Según todos los estudios, alrededor de un 50% de jefes de gobierno y líderes de partido caen en desgracia y pierden el cargo no por sus derrotas electorales, si no por las entusiastas puñaladas de sus compañeros.
Apunten al listado de víctimas a Charles Kennedy, ex-líder de los liberal demócratas británicos, que tras llevar al partido al mejor resultado electoral de su historia, ha sido ejecutado en el cargo sin demasiado ceremonia por los diputados que tanto ayudo a llegar a la poltrona. Como siempre, las razones son variadas en teoría, pero bastante simples en la práctica. La excusa ha sido los problemas de alcoholemia de Kennedy, bien conocidos desde hace tiempo, y que por lo que se ve no han sido horribles hasta ahora que llevaba meses sin beber. La realidad, por descontado, es algo menos placentera: la lucha entre la izquierda del partido, con ganas de aprovecharse del desgaste de los laboristas, y la derecha, con ganas de seguir haciendo daño a los conservadores. La izquierda estaba harta de la equidistancia de Kennedy, y parece que se ha decidido a ir a por él. A la que han visto que su jefe se convertía en un fardo para el partido y lo que creen es la mejor estrategia de éxito, se lo han cargado. Lo típico.
¿El sustituto? Probablemente Menzies Campbell, centro izquierda, cariñosamente apodado "Ming the Mercyless" por su partido. Con amigos así, para que quiere uno elecciones, oiga.
2 comentarios:
Pues que se aten los machos, porque si todo joven principe debe autoafirmarse distanciandose de las politicas del viejo rey, uno que lo ha guillotinado en persona y en ceremonia publica....(complete el cuasi-silogismo con su pronostico favorito)
Léete este paper de Maravall, Accountability and the survival of politicians (Junio 2005).
Es brillante. Examina los motivos por los que los gobernantes pierden el cargo y descubre que en el 49% de los casos es el propio partido (u otros miembros de la coalición) el que destituyen al político, especialmente si las cosas VAN BIEN (crecimiento económico!).
Mientras que los primeros ministros quedan más blindados de las puñaladas de sus camaradas en unos sistemas institucionales que en otros (mayoritarios, etc), son los partidos los que son reelegidos o pierden el poder de acuerdo a la gestión [económica].
Así, mientras los ciudadanos destituimos a partidos cuyos gobiernos no saben gestionar las cosas, los propios políticos destituyen a primeros ministros cuando las cosas van bien pero consideran que es necesario un recambio (hacerle una señal o guiño al elector de que ellos se avanzan a su juicio).
Ver casos de Thatcher, Billy Brandt, Mendés-France y tantos otros.
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