jueves, enero 19, 2006

Manejando la palanca fiscal: reforma tributaria

El gobierno plantea una reforma del IRPF, reduciendo el número de tramos del impuesto y la carga sobre las clases medias, para su entrada en vigor el año 2007. Acompañando esta reforma, también se prevee una rebaja del impuesto de sociedades, aún de contornos menos definidos.

¿A qué se deben estos retoques? Como toda acción de gobierno, a varios puntos. Primero, la primera declaración de la renta bajo el nuevo impuesto se rellenaría en el 2008, curiosamente año electoral. Rebajar impuestos antes de elecciones es una larga y honorada tradición, ejercida con entusiasmo por Rodrigo Rato en el pasado, y que toda democracia disfruta cada cuatro años. En el caso de España, las rebajas fiscales tienen algo de milagroso, ya que no disminuyen la recaudación real en comparación al principio de la legislatura. Debido a la inflación, los salarios suben lentamente cada año sin que los tramos del IRPF se ajusten, haciendo que de hecho los impuestos vayan incrementándose. Gran parte de los recortes que veremos a final de legislatura son de hecho una corrección cuatrianual de esta subido oculta.

Esto no hace sin embargo de la reforma fiscal algo irrelevante. Como en toda reforma, lo importante son los detalles, y en este caso el gobierno sigue una de las tendencias internacionales en materia de fiscalidad, la simplificación. Con el paso del tiempo, economistas y recaudadores de impuestos varios se han percatado que la creación de exenciones, moratorias, créditos fiscales y demás parafernalia dirigida a incentivar algo (desde compra de viviendas a planes de pensiones) acaban siendo casi invariablemente fuentes de regresivo fraude fiscal. Si por ejemplo un depósito a largo plazo tributa peor que un plan de fondo de retiro con inversor de flujo, lo que uno acaba haciendo es creando una legión de enteradillos escondiendo dinero en en dichos fondos, no un verdadero cambio a mejor.

De las primeras informaciones, parece que si bien el IRPF no tendrá demasiados cambios (la reducción de tramos hace el sistema más claro sin reducir la progresividad ya que sube hasta 9.000 € el mínimo exempto), los instrumentos de ahorro y el impuesto de sociedades sí que van a recibir este tratamiento en plan serio. La verdad, me haría muy feliz ver una poda en profundidad de algunas deducciones en la declaración de la renta, aunque todo apunta que se retocarán para hacerlas más progresivas (caso de las deducciones por hijo o vivienda). En el caso de sociedades, la bajada del tipo impositivo se compensará con la eliminación de esenciones variadas, de esas que favorecen a los que tienen lectores habituales del BOE en la empresa, algo que siempre hace las cosas más transparentes.

Sobre el papel (y según experiencias en otros países), la simplificación del sistema fiscal es una buena noticia. Por una parte, porque como más fácil sea pagar impuestos, sean estos altos o bajos, más fácil es hacer negocios para todo el mundo. Los recursos que una empresa puede estar gastando en contables a la caza de evitar pagar impuestos y la gestión creativa de nóminas siempre están mejor empleados en otro sitio. A su vez, es más fácil para nuevos inversores, locales o de fuera, prosperar si no tienen que preocuparse en competir con expertos en ingeniería fiscal. Como más sencillas son las cosas a la hora de trabajar en un país, más energías se pueden dedicar a otras cosas.

Segundo, y casi igual de importante, es constatar que la recaudación fiscal tiende a ser un instrumento de redistribución bastante pobre. Eso sucede por dos razones. La primera, es mucho más fácil (y le sale mucho más a cuenta) para una persona de renta alta perder el tiempo tratando de evadir impuestos que para la clase media. La segunda, hay muchos impuestos que son muy difíciles de hacer progresivos (del IVA a hidrocarburos o tabaco), y que distorsionan el sistema. Como resultado, casi todos los países (Suecia y paraísos nórdicos varios incluidos) tienen sistemas impositivos bastante proporcionales, redistribuyendo la renta sobretodo con el gasto público.

Una reforma que elimina posibles agujeros donde evadir impuestos, hace exemptos a más ciudadanos de renta baja de pagarlos, y reduce el número de dolores de cabeza fiscales sobre la mesa para todos es una buena idea, ciertamente. Y si se excluye el segundo punto, es buena incluso para alguien de derechas. Veremos como se acaba de concretar lo avanzado hoy.

4 comentarios:

R. Senserrich dijo...

A todo esto, hacer notar una cosa. Este gobierno presúntamente inoperante ha pasado (o está en ello) las siguientes reformas ya:

-Educación
-Matrimonio homosexual
-Reforma tributaria
-Nueva financiación autonómica
-Sistema de ayuda a la dependencia
-Nueva financiación sanitaria
-Nueva ley del divorcio
-Nueva ley de educación
-Ley de defensa

Y eso son sólo unas cuantas. Vamos, que no han parado. Por cierto, todo estaba en el programa electoral.

Anónimo dijo...

Todos esas leyes y reformas, con memoria económica, incluida. Pero antes de los cien días, los de falange y compañía, ya decían que se marchara ZP. Los tienen cuadraos..

Anónimo dijo...

Poldec, el nuevo sistema esta corriendo por las propuestas de Chaves (50% IRPF ,etc) y el Estatut (80% IRPF y limitación progresiva de la redistribución), no es que precisamente no se esté en ello.

Anónimo dijo...

nuevo sistema de financiación autonómica, perdón.