente a la nueva realidad de medios de masas, votantes menos ideológicos y sociedades menos polarizadas. Es un mundo donde las elecciones se ganan manteniendo un mensaje consistente, claro, concentrado y profesional, diseñando políticas públicas eficaces y atractivas y adaptándose rápidamente a un contexto que cambia rápidamente. Los partidos viven en un entorno relativamente estable en las reglas, pero muy competitivo a la hora de ganar elecciones, y se tienen que adaptar para competir de forma efectiva. Y lo hacen con ganas.
La cuestión es, el partido, como tal, no es el que está cambiando, adaptando el mensaje, moviéndose constantemente. Es el pequeño de cuadro de candidatos, sabios y notables que toma las decisiones, recluta nuevos talentos (no necesariamente dentro del partido; mirad a Solbes, Piqué, Pizarro...) y decide quién será el siguiente candidato (a menudo de forma bastante torpe), mientras que el resto del partido actúa como un elaborado ruido de fondo. Una parte muy significativa del partido, esos cuadros intermedios, son de hecho reliquias de tiempos pasados actuando como operaciones de imagen; su capacidad influencia es realmente limitada.
Y sí, la estulticia de esa mediocracia es a veces desesperante (un saludo a mis compañeros de la FSM. Ellos saben quienes son), pero de hecho su peso real en el partido es muy, muy limitado. Los partidos son organizaciones mucho menos burocratizadas de lo que parecen a la hora de tomar decisiones.
Eso no quiere decir "honestas", "justas" o "mentalmente estables", por cierto. Veamos por qué.
Los partidos políticos de principios del siglo XXI son unas maquinarias curiosas, que tratan de parecer ser muchas cosas sin serlo. Para empezar, deben respetar a los antiguos. Como toda institución que valora la estabilidad y fidelidad de sus miembros, un partido político debe respetar ciertas convenciones de los viejos partidos de masas: hablar de compañeros, tener militantes pegando carteles y repartiendo octavillas, honrar a los fundadores y usar viejas estructuras organizativas y nombres. La política estos días no tiene nada que ver con la creación de conciencia de clase, tener agrupaciones en las fábricas y publicar octavillas; sin embargo partidos como el PSOE respetan y honran ese pasado de forma más o menos explícita.
Por añadido, los partidos no sólo son máquinas de convencer electores, también son el oyente fiel que escucha y atiende a los deseos de los electores. Las organizaciones están llenas de puntos de contacto con el electorado, reales o ficticios; los candidatos escuchan, se habla con las organizaciones sociales, se abren a la blogosfera, todo para saber lo que quiere el pueblo.
Con eso, los partidos representan; no son sólo agentes persuasivos y buenos oyentes, también son una encarnación del país. Por ahí van todos diciendo que ellos son España / Cataluña / Euskadi / Poldavia, y que sus líderes son mejores que nadie representando a los votantes. Y esperad, que aún falta como mínimo otro aspecto; aún tienen que pretender ser tecnócratas competentes, cargados de visión de futuro y capaces de inspirar al país a hacer grandes cosas.
Cuando una organización pretende estar haciendo tantas cosas, es importante tratar de discernir cuál es el principal objetivo de la organización antes de caracterizar como funciona. José señala de forma acertada que un partido político de entidad quiere, ante todo, ganar elecciones (desde la oposición no se cambia el mundo), pero se equivoca en identificar qué parte del partido está haciendo ese trabajo.
Aunque parezca mentira, los cuadros intermedios de un partido realmente no pintan absolutamente nada. De hecho, si me apuráis, los militantes a los que estos cuadros intermedios se pasan el rato deprimiendo con su maravillosa mediocridad pintan más o menos lo mismo. En los partidos modernos todo lo que va de candidato / presidente / tipo en algún gobierno para abajo son básicamente ruido de fondo, con muy pocas excepciones.
Los partidos estos días son organizaciones muy distintas a los partidos de masas del siglo XIX. Son maquinarias relativamente pequeñas, muy profesionalizadas y extraordinariamente concentradas en llegar al poder y mantenerse en él. Los únicos que realmente están implicados en esta tarea son un grupo relativamente limitado de gente: candidatos, gente variada en cargos políticos, y el grupo de notables y cerebros políticos en Génova, Férraz y sus equivalentes autonómicos y en ciudades grandes. Se les describe como partidos cártel, y la verdad tienen bastante de eso.
Los políticos profesionales (creedme, no hay otra clase. En ninguna parte) saben que la política ha cambiado radicalmente. Las campañas no se hacen en la calle; la gente no recibe sus noticias e ideas de un político hablando en el mercado o leyendo el periódico del partido; ahora los ven en la tele, los escuchan en la radio, los leen en la prensa nacional o en internet. Realmente uno no necesita a los militantes más allá de como mano de obra barata y agitadores de banderitas en mítines; como máquinas de convencer al personal no son demasiado útiles (o eso creen).
Por añadido, los militantes ni siquiera son necesarios para pagarte las campañas. En Europa, gente como tú, otros políticos, se han preocupado que papá estado asegure tu imparcialidad a base de financiación pública; sólo en Estados Unidos un político ve a sus seguidores como un cajero automático (y tenderá a buscar a los que tienen un saldo alto). Para hacer las cosas aún más encantadoras, el sistema electoral y de financiación está redactado por otros políticos como tú, así que no deberás preocuparte que alguien cambie las reglas del juego.
¿Son los partidos organizaciones poco flexibles? En absoluto. De hecho, se han adaptado maravillosamente a la nueva realidad de medios de masas, votantes menos ideológicos y sociedades menos polarizadas. Es un mundo donde las elecciones se ganan manteniendo un mensaje consistente, claro, concentrado y profesional, diseñando políticas públicas eficaces y atractivas y adaptándose rápidamente a un contexto que cambia rápidamente. Los partidos viven en un entorno relativamente estable en las reglas, pero muy competitivo a la hora de ganar elecciones, y se tienen que adaptar para competir de forma efectiva. Y lo hacen con ganas.
La cuestión es, el partido, como tal, no es el que está cambiando, adaptando el mensaje, moviéndose constantemente. Es el pequeño de cuadro de candidatos, sabios y notables que toma las decisiones, recluta nuevos talentos (no necesariamente dentro del partido; mirad a Solbes, Piqué, Pizarro...) y decide quién será el siguiente candidato (a menudo de forma bastante torpe), mientras que el resto del partido actúa como un elaborado ruido de fondo. Una parte muy significativa del partido, esos cuadros intermedios, son de hecho reliquias de tiempos pasados actuando como operaciones de imagen; su capacidad influencia es realmente limitada.
Y sí, la estulticia de esa mediocracia es a veces desesperante (un saludo a mis compañeros de la FSM. Ellos saben quienes son), pero de hecho su peso real en el partido es muy, muy limitado. Los partidos son organizaciones mucho menos burocratizadas de lo que parecen a la hora de tomar decisiones.
martes, enero 22, 2008
¿Quién dijo que la Reserva Federal no hace nada?
Lo dijo un servidor. Y eso era cierto, hasta ayer. El recorte de 0,75 puntos hoy, sin embargo, es hacer mucho para dar un empujon a un economía americana relativamente anémica. La decisión tiene riesgos; la inflación es alta y hay un riesgo (relativo) que repunte con este estímulo monetario tan acentuado, y la crisis actual nació por un exceso de crédito mal regulado, así que sin reformas puede que se vuelva a los pecados y vicios de antaño, si el mercado no ha aprendido.
Y creedme, no lo ha hecho.
Aún así, es un empujón sólido. Aún así, los mercados han abierto a la baja en plan kamikaze igual, así que uno ya no sabe qué pensar de todos esos "sabios y racionales" inversores. Ayer iban todos pidiendo que la Reserva Federal hiciera algo, y hoy que lo hace siguen igual de histéricos, diciendo que el hecho que Bernanke actúe es un signo del apocalipsis o algo así. Los mercados son racionales. A ratos. Como siempre, es cuestión de tendencias y no movimientos a corto plazo, pero joder, a veces actúan como críos...
Insisto: hay nervios, en gran parte porque la crisis actual tiene como origen la falta de transparencia de los mercados, y la información deficiente con la que gran parte del mercado había estado operando. Cuando no te fías de los números que vienen, tu actitud es muchísimo más defensiva, y los pánicos se acentúan en consecuencia. Hace falta limpiar muchas de las normas que regulan cómo se distribuye la información en los mercados, empezando por un control mayor sobre las agencias de calificación. Los tipos de interés tenían que bajar, pero hasta que no se solucione la falta de confianza en lo que los datos dicen, los inversores van a seguir con pies de plomo.
Y creedme, no lo ha hecho.
Aún así, es un empujón sólido. Aún así, los mercados han abierto a la baja en plan kamikaze igual, así que uno ya no sabe qué pensar de todos esos "sabios y racionales" inversores. Ayer iban todos pidiendo que la Reserva Federal hiciera algo, y hoy que lo hace siguen igual de histéricos, diciendo que el hecho que Bernanke actúe es un signo del apocalipsis o algo así. Los mercados son racionales. A ratos. Como siempre, es cuestión de tendencias y no movimientos a corto plazo, pero joder, a veces actúan como críos...
Insisto: hay nervios, en gran parte porque la crisis actual tiene como origen la falta de transparencia de los mercados, y la información deficiente con la que gran parte del mercado había estado operando. Cuando no te fías de los números que vienen, tu actitud es muchísimo más defensiva, y los pánicos se acentúan en consecuencia. Hace falta limpiar muchas de las normas que regulan cómo se distribuye la información en los mercados, empezando por un control mayor sobre las agencias de calificación. Los tipos de interés tenían que bajar, pero hasta que no se solucione la falta de confianza en lo que los datos dicen, los inversores van a seguir con pies de plomo.
lunes, enero 21, 2008
De mercados y socavones
Un día "estupendo" hoy en las bolsas de todo, el mundo, con caídas espectaculares en todos los mercados. Evidentemente algunos ya andan diciendo que esto es un claro signo que Zapatero ha llevado la economía española a la recesión, mientras que el gran líder Bush está cabalgando ya hacia la gloria de la recuperación económica (sí, esa misma que los mercados temen...); aún así el sarao es lo suficiente significativo como para merecer un comentario.
Primero de todo debemos fijarnos no en la caída (atroz) si no en la tendencia negativa acumulada; si los mercados se hubieran pegado un rebote de este estilo un sólo día no sería preocupante. El problema, evidentemente, es que no es un pánico aislado, así que algo debe haber debajo.
Tenemos que separar el problema en tres bloques: Asia, Europa y Estados Unidos. Los mercados asiáticos tienen miedo que Estados Unidos esté metiéndose en una recesión. Dado que sus economías son exportadoras netas y Estados Unidos es un cliente importante (no el único; de hecho muchos países de la zona comercian más con Europa), un frenazo en el consumo de los americanos haría frenar su economía. Por añadido, muchos bancos asiáticos han estado equilibrando la balanza de pagos a base de comprar activos en dólares, fiándose en lo que decían las agencias de calificación. Para su desgracia muchas de esas compras resulta que contienen deuda de mala calidad, esto es, hipotecas basura. Como consecuencia no pocas entidades están declarando pérdidas, pareciendo rotundamente menos solventes, y teniendo problemas para conseguir y dar crédito.
El caso americano es bien conocido; he hablado de él con ciertas ganas estos últimos meses. La base del problema es una alocada burbuja especulativa en el mercado inmobiliario, alimentada de forma excepcionalmente torpe por una reserva federal dejando los tipos demasiado bajos y una desregulación espantósamente chapucera de este sector. Cuando finalmente las hipotecas de calidad dudosa han empezado a fallar, estas han resultado estar esparcidas por todo el sector financiero, ocultas en paquetes de deuda que parecían sólidos. El resultado es bancos con problemas de crédito, nadie se fía de nadie, y más dificultad de conseguir créditos. Si endeudarse es más difícil invertir se complica. Esto, más un frenazo de la actividad inmobiliaria y el consumo (hay menos dinero invertido, y menos trabajo creado) ha enviado la economía a lo que parece el principio de una recesión.
Desde que empezó el año, las cifras e indicadores han sido bastante anémicos, dando a entender que la economía está encallándose. Bush ha respondido, como de costumbre, tarde y mal (nota: la crisis se veía venir al menos desde el verano) con un plan de estímulo de la economía entre muy dudoso y directamente incompetente; bajar los impuestos este año únicamente (su propuesta) tiene un retorno más que pobre. El consumo cuando se hace algo así sólo aumenta entre la gente que tiene problemas serios para llegar a fin de mes, no quien hace dinero. Evidentemente quien tiene pocos ingresos no paga impuestos, así que no crearía un efecto demasiado sólido.
Los mercados en Estados Unidos tienen razones para estar nerviosos; un presidente débil y con ideas más bien torpes, una Reserva Federal a los mandos de un novato, y con poco margen para mover los tipos debido a la inflación (petroleo y alimentos caros), y elecciones en noviembre, haciendo de la aprobación de cualquier reforma en el Congreso un horror gótico.
¿Qué sucede con Europa? La verdad, la razón del pánico en el viejo continente es un poco más difícil de entender. Los europeos exportan a Estados Unidos, pero es su nuestro principal cliente. Hay bancos europeos que han comprado mala deuda, pero no en cantidades demasiado preocupantes; fuera de Alemania y UBS, la deuda mala flotando por Europa es relativamente poco importante. Se puede defender de forma razonable que la economía europea no está necesariamente atada a lo que haga la economía americana, aunque parece bastante claro que los inversores no quieren ser conejillos de indias para probar si esto es o no cierto.
Lo cierto es lo que estamos viendo no es tanto la bolsa anticipando una recesión, sino una reacción tardía y brutal a noticias que ya se sabían. Como comenta el Economist, los mercados no empezaron a sufrir caídas serias hasta finales de diciembre, y no se han estrellado con ganas hasta enero (el Ibex35 ni eso; iba a su pelota algo serio); sin embargo todos los factores descritos arriba ya estaban en juego entonces. Confiaban en un remedio mágico de la Reserva Federal, la fortaleza de las economías asiáticas o que las empresas mantuvieran sus beneficios intactos, un poco en contra de lo que la lógica y la evidencia empírica dictaba.
¿Que podemos esperar? La verdad, es complicado decirlo. Estados Unidos sí parece ir hacia la recesión; el resto del mundo parece no hacerlo. Aún así las bolsas están atemorizadas, en gran parte porque uno de los orígenes de la crisis (deudas de mala calidad escondidas malamente) puede que se haya extendido, puede que no. Las cosas no están demasiado claras, y esto es lo que parece haber generado el pánico en Europa por encima de todo. Veremos.
Primero de todo debemos fijarnos no en la caída (atroz) si no en la tendencia negativa acumulada; si los mercados se hubieran pegado un rebote de este estilo un sólo día no sería preocupante. El problema, evidentemente, es que no es un pánico aislado, así que algo debe haber debajo.
Tenemos que separar el problema en tres bloques: Asia, Europa y Estados Unidos. Los mercados asiáticos tienen miedo que Estados Unidos esté metiéndose en una recesión. Dado que sus economías son exportadoras netas y Estados Unidos es un cliente importante (no el único; de hecho muchos países de la zona comercian más con Europa), un frenazo en el consumo de los americanos haría frenar su economía. Por añadido, muchos bancos asiáticos han estado equilibrando la balanza de pagos a base de comprar activos en dólares, fiándose en lo que decían las agencias de calificación. Para su desgracia muchas de esas compras resulta que contienen deuda de mala calidad, esto es, hipotecas basura. Como consecuencia no pocas entidades están declarando pérdidas, pareciendo rotundamente menos solventes, y teniendo problemas para conseguir y dar crédito.
El caso americano es bien conocido; he hablado de él con ciertas ganas estos últimos meses. La base del problema es una alocada burbuja especulativa en el mercado inmobiliario, alimentada de forma excepcionalmente torpe por una reserva federal dejando los tipos demasiado bajos y una desregulación espantósamente chapucera de este sector. Cuando finalmente las hipotecas de calidad dudosa han empezado a fallar, estas han resultado estar esparcidas por todo el sector financiero, ocultas en paquetes de deuda que parecían sólidos. El resultado es bancos con problemas de crédito, nadie se fía de nadie, y más dificultad de conseguir créditos. Si endeudarse es más difícil invertir se complica. Esto, más un frenazo de la actividad inmobiliaria y el consumo (hay menos dinero invertido, y menos trabajo creado) ha enviado la economía a lo que parece el principio de una recesión.
Desde que empezó el año, las cifras e indicadores han sido bastante anémicos, dando a entender que la economía está encallándose. Bush ha respondido, como de costumbre, tarde y mal (nota: la crisis se veía venir al menos desde el verano) con un plan de estímulo de la economía entre muy dudoso y directamente incompetente; bajar los impuestos este año únicamente (su propuesta) tiene un retorno más que pobre. El consumo cuando se hace algo así sólo aumenta entre la gente que tiene problemas serios para llegar a fin de mes, no quien hace dinero. Evidentemente quien tiene pocos ingresos no paga impuestos, así que no crearía un efecto demasiado sólido.
Los mercados en Estados Unidos tienen razones para estar nerviosos; un presidente débil y con ideas más bien torpes, una Reserva Federal a los mandos de un novato, y con poco margen para mover los tipos debido a la inflación (petroleo y alimentos caros), y elecciones en noviembre, haciendo de la aprobación de cualquier reforma en el Congreso un horror gótico.
¿Qué sucede con Europa? La verdad, la razón del pánico en el viejo continente es un poco más difícil de entender. Los europeos exportan a Estados Unidos, pero es su nuestro principal cliente. Hay bancos europeos que han comprado mala deuda, pero no en cantidades demasiado preocupantes; fuera de Alemania y UBS, la deuda mala flotando por Europa es relativamente poco importante. Se puede defender de forma razonable que la economía europea no está necesariamente atada a lo que haga la economía americana, aunque parece bastante claro que los inversores no quieren ser conejillos de indias para probar si esto es o no cierto.
Lo cierto es lo que estamos viendo no es tanto la bolsa anticipando una recesión, sino una reacción tardía y brutal a noticias que ya se sabían. Como comenta el Economist, los mercados no empezaron a sufrir caídas serias hasta finales de diciembre, y no se han estrellado con ganas hasta enero (el Ibex35 ni eso; iba a su pelota algo serio); sin embargo todos los factores descritos arriba ya estaban en juego entonces. Confiaban en un remedio mágico de la Reserva Federal, la fortaleza de las economías asiáticas o que las empresas mantuvieran sus beneficios intactos, un poco en contra de lo que la lógica y la evidencia empírica dictaba.
¿Que podemos esperar? La verdad, es complicado decirlo. Estados Unidos sí parece ir hacia la recesión; el resto del mundo parece no hacerlo. Aún así las bolsas están atemorizadas, en gran parte porque uno de los orígenes de la crisis (deudas de mala calidad escondidas malamente) puede que se haya extendido, puede que no. Las cosas no están demasiado claras, y esto es lo que parece haber generado el pánico en Europa por encima de todo. Veremos.
domingo, enero 20, 2008
El eterno romance del político y el periodista
La relación entre prensa y partidos políticos es una danza complicada, y por lo que sé, relativamente poco estudiada. Los que trabajan en el negocio acostumbran a decir que es un arte; una combinación de contactos, peloteo, intimidación más o menos descarada y súplicas desconsoladas a la gente que trabaja en la otra acera.
Hablar de los trucos del oficio (conocer gente, ofrecer exclusivas, negar acceso y "hablar" con tus anunciantes, apelar a la hipoteca que no podrás pagar...) es interesante, pero la cosa va un poco más allá. La relación entre políticos y medios es un juego en el sentido más formal; dos (o más) actores interactuando de forma estratégica y respondiendo a las acciones del otro(s).
Empezando por lo más básico, la relación entre prensa y políticos es de dependencia mutua, pero no es simétrica. La prensa necesita a los políticos como fuente de noticias, audiencias y contenidos; por añadido están a su merced (relativa) ante su capacidad de regular y legislar sobre el medio en dónde trabajan.
Los políticos, por su parte, no pueden vivir sin la prensa: la necesitan para hablar al electorado, teniendo que superar su filtro previo antes que los votantes sepan lo que dicen. la prensa tiene además un peso muy importante en establecer la agenda política y el debate público, y una capacidad nada despreciable en el modelado de la opinión pública. Los políticos en teoría pueden "premiar" con licencias, reglas sobre fusiones o regulación variada, pero su margen de maniobra se ve limitado por la capacidad de la prensa de responder a berridos y el hecho que las normas básicas son díficiles de cambiar.
Me centraré en la relación entre los partidos y los medios de "su" lado". Si bien El País tiene voz y ataca a Rajoy a menudo, estas críticas a efectos de la supervivencia política de Rajoy son relativamente limitadas; la base del partido no les hace caso. Un ataque descarnado desde La Cope, sin embargo, es algo bastante más serio, ya que puede desmovilizar una parte de su electorado. Como comento a menudo, el poder de un presidente de un partido nace y muere de sus expectativas en la urnas; si un medio puede dañarlas, esa radio, periódico o televisión tiene capacidad de presión sobre ese político.
Un tipo como Rajoy, por tanto, tiene que mirar los medios de su cuerda del mismo modo que mira a sectores de su partido disidentes: en teoría no mandan, a la práctica pueden "convencerme" a base de amenazas veladas de hacerle daño en las urnas. Como con las minorías rebeldes, Rajoy puede escoger ignorarlos y exponerse a sufrir desgaste por sus ataques, confiando en que los votantes ganados de otros grupos compensen los perdidos debido a esas críticas, o bien aceptar a regañadientes los "consejos" del pope radiofónico de turno y confiar que sus ideas no te pierdan demasiados votos por otros sitios.
Los parecidos no obstante acaban aquí. Cuando Rajoy está lidiando con sus "amigos" dentro del partido él tiene a a su disposición una serie de potenciales palos y premios para tenerlos contentos: de la potencial zanahoria ministerial ("que ganamos y te doy industria") al exilio autonómico ("serás candidato del PP en Cataluña", esa sentencia de muerte política para conservadores catalanes), el tipo puede hacer ciertos equilibrios para tener a todo el mundo contento. Evidentemente si las encuestas dicen que su futuro es más bien escaso estas promesas no valen un duro, pero el tipo no está indefenso.
Cuando un jefe de la oposición tiene que bailar con los medios "afines", sin embargo, su margen de maniobra es más limitado. Puede usar los trucos de relaciones públicas de toda la vida (acceso, peloteo, etcétera), pero el negar entrevistas o ignorar periodistas es un castigo limitado que puede acabar haciendo más daño al político que al medio ninguneado. Puede prometer frecuencias y leyes a largo plazo, pero su capacidad tiene aún más límites que las promesas ministeriales; un político puede retocar mercados, pero no puede cambiar niveles de audiencia.
Para hacer las cosas aún más complicadas para el Rajoy de turno, cuando se pelea con gente de su partido sabe que en el fondo todo el mundo está en el ajo para ganar elecciones, pronto o tarde. Cuando se da de tortas con un medio de comunicación, este está en el negocio para hacer pasta a base de aumentar su audiencia; que su partido gane elecciones no es más que un satisfacción secundaria. De hecho si miramos a algunas cadenas de radio y cómo ha mejorado su audiencia desde que el PP pasa frío en la oposición, casi están más a gusto con su partido fuera del gobierno.
Esto puede llevar a la paradoja en que un medio de comunicación especialmente montañés pueda preferir enfrentarse a Rajoy, de hecho, que tratar de llevar el partido al poder. Si la audiencia crece con cada burrada que digo, ¿para qué debo tener posiciones cómodas para ese mítico centro electoral que gana elecciones? El partido puede hacer lo que quiera; si se enfrenta a mí, pierde él; si sigue mis dictados, gano yo. Y el estupendo, glorioso subidón de ego que me da ser el nuevo medio de referencia de la derecha... no tiene precio.
En resumen: es más que creíble que Esperanza Aguirre mencionara a la Cope en la ya mítica reunión con Gallardón y Rajoy esta semana. El pobre presidente del PP realmente tiene ese problema; ha dejado que los medios se le suban a las barbas, gracias a su tendencia a no querer enfrentarse a nadie.
A todo esto, algunos comentarios secundarios. El poder relativo de los medios depende, evidentemente, de las audiencias; como más capacidad de transmitir (o cargarse) el mensaje tengan, mayor será el poder de presión sobre el partido. Es por eso que PSOE tenía la maldición de depender de PRISA (y la bendición que sus propietarios fueran moderados), y de ahí viene el entusiamo mal disimulado de algunos que por fin al País le salga competencia. Lo más relevante, sin embargo, es el hecho que estos problemas son muchísimo menos dolorosos para los políticos cuando están en el gobierno; si los tuyos mandan, la audiencia es menos amiga de escuchar críticas descarnadas al presidente.
Concluyendo: no es una relación limpia, ni mucho menos. De hecho, es una relación bastante caótica. Para otro día cómo "limpiar" estas dependencias, y los problemas que se derivan de tener medios no partidistas. Sí, puede ser un problema. Hablamos luego.
Hablar de los trucos del oficio (conocer gente, ofrecer exclusivas, negar acceso y "hablar" con tus anunciantes, apelar a la hipoteca que no podrás pagar...) es interesante, pero la cosa va un poco más allá. La relación entre políticos y medios es un juego en el sentido más formal; dos (o más) actores interactuando de forma estratégica y respondiendo a las acciones del otro(s).
Empezando por lo más básico, la relación entre prensa y políticos es de dependencia mutua, pero no es simétrica. La prensa necesita a los políticos como fuente de noticias, audiencias y contenidos; por añadido están a su merced (relativa) ante su capacidad de regular y legislar sobre el medio en dónde trabajan.
Los políticos, por su parte, no pueden vivir sin la prensa: la necesitan para hablar al electorado, teniendo que superar su filtro previo antes que los votantes sepan lo que dicen. la prensa tiene además un peso muy importante en establecer la agenda política y el debate público, y una capacidad nada despreciable en el modelado de la opinión pública. Los políticos en teoría pueden "premiar" con licencias, reglas sobre fusiones o regulación variada, pero su margen de maniobra se ve limitado por la capacidad de la prensa de responder a berridos y el hecho que las normas básicas son díficiles de cambiar.
Me centraré en la relación entre los partidos y los medios de "su" lado". Si bien El País tiene voz y ataca a Rajoy a menudo, estas críticas a efectos de la supervivencia política de Rajoy son relativamente limitadas; la base del partido no les hace caso. Un ataque descarnado desde La Cope, sin embargo, es algo bastante más serio, ya que puede desmovilizar una parte de su electorado. Como comento a menudo, el poder de un presidente de un partido nace y muere de sus expectativas en la urnas; si un medio puede dañarlas, esa radio, periódico o televisión tiene capacidad de presión sobre ese político.
Un tipo como Rajoy, por tanto, tiene que mirar los medios de su cuerda del mismo modo que mira a sectores de su partido disidentes: en teoría no mandan, a la práctica pueden "convencerme" a base de amenazas veladas de hacerle daño en las urnas. Como con las minorías rebeldes, Rajoy puede escoger ignorarlos y exponerse a sufrir desgaste por sus ataques, confiando en que los votantes ganados de otros grupos compensen los perdidos debido a esas críticas, o bien aceptar a regañadientes los "consejos" del pope radiofónico de turno y confiar que sus ideas no te pierdan demasiados votos por otros sitios.
Los parecidos no obstante acaban aquí. Cuando Rajoy está lidiando con sus "amigos" dentro del partido él tiene a a su disposición una serie de potenciales palos y premios para tenerlos contentos: de la potencial zanahoria ministerial ("que ganamos y te doy industria") al exilio autonómico ("serás candidato del PP en Cataluña", esa sentencia de muerte política para conservadores catalanes), el tipo puede hacer ciertos equilibrios para tener a todo el mundo contento. Evidentemente si las encuestas dicen que su futuro es más bien escaso estas promesas no valen un duro, pero el tipo no está indefenso.
Cuando un jefe de la oposición tiene que bailar con los medios "afines", sin embargo, su margen de maniobra es más limitado. Puede usar los trucos de relaciones públicas de toda la vida (acceso, peloteo, etcétera), pero el negar entrevistas o ignorar periodistas es un castigo limitado que puede acabar haciendo más daño al político que al medio ninguneado. Puede prometer frecuencias y leyes a largo plazo, pero su capacidad tiene aún más límites que las promesas ministeriales; un político puede retocar mercados, pero no puede cambiar niveles de audiencia.
Para hacer las cosas aún más complicadas para el Rajoy de turno, cuando se pelea con gente de su partido sabe que en el fondo todo el mundo está en el ajo para ganar elecciones, pronto o tarde. Cuando se da de tortas con un medio de comunicación, este está en el negocio para hacer pasta a base de aumentar su audiencia; que su partido gane elecciones no es más que un satisfacción secundaria. De hecho si miramos a algunas cadenas de radio y cómo ha mejorado su audiencia desde que el PP pasa frío en la oposición, casi están más a gusto con su partido fuera del gobierno.
Esto puede llevar a la paradoja en que un medio de comunicación especialmente montañés pueda preferir enfrentarse a Rajoy, de hecho, que tratar de llevar el partido al poder. Si la audiencia crece con cada burrada que digo, ¿para qué debo tener posiciones cómodas para ese mítico centro electoral que gana elecciones? El partido puede hacer lo que quiera; si se enfrenta a mí, pierde él; si sigue mis dictados, gano yo. Y el estupendo, glorioso subidón de ego que me da ser el nuevo medio de referencia de la derecha... no tiene precio.
En resumen: es más que creíble que Esperanza Aguirre mencionara a la Cope en la ya mítica reunión con Gallardón y Rajoy esta semana. El pobre presidente del PP realmente tiene ese problema; ha dejado que los medios se le suban a las barbas, gracias a su tendencia a no querer enfrentarse a nadie.
A todo esto, algunos comentarios secundarios. El poder relativo de los medios depende, evidentemente, de las audiencias; como más capacidad de transmitir (o cargarse) el mensaje tengan, mayor será el poder de presión sobre el partido. Es por eso que PSOE tenía la maldición de depender de PRISA (y la bendición que sus propietarios fueran moderados), y de ahí viene el entusiamo mal disimulado de algunos que por fin al País le salga competencia. Lo más relevante, sin embargo, es el hecho que estos problemas son muchísimo menos dolorosos para los políticos cuando están en el gobierno; si los tuyos mandan, la audiencia es menos amiga de escuchar críticas descarnadas al presidente.
Concluyendo: no es una relación limpia, ni mucho menos. De hecho, es una relación bastante caótica. Para otro día cómo "limpiar" estas dependencias, y los problemas que se derivan de tener medios no partidistas. Sí, puede ser un problema. Hablamos luego.
viernes, enero 18, 2008
De las conspiraciones de silencio
Uno de los problemas más deprimentes a los que se enfrenta la policía en New Haven, Connecticut, es que la gente no les habla. En el año 2007 se registraron en la ciudad unos doscientos tiroteos, con 163 víctimas que sobrevivieron al asunto. En una ciudad de 124.000 habitantes es una cifra entre relativamente mala (en Estados Unidos) o francamente espantosa (en cualquier otro país desarrollado). De estos 163 incidentes, hay 138 sin sospechosos, acusaciones, o nada que se parezca a una resolución.
El origen de estas cifras es relativamente complicado, aunque parece ser relativamente reciente. Los medios americanos hablan de una nueva ley no escrita de la calle, una cultura del silencio nacida en el mundo de las bandas y popularizada en la música y la cultura popular. Es la maldita música y el parecer un tipo duro el que hace esto socialmente aceptable, etcétera. Y lo que es peor, toda esta publicidad sólo hace parecer todo más siniestro y dar más miedo a los potenciales chivatos.
La verdad, de cultura tiene relativamente poco. Lo cierto es que una ley de silencio es un mecanismo de coacción relativamente sencillo, y muy efectivo si no se combate de forma adecuada. Todos lo hemos visto en películas sobre mafiosos: alguien sabe cosas, y los matones de turno que han hecho algo malvado le visitan y le explican que si cuenta algo a la policia se puede ir buscando una caja de pino a medida. Y una silla de ruedas para su mujer. Ah, y el colegio de sus hijas es precioso.
Para quién recibe estos consejos, su reflexión es muy sencilla: ¿Temo más a estos tipos o a la fiscalía? El juez o fiscal de turno me puede enviar a la cárcel por obstrucción a la justicia; los mafiosos me pueden tirar al río con zapatos de cemento. Una visita a la cárcel viniendo de un negocio de crimen organizado medianamente decente no es demasiado terrible, ya que en la cárcel tendré amigos rápido. Estar fuera.... bueno, dependo de que la policía tenga ganas de vigilarme.
Si el programa de protección de testigos (sí, existe) es decente, bien financiado y sólido, la verdad, no tendré nada que temer. Si vivo en una ciudad americana con una policía desbordada, un presupuesto para proteger testigos limitado y unas administraciones estatales y federales que se preocupan poco de lo que hacen las ciudades... bueno, pues pondré cara de tipo duro y no diré ni pío, ni aun habiendo sido yo la víctima del balazo.
En resumen: no tiene nada de cultural, en absoluto. Es sencillamente un escenario donde el estado es incapaz de ejercer su monopolio de la violencia de forma efectiva. La mafia, banda local con malas pulgas o el grupo de gente malvada aleatorio de turno puede "proteger" a los que cumplen y castigar a los que hablan, y lo puede hacer mejor (y de forma más cruel) que las autoridades. Si son capaces de hacer que la población tema más incumplir las reglas de la banda
que saltarse la ley, mantener una omertá será relativamente sencillo; la mística de la mafia, los gudaris, hip hop, el culto al buen bandolero o todas esas justificaciones adorantes de no dar el chivatazo ya vendrán sólas, justificaciones románticas a un miedo real.
La "belleza" del sistema es que una vez establecido requiere relativamente poca violencia. Una vez el miedo está establecido y extendido de forma sólida, la banda de matones no tienen que ejercer violencia física demasiado a menudo. Como más miedo haya, menos delatores darán un paso adelante. Si hay pocos delatores, machacarles los higadillos es muchísimo más fácil. Y una vez que tienes a la gente haciéndote caso, la policía lo tiene cada vez más complicado para romper esa dinámica. Un equilibrio pernicioso de libro.
¿Son estas dinámicas exclusivas en el crimen organizado? No. Esta clase de equilibrios se ven en otros sitios. Os sonará en casos de corrupción, sin ir más lejos, con políticos y empresarios renunciando a hablar para protegerse unos a otros. En un partido disciplinado, el mecanismo de supresión de críticas internas es parecido, con los subalternos aterrados de perder el puesto. Prácticamente cualquier sistema con autoridad dividida y un actor con capacidad de sanción que no debería tenerla crea un sistema de este estilo de un modo u otro. El monopolio de la violencia es un concepto bien poco trivial; el estado se lo toma en serio por buenos motivos.
El origen de estas cifras es relativamente complicado, aunque parece ser relativamente reciente. Los medios americanos hablan de una nueva ley no escrita de la calle, una cultura del silencio nacida en el mundo de las bandas y popularizada en la música y la cultura popular. Es la maldita música y el parecer un tipo duro el que hace esto socialmente aceptable, etcétera. Y lo que es peor, toda esta publicidad sólo hace parecer todo más siniestro y dar más miedo a los potenciales chivatos.
La verdad, de cultura tiene relativamente poco. Lo cierto es que una ley de silencio es un mecanismo de coacción relativamente sencillo, y muy efectivo si no se combate de forma adecuada. Todos lo hemos visto en películas sobre mafiosos: alguien sabe cosas, y los matones de turno que han hecho algo malvado le visitan y le explican que si cuenta algo a la policia se puede ir buscando una caja de pino a medida. Y una silla de ruedas para su mujer. Ah, y el colegio de sus hijas es precioso.
Para quién recibe estos consejos, su reflexión es muy sencilla: ¿Temo más a estos tipos o a la fiscalía? El juez o fiscal de turno me puede enviar a la cárcel por obstrucción a la justicia; los mafiosos me pueden tirar al río con zapatos de cemento. Una visita a la cárcel viniendo de un negocio de crimen organizado medianamente decente no es demasiado terrible, ya que en la cárcel tendré amigos rápido. Estar fuera.... bueno, dependo de que la policía tenga ganas de vigilarme.
Si el programa de protección de testigos (sí, existe) es decente, bien financiado y sólido, la verdad, no tendré nada que temer. Si vivo en una ciudad americana con una policía desbordada, un presupuesto para proteger testigos limitado y unas administraciones estatales y federales que se preocupan poco de lo que hacen las ciudades... bueno, pues pondré cara de tipo duro y no diré ni pío, ni aun habiendo sido yo la víctima del balazo.
En resumen: no tiene nada de cultural, en absoluto. Es sencillamente un escenario donde el estado es incapaz de ejercer su monopolio de la violencia de forma efectiva. La mafia, banda local con malas pulgas o el grupo de gente malvada aleatorio de turno puede "proteger" a los que cumplen y castigar a los que hablan, y lo puede hacer mejor (y de forma más cruel) que las autoridades. Si son capaces de hacer que la población tema más incumplir las reglas de la banda
que saltarse la ley, mantener una omertá será relativamente sencillo; la mística de la mafia, los gudaris, hip hop, el culto al buen bandolero o todas esas justificaciones adorantes de no dar el chivatazo ya vendrán sólas, justificaciones románticas a un miedo real.
La "belleza" del sistema es que una vez establecido requiere relativamente poca violencia. Una vez el miedo está establecido y extendido de forma sólida, la banda de matones no tienen que ejercer violencia física demasiado a menudo. Como más miedo haya, menos delatores darán un paso adelante. Si hay pocos delatores, machacarles los higadillos es muchísimo más fácil. Y una vez que tienes a la gente haciéndote caso, la policía lo tiene cada vez más complicado para romper esa dinámica. Un equilibrio pernicioso de libro.
¿Son estas dinámicas exclusivas en el crimen organizado? No. Esta clase de equilibrios se ven en otros sitios. Os sonará en casos de corrupción, sin ir más lejos, con políticos y empresarios renunciando a hablar para protegerse unos a otros. En un partido disciplinado, el mecanismo de supresión de críticas internas es parecido, con los subalternos aterrados de perder el puesto. Prácticamente cualquier sistema con autoridad dividida y un actor con capacidad de sanción que no debería tenerla crea un sistema de este estilo de un modo u otro. El monopolio de la violencia es un concepto bien poco trivial; el estado se lo toma en serio por buenos motivos.
miércoles, enero 16, 2008
Quemarse a lo bonzo
Ser el líder de un partido político no es un trabajo sencillo. Uno es juzgado ante todo en base a lo que esos tipos raros que viven ahí fuera, los votantes, te den en votos, pero los que te mantienen en el puesto son esos adorables "amigos" que viven en casa, los barones y notables de tu partido.
Evidentemente todos tienen sus ideas políticas , quieren ganar las elecciones, y todos están llenos, llenos de consejos sobre cómo ganarlas. Si tú como líder vas a ganar quieren estar tan cerca de tí como sea posible; si tú como líder vas a perder quieren dejar claro que la culpa es completamente tuya. Para hacer todo aún más encantador, aún cuando vas ganando, pobre de tí que dejes a alguien de lado. Si tu victoria no les aporta nada, evidentemente no se van a quedar de brazos cruzados dejando que ganes tranquilo.
Hoy Mariano Rajoy ha ejercido de líder de partido, trabajando en tratar de conseguir ese encaje de bolillos milagroso que mantiene a todos contentos... y bueno, la ha pifiado. Con ganas. Veamos qué ha sucedido.
Empecemos por Pizarro. El colocarlo en las listas debería haber puesto la mosca tras la oreja a la dirección del PP casi de inmediato, sólo ver qué medios de comunicación aplaudían con la orejas ese brillante nombramiento. Sea un empresario modelo o no (con esos contactos, cualquiera llega lejos), el tipo se ha hecho famoso por ser la cara antipática y anticatalana de la gran empresa; una especie de brazo capitalista privatizado cargadito de amigos del PP. Ante todo, es amigo de Aznar, habitual en la FAES, el club de debate del sector bigotudo del partido, y básicamente un asentimiento tácito que Rajoy apuesta por el ala montañesa de la organización. Para que quede bien claro ese hecho, añadimos a Zaplana con un escaño en Madrid, ninguneando una sección autonómica del partido con mala prensa por Génova.
Rajoy seguramente se las prometía felices. Una de cal para el sector conservador, que se quedará tranquilito y satisfecho, y un poquito de arena colando a Gallardón en un sitio discreto en las listas. La respuesta de la campeona montañesa capitalina, Juana de Arco, Agustina de Aragón y Mata Hari en una sóla marquesa, fue que ni de coña. Si Gallardón entra en listas, yo también. Y como uno no puede ser diputado y presidente autonómico a la vez, esto se traduciría en una dimisión pública, atronadora, apabullante. Un gesto público de fuerza, dejando claro que el sector conservador del partido no sólo da a Rajoy por muerto, sino que además ya coloca a su sucesor en posición de sacarse al barbas de encima.
La reacción de Rajoy, en una muestra bastante patética de falta de liderazgo, ha sido dar marcha atrás. Su cálculo ha sido probablemente acertado: si Aguirre monta un pollo no tiene ni la más remota posibilidad de ganar las elecciones. Y bueno, Gallardón es un gato viejo, que respeta la disciplina de partido y probablemente se da cuenta que si rompe la baraja el partido no se lo perdonará nunca.
Bueno, pues resulta que no. Gallardón puso su ultimatum, le enviarion a la mierda, y decidió cumplir con lo que decía. En vista que una victoria de Rajoy no le sirve de nada, ¿para qué cortarse? Nada como coger gasolina, un mechero y quemarse en público, dejando claro que si el partido se pega la gran torta no será porque él o el sector reformista estuviera en las listas. Si no puedo ganar la guerra dentro del partido, trabajaré para que tú te la pegues fuera, perdiendo esas elecciones.
No hace demasiado hablaba de la paradoja de la minoría dominante, sobre como una minoría dentro de un partido político puede condicionar lo que hace su líder, ya que tiene capacidad de chantaje al poder hacerle daño electoral con una rebelión interna ruidosa. Rajoy ha decidido que el riesgo de llevarse el tremendo guantazo de perder el notable dentro del partido que tiene las mejores credenciales moderadas es menos arriesgado que apostar por el sector conservador, y ha actuado en consecuencia. Total, para qué quiero yo tener esos votantes de centro.
No estoy seguro qué pretende hacer Rajoy con todo esto. La teoría del sector "liberal" del PP es que las elecciones no las van a ganar apelando a los moderados, si no asegurando que los votantes de derecha voten mientras se desmoviliza a los votantes de izquierda. Para ellos ejecutar públicamente a Gallardón no es un error, sino una virtud; el partido necesita de esa pureza para asegurarse que los votantes respondan.
¿Funcionará este plan? La verdad, estoy bastante convencido de que no, especialmente con el partido soltando cachetes tan sólidos a todo aquel que se aparta de la ortodoxia. Una cosa es tratar de parecer que te preocupa la economía mientras das palmaditas a los obispos; otra es decapitar al único superviviente dentro del partido (tras las muertes de Matas y Piqué) que no lo arregla todo a berridos.
En fin, un insigne político de la derecha muerde el polvo. Muerte humillante, en público, ante las cámaras. Lo que no estoy tan seguro es que esta sea la última vez que veamos a Gallardón dando tumbos en política; con 49 años el tipo es un chaval. Y recordad eso que decía Churchill, señalando que la política es peor que la guerra. En la guerra al menos sólo te pueden matar una vez. Mucho tendrá que cambiar el PP (probablemente con un par de derrotas bien claritas de por medio, empezando por la alcaldía de Madrid, les de ideas), pero Gallardón puede que resucite algún día. Mirad a José Bono, ese muerto tan saludable.
Lo que queda claro es que el PP muestra sus cartas, y que Rajoy deja bastante claro que mandar, lo que se dice mandar, no lo hace demasiado. Quien vote por las listas de los populares estas elecciones debería tener eso en mente.
Evidentemente todos tienen sus ideas políticas , quieren ganar las elecciones, y todos están llenos, llenos de consejos sobre cómo ganarlas. Si tú como líder vas a ganar quieren estar tan cerca de tí como sea posible; si tú como líder vas a perder quieren dejar claro que la culpa es completamente tuya. Para hacer todo aún más encantador, aún cuando vas ganando, pobre de tí que dejes a alguien de lado. Si tu victoria no les aporta nada, evidentemente no se van a quedar de brazos cruzados dejando que ganes tranquilo.
Hoy Mariano Rajoy ha ejercido de líder de partido, trabajando en tratar de conseguir ese encaje de bolillos milagroso que mantiene a todos contentos... y bueno, la ha pifiado. Con ganas. Veamos qué ha sucedido.
Empecemos por Pizarro. El colocarlo en las listas debería haber puesto la mosca tras la oreja a la dirección del PP casi de inmediato, sólo ver qué medios de comunicación aplaudían con la orejas ese brillante nombramiento. Sea un empresario modelo o no (con esos contactos, cualquiera llega lejos), el tipo se ha hecho famoso por ser la cara antipática y anticatalana de la gran empresa; una especie de brazo capitalista privatizado cargadito de amigos del PP. Ante todo, es amigo de Aznar, habitual en la FAES, el club de debate del sector bigotudo del partido, y básicamente un asentimiento tácito que Rajoy apuesta por el ala montañesa de la organización. Para que quede bien claro ese hecho, añadimos a Zaplana con un escaño en Madrid, ninguneando una sección autonómica del partido con mala prensa por Génova.
Rajoy seguramente se las prometía felices. Una de cal para el sector conservador, que se quedará tranquilito y satisfecho, y un poquito de arena colando a Gallardón en un sitio discreto en las listas. La respuesta de la campeona montañesa capitalina, Juana de Arco, Agustina de Aragón y Mata Hari en una sóla marquesa, fue que ni de coña. Si Gallardón entra en listas, yo también. Y como uno no puede ser diputado y presidente autonómico a la vez, esto se traduciría en una dimisión pública, atronadora, apabullante. Un gesto público de fuerza, dejando claro que el sector conservador del partido no sólo da a Rajoy por muerto, sino que además ya coloca a su sucesor en posición de sacarse al barbas de encima.
La reacción de Rajoy, en una muestra bastante patética de falta de liderazgo, ha sido dar marcha atrás. Su cálculo ha sido probablemente acertado: si Aguirre monta un pollo no tiene ni la más remota posibilidad de ganar las elecciones. Y bueno, Gallardón es un gato viejo, que respeta la disciplina de partido y probablemente se da cuenta que si rompe la baraja el partido no se lo perdonará nunca.
Bueno, pues resulta que no. Gallardón puso su ultimatum, le enviarion a la mierda, y decidió cumplir con lo que decía. En vista que una victoria de Rajoy no le sirve de nada, ¿para qué cortarse? Nada como coger gasolina, un mechero y quemarse en público, dejando claro que si el partido se pega la gran torta no será porque él o el sector reformista estuviera en las listas. Si no puedo ganar la guerra dentro del partido, trabajaré para que tú te la pegues fuera, perdiendo esas elecciones.
No hace demasiado hablaba de la paradoja de la minoría dominante, sobre como una minoría dentro de un partido político puede condicionar lo que hace su líder, ya que tiene capacidad de chantaje al poder hacerle daño electoral con una rebelión interna ruidosa. Rajoy ha decidido que el riesgo de llevarse el tremendo guantazo de perder el notable dentro del partido que tiene las mejores credenciales moderadas es menos arriesgado que apostar por el sector conservador, y ha actuado en consecuencia. Total, para qué quiero yo tener esos votantes de centro.
No estoy seguro qué pretende hacer Rajoy con todo esto. La teoría del sector "liberal" del PP es que las elecciones no las van a ganar apelando a los moderados, si no asegurando que los votantes de derecha voten mientras se desmoviliza a los votantes de izquierda. Para ellos ejecutar públicamente a Gallardón no es un error, sino una virtud; el partido necesita de esa pureza para asegurarse que los votantes respondan.
¿Funcionará este plan? La verdad, estoy bastante convencido de que no, especialmente con el partido soltando cachetes tan sólidos a todo aquel que se aparta de la ortodoxia. Una cosa es tratar de parecer que te preocupa la economía mientras das palmaditas a los obispos; otra es decapitar al único superviviente dentro del partido (tras las muertes de Matas y Piqué) que no lo arregla todo a berridos.
En fin, un insigne político de la derecha muerde el polvo. Muerte humillante, en público, ante las cámaras. Lo que no estoy tan seguro es que esta sea la última vez que veamos a Gallardón dando tumbos en política; con 49 años el tipo es un chaval. Y recordad eso que decía Churchill, señalando que la política es peor que la guerra. En la guerra al menos sólo te pueden matar una vez. Mucho tendrá que cambiar el PP (probablemente con un par de derrotas bien claritas de por medio, empezando por la alcaldía de Madrid, les de ideas), pero Gallardón puede que resucite algún día. Mirad a José Bono, ese muerto tan saludable.
Lo que queda claro es que el PP muestra sus cartas, y que Rajoy deja bastante claro que mandar, lo que se dice mandar, no lo hace demasiado. Quien vote por las listas de los populares estas elecciones debería tener eso en mente.
Primary Colors (XXVIII): zombie Romney
Las noticias de la muerte de Romney han sido ampliamente exageradas. El tipo evita la decapitación fatal en Michigan, deja a McCain con la misma cara de tonto que se le quedó a Obama en New Hampshire (aunque esta vez las encuestas no la han pifiado), y se pone en cabeza en las quinielas de todo todólogo que se precie.
Total, es el tercer favorito en cuatro campañas. Pa qué. La verdad, no cambia gran cosa en las primarias republicanas; Romney se puede estrellar en Carolina del Sur (de hecho, es probable que así lo haga), ganar en Nevada y encontrarnos que Giuliani lo apisona en Florida, quedando todo abierto para el supermartes. Los republicanos no quieren escoger un candidato ya que no se ponen de acuerdo entre ellos, y se nota.
En fin, no hablaré demasiado de eso porque la noticia de verdad hoy es otra. Hablando de homicidios, asesinatos, zombies y vampiros políticos variados, en España hoy tenemos uno de primera. Vuelvo con más de aquí un rato.
Total, es el tercer favorito en cuatro campañas. Pa qué. La verdad, no cambia gran cosa en las primarias republicanas; Romney se puede estrellar en Carolina del Sur (de hecho, es probable que así lo haga), ganar en Nevada y encontrarnos que Giuliani lo apisona en Florida, quedando todo abierto para el supermartes. Los republicanos no quieren escoger un candidato ya que no se ponen de acuerdo entre ellos, y se nota.
En fin, no hablaré demasiado de eso porque la noticia de verdad hoy es otra. Hablando de homicidios, asesinatos, zombies y vampiros políticos variados, en España hoy tenemos uno de primera. Vuelvo con más de aquí un rato.
martes, enero 15, 2008
Primary Colors (XVII): republicanos en Michigan
Primaria importante hoy, pero sólo para los republicanos. Michigan decidió mover sus primarias más temprano sin contar con la autorización del partido demócrata, así que no da delegados para la convención que escogerá el candidato de este partido.
Para los republicanos, sin embargo, es una primaria de nuevo muy importante (pero no excactamente crucial). La pelea mediática es entre McCain y Romney; el primero, después de su victoria en New Hampshire, se ha colocado primero en las encuestas a nivel nacional. El segundo está jugando (eso dicen) su última carta antes de ver su campaña sin apenas opciones.
En las encuestas, como de costumbre, tenemos un empate técnico que puede ser bastante engañoso. Como los demócratas no votan en serio (votan, pero la elección no cuenta) hay mucho gracioso que va a cambiar de acera para votar en las primarias republicanas. Para el encuestador esto es una pesadilla; estimar quién votará, quién no y cómo de estos votantes flotantes es muy complicado. En teoría (y en vista de lo mal que ha funcionado la teoría hasta ahora, es mucho decir) el hecho que voten no-republicanos favorece a McCain, supuestamente menos conservador. En la práctica Mitt Romney puede que tenga alguna posibilidad.
Romney es de Michigan, al menos por nacimiento antes de ser gobernador de Massachusetts. Su padre fue gobernador de Michigan en los buenos, viejos tiempos. Es también un tipo con amplia experiencia empresarial (y de ser "salvador milagroso") en un estado con una larga tradición industrial (Detroit está aquí) y fábricas cerrando a derecha e izquierda. El nivel de paro es el más alto del país (7,4%; sería bajo en Europa, pero recordar que aquí no hay red social ni protección laboral que valga), y muchas de las ciudades tiene ese aspecto de desierto urbano abandonado tan clásico de las regiones fracasadas en EUA. Un candidato industrialista tiene cierto atractivo, y esa es la (remota) esperanza de Romney. Veremos.
Mientras tanto, los demócratas se preparan para Nevada y Carolina del Sur, de debate en debate. Veremos.
Para los republicanos, sin embargo, es una primaria de nuevo muy importante (pero no excactamente crucial). La pelea mediática es entre McCain y Romney; el primero, después de su victoria en New Hampshire, se ha colocado primero en las encuestas a nivel nacional. El segundo está jugando (eso dicen) su última carta antes de ver su campaña sin apenas opciones.
En las encuestas, como de costumbre, tenemos un empate técnico que puede ser bastante engañoso. Como los demócratas no votan en serio (votan, pero la elección no cuenta) hay mucho gracioso que va a cambiar de acera para votar en las primarias republicanas. Para el encuestador esto es una pesadilla; estimar quién votará, quién no y cómo de estos votantes flotantes es muy complicado. En teoría (y en vista de lo mal que ha funcionado la teoría hasta ahora, es mucho decir) el hecho que voten no-republicanos favorece a McCain, supuestamente menos conservador. En la práctica Mitt Romney puede que tenga alguna posibilidad.
Romney es de Michigan, al menos por nacimiento antes de ser gobernador de Massachusetts. Su padre fue gobernador de Michigan en los buenos, viejos tiempos. Es también un tipo con amplia experiencia empresarial (y de ser "salvador milagroso") en un estado con una larga tradición industrial (Detroit está aquí) y fábricas cerrando a derecha e izquierda. El nivel de paro es el más alto del país (7,4%; sería bajo en Europa, pero recordar que aquí no hay red social ni protección laboral que valga), y muchas de las ciudades tiene ese aspecto de desierto urbano abandonado tan clásico de las regiones fracasadas en EUA. Un candidato industrialista tiene cierto atractivo, y esa es la (remota) esperanza de Romney. Veremos.
Mientras tanto, los demócratas se preparan para Nevada y Carolina del Sur, de debate en debate. Veremos.
lunes, enero 14, 2008
Repaso (realista) a una legislatura: hablando de gasto (III)
Siguiendo con lo dicho, es hora de seguir hablando de las luces y las sombras de la legislatura, evaluando con cierta atención las virtudes y defectos de la gestión de los gobiernos de Zapatero. De nuevo, no estoy evaluando lo buenos o malos que son los resultados, que a fin de cuentas no sólo están bajo el control del gobierno. La idea es discutir de forma realista si el gobierno podría haber hecho algo mejor, dentro de los límites del contexto político, económico o de poder bruto del gobierno español.
En el capítulo de hoy, toca hablar de algo sobre el que el gobierno sí tiene control directo, los presuestos y el gasto público. Si bien el nivel de recaudación y lo fácil que resulta llenar las arcas de tesoros depende en cierto modo del ciclo económico, los presupuestos los prepara Solbes, no nadie más. Sí, el gobierno necesita votos nacionalistas, pero su capacidad de negociación es infinitamente mayor: controla la agenda, es quien está en el gobierno, y en último término es una mejor alternativa para todos ellos que dejar que mande el PP si son demasiado tozudos. De hecho los nacionalistas más que negociar por prestaciones están compitiendo entre ellos a ver quién es el último en ceder ("yo soy más nacionalista que esos de ERC que siempre dicen sí", un juego del gallina), pero es un debate para otro día.
Un par de detalles antes de empezar. Aunque los presupuestos generales del estado mueven una burrada de dinero, no son una parte tan significativa del gasto público. La mitad del sector público lo gestionan ayuntamientos y autonomías; un treinta por ciento está en manos de la seguridad social, y por tanto es gasto casi automático, y sí, sólo un veinte por ciento está en manos directas de Congreso. Sí, el gobierno central tiene cosas a decir sobre el nivel de gasto autonómico, pero estamos hablando ya de un control indirecto, y por lo tanto no tan imputable al gobierno.
Como todo, por tanto, el gobierno puede hacer cosas, pero ni de broma puede hacer lo que quiera. Veamos como le ha ido.
Datos agregados
Empezaremos por la cifra más importante: el superávit. En contra de lo que uno esperaría de un gobierno de izquierdas, presuntamente aficionado a repartir pasta y no temer la intervención estatal, los gobiernos Zapatero no sólo han seguido la disciplina fiscal de Rato, sino que la han reforzado. Incluso en el 2007, un año que en teoría las cosas se han frenado un poco, el sector público ha tenido un superávit del 2% del PIB, una auténtica burrada; sólo sitios como Dinamarca, Islandia o Noruega tienen cifras mejores. No es un gobierno que gaste de forma irresponsable; más bien lo contrario.
¿Por qué esta obsesión por los superávits? Es cuestión de volver a una de las cifras malditas de estos meses, la inflación. Una economía cuando crece muy rápido tiende a generar inflación, sueldos y demanda suben, y los precios lo notan. En una economía que crece con ganas y tiene los tipos de interés reales negativos (gracias BCE), eso es aún peor. Solbes no puede subir los tipos, la forma más sencilla de frenar una economía suavemente; la única palanca que tiene para compensar es la fiscal. Es una política conservadora, neokeynesiana, anticíclica y totalmente razonable; si el gobierno hubiera reducido impuestos y lanzado más dinero al fuego, las cosas se hubieran salido de madre rápido. Y oiga, otros países han cometido ese error. Preguntadle a los portugueses.
¿Dónde va ese dinero sin gastar? En parte a asegurar las pensiones (que falta que les hace; el sistema goza ahora de buena salud gracias a esto), en parte a pagar deuda. España debe menos, pagamos menos en intereses, más margen de maniobra en el futuro.
Por tanto, tenemos aún otro límite a un gobierno menos omnipotente de lo que parece: no pueden gastar mucho no porque el dinero no esté allí, sino porque hacerlo sería contraproducente.
Estado de bienestar
El gasto en política social en España tiene una característica muy curiosa. Si dejamos de lado desempleo, pensiones y algunas leyes de bases, el gobierno central está en segunda línea. Sanidad, educación, ayudas sociales directas, vivienda, todas estas competencias son cosa de las autonomías. Gracias al ligeramente bizarro sistema de financiación, el estado tiene cierto margen de maniobra, y puede enchufar presupuesto a los gobiernos autonómicos para que hagan cosas, pero no es una solución óptima.
El ejemplo más claro es la ley de dependencia, una reforma imprescindible, popular y que gusta incluso a Rajoy. El problema, claro está, es que el gobierno ha legislado sobre algo que no están en su lista de tareas, les ha puesto un cheque en la mano a los autonomías y se ha sentado a esperar que apliquen la reforma. Curiosamente algo que se ve una y otra vez en Estados Unidos (con los estados haciendo lo mismo que las autonomías: callan y reparten la pasta) y en la Unión Europea (con algunas autonomías haciendo lo que hacen estados: remolonear para no aplicar algo que no les gusta); para los que digan que España no es un país normal.
Esta paradoja se extiende a casi todas las reformas sobre la matería del gobierno, con pocas excepciones. La ley de igualdad es una de ellas, y la verdad, es relativamente inútil. El cheque bebé es otra, y para lo que pretende (poner a los españoles a criar) no deja de ser una opción aceptable (aunque la verdad, enchufar a las autonomías la construcción de guarderías sería mejor idea).
Infraestructuras
La verdad, hay muy poco a decir. Todo lo que inagure este gobierno es de hecho política pasada; AVEs, autovías y casi todas las pilas de cemento significativas son idea del gobierno anterior. Es la tragedia de los ministros de fomento: de todos los ministros es de los que pueden cambiar la cara del país de forma más duradera. Sin embargo, en las infraestructuras que ellos impulsan casi siempre será uno de sus sucesores los que corten la cinta. Se puede hablar de como se hacen las obras, pero la verdad en eso la variación es muy pequeña; depende más de la calidad de la administración (muy alta en España, por cierto) que de otra cosa.
¿Qué planes ha lanzado este gobierno a inagurar años más tarde? Pues la verdad, lo que era lógico y razonable en 1993 no ha dejado de serlo ahora. En 1993 Borrell redactó un plan de infraestructuras, y aún hoy lo andamos completando. Desde que un AVE o autovía se pone en marcha (estudios, declaración de impacto ambiental, etcétera) pasan como mínimo ocho años; menos si se hace dentro de zona urbana sin necesidad de DIA, más si se pone pone poco dinero en las obras (L9 de metro en BCN), menos si es terreno llano, más si hay doscientos mil grupos de vecinos quejándose (Cataluña, en general). No hay mucho a decir más; los planes en general se están haciendo bien, el dinero se está poniendo en ganas en las líneas más importantes, y no hay grandes chorradas sobre la mesa. La red será menos radial. Bravo.
I+D, educación
Como todo, hay capítulos del gasto donde se tiene que invertir, siempre. En I+D, el gobierno ha metido dinero a espuertas. Aún lejos de otros países, pero se ha mejorado mucho. Es una forma muy indirecta de afectar la productividad, pero se ha notado; está mejorando a un ritmo decente. En educación el dinero no es todo, y parece que por Moncloa lo saben; la reforma en el sector no es que sea modélica, pero al menos no va en contra de lo que sabemos. Nada de estupidas reválidas o chorradas de este estilo, enfoque en ayudar a los que se quedan atrás, y un papel más central a los profesores. No hace falta que llore amargamente de la universidad española, vamos (y un gobierno tiene que ser muy, muy kamikaze para arreglarla en serio).
El problema serio a la hora de evaluar la política educativa es, claro está, que no depende del dinero que le metamos únicamente. Es básicamente un problema de igualdad de oportunidades, siendo lo que sucede en clase casi lo de menos. Las reformas del gobierno en este sentido (y eliminar la revalida es un paso importantísimo en este sentido; es un absurdo) son correctas.
Nota: seguro me dejo cosas. Preguntad, por favor, sobre lo que se os ocurra. Mañana, si tengo tiempo, todo aquello que no es sólo sobre dinero.
En el capítulo de hoy, toca hablar de algo sobre el que el gobierno sí tiene control directo, los presuestos y el gasto público. Si bien el nivel de recaudación y lo fácil que resulta llenar las arcas de tesoros depende en cierto modo del ciclo económico, los presupuestos los prepara Solbes, no nadie más. Sí, el gobierno necesita votos nacionalistas, pero su capacidad de negociación es infinitamente mayor: controla la agenda, es quien está en el gobierno, y en último término es una mejor alternativa para todos ellos que dejar que mande el PP si son demasiado tozudos. De hecho los nacionalistas más que negociar por prestaciones están compitiendo entre ellos a ver quién es el último en ceder ("yo soy más nacionalista que esos de ERC que siempre dicen sí", un juego del gallina), pero es un debate para otro día.
Un par de detalles antes de empezar. Aunque los presupuestos generales del estado mueven una burrada de dinero, no son una parte tan significativa del gasto público. La mitad del sector público lo gestionan ayuntamientos y autonomías; un treinta por ciento está en manos de la seguridad social, y por tanto es gasto casi automático, y sí, sólo un veinte por ciento está en manos directas de Congreso. Sí, el gobierno central tiene cosas a decir sobre el nivel de gasto autonómico, pero estamos hablando ya de un control indirecto, y por lo tanto no tan imputable al gobierno.
Como todo, por tanto, el gobierno puede hacer cosas, pero ni de broma puede hacer lo que quiera. Veamos como le ha ido.
Datos agregados
Empezaremos por la cifra más importante: el superávit. En contra de lo que uno esperaría de un gobierno de izquierdas, presuntamente aficionado a repartir pasta y no temer la intervención estatal, los gobiernos Zapatero no sólo han seguido la disciplina fiscal de Rato, sino que la han reforzado. Incluso en el 2007, un año que en teoría las cosas se han frenado un poco, el sector público ha tenido un superávit del 2% del PIB, una auténtica burrada; sólo sitios como Dinamarca, Islandia o Noruega tienen cifras mejores. No es un gobierno que gaste de forma irresponsable; más bien lo contrario.
¿Por qué esta obsesión por los superávits? Es cuestión de volver a una de las cifras malditas de estos meses, la inflación. Una economía cuando crece muy rápido tiende a generar inflación, sueldos y demanda suben, y los precios lo notan. En una economía que crece con ganas y tiene los tipos de interés reales negativos (gracias BCE), eso es aún peor. Solbes no puede subir los tipos, la forma más sencilla de frenar una economía suavemente; la única palanca que tiene para compensar es la fiscal. Es una política conservadora, neokeynesiana, anticíclica y totalmente razonable; si el gobierno hubiera reducido impuestos y lanzado más dinero al fuego, las cosas se hubieran salido de madre rápido. Y oiga, otros países han cometido ese error. Preguntadle a los portugueses.
¿Dónde va ese dinero sin gastar? En parte a asegurar las pensiones (que falta que les hace; el sistema goza ahora de buena salud gracias a esto), en parte a pagar deuda. España debe menos, pagamos menos en intereses, más margen de maniobra en el futuro.
Por tanto, tenemos aún otro límite a un gobierno menos omnipotente de lo que parece: no pueden gastar mucho no porque el dinero no esté allí, sino porque hacerlo sería contraproducente.
Estado de bienestar
El gasto en política social en España tiene una característica muy curiosa. Si dejamos de lado desempleo, pensiones y algunas leyes de bases, el gobierno central está en segunda línea. Sanidad, educación, ayudas sociales directas, vivienda, todas estas competencias son cosa de las autonomías. Gracias al ligeramente bizarro sistema de financiación, el estado tiene cierto margen de maniobra, y puede enchufar presupuesto a los gobiernos autonómicos para que hagan cosas, pero no es una solución óptima.
El ejemplo más claro es la ley de dependencia, una reforma imprescindible, popular y que gusta incluso a Rajoy. El problema, claro está, es que el gobierno ha legislado sobre algo que no están en su lista de tareas, les ha puesto un cheque en la mano a los autonomías y se ha sentado a esperar que apliquen la reforma. Curiosamente algo que se ve una y otra vez en Estados Unidos (con los estados haciendo lo mismo que las autonomías: callan y reparten la pasta) y en la Unión Europea (con algunas autonomías haciendo lo que hacen estados: remolonear para no aplicar algo que no les gusta); para los que digan que España no es un país normal.
Esta paradoja se extiende a casi todas las reformas sobre la matería del gobierno, con pocas excepciones. La ley de igualdad es una de ellas, y la verdad, es relativamente inútil. El cheque bebé es otra, y para lo que pretende (poner a los españoles a criar) no deja de ser una opción aceptable (aunque la verdad, enchufar a las autonomías la construcción de guarderías sería mejor idea).
Infraestructuras
La verdad, hay muy poco a decir. Todo lo que inagure este gobierno es de hecho política pasada; AVEs, autovías y casi todas las pilas de cemento significativas son idea del gobierno anterior. Es la tragedia de los ministros de fomento: de todos los ministros es de los que pueden cambiar la cara del país de forma más duradera. Sin embargo, en las infraestructuras que ellos impulsan casi siempre será uno de sus sucesores los que corten la cinta. Se puede hablar de como se hacen las obras, pero la verdad en eso la variación es muy pequeña; depende más de la calidad de la administración (muy alta en España, por cierto) que de otra cosa.
¿Qué planes ha lanzado este gobierno a inagurar años más tarde? Pues la verdad, lo que era lógico y razonable en 1993 no ha dejado de serlo ahora. En 1993 Borrell redactó un plan de infraestructuras, y aún hoy lo andamos completando. Desde que un AVE o autovía se pone en marcha (estudios, declaración de impacto ambiental, etcétera) pasan como mínimo ocho años; menos si se hace dentro de zona urbana sin necesidad de DIA, más si se pone pone poco dinero en las obras (L9 de metro en BCN), menos si es terreno llano, más si hay doscientos mil grupos de vecinos quejándose (Cataluña, en general). No hay mucho a decir más; los planes en general se están haciendo bien, el dinero se está poniendo en ganas en las líneas más importantes, y no hay grandes chorradas sobre la mesa. La red será menos radial. Bravo.
I+D, educación
Como todo, hay capítulos del gasto donde se tiene que invertir, siempre. En I+D, el gobierno ha metido dinero a espuertas. Aún lejos de otros países, pero se ha mejorado mucho. Es una forma muy indirecta de afectar la productividad, pero se ha notado; está mejorando a un ritmo decente. En educación el dinero no es todo, y parece que por Moncloa lo saben; la reforma en el sector no es que sea modélica, pero al menos no va en contra de lo que sabemos. Nada de estupidas reválidas o chorradas de este estilo, enfoque en ayudar a los que se quedan atrás, y un papel más central a los profesores. No hace falta que llore amargamente de la universidad española, vamos (y un gobierno tiene que ser muy, muy kamikaze para arreglarla en serio).
El problema serio a la hora de evaluar la política educativa es, claro está, que no depende del dinero que le metamos únicamente. Es básicamente un problema de igualdad de oportunidades, siendo lo que sucede en clase casi lo de menos. Las reformas del gobierno en este sentido (y eliminar la revalida es un paso importantísimo en este sentido; es un absurdo) son correctas.
Nota: seguro me dejo cosas. Preguntad, por favor, sobre lo que se os ocurra. Mañana, si tengo tiempo, todo aquello que no es sólo sobre dinero.
viernes, enero 11, 2008
Repaso (realista) a una legislatura: de la crisis (II)
Es curioso el triunfalismo de algunos cuando llega un crisis. Lo que es más curioso, sin embargo, es cómo los agoreros leen las presuntamente catastróficas previsiones que se van haciendo públicas estos días.
Poneros hace 15 o 20 años. Si alguien os dice que la economía española va a sufrir una crisis en que la inflación va a llegar al 4,5% en el peor de los casos, estabilizándose en un 3% al final de año os entraría la risa floja. Crisis en los ochenta quería decir hablar inflación de al menos dos dígitos, no estas chorradas. Si os dicen además que la catástrofe se verá completada con un atroz crecimiento del 2,2% en el peor de los casos, uno se preguntará si están hablando de Suiza. Una crisis de verdad, una crisis de hombres, es estrellarse con crecimiento negativo de verdad, no lloriquear porque no pasamos del 3%.
Y no hablamos del paro. Un 10% con las tasas de actividad rozando el 60% de la población activa, en comparación a los 20% y apenas llegando al 50%; o déficit público de décimas, no déficit público por encima del 5% del PIB. Y todo eso, repito, en previsiones pesimistas.
Sí, la economía va algo peor que en los últimos años. Sí, está creciendo "sólo" al 3,5% en el último trimestre, en comparación al 4% de hace medio año. La cuestión es, estamos teniendo una crisis en el 2008 que en países como Francia o Alemania serían un año aceptable en los últimos diez años, y que en Estados Unidos sería visto como un suave ciclo económico. Estamos hablando de un frenazo de la economía parecido al del 2001 bajo Aznar, con la diferencia que esta vez los precios de la vivienda estarán bajando.
Aunque las cosas no van tan bien como deberían, es importante mantener la perspectiva.
Una última nota sobre otros datos que andan produciendo felicidad a ciertos sectores de la derecha; en este caso, los de evolución de las cifras de igualdad. Según lo que leen, hasta el 2006 estos habían empeorado. Empeorado muy, muy, muy ligeramente, y eso a mitad de legislatura. No sólo eso; empeorado poquísimo en un contexto donde la población estaba (y está) creciendo con ganas debibo a la inmigración. Recordemos que los recién llegados entran en la economía a nivel de ingresos cero, y normalemente empiezan a trabajar con salarios por debajo de la media; aún con esta presión a la baja, la cifra apenas ha variado.
Y eso sin mirar los detalles, que es donde está la información relevante (el índice de Gini es muy torpe demasiado a menudo). Los datos de salud han mejorado (nota al margen: en EUA están empeorando), los problemas económicos de las familias españolas han disminuido (derivado en parte del aumento de las tasa de actividad, por cierto; hay muchas más mujeres trabajando) ; y todo eso sin contar los años con la mayor tasa de crecimiento de los gobiernos Zapatero.
Si estos son los datos de un gobierno "fracasado" y una economía "en crisis"... en fin. Seguiré hablando de las políticas del gobierno sector por sector esta tarde, pero es importante mantener cierta perspectiva. El "desastre" es tener una crisis parecida a lo que tendría Suiza, Canada o Austria en sus años de gloria. Anda que el país no ha cambiado.
Poneros hace 15 o 20 años. Si alguien os dice que la economía española va a sufrir una crisis en que la inflación va a llegar al 4,5% en el peor de los casos, estabilizándose en un 3% al final de año os entraría la risa floja. Crisis en los ochenta quería decir hablar inflación de al menos dos dígitos, no estas chorradas. Si os dicen además que la catástrofe se verá completada con un atroz crecimiento del 2,2% en el peor de los casos, uno se preguntará si están hablando de Suiza. Una crisis de verdad, una crisis de hombres, es estrellarse con crecimiento negativo de verdad, no lloriquear porque no pasamos del 3%.
Y no hablamos del paro. Un 10% con las tasas de actividad rozando el 60% de la población activa, en comparación a los 20% y apenas llegando al 50%; o déficit público de décimas, no déficit público por encima del 5% del PIB. Y todo eso, repito, en previsiones pesimistas.
Sí, la economía va algo peor que en los últimos años. Sí, está creciendo "sólo" al 3,5% en el último trimestre, en comparación al 4% de hace medio año. La cuestión es, estamos teniendo una crisis en el 2008 que en países como Francia o Alemania serían un año aceptable en los últimos diez años, y que en Estados Unidos sería visto como un suave ciclo económico. Estamos hablando de un frenazo de la economía parecido al del 2001 bajo Aznar, con la diferencia que esta vez los precios de la vivienda estarán bajando.
Aunque las cosas no van tan bien como deberían, es importante mantener la perspectiva.
Una última nota sobre otros datos que andan produciendo felicidad a ciertos sectores de la derecha; en este caso, los de evolución de las cifras de igualdad. Según lo que leen, hasta el 2006 estos habían empeorado. Empeorado muy, muy, muy ligeramente, y eso a mitad de legislatura. No sólo eso; empeorado poquísimo en un contexto donde la población estaba (y está) creciendo con ganas debibo a la inmigración. Recordemos que los recién llegados entran en la economía a nivel de ingresos cero, y normalemente empiezan a trabajar con salarios por debajo de la media; aún con esta presión a la baja, la cifra apenas ha variado.
Y eso sin mirar los detalles, que es donde está la información relevante (el índice de Gini es muy torpe demasiado a menudo). Los datos de salud han mejorado (nota al margen: en EUA están empeorando), los problemas económicos de las familias españolas han disminuido (derivado en parte del aumento de las tasa de actividad, por cierto; hay muchas más mujeres trabajando) ; y todo eso sin contar los años con la mayor tasa de crecimiento de los gobiernos Zapatero.
Si estos son los datos de un gobierno "fracasado" y una economía "en crisis"... en fin. Seguiré hablando de las políticas del gobierno sector por sector esta tarde, pero es importante mantener cierta perspectiva. El "desastre" es tener una crisis parecida a lo que tendría Suiza, Canada o Austria en sus años de gloria. Anda que el país no ha cambiado.
miércoles, enero 09, 2008
Primary Colors (XXVI): la vuelta de la política de siempre
Clásico. A la que empiezo a estar seguro de algo, va la realidad y me lo estropea. Hillary ha ganado, para sorpresa de todo el mundo, las primarias en New Hampshire. La verdad, todo el argumentario que monté en el post anterior necesita una revisioncilla
El argumento esencial (temas de debate, siendo cambio, experiencia y redistribución los cruciales) creo que es esencialmente el correcto. Y sí Obama gana por goleada en este aspecto, y la experiencia de Hillary no es del todo relevante. Sin embargo, y aquí es donde creo que la he pifiado (yo y todo el mundo) es en la redistribución. Si miramos las encuestas a pie de urna, parece que uno de los elementos decisivos ha sido el voto púramente en términos de izquierda o derecha, y más en concreto, sobre cómo va el país.
Es la economía, estúpido. Mirad el sentido de voto por nivel de renta y preocupaciones.
Hillary ha masacrado a Obama entre los votantes con ingresos anuales por debajo de los $50.000 (47 a 32), entre los que creen que la economía es el tema más importante (un 39% de los votantes, 44 a 35) o los que no pueden llegar fin de mes (43 a 33). En el resto de preguntas, excluyendo las que hablan de cambio y renovación, la situación es de empate técnico. El hecho que el voto femenino haya invertido la tendencia en Iowa es de hecho un síntoma de este aspecto; las soccer moms no han respondido.
¿De dónde ha salido todo este voto económico así de golpe? Comparemos con Iowa, y vemos que hay un candidato que se desploma, Edwards. El bueno de Edwards era (según mi propia definición, y las encuestas), un candidato más escorado a al izquierda. En New Hampshire no ha hecho demasiada campaña (falta de pasta) y la verdad, no es que le hay ido demasiado bien. De hecho, se ha estrellado con ganas. No podemos hablar de transferencia de voto en el sentido estricto, ya que son electorados distintos, yadá, yadá, pero parece que muchos votantes que socioeconómicamente "votarían en Edwards" en Iowa han "votado Hillary" en New Hampshire.
La sospecha: Obama se ha pasado de frenada. Tanto hablar de cambio, esperanza, el futuro histórico y la ascensión histórica de Zaratrustra, y se ha olvidado de recordar a los votantes que hey, soy un tipo de izquierdas y sí, me preocupo de los asuntos de los mortales. El resultado es que cuando Edwards, el tipo que andaba absorbiendo votos del ala izquierda, se ha desplomado ha sido Hillary quien se ha llevado los votos, simplemente por recordar constantemente que es una persona práctica.
El resultado es que Hillary sobrevive para luchar otro día, Obama se lleva un sopapo importante, y Edwards casi se despide de estas elecciones. Obama, desde luego, no lo tiene perdido, aunque tiene que rehacer su discurso para atraer estos votantes prácticos antes que sea demasiado tarde. Aún así las dos primarias que vienen (Michigan y Nevada, un caucus) le dan malos números; quizás no vuelve a ganar hasta Carolina de Sur, y quizás para él sea un poco tarde. Quién lo iba a decir que la economía aún cuenta.
En el lado republicano... pues la verdad, hay poco que decir. McCain gana, pero como decía en los dos últimos artículos, no cambia gran cosa. Todo sigue muy, muy, muy confuso. Romney ha perdido por sólo cinco puntos, un resultado más que aceptable, y lleva dos segundos puestos y un primero (Wyoming). Se la juega en Michigan, que anda muy, muy igualado. Siguen habiendo cuatro o cinco candidatos con vida; McCain, Huckabee (muy fuerte en el sur), Romney (con números aún) y Giuliani. Thompson es el único que está en problemas y sólo podría sobrevivir con un milagro en Carolina del Sur.
Hay mucho, mucho partido. Sigo viendo a Obama con números (menos que hace seis horas, pero aún con opciones) y sigo sin tener ni pajolera idea sobre quién ganará entre los republicanos. Veremos.
El argumento esencial (temas de debate, siendo cambio, experiencia y redistribución los cruciales) creo que es esencialmente el correcto. Y sí Obama gana por goleada en este aspecto, y la experiencia de Hillary no es del todo relevante. Sin embargo, y aquí es donde creo que la he pifiado (yo y todo el mundo) es en la redistribución. Si miramos las encuestas a pie de urna, parece que uno de los elementos decisivos ha sido el voto púramente en términos de izquierda o derecha, y más en concreto, sobre cómo va el país.
Es la economía, estúpido. Mirad el sentido de voto por nivel de renta y preocupaciones.
Hillary ha masacrado a Obama entre los votantes con ingresos anuales por debajo de los $50.000 (47 a 32), entre los que creen que la economía es el tema más importante (un 39% de los votantes, 44 a 35) o los que no pueden llegar fin de mes (43 a 33). En el resto de preguntas, excluyendo las que hablan de cambio y renovación, la situación es de empate técnico. El hecho que el voto femenino haya invertido la tendencia en Iowa es de hecho un síntoma de este aspecto; las soccer moms no han respondido.
¿De dónde ha salido todo este voto económico así de golpe? Comparemos con Iowa, y vemos que hay un candidato que se desploma, Edwards. El bueno de Edwards era (según mi propia definición, y las encuestas), un candidato más escorado a al izquierda. En New Hampshire no ha hecho demasiada campaña (falta de pasta) y la verdad, no es que le hay ido demasiado bien. De hecho, se ha estrellado con ganas. No podemos hablar de transferencia de voto en el sentido estricto, ya que son electorados distintos, yadá, yadá, pero parece que muchos votantes que socioeconómicamente "votarían en Edwards" en Iowa han "votado Hillary" en New Hampshire.
La sospecha: Obama se ha pasado de frenada. Tanto hablar de cambio, esperanza, el futuro histórico y la ascensión histórica de Zaratrustra, y se ha olvidado de recordar a los votantes que hey, soy un tipo de izquierdas y sí, me preocupo de los asuntos de los mortales. El resultado es que cuando Edwards, el tipo que andaba absorbiendo votos del ala izquierda, se ha desplomado ha sido Hillary quien se ha llevado los votos, simplemente por recordar constantemente que es una persona práctica.
El resultado es que Hillary sobrevive para luchar otro día, Obama se lleva un sopapo importante, y Edwards casi se despide de estas elecciones. Obama, desde luego, no lo tiene perdido, aunque tiene que rehacer su discurso para atraer estos votantes prácticos antes que sea demasiado tarde. Aún así las dos primarias que vienen (Michigan y Nevada, un caucus) le dan malos números; quizás no vuelve a ganar hasta Carolina de Sur, y quizás para él sea un poco tarde. Quién lo iba a decir que la economía aún cuenta.
En el lado republicano... pues la verdad, hay poco que decir. McCain gana, pero como decía en los dos últimos artículos, no cambia gran cosa. Todo sigue muy, muy, muy confuso. Romney ha perdido por sólo cinco puntos, un resultado más que aceptable, y lleva dos segundos puestos y un primero (Wyoming). Se la juega en Michigan, que anda muy, muy igualado. Siguen habiendo cuatro o cinco candidatos con vida; McCain, Huckabee (muy fuerte en el sur), Romney (con números aún) y Giuliani. Thompson es el único que está en problemas y sólo podría sobrevivir con un milagro en Carolina del Sur.
Hay mucho, mucho partido. Sigo viendo a Obama con números (menos que hace seis horas, pero aún con opciones) y sigo sin tener ni pajolera idea sobre quién ganará entre los republicanos. Veremos.
martes, enero 08, 2008
Primary Colors (XXV): lecciones de geometría
Andamos ya de Twitter con el colectivo friki siguiendo las primarias, es hora de hacer un poco de ciencia política especulativa para orientar un poco el debate. Partiré de un modo espacial de competencia electoral (sí, carritos de helados), a ver cómo podemos traducirlo a la competición electoral en estas elecciones y qué podemos decir sobre ellas basado en ello.
En estas primarias, por descontado, no hablamos de un sólo eje, y no hablamos de izquierda-derecha de forma estricta. Los candidatos no se situan sobre un sólo eje, sino que establecen posiciones en una variedad ellos: cuánta redistribución ofrecen, qué nivel de impuestos, protección ambiental, derechos civiles, política exterior aislacionista o intervencionista, etcétera. Cada candidato tiene sus posiciones, y se posiciona con ellas en el electorado, a ver cuántos votantes pilla.
Al haber más de un eje de políticas, encontrar el legendario votante mediano es mucho más complicado (haceros una idea: es encontrar un punto geométrico en un espacio multidimensional que te da el mayor número de votos contra todos los oponentes posibles...), pero los candidatos no están eso necesariamente. No todos los ejes son igual de relevantes; la mayoría de los votantes no escogen según la política ferroviaria de los candidatos o su postura acerca de la opresión de los gnomos del jardín. El truco, para un político con redaños, es ser capaces de hacer que el debate se centre en los ejes sobre los que tiene ventaja, y hacer que los votantes piensen en eso al ir a las urnas.
Dicho en otras palabras: si mi postura sobre inmigración es compartida por un 70% del electorado, quiero que en la campaña sólo se habla de inmigración. Si lo mío es la seguridad nacional, voy a estar despotricando de terrorismo todo el día. ¿Cómo podemos analizar las primarias, siguiendo este modelo?
Demócratas:
En la campaña ha habido tres ejes de debate que distinguen a los tres favoritos. El más clásico, redistribución; Edwards pide más, siguiendo la posición tradicional de los votantes demócratas. Hillary y Obama están más centrados. El segundo eje ha sido la importancia de la experiencia previa; Hillary está colocada mejor que sus rivales. El tercero, la necesidad de cambio; Edwards pide confrontación contra los grupos de presión, Obama consenso, Hillary dice que lleva cambiando cosas desde hace 25 años.
Si uno mira las encuestas, parece que los votantes están de acuerdo con Edwards en redistribución (y por eso quedó segundo en Iowa), quieren la experiencia de Hillary pero tienen como principal dilema al decidir el voto el eje que más favorece Obama: están hasta el gorro de confrontación y quieren cambio.
Hillary ha intentado jugar a dos barajas: sí, tiene experiencia. Sí, lo va a cambiar todo. El problema es que en el clima político actual (muy, muy anti vieja política) decir que llevas mucho tiempo por Washington equivale a no ser un revolucionario creíble; y decir que Obama es demasiado novato no es demasiado aconsejable cuando el tío coge un micro y demuestra ser articulado, inteligente y bien informado.
El mérito de su rival ha sido ser un cambio creíble, parecer inteligente y no decir chorradas. veces es tan simple como eso, ser capaz de conectar con el Zeitgeist del momento. Sus ideas políticas son innovadoras, habla distinto, es un outsider por su color de piel. Si consigue mantener el debate en sus términos (y en vista a los histéricos que andan en la campaña Clinton, no es un imposible) Obama tiene la primaria ganada.
Republicanos:
Comento a menudo que los republicanos, en cualquier otro sistema electoral, serían siete partidos distintos, al ser una coalición mutante de varios grupos aparentemente contradictorios. La campaña de las primarias es una muestra de ello. Los demócratas han hablado más de filosofía de gobierno que sobre políticas concretas, ya que el partido es más o menos coherente en este aspecto. Los republicanos... bueno, no.
Los debates republicanos han sido mucho más divertidos porque cada candidato quiere hablar de su tema, hay treinta temas distintos, y todos andan más preocupados de convencer a todo el mundo que les preocupa a ellos es lo más crucial que de hacer ajustes pequeñitos a ver quién anda más cerca del centro.
Cuando hablaba de la posibilidad que los republicanos acaben el mes con cuatro o cinco ganadores distintos en cinco o seis primarias es un síntoma claro de este efecto. Cada estado tiene un electorado muy, muy distinto, preocupado por cosas muy diferentes. En Iowa se preocupan de valores religiosos, en New Hampshire de política fiscal y derechos civiles (en teoría; veremos las encuestas), en South Carolina sobre conservadurismo clásico, en Nuevo Méjico sobre inmigración, y así sucesivamente. Cada candidato es bueno o malo según en qué eje se tiende a competir, y están metidos a tortazos a ver qué eje decide. Todo esto, por descontado, con el debate añadido sobre la necesidad de cambiar Washington, cómo, y quién.
En cierto sentido es una muestra de las almas del partido. Religiosos, libertarios, neoconservadores, pro-empresa, autoritarios, aislacionistas, intervencionistas, moderados, populistas, anti-inmigrantes, pro-inmigrantes, todos viven dentro del Grand Old Party, y la verdad llevaban ocho años esperando resolver quién manda a tortazos, después que el sector evangélico diera la candidatura en plan panzer a Bush.
¿El resultado? Si alguien me pide que haga una predicción sobre los republicanos, no me atrevo a decir nada. La elección no tiene un eje claro sobre cómo se vota y por qué. Incluso si se establece que todo es según expectativa de cambio, los republicanos tienen varios candidatos que pueden ser "revolucionarios creíbles" (Huckabee, Romney, Thompson, incluso McCain y Giuliani; todos lo son), así que el resultado acabaría volviendo a depender de otros temas.
Aún hay mucho, muchísimo que decidir. Veremos.
En estas primarias, por descontado, no hablamos de un sólo eje, y no hablamos de izquierda-derecha de forma estricta. Los candidatos no se situan sobre un sólo eje, sino que establecen posiciones en una variedad ellos: cuánta redistribución ofrecen, qué nivel de impuestos, protección ambiental, derechos civiles, política exterior aislacionista o intervencionista, etcétera. Cada candidato tiene sus posiciones, y se posiciona con ellas en el electorado, a ver cuántos votantes pilla.
Al haber más de un eje de políticas, encontrar el legendario votante mediano es mucho más complicado (haceros una idea: es encontrar un punto geométrico en un espacio multidimensional que te da el mayor número de votos contra todos los oponentes posibles...), pero los candidatos no están eso necesariamente. No todos los ejes son igual de relevantes; la mayoría de los votantes no escogen según la política ferroviaria de los candidatos o su postura acerca de la opresión de los gnomos del jardín. El truco, para un político con redaños, es ser capaces de hacer que el debate se centre en los ejes sobre los que tiene ventaja, y hacer que los votantes piensen en eso al ir a las urnas.
Dicho en otras palabras: si mi postura sobre inmigración es compartida por un 70% del electorado, quiero que en la campaña sólo se habla de inmigración. Si lo mío es la seguridad nacional, voy a estar despotricando de terrorismo todo el día. ¿Cómo podemos analizar las primarias, siguiendo este modelo?
Demócratas:
En la campaña ha habido tres ejes de debate que distinguen a los tres favoritos. El más clásico, redistribución; Edwards pide más, siguiendo la posición tradicional de los votantes demócratas. Hillary y Obama están más centrados. El segundo eje ha sido la importancia de la experiencia previa; Hillary está colocada mejor que sus rivales. El tercero, la necesidad de cambio; Edwards pide confrontación contra los grupos de presión, Obama consenso, Hillary dice que lleva cambiando cosas desde hace 25 años.
Si uno mira las encuestas, parece que los votantes están de acuerdo con Edwards en redistribución (y por eso quedó segundo en Iowa), quieren la experiencia de Hillary pero tienen como principal dilema al decidir el voto el eje que más favorece Obama: están hasta el gorro de confrontación y quieren cambio.
Hillary ha intentado jugar a dos barajas: sí, tiene experiencia. Sí, lo va a cambiar todo. El problema es que en el clima político actual (muy, muy anti vieja política) decir que llevas mucho tiempo por Washington equivale a no ser un revolucionario creíble; y decir que Obama es demasiado novato no es demasiado aconsejable cuando el tío coge un micro y demuestra ser articulado, inteligente y bien informado.
El mérito de su rival ha sido ser un cambio creíble, parecer inteligente y no decir chorradas. veces es tan simple como eso, ser capaz de conectar con el Zeitgeist del momento. Sus ideas políticas son innovadoras, habla distinto, es un outsider por su color de piel. Si consigue mantener el debate en sus términos (y en vista a los histéricos que andan en la campaña Clinton, no es un imposible) Obama tiene la primaria ganada.
Republicanos:
Comento a menudo que los republicanos, en cualquier otro sistema electoral, serían siete partidos distintos, al ser una coalición mutante de varios grupos aparentemente contradictorios. La campaña de las primarias es una muestra de ello. Los demócratas han hablado más de filosofía de gobierno que sobre políticas concretas, ya que el partido es más o menos coherente en este aspecto. Los republicanos... bueno, no.
Los debates republicanos han sido mucho más divertidos porque cada candidato quiere hablar de su tema, hay treinta temas distintos, y todos andan más preocupados de convencer a todo el mundo que les preocupa a ellos es lo más crucial que de hacer ajustes pequeñitos a ver quién anda más cerca del centro.
Cuando hablaba de la posibilidad que los republicanos acaben el mes con cuatro o cinco ganadores distintos en cinco o seis primarias es un síntoma claro de este efecto. Cada estado tiene un electorado muy, muy distinto, preocupado por cosas muy diferentes. En Iowa se preocupan de valores religiosos, en New Hampshire de política fiscal y derechos civiles (en teoría; veremos las encuestas), en South Carolina sobre conservadurismo clásico, en Nuevo Méjico sobre inmigración, y así sucesivamente. Cada candidato es bueno o malo según en qué eje se tiende a competir, y están metidos a tortazos a ver qué eje decide. Todo esto, por descontado, con el debate añadido sobre la necesidad de cambiar Washington, cómo, y quién.
En cierto sentido es una muestra de las almas del partido. Religiosos, libertarios, neoconservadores, pro-empresa, autoritarios, aislacionistas, intervencionistas, moderados, populistas, anti-inmigrantes, pro-inmigrantes, todos viven dentro del Grand Old Party, y la verdad llevaban ocho años esperando resolver quién manda a tortazos, después que el sector evangélico diera la candidatura en plan panzer a Bush.
¿El resultado? Si alguien me pide que haga una predicción sobre los republicanos, no me atrevo a decir nada. La elección no tiene un eje claro sobre cómo se vota y por qué. Incluso si se establece que todo es según expectativa de cambio, los republicanos tienen varios candidatos que pueden ser "revolucionarios creíbles" (Huckabee, Romney, Thompson, incluso McCain y Giuliani; todos lo son), así que el resultado acabaría volviendo a depender de otros temas.
Aún hay mucho, muchísimo que decidir. Veremos.
Primary Colors (XXIV): el acabose, otra vez
Hoy el ciclo de primarias continúa. Excitación. Diversión. El acabose. Para variar, repito, New Hampshire; como siempre es una elección importante; mucho. Pero no, no es aún decisiva. Para preparar al respetable (y ahorraros la cobertura que le está dando la prensa española, que es como poco mareante) un resumen de lo que veremos hoy.
El estado: New Hampshire
Otra piltrafilla de estado al que sólo le presta atención una vez cada cuatro años, un 80% del tamaño de Cataluña y sólo un 1,2 millones de habitantes. Para Estados Unidos es como el Condado de Treviño. Comparado con Iowa, este minúsculo estado de Nueva Inglaterra es radicalmente distinto. Sí, la población es casi igual de blanca, pero política y culturalmente es muchísimo más liberal. Muchos menos evangélicos ultraconservadores, vaya. Aparte de eso, New Hampshire es uno de los pocos estados sin impuesto (estatal) sobre la renta o impuesto sobre ventas. Es un lugar donde aprecian que el gobierno no se meta con ellos, en pocas palabras.
En el partido demócrata...
Antes de Iowa, las encuestas daban un empate entre Hillary y Obama. Después de Iowa, Obama anda 10 puntos por delante. Las elecciones primarias tienen eso; el voto no es necesariamente ordenadito y evaluado en el vacio.
Lo cierto es que no es sólo Iowa. En los últimos días Obama está que se sale, mientras Hillary parece estar corriendo en círculos sin demasiado sentido. El debate de candidatos el sábado fue muy significativo; a Obama se le vió sobrado, tranquilo, llevando el papel de favorito con clase. Hillary, mientras tanto, trataba de criticar sin parecer arisca, dar imagen de cambio en plan imposible, y siempre con un tono algo cansado. No es que Obama estuviera arrollador, es que Hillary no estaba. De hecho, en un mítin el domingo casi llora en público de forma un poco extraña; se emocionó cuando le preguntaron cómo lo hacia para poner tanto esfuerzo en la campaña.
¿Edwards? por ahí abajo, a 20 puntos de distancia. Es demasiado sureño para el electorado de allá arriba, y se está quedando sin dinero.
En el partido republicano...
Dos debates esta semana, dos. Los republicanos se dieron de leña tanto sábado como domingo. En ambos casos la cosa fue como sigue: entran los candidatos, y todos dan de tortas a Mitt Romney. La idea, supongo, era aplicar eso de que cuando veas a tu enemigo con el agua hasta el cuello, ponle la manguera en la boca. McCain quiere ahogarlo para ganar en New Hampshire y resucitar su campaña, Huckabee quiere apuntillar a su rival conservador mejor financiado, Thompson quiere librarse de un potencial rival en South Carolina, y Giuliani quiere ser el único candidato del noreste con vida.
¿Cómo fueron las cosas? La verdad, fue bastante patético. El sábado (y ahora hablo de sensaciones subjetivas) Romney se comió más bofetadas que Rocky en un mal día; no es que le dejaran llorando (el tipo no deja de ser un político profesional) pero no contesto demasiado. Lo más curioso, sin embargo (y algo que han dicho otros, no sólo yo) fue que en el debate daba la sensación que los otros candidatos realmente despreciaban a Romney, y con ganas. McCain fue especialmente arrogante, en ocasiones casi despreciativo; lo cierto es que Romney más de una vez se quedó con la cara de "no me puedo creer que estos tipos sean tan bordes".
Lo divertido, sin embargo, fue el domingo. Los candidatos salieron todos con las mismas ganas de pegarle una paliza a Romney de forma un tanto inexplicable. Si, perder en New Hampshire lo dejaría muy tocado, pero no hundido; dos segundos puestos contra dos candidatos distintos en dos estados radicalmente distintos no es una muerte segura, por mucho que se empeñen algunos. Lo que sorprendió en gran medida es que Romney estuvo, a parecer de muchos (servidor incluido), sensacional; ya no lo pillaron por sorpresa, y se revolvió y contestó con una elegancia y un talento impresionantes.
Lo cierto es que el tipo me gusto. Romney es un candidato que nunca he adorado, más que nada porque cambia de opinión un poco demasiado a menudo; siempre he tenido la sensación que es un muy buen político que está desperdiciando su talento siguiendo lo que le aconsejan esos asesores que leen tantas encuestas.
El domingo el tipo estaba por algún motivo muchísimo más suelto, más preocupado de hacer lo que le pedían el cuerpo (repartir leña) que en parecer guapo y presidencial. La verdad, es un político más que decente; republicano clásico de Nueva Inglaterra, aristocrático, pragmático, reformista y electoralista en el mejor sentido. Como gobernador de Massachusetts aprobó una ley para crear un sistema de salud universal bastante ingenioso (semiprivado y muy parecido a lo que propone Hillary y Obama, por cierto), sin ir más lejos. El tipo es (cuando le dejan) un político estupendo, aunque su obsesión por agradar le puede.
¿Salvará el debate su campaña en New Hampshire?. Ni idea. El lunes en su campaña estaban de un humor estupendo; tanto que se permitieron hacer cosas como cantar Sweet Caroline en un mítin. No hay encuestas hoy (aunque es probable que una campaña tan profesional como la de Romney tenga una interna diaria), así que no se puede decir demasiado.
Paradójicamente, quien puede salvar a Romney es... Obama, y su efecto mágico sobre los independientes. Los independientes pueden votar en New Hampshire en las primarias. En una de ellas, para ser más precisos; o demócratas o republicanas. El gran rival de Romney es McCain, un tipo que según las encuestas saca una parte importante de sus votos de esos codiciados independientes. El problema es que Obama es un flautista de Hamelín a la hora de atraer esos tipos, así que puede dejar al senador de Arizona sin fuelle.
¿Ganará Romney en New Hampshire? La verdad, no lo sé; no es imposible. Si lo hace, curiosamente, tendrá algo de justicia poética; Huckabee gana superando a Romney sus anuncios negativos, Romney gana superando a los que le han despreciado. Salga lo que salga, seguirán habiendo un montón de candidatos con opciones: Huckabee (remotas), McCain, Giuliani, Romney y Thompson (remotas). La política es divertida.
Nota: os animo a leer los artículos anteriores sobre las primarias, por cierto. Los últimos (Iowa) para ver un poco la dinámica actual, y los muy viejos presentando candidatos para ver que parece mentira, pero no andaba demasiado perdido hace un año. Soy un maestro.
El estado: New Hampshire
Otra piltrafilla de estado al que sólo le presta atención una vez cada cuatro años, un 80% del tamaño de Cataluña y sólo un 1,2 millones de habitantes. Para Estados Unidos es como el Condado de Treviño. Comparado con Iowa, este minúsculo estado de Nueva Inglaterra es radicalmente distinto. Sí, la población es casi igual de blanca, pero política y culturalmente es muchísimo más liberal. Muchos menos evangélicos ultraconservadores, vaya. Aparte de eso, New Hampshire es uno de los pocos estados sin impuesto (estatal) sobre la renta o impuesto sobre ventas. Es un lugar donde aprecian que el gobierno no se meta con ellos, en pocas palabras.
En el partido demócrata...
Antes de Iowa, las encuestas daban un empate entre Hillary y Obama. Después de Iowa, Obama anda 10 puntos por delante. Las elecciones primarias tienen eso; el voto no es necesariamente ordenadito y evaluado en el vacio.
Lo cierto es que no es sólo Iowa. En los últimos días Obama está que se sale, mientras Hillary parece estar corriendo en círculos sin demasiado sentido. El debate de candidatos el sábado fue muy significativo; a Obama se le vió sobrado, tranquilo, llevando el papel de favorito con clase. Hillary, mientras tanto, trataba de criticar sin parecer arisca, dar imagen de cambio en plan imposible, y siempre con un tono algo cansado. No es que Obama estuviera arrollador, es que Hillary no estaba. De hecho, en un mítin el domingo casi llora en público de forma un poco extraña; se emocionó cuando le preguntaron cómo lo hacia para poner tanto esfuerzo en la campaña.
¿Edwards? por ahí abajo, a 20 puntos de distancia. Es demasiado sureño para el electorado de allá arriba, y se está quedando sin dinero.
En el partido republicano...
Dos debates esta semana, dos. Los republicanos se dieron de leña tanto sábado como domingo. En ambos casos la cosa fue como sigue: entran los candidatos, y todos dan de tortas a Mitt Romney. La idea, supongo, era aplicar eso de que cuando veas a tu enemigo con el agua hasta el cuello, ponle la manguera en la boca. McCain quiere ahogarlo para ganar en New Hampshire y resucitar su campaña, Huckabee quiere apuntillar a su rival conservador mejor financiado, Thompson quiere librarse de un potencial rival en South Carolina, y Giuliani quiere ser el único candidato del noreste con vida.
¿Cómo fueron las cosas? La verdad, fue bastante patético. El sábado (y ahora hablo de sensaciones subjetivas) Romney se comió más bofetadas que Rocky en un mal día; no es que le dejaran llorando (el tipo no deja de ser un político profesional) pero no contesto demasiado. Lo más curioso, sin embargo (y algo que han dicho otros, no sólo yo) fue que en el debate daba la sensación que los otros candidatos realmente despreciaban a Romney, y con ganas. McCain fue especialmente arrogante, en ocasiones casi despreciativo; lo cierto es que Romney más de una vez se quedó con la cara de "no me puedo creer que estos tipos sean tan bordes".
Lo divertido, sin embargo, fue el domingo. Los candidatos salieron todos con las mismas ganas de pegarle una paliza a Romney de forma un tanto inexplicable. Si, perder en New Hampshire lo dejaría muy tocado, pero no hundido; dos segundos puestos contra dos candidatos distintos en dos estados radicalmente distintos no es una muerte segura, por mucho que se empeñen algunos. Lo que sorprendió en gran medida es que Romney estuvo, a parecer de muchos (servidor incluido), sensacional; ya no lo pillaron por sorpresa, y se revolvió y contestó con una elegancia y un talento impresionantes.
Lo cierto es que el tipo me gusto. Romney es un candidato que nunca he adorado, más que nada porque cambia de opinión un poco demasiado a menudo; siempre he tenido la sensación que es un muy buen político que está desperdiciando su talento siguiendo lo que le aconsejan esos asesores que leen tantas encuestas.
El domingo el tipo estaba por algún motivo muchísimo más suelto, más preocupado de hacer lo que le pedían el cuerpo (repartir leña) que en parecer guapo y presidencial. La verdad, es un político más que decente; republicano clásico de Nueva Inglaterra, aristocrático, pragmático, reformista y electoralista en el mejor sentido. Como gobernador de Massachusetts aprobó una ley para crear un sistema de salud universal bastante ingenioso (semiprivado y muy parecido a lo que propone Hillary y Obama, por cierto), sin ir más lejos. El tipo es (cuando le dejan) un político estupendo, aunque su obsesión por agradar le puede.
¿Salvará el debate su campaña en New Hampshire?. Ni idea. El lunes en su campaña estaban de un humor estupendo; tanto que se permitieron hacer cosas como cantar Sweet Caroline en un mítin. No hay encuestas hoy (aunque es probable que una campaña tan profesional como la de Romney tenga una interna diaria), así que no se puede decir demasiado.
Paradójicamente, quien puede salvar a Romney es... Obama, y su efecto mágico sobre los independientes. Los independientes pueden votar en New Hampshire en las primarias. En una de ellas, para ser más precisos; o demócratas o republicanas. El gran rival de Romney es McCain, un tipo que según las encuestas saca una parte importante de sus votos de esos codiciados independientes. El problema es que Obama es un flautista de Hamelín a la hora de atraer esos tipos, así que puede dejar al senador de Arizona sin fuelle.
¿Ganará Romney en New Hampshire? La verdad, no lo sé; no es imposible. Si lo hace, curiosamente, tendrá algo de justicia poética; Huckabee gana superando a Romney sus anuncios negativos, Romney gana superando a los que le han despreciado. Salga lo que salga, seguirán habiendo un montón de candidatos con opciones: Huckabee (remotas), McCain, Giuliani, Romney y Thompson (remotas). La política es divertida.
Nota: os animo a leer los artículos anteriores sobre las primarias, por cierto. Los últimos (Iowa) para ver un poco la dinámica actual, y los muy viejos presentando candidatos para ver que parece mentira, pero no andaba demasiado perdido hace un año. Soy un maestro.
lunes, enero 07, 2008
Repaso (realista) de una legislatura (I)
Con las elecciones a la vuelta de la esquina, es hora para los votantes de leer la cartilla al gobierno y ver lo que ha hecho durante la legislatura.
La prensa o escucha a los todólogos de turno estos días hablan mucho de los resultados, las cifras de estos cuatro años de gobierno. La inflación anda por aquí, el paro por allá, el precio de la vivienda sube, la productividad hace esto. Por añadido, la prensa se fija en qué leyes y reformas han sido aprobadas; leen estatutos autonómicos, leyes de vivienda, leyes sociales y dicen si gustan o no, y si son un uso de recursos presupuestarios y tiempo legislativo adecuados.
La verdad como métrica de éxito o fracaso de un ejecutivo me parece un tanto cuestionable; el gobierno tiene cosas a decir en el devenir de la economía, pero su influencia es relativamente limitada. Por añadido, un gobierno puede pasar leyes y reformas con cierta libertad, pero no todas las opciones están abiertas; en algunos casos depende de los votos de otros, en otros no todas las leyes son aprobables en el clima político existente. La política es el arte de lo posible; los gobiernos deben ser valorados según lo bien que han funcionado dentro de lo que pueden conseguir de forma realista.
¿Cómo valoraríamos a los gobiernos de Zapatero según esta métrica? Bueno, es cuestión de ir por partes. Veamos.
Economía:
Inflación:
Aunque los últimos datos son malos, es una dato sobre el que el gobierno tiene muy poco control. Los dos grandes factores inflacionarios son alimentos y energía. El precio de los alimentos se rige por las fluctuaciones del mercado global, sobretodo los cereales. Está totalmente fuera del control del gobierno, ya que dependen sobretodo de la política agraria común (UE) y en los últimos años, de las absurdas subvenciones al etanol del gobierno federal americano. El precio del petroleo, más o menos lo mismo: Zapatero no controla la demanda China o India de crudo, y tampoco fue el que invadió Irak metiendo incertidumbre a espuertas en los mercados.
De hecho la inflación subyacente es menor ahora que lo que era en Agosto; los precios sólo están subiendo con fuerza en aquellos productos que están subiendo en todas partes. Por que de hecho la cifra no es tan mala comparada internacionalmente; la inflación para el 2007 es la misma en España que en Estados Unidos. Comparar con la zona euro suena peor, pero España está creciendo mucho más rápida (aún hoy) que sus vecinos, y el dato en europa sigue el patrón ibérico: también es el peor en más de una década.
Evidentemente, Zapatero tampoco controla la política monetaria, así que sólo puede usar armas más indirectas: más competencia, política fiscal restrictiva, o mejorar la competitividad. Todas son de efecto lento. Añadir competencia es complicado, ya que el gobierno no controla la política comercial (UE, otra vez), fiscalmente el gobierno ha cumplido;superávits y limitar el gasto. Sobre competitividad hablamos luego.
Crecimiento económico:
Los datos, se miren por donde se miren, son estelares. España ha crecido con ganas en los últimos cuatro años, y lo ha hecho más rápido que cualquiera de sus vecinos. Por muy mal que vayan las cosas el 2008, las previsiones más pesimistas aún colocan el crecimiento en el 2,5%; moderado pero más que aceptable (Italia o Francia matarían por tener esto como "escenario pesimista" en sus previsiones).
La crítica, por descontado, se han centrado en el "modelo de crecimiento". Decir que es todo ladrillo suena muy serio, pero es bastante falaz. Una economía flexible y moderna (y España lo es) centra sus recursos donde hay mayores retornos; en un contexto de crédito fácil, tipos de interés negativos y población en crecimiento (no todo es especulación, ni de lejos), es natural que se invierta en construcción. Una vez cambia el contexto, la economía mueve sus recursos hacia otro lugar, con la fricción del cambio produciendo el ligero descenso del crecimiento (y aumento del paro) que estamos viendo.
En contra de lo que se dice tan a menudo, la economía está haciendo este cambio con relativa calma. El sector exterior está repuntando con fuerza (aún con el euro por las nubes, las exportaciones están aumentando) y la productividad está aumentando, muestra que la inversión está concentrándose en lugares donde produce retornos.
Dentro de lo que cabe, el gobierno ha hecho un buen trabajo limitando los efectos de este realinamiento. La inversión en I+D ha aumentando muchísimo, así como el gasto en infraestructuras; el gobierno también se ha esforzado en salirse del medio. Por añadido, Solbes aún tiene un enorme margen de maniobra fiscal; el gobierno ha acumulado superávits y tiene margen para estimular la economía (sea aumentando gasto o recortanto impuestos), así que será difícil hablar de recesión.
La crisis inmobiliaria:
El problema es muchísimo más complicado de lo que se comenta, con demasiados listillos juntando churras con merinas. Por una lado tenemos la crisis financiera; es un problema global, la fuente del problema está en Estados Unidos (hipotecas basura, mala regulación, ofuscación contable a gran escala, problemas de información) y en unos cuantos bancos europeos demasiado aficionados a la economía creativa. La solución es muy compleja, y no está ni de lejos en manos del gobierno español.
De hecho, la banca española no ha tenido apenas problemas con esta deuda de mala calidad que flota por el mercado. En parte debido a la regulación española (muy poco amiga a las innovaciones financieras creativas), en parte debido a que la gran banca ha sido siempre muy conservadora (y poco amiga a hacer cosas contables raras), las instituciones financieras españolas están bastante limpias. Evidentemente el hecho que haya menos dinero en los mercados financieros no les agrada, pero no están en problemas; el Santander de hecho ha batido su récord de beneficios.
El otro aspecto es el de los precios de la vivienda en España. Aquí el veredicto es algo más complicado. Por un lado el gobierno estaba en una situación imposible: tipos de interés negativos, financiación fácil, demanda fuerte. Los precios llevaban subiendo desde hacía tiempo bajo el PP, y Solbes no podía tocar el precio del dinero. Para complicar aún más las cosas, la política de vivienda es competencia (básicamente) autonómica, así que su margen de maniobra era escaso.
Por otro lado, sin embargo, el gobierno ha sido extraordinariamente tímido en lo que sí podía hacer. Los incentivos para el alquiler han llegado tarde y mal. No se ha colaborado con las autonomías en vivienda pública. Y lo más grave, no se han corregido las atroces, distorsionadoras, estúpidas desgravaciones para hipotecas, o introducido fórmulas para hacer que las viviendas vacias salgan muy caras fiscalmente. Cambiar las desgravaciones fiscales es complicado de vender políticamente, así que es comprensible que el gobierno no se atreviera, pero sigue siendo un error grave.
Esto es todo por hoy. Mañana o pasado, si hay tiempo, hablamos de paro, productividad, desigualdad económica y cualquier otro tema económico que me haya olvidado y me pida el público. Para otro(s) día(s), la política no-económica: exterior, reforma autonómica, relaciones con la iglesia, política social. Preguntad, malditos, que no quiero olvidar nada. Por cierto, para los que lleven cuenta tengo dos positivos, un negativo en la cuenta. A ver cómo acabamos.
La prensa o escucha a los todólogos de turno estos días hablan mucho de los resultados, las cifras de estos cuatro años de gobierno. La inflación anda por aquí, el paro por allá, el precio de la vivienda sube, la productividad hace esto. Por añadido, la prensa se fija en qué leyes y reformas han sido aprobadas; leen estatutos autonómicos, leyes de vivienda, leyes sociales y dicen si gustan o no, y si son un uso de recursos presupuestarios y tiempo legislativo adecuados.
La verdad como métrica de éxito o fracaso de un ejecutivo me parece un tanto cuestionable; el gobierno tiene cosas a decir en el devenir de la economía, pero su influencia es relativamente limitada. Por añadido, un gobierno puede pasar leyes y reformas con cierta libertad, pero no todas las opciones están abiertas; en algunos casos depende de los votos de otros, en otros no todas las leyes son aprobables en el clima político existente. La política es el arte de lo posible; los gobiernos deben ser valorados según lo bien que han funcionado dentro de lo que pueden conseguir de forma realista.
¿Cómo valoraríamos a los gobiernos de Zapatero según esta métrica? Bueno, es cuestión de ir por partes. Veamos.
Economía:
Inflación:
Aunque los últimos datos son malos, es una dato sobre el que el gobierno tiene muy poco control. Los dos grandes factores inflacionarios son alimentos y energía. El precio de los alimentos se rige por las fluctuaciones del mercado global, sobretodo los cereales. Está totalmente fuera del control del gobierno, ya que dependen sobretodo de la política agraria común (UE) y en los últimos años, de las absurdas subvenciones al etanol del gobierno federal americano. El precio del petroleo, más o menos lo mismo: Zapatero no controla la demanda China o India de crudo, y tampoco fue el que invadió Irak metiendo incertidumbre a espuertas en los mercados.
De hecho la inflación subyacente es menor ahora que lo que era en Agosto; los precios sólo están subiendo con fuerza en aquellos productos que están subiendo en todas partes. Por que de hecho la cifra no es tan mala comparada internacionalmente; la inflación para el 2007 es la misma en España que en Estados Unidos. Comparar con la zona euro suena peor, pero España está creciendo mucho más rápida (aún hoy) que sus vecinos, y el dato en europa sigue el patrón ibérico: también es el peor en más de una década.
Evidentemente, Zapatero tampoco controla la política monetaria, así que sólo puede usar armas más indirectas: más competencia, política fiscal restrictiva, o mejorar la competitividad. Todas son de efecto lento. Añadir competencia es complicado, ya que el gobierno no controla la política comercial (UE, otra vez), fiscalmente el gobierno ha cumplido;superávits y limitar el gasto. Sobre competitividad hablamos luego.
Crecimiento económico:
Los datos, se miren por donde se miren, son estelares. España ha crecido con ganas en los últimos cuatro años, y lo ha hecho más rápido que cualquiera de sus vecinos. Por muy mal que vayan las cosas el 2008, las previsiones más pesimistas aún colocan el crecimiento en el 2,5%; moderado pero más que aceptable (Italia o Francia matarían por tener esto como "escenario pesimista" en sus previsiones).
La crítica, por descontado, se han centrado en el "modelo de crecimiento". Decir que es todo ladrillo suena muy serio, pero es bastante falaz. Una economía flexible y moderna (y España lo es) centra sus recursos donde hay mayores retornos; en un contexto de crédito fácil, tipos de interés negativos y población en crecimiento (no todo es especulación, ni de lejos), es natural que se invierta en construcción. Una vez cambia el contexto, la economía mueve sus recursos hacia otro lugar, con la fricción del cambio produciendo el ligero descenso del crecimiento (y aumento del paro) que estamos viendo.
En contra de lo que se dice tan a menudo, la economía está haciendo este cambio con relativa calma. El sector exterior está repuntando con fuerza (aún con el euro por las nubes, las exportaciones están aumentando) y la productividad está aumentando, muestra que la inversión está concentrándose en lugares donde produce retornos.
Dentro de lo que cabe, el gobierno ha hecho un buen trabajo limitando los efectos de este realinamiento. La inversión en I+D ha aumentando muchísimo, así como el gasto en infraestructuras; el gobierno también se ha esforzado en salirse del medio. Por añadido, Solbes aún tiene un enorme margen de maniobra fiscal; el gobierno ha acumulado superávits y tiene margen para estimular la economía (sea aumentando gasto o recortanto impuestos), así que será difícil hablar de recesión.
La crisis inmobiliaria:
El problema es muchísimo más complicado de lo que se comenta, con demasiados listillos juntando churras con merinas. Por una lado tenemos la crisis financiera; es un problema global, la fuente del problema está en Estados Unidos (hipotecas basura, mala regulación, ofuscación contable a gran escala, problemas de información) y en unos cuantos bancos europeos demasiado aficionados a la economía creativa. La solución es muy compleja, y no está ni de lejos en manos del gobierno español.
De hecho, la banca española no ha tenido apenas problemas con esta deuda de mala calidad que flota por el mercado. En parte debido a la regulación española (muy poco amiga a las innovaciones financieras creativas), en parte debido a que la gran banca ha sido siempre muy conservadora (y poco amiga a hacer cosas contables raras), las instituciones financieras españolas están bastante limpias. Evidentemente el hecho que haya menos dinero en los mercados financieros no les agrada, pero no están en problemas; el Santander de hecho ha batido su récord de beneficios.
El otro aspecto es el de los precios de la vivienda en España. Aquí el veredicto es algo más complicado. Por un lado el gobierno estaba en una situación imposible: tipos de interés negativos, financiación fácil, demanda fuerte. Los precios llevaban subiendo desde hacía tiempo bajo el PP, y Solbes no podía tocar el precio del dinero. Para complicar aún más las cosas, la política de vivienda es competencia (básicamente) autonómica, así que su margen de maniobra era escaso.
Por otro lado, sin embargo, el gobierno ha sido extraordinariamente tímido en lo que sí podía hacer. Los incentivos para el alquiler han llegado tarde y mal. No se ha colaborado con las autonomías en vivienda pública. Y lo más grave, no se han corregido las atroces, distorsionadoras, estúpidas desgravaciones para hipotecas, o introducido fórmulas para hacer que las viviendas vacias salgan muy caras fiscalmente. Cambiar las desgravaciones fiscales es complicado de vender políticamente, así que es comprensible que el gobierno no se atreviera, pero sigue siendo un error grave.
Esto es todo por hoy. Mañana o pasado, si hay tiempo, hablamos de paro, productividad, desigualdad económica y cualquier otro tema económico que me haya olvidado y me pida el público. Para otro(s) día(s), la política no-económica: exterior, reforma autonómica, relaciones con la iglesia, política social. Preguntad, malditos, que no quiero olvidar nada. Por cierto, para los que lleven cuenta tengo dos positivos, un negativo en la cuenta. A ver cómo acabamos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)