La semana política en Estados Unidos ha venido muy cargadita, con una extraña mezcla de poder y debilidad presidencial impensables en un sistema político europeo. Lo cierto es que en mi opinión prácticamente todos los cambios han sido a peor, algo que no por habitual desde que vivo aquí (en serio, la política americana es desesperante) no deja de ser un poco deprimente. Repasemos las grandes decisiones por partes.
La (muerte de) la nueva ley de inmigración
He estado siguiendo los avatares de la reforma de la ley de inmigración de Estados Unidos, entre la esperanza de ver algo de racionalidad en el nuevo texto y la triste resignación al ver que no hay Dios que apruebe el texto. Los demócratas en el Senado intentaron esta semana resucitar el engendro, pero parece que no hay forma humana de sacarlo adelante. Demasiados vetos e intereses contrapuestos, a pesar de que la ley actual es considerada por todos un desastre sin paliativos; a nadie le gusta el status quo, sin embargo no hay votos suficientes para hacer ningún cambio. Triste.
Lo curioso del asunto es cómo uno de los motivos detrás del fracaso es del Presidente Bush, uno de los grandes promotores del texto. Una política en la que estoy de acuerdo con él, y se estrella en el Congreso; un clásico. El gran problema para el ejecutivo no es que la reforma sea buena o mala; lo peor para la ley es que el presidente la ha apoyado. Una multitud de Senadores republicanos han votado en contra, a pesar de los ruegos de la Casa Blanca, en parte porque ven la reforma como insuficientemente restrictiva, en parte porque para una parte importante de sus bases, Bush ya no es el político conservador de referencia; más bien lo contrario. Con la popularidad del tipo por debajo del 30% (y sin visos de subir), asociarse con él es como decir Bibi Andersen te parece atractiva; no te va a dar ni un sólo voto.
En fin, parece claro que esta administración no va a pasar ni una sóla ley remotamente relevante en lo que queda de mandato. Como político, Bush está poco menos que acabado.
Las sentencias del Tribunal Supremo
Aún así, algunas decisiones tomadas por el Presidente meses atrás le han dado más de una alegría estos días. Quizás no pueda pasar ni una ley que diga que los gatitos son oficialmente muy monos, pero sus nombramientos en el Supremo van acumulando un historial de (contra)reformas conservadoras mucho mayor que las que Bush nunca pudo conseguir. Una lista de cambios sólo esta semana, para abrir la boca.
Pactando precios:
Desde hacía 96 años, en Estados Unidos era ilegal que fabricantes y minoristas acordaran precios mínimos para sus productos. Para los consumidores con ganas de buscar gangas, esto parece un auténtico chollo, ya que siempre había alguna cadena que ofrecía ofertas muy agresivas para atraer tráfico a su establecimiento. Según el Supremo, esta ley en vigor durante 96 años resulta ser inconstitucional, para alegría de fabricantes y grandes comercios, y alivio de muchos estudiosos.
¿El argumento legal para este cambio? La sentencia dice que hay "consenso entre los economistas" que el cambio favorece la competencia y disminuye, cosa que es relativamente cierto, aparte de tremendamente contraintuitivo. Lo curioso, y lo menciona uno de los votos particulares, es que esto no es un argumento legal, con lo que la sentencia no deja de ser algo especial. El origen de este resultado es el hecho que los fabricantes se preocupan de su imagen de marca, y tienden a restringir ventas a distribuidores que revientan precios. Si los acuerdos son posibles, hay más puntos de venta, y de hecho mayor competencia.
Este efecto no se produce en todos los casos; es perfectamente posible que un control de precios sea anticompetivo. A partir de ahora, sin embargo, cada caso debe ser estudiado por separado, algo que no deja de ser una buena idea. ¿A que no sabiais que una decisión judicial puede provocar inflación? Pues mira, aquí teneis una. Un buen cambio, si los economistas aciertan en ello.
Cambios en la financiación de las campañas electorales:
El Supremo ha decidido que una provisión de la Feingold-McCain Act de financiación de las campañas que prohibía a personas jurídicas emitir publicidad sobre candidatos antes de las elecciones es inconstitucional. El motivo es que esta prohibición contradice la libertad de expresión de las empresas y grupos de interés bien financiados, obviamente. Los anuncios no podrán pedir el voto, pero sí decir que Egócrata tiene ideas maravillosas sobre energía nuclear (anuncio pagado por General Electric) o sobre infraestructuras (anuncio pagado por ACS), así que el matiz es ciertamente poco relevante.
En fin. Sí, la libertad de expresión es una cosa maravillosa, pero primero, no creo que sea algo que se puede aplicar de manera absoluta más allá de los individuos, y segundo, como ya he discutido extensamente, los partidos políticos y campañas son animales muy vulnerables a la tentación financiera electoral. No hace falta decir que este cambio favorece a los republicanos, por suspuesto.
Segregando colegios:
Este es el caso que más polvareda ha levantado en Estados Unidos, aunque en mi opinión es de lejos el menos relevante. El Supremo ha declarado inconstitucionales las regulaciones de varios distritos escolares que distribuían a los alumnos entre colegios siguiendo (entre otros) criterios de raza, tratando de asegurar la diversidad de cada centro y evitar la formación de guettos.
Ahora viene cuando me meto en un campo de minas. Si bien estoy de acuerdo que tener colegios totalmente monocolores y segregados es malo, creo que romper esta segregación a base de un mecanismo más o menos sofisticado de cuotas raciales por centro es absurdo. El motivo es que el problema no es que todas las minorías vayan al mismo colegio, ya que están concentradas en un mismo barrio y les toca ir a ese por defecto; el problema es que los chavales que van a colegios así tenderán a ser de familias de renta baja y con más problemas estructurales.
Con los colegios en Estados Unidos financiados sobretodo por los gobiernos locales, es fácil entender por qué es malo tener estas bolsas de pobreza. Como comentaba no hace mucho, sin colegios decentes y ambientes propicios no hay forma humana de garantizar la igualdad de oportunidades; sin embargo, la gran barrera no es que uno sea negro o latino, la barrera es que uno es pobre.
El cambio de opinión del Supremo puede que provoque cambios legales en esta dirección, aunque la verdad, con un debate sobre relaciones raciales tan torpe como el que se vive en Estados Unidos, no creo que sirva de mucho. Espero, eso sí, que los jueces no sigan demasiado en este sentido; el racismo sigue existiendo en América, y recortar leyes contra la discriminación sería un tremendo error en muchos casos.
A todo esto, me parece muy divertido que todos esos analistas conservadores que se quejaban del "activismo judicial" de "jueces liberales" estén tan calladitos. Será que es sólo activismo si lo hacen otros, como de costumbre.
viernes, junio 29, 2007
Supongo que alguien pedirá disculpas
¿Recordais esa monumental estupidez que fue el caso Bono? Sí, esa absurda teoría de la conspiración en que el gobierno detenía ilegalmente militantes del PP por el mero hecho de estar al lado de un ministro berreando como posesos y llevando un palo en actitud amenazante delante de las cámaras, en medio de un multitud y con cientos de testigos. La condena inicial de los policías fue vista por muchos juristas como una sentencia totalmente absurda, y el Tribunal Supremo ha acabado por anular ese esperpento jurídico.
En fin, supongo que ahora todos esos profetas del PP que clamaban que en España se perseguía al principal partido de la oposición (ese que está compuesto por 10 millones de personas) saldrán en la tele diciendo que todos esos insultos eran un tontería, y pedirán disculpas.
Quizás no. Lo que harán, probablemente, será decir que un voto de 4-1 es de hecho prueba irrefutable que el tribunal está divido, el caso es dudoso, y que la justicia de hecho está controlada por el gobierno. Mientras tanto, los políticos populares responderán a todas las preguntas con un "yo nunca insinué nada, ni llamé nada a esos policías", ignorando alegremente el contenido de las hemerotecas. El juez de la Audiencia Provincial, mientras tanto, será premiado un día de estos con una nominación del Consejo General del Poder Judicial uno de estos días. Ya se sabe, por fervor a la causa.
Y lo mejor de todo, esto lo veremos otra vez pronto, con el ácido bórico. Total, desde cuando la verdad y la coherencia importan.
En fin, supongo que ahora todos esos profetas del PP que clamaban que en España se perseguía al principal partido de la oposición (ese que está compuesto por 10 millones de personas) saldrán en la tele diciendo que todos esos insultos eran un tontería, y pedirán disculpas.
Quizás no. Lo que harán, probablemente, será decir que un voto de 4-1 es de hecho prueba irrefutable que el tribunal está divido, el caso es dudoso, y que la justicia de hecho está controlada por el gobierno. Mientras tanto, los políticos populares responderán a todas las preguntas con un "yo nunca insinué nada, ni llamé nada a esos policías", ignorando alegremente el contenido de las hemerotecas. El juez de la Audiencia Provincial, mientras tanto, será premiado un día de estos con una nominación del Consejo General del Poder Judicial uno de estos días. Ya se sabe, por fervor a la causa.
Y lo mejor de todo, esto lo veremos otra vez pronto, con el ácido bórico. Total, desde cuando la verdad y la coherencia importan.
miércoles, junio 27, 2007
De gays y crecimiento económico
Añadan esto a la casilla de Ciencias Sociales bizarras. No hace demasiado Richard Florida, un tipo en la universidad George Mason, estaba escribiendo uno de esos artículos alimenticios (de los que dan de comer, vamos) que los sociólogos escriben de vez en cuando; una clasificación de las ciudades más "gay-friendly" (abiertas a lo gay) de Estados Unidos. Recordareis la poca gracia que me hacen estas clasificaciones; como siempre que se hace una lista, los criterios para construir los índices y comparar son siempre discutibles y muchas veces rozan lo arbitrario. Sin embargo, a vez de mala ciencia uno saca ideas dignas de explorar, y puede que el señor Florida haya topado con una.
Tras hacer sus numeritos y establecer sus criterios, la lista de las cinco ciudades más tolerantes en Estados Unidos le sale San Francisco, Seattle, Boston, Portland (Oregon), y Tampa. Uno no debe ser un lumbrera para darse cuenta que estas ciudades tienen todas ellas algo relevante; San Francisco y Silicon Valley, Seattle con Microsoft y Boeing, Boston con el MIT y sus industrias satélites, Tampa con Tech Data, y Portland por ser una de las ciudades con una economía más vibrante de la costa oeste. Curioso. Para ver si esta correlación era una coincidencia o tenía algo de relevante, decidió hacer otro estudio, esta vez buscando una relación entre tolerancia con los homosexuales y prosperidad económica.
Y mira por dónde, sale positiva. No es algo que no fuera conocido (los homosexuales, si mal no recuerdo, tienen una renta por encima de la media en casi todas partes), pero lo curioso es la intensidad de la correlación. El efecto de la renta más alta del colectivo gay no basta para explicar el aumento significativo de la renta en estas localidades, al ser un grupo pequeño; hay algún otro factor explicando el cambio.
Evidentemente, el indicador de "gay-friendliness" es extramadamente torpe, pero indica que hay algún otro mecanismo detrás produciendo este efecto. La idea es que probablemente no sólo que lo gay crea riqueza, si no que un entorno tolerante con lo gay tiende a producir riqueza de manera más efectiva. Es decir, una sociedad abierta culturalmente, que abraza las diferencias y no pone trabas al comportamiento individual o a ideas extrañas es más propensa a atraer gente innovadora, y con ello a generar más riqueza.
De nuevo, no es una idea radicalmente nueva. Cualquier amigo del libre mercado se pondrá a pegar saltos de alegría al ver un progresista irredento dándole la razón de este modo; lo curioso es que el efecto sea tan pronunciado incluso a nivel local. Lo que parece más curioso (y ahora exagero) es de hecho el matrimonio gay puede que no sea sólo una política de libertades civiles, si no una política de crecimiento económico.
La verdad, siempre he sido de los que no acaban de creerse que factores culturales o religiosos tienen peso en la economía o en el crecimiento. Sin embargo, desde este punto de vista, la cosa tiene cierto sentido; una sociedad que no respete o valore la identidad individual de un colectivo ciudadano tiene menos número que acepte sin rechistar ideas raras como hacerse rico vendiendo anuncios por palabras en internet (Google), superconductores o aviones de alta tecnología.
Aún con los (graves) problemas del artículo en cuestión y el francamente bizarro punto de partida, la verdad es que es una correlación curiosa. Sí, puede ser perfectamente espúrea (la causalidad puede ser que riqueza genera tolerancia, vamos), pero merecería un repaso usando indicadores algo menos chapuceros. A ver qué sale.
Tras hacer sus numeritos y establecer sus criterios, la lista de las cinco ciudades más tolerantes en Estados Unidos le sale San Francisco, Seattle, Boston, Portland (Oregon), y Tampa. Uno no debe ser un lumbrera para darse cuenta que estas ciudades tienen todas ellas algo relevante; San Francisco y Silicon Valley, Seattle con Microsoft y Boeing, Boston con el MIT y sus industrias satélites, Tampa con Tech Data, y Portland por ser una de las ciudades con una economía más vibrante de la costa oeste. Curioso. Para ver si esta correlación era una coincidencia o tenía algo de relevante, decidió hacer otro estudio, esta vez buscando una relación entre tolerancia con los homosexuales y prosperidad económica.
Y mira por dónde, sale positiva. No es algo que no fuera conocido (los homosexuales, si mal no recuerdo, tienen una renta por encima de la media en casi todas partes), pero lo curioso es la intensidad de la correlación. El efecto de la renta más alta del colectivo gay no basta para explicar el aumento significativo de la renta en estas localidades, al ser un grupo pequeño; hay algún otro factor explicando el cambio.
Evidentemente, el indicador de "gay-friendliness" es extramadamente torpe, pero indica que hay algún otro mecanismo detrás produciendo este efecto. La idea es que probablemente no sólo que lo gay crea riqueza, si no que un entorno tolerante con lo gay tiende a producir riqueza de manera más efectiva. Es decir, una sociedad abierta culturalmente, que abraza las diferencias y no pone trabas al comportamiento individual o a ideas extrañas es más propensa a atraer gente innovadora, y con ello a generar más riqueza.
De nuevo, no es una idea radicalmente nueva. Cualquier amigo del libre mercado se pondrá a pegar saltos de alegría al ver un progresista irredento dándole la razón de este modo; lo curioso es que el efecto sea tan pronunciado incluso a nivel local. Lo que parece más curioso (y ahora exagero) es de hecho el matrimonio gay puede que no sea sólo una política de libertades civiles, si no una política de crecimiento económico.
La verdad, siempre he sido de los que no acaban de creerse que factores culturales o religiosos tienen peso en la economía o en el crecimiento. Sin embargo, desde este punto de vista, la cosa tiene cierto sentido; una sociedad que no respete o valore la identidad individual de un colectivo ciudadano tiene menos número que acepte sin rechistar ideas raras como hacerse rico vendiendo anuncios por palabras en internet (Google), superconductores o aviones de alta tecnología.
Aún con los (graves) problemas del artículo en cuestión y el francamente bizarro punto de partida, la verdad es que es una correlación curiosa. Sí, puede ser perfectamente espúrea (la causalidad puede ser que riqueza genera tolerancia, vamos), pero merecería un repaso usando indicadores algo menos chapuceros. A ver qué sale.
domingo, junio 24, 2007
Salarios y nueva riqueza
Allá por febrero comentaba por aquí la evolución de los salarios, lanzando unas cuantas hipótesis sobre las razones sobre por qué se habían estancado de media, y qué soluciones tenía España sobre la mesa para solucionar este problema. Ayer en el País, en un ataque de relevancia, comentan de forma relativamente acertada un nuevo informe de la OCDE sobre la materia.
Sí, parece que la alta tasa de temporalidad y los inmigrantes en trabajos no cualificados presionan a la baja los salarios. Y sí, parece que el descenso es en parte un artefacto estadístico; si bien han disminuido un 4% en 10 años de media, la desigualdad ha aumentado. La cuestión, evidentemente, es a qué nivel de renta los salarios no han disminuido.
Dos comentarios finales. Primero, el hecho que el poder adquisitivo de los salarios individualmente ha disminuido no significa que la renta familiar haya hecho lo mismo. Como señala el informe, los salarios quizás han bajado, pero hay mucha más población empleada en el país ahora (el paro se ha reducido a la mitad), con una mayor población activa. Si se toma una métrica de renta familiar, es muy probable que esta haya aumentado. Sí, la caída de los salarios es una mala noticia, pero no significa necesariamente que las familias españolas estén peor ahora que hace 10 años, al tener dos personas trabajando en vez de una.
Otro detalle importante es que un descenso de salarios agregado puede de hecho esconder un beneficio general para toda la población española. Un número enorme de nuevos trabajadores con bajos salarios son inmigrantes; es perfectamente posible que los "nativos" hayan tenido una evolución salarial bastante más favorable. Para los recién llegados, su salario en España es casi siempre una enorme mejora sobre su renta en sus países de origen.
Como de costumbre, las estadísticas necesitan muchísimo detalle antes de llegar a conclusiones sólidas. España necesita urgentemente dedicar energías a solucionar este problema; cosas como la ley de dependencia, el incremento del gasto en educación o la reforma del I+D son primeros pasos sólidos, pero es necesario hacer más. Es más de lo que hicieron los gobiernos del PP sobre la materia (la derecha, a fin de cuentas, no tiene la redistribución entre sus prioridades; por algo gobernaban en 8 de los 10 años que cubren los datos), pero no debemos quedarnos en sólo eso.
Sí, parece que la alta tasa de temporalidad y los inmigrantes en trabajos no cualificados presionan a la baja los salarios. Y sí, parece que el descenso es en parte un artefacto estadístico; si bien han disminuido un 4% en 10 años de media, la desigualdad ha aumentado. La cuestión, evidentemente, es a qué nivel de renta los salarios no han disminuido.
Dos comentarios finales. Primero, el hecho que el poder adquisitivo de los salarios individualmente ha disminuido no significa que la renta familiar haya hecho lo mismo. Como señala el informe, los salarios quizás han bajado, pero hay mucha más población empleada en el país ahora (el paro se ha reducido a la mitad), con una mayor población activa. Si se toma una métrica de renta familiar, es muy probable que esta haya aumentado. Sí, la caída de los salarios es una mala noticia, pero no significa necesariamente que las familias españolas estén peor ahora que hace 10 años, al tener dos personas trabajando en vez de una.
Otro detalle importante es que un descenso de salarios agregado puede de hecho esconder un beneficio general para toda la población española. Un número enorme de nuevos trabajadores con bajos salarios son inmigrantes; es perfectamente posible que los "nativos" hayan tenido una evolución salarial bastante más favorable. Para los recién llegados, su salario en España es casi siempre una enorme mejora sobre su renta en sus países de origen.
Como de costumbre, las estadísticas necesitan muchísimo detalle antes de llegar a conclusiones sólidas. España necesita urgentemente dedicar energías a solucionar este problema; cosas como la ley de dependencia, el incremento del gasto en educación o la reforma del I+D son primeros pasos sólidos, pero es necesario hacer más. Es más de lo que hicieron los gobiernos del PP sobre la materia (la derecha, a fin de cuentas, no tiene la redistribución entre sus prioridades; por algo gobernaban en 8 de los 10 años que cubren los datos), pero no debemos quedarnos en sólo eso.
sábado, junio 23, 2007
Ya era hora
La política española es razonablemente cercana a lo que vemos en el resto de democracias modernas. La retórica es ligeramente distinta, se tiende a hablar de cosas un poco más estúpidas y el tono un poco más apocalíptico, pero el funcionamiento de las instituciones es bastante comparable a casi cualquier sistema semi-bipartidista ahí fuera. No hagais caso a los histéricos que hablan del final de la democracia y el exterminio del régimen cada diez minutos; desde 1993, cuando el PSOE empezó a recibir curas de humildad constantes, los políticos se han normalizado muchísimo.
Hasta ahora, sin embargo, había un elemento en que los políticos españoles aún no estaban al nivel del resto de democracias, especialmente el PSOE. Estoy hablando de política de comunicación, y como el gobierno Zapatero ha sido espectacularmente inútil en este aspecto. El ejecutivo parece no haber realmente entendido cómo funcionan los medios durante lo que llevamos de legislatura; responden lento, no se centran en un mensaje, no son coherentes y no son capaces de bombardear a los medios con noticia tras noticia y declaración tras declaración para llevar siempre la iniciativa y mantener sus voz en portada con fuerza.
Y controlar a periodistas a base de conceder y retirar acceso a fuentes privilegiadas, por qué no. Que manejar a la prensa no siempre repartir carantoñas.
Así que cuando he leído el anuncio que en Moncloa van a construir un centro de prensa, he tenido la ligera ilusión que a lo mejor los socialistas están aprendiendo que uno no sólo debe gobernar bien, sino que uno debe parecer una máquina eficiente haciéndolo. El único gobierno que ha entendido realmente que significaba esto (con una ayuda espectacular de un inoperante oposición) fue Aznar en la primera legislatura, especialmente en tiempos del implacable (y muy eficaz) Miguel Ángel Rodríguez. Quizás el PSOE finalmente va ganar un poco de disciplina de comunicación.
No sería el primer gobierno que aprende a conducir a medio camino; la administración Clinton empezó siendo famosamente incompetente con la prensa, y acabaron siendo capaces de salir de un pollo como el caso Lewinsky ganando publicidad a base de trabajarse bien los medios.
Y sí, suena maravillosamente cínico. Bienvenidos al glorioso mundo de la comunicación política, también llamado el lado feo de las democracias. Cuestión de elecciones, vamos.
Hasta ahora, sin embargo, había un elemento en que los políticos españoles aún no estaban al nivel del resto de democracias, especialmente el PSOE. Estoy hablando de política de comunicación, y como el gobierno Zapatero ha sido espectacularmente inútil en este aspecto. El ejecutivo parece no haber realmente entendido cómo funcionan los medios durante lo que llevamos de legislatura; responden lento, no se centran en un mensaje, no son coherentes y no son capaces de bombardear a los medios con noticia tras noticia y declaración tras declaración para llevar siempre la iniciativa y mantener sus voz en portada con fuerza.
Y controlar a periodistas a base de conceder y retirar acceso a fuentes privilegiadas, por qué no. Que manejar a la prensa no siempre repartir carantoñas.
Así que cuando he leído el anuncio que en Moncloa van a construir un centro de prensa, he tenido la ligera ilusión que a lo mejor los socialistas están aprendiendo que uno no sólo debe gobernar bien, sino que uno debe parecer una máquina eficiente haciéndolo. El único gobierno que ha entendido realmente que significaba esto (con una ayuda espectacular de un inoperante oposición) fue Aznar en la primera legislatura, especialmente en tiempos del implacable (y muy eficaz) Miguel Ángel Rodríguez. Quizás el PSOE finalmente va ganar un poco de disciplina de comunicación.
No sería el primer gobierno que aprende a conducir a medio camino; la administración Clinton empezó siendo famosamente incompetente con la prensa, y acabaron siendo capaces de salir de un pollo como el caso Lewinsky ganando publicidad a base de trabajarse bien los medios.
Y sí, suena maravillosamente cínico. Bienvenidos al glorioso mundo de la comunicación política, también llamado el lado feo de las democracias. Cuestión de elecciones, vamos.
jueves, junio 21, 2007
"Si sangra, va en portada"
Estaba yo leyendo este fin de semana el excelente libro de Lance Bennett "News: the Politics of Illusion", un repaso a los cambios y traumas sufridos por el periodismo americano en estos últimos años. Bennett habla con cierta desazón como el ligeramente sarcástico lema de los editores de prensa local y regional "if it bleeds, it leads" estaba convirtiéndose poco a poco en un elemento central de todas las redacciones en Estados Unidos.
Es la historia de siempre. La mayoría de medios de comunicación americanos son ahora propiedad, como no podía ser de otra manera, de megacorporaciones con accionistas. Los jefes de estas compañías saben perfectamente que su trabajo consiste en enriquecer estos accionistas, por tanto tratan de hacer dos cosas: aumentar ingresos consiguiendo más audiencia, y disminuir costes recortando gastos inútiles.
Esto ha llevado a dos tendencias claras. Por un lado, muchos medios se pasan el día haciendo estudios de mercado, páneles y encuestas para tratar de discernir qué quiere la audiencia. Si los espectadores están más interesados en dramas personales, tiroteos, persecuciones y caos y desastre variado a lo largo y ancho del país, perfecto. Si el mundo exterior o problemas de más calado les aburren, eso fuera. Si el televidente quiere que en las noticias haya reportajes con consejos sobre cómo reducir la factura de la luz, leer los contratos de la tarjeta de crédito o trucos para comprar una casa, eso es lo que pondremos, y listo.
Los espectadores, al menos en Estados Unidos, parecen decir esto a los analistas, algo que ha hecho a muchos magnates de la comunicación muy felices. El motivo: es mucho más barato "informar" sobre estas chorradas que no sobre temas más serios. Tener un corresponsal en París vale dinero, y la verdad, sus noticias aburren. El resultado es que prácticamente ninguna cadena americana (ni siquiera CNN) tiene alguien en Francia, y la cobertura de las elecciones francesas ha sido entre ridícula e inexistente. Lo mismo para periodismo de investigación, reportajes sobre problemas de calado (el desastre sanitario en Estados Unidos sólo se ve en la tele cuando entrevista a Michael Moore promocionando su documental) y básicamente cualquier cosa que requiera el más mínimo esfuerzo.
Cuando uno enciende la televisión y sólo encuentra en canales que dan 24 horas de noticas chorradas como esta, esta, esta o esta (y no enlazo Fox News por que uno ya no sabe por dónde empezar) la verdad es que no puedo dejar de deprimirme. Y utilizando noticias de agencia, nada menos. No sea que en CNN trabaje algún periodista de más.
A los medios en Estados Unidos les van básicamente las siguientes historias: dramáticas, con personajes claro, que asusten a la gente y/o puedan ser "útiles" en la vida diaria de la audiencia. Al cuerno su relevancia agregada, si podemos poner en el titular que agujeros en las playas son más letales que tiburones (¡16 muertes desde 1990!) eso es lo que le mola a la gente.
Mi pregunta es, evidentemente, ¿Sucede esto en España?. La primera impresión me lleva a pensar que la cuestión es menos grave en la prensa (claro, clarísimo. Vamos, eso nunca lo verías en España) pero que la televisión parecía dirigirse lentamente hacia el mismo agujero. ¿Opiniones? ¿Comentarios? ¿Por qué no todos los medios son como NPR o la BBC?
Es la historia de siempre. La mayoría de medios de comunicación americanos son ahora propiedad, como no podía ser de otra manera, de megacorporaciones con accionistas. Los jefes de estas compañías saben perfectamente que su trabajo consiste en enriquecer estos accionistas, por tanto tratan de hacer dos cosas: aumentar ingresos consiguiendo más audiencia, y disminuir costes recortando gastos inútiles.
Esto ha llevado a dos tendencias claras. Por un lado, muchos medios se pasan el día haciendo estudios de mercado, páneles y encuestas para tratar de discernir qué quiere la audiencia. Si los espectadores están más interesados en dramas personales, tiroteos, persecuciones y caos y desastre variado a lo largo y ancho del país, perfecto. Si el mundo exterior o problemas de más calado les aburren, eso fuera. Si el televidente quiere que en las noticias haya reportajes con consejos sobre cómo reducir la factura de la luz, leer los contratos de la tarjeta de crédito o trucos para comprar una casa, eso es lo que pondremos, y listo.
Los espectadores, al menos en Estados Unidos, parecen decir esto a los analistas, algo que ha hecho a muchos magnates de la comunicación muy felices. El motivo: es mucho más barato "informar" sobre estas chorradas que no sobre temas más serios. Tener un corresponsal en París vale dinero, y la verdad, sus noticias aburren. El resultado es que prácticamente ninguna cadena americana (ni siquiera CNN) tiene alguien en Francia, y la cobertura de las elecciones francesas ha sido entre ridícula e inexistente. Lo mismo para periodismo de investigación, reportajes sobre problemas de calado (el desastre sanitario en Estados Unidos sólo se ve en la tele cuando entrevista a Michael Moore promocionando su documental) y básicamente cualquier cosa que requiera el más mínimo esfuerzo.
Cuando uno enciende la televisión y sólo encuentra en canales que dan 24 horas de noticas chorradas como esta, esta, esta o esta (y no enlazo Fox News por que uno ya no sabe por dónde empezar) la verdad es que no puedo dejar de deprimirme. Y utilizando noticias de agencia, nada menos. No sea que en CNN trabaje algún periodista de más.
A los medios en Estados Unidos les van básicamente las siguientes historias: dramáticas, con personajes claro, que asusten a la gente y/o puedan ser "útiles" en la vida diaria de la audiencia. Al cuerno su relevancia agregada, si podemos poner en el titular que agujeros en las playas son más letales que tiburones (¡16 muertes desde 1990!) eso es lo que le mola a la gente.
Mi pregunta es, evidentemente, ¿Sucede esto en España?. La primera impresión me lleva a pensar que la cuestión es menos grave en la prensa (claro, clarísimo. Vamos, eso nunca lo verías en España) pero que la televisión parecía dirigirse lentamente hacia el mismo agujero. ¿Opiniones? ¿Comentarios? ¿Por qué no todos los medios son como NPR o la BBC?
miércoles, junio 20, 2007
Irak: soluciones posibles e imposibles
El otro día escribía en un artículo sobre Oriente Medio como Estados Unidos había ganado todas las batallas pero seguía perdiendo la guerra. El análisis en general me sigue pareciendo correcto (no cambio de opinión tan rápido, vamos) pero lo que realmente me parece atroz es como despacho al final la idea que una dictadura podría ser una solución aceptable al conflicto en Irak. Luís Gómez, con cierta razón, respondió con un ataque de apoplejia aguda, en gran parte porque no me entendió lo que decía, pero sobretodo porque la verdad no es que me explicara demasiado bien.
Bien, supongo que es hora de desarrollar un poco el argumento. Espero que Luís, que cuando habla de la región normalmente dice cosas sensatas, me lo critique como se merece. Empezaré, como de costumbre, con una lista. En Irak ahora mismo hay en mi opinión cuatro escenarios posibles, dentro de una estimación más o menos sensata:
a.) Status quo:
Las cosas siguen como están, de forma más o menos indefinida. Esto es, los Estados Unidos siguen con la ocupación, los iraquíes siguen dándose de tortas entre ellos, y el país se mantiene en una guerra civil de (relativamente) baja intensidad gracias a estabilidad (relativa) que dan las tropas americanas. Es un resultado bastante horrible; estamos hablando de centenares de muertos civiles al día (imaginad España con un par de 11-M y Hipercor cada mañana), dos millones de desplazados (de una población de 27 millones) y una autoridad estatal entre patética y nula.
Es muy dudoso que los americanos puedan mejorar la situación con los niveles de tropas actuales a medio plazo; sencillamente, no tienen suficientes soldados para mantener los niveles de presión actuales más allá de septiembre, y de hecho aún con el último incremento de tropas la violencia ha vuelto a repuntar desde mayo. Por no hablar de Irán y sus cariñosos envíos de armas; para ellos mantener la guerra caliente es fácil.
b.) Partición:
No comentaré demasiado, ya que no parece estar en la agenda de Washington ni de broma. En parte porque uno tendría tres problemas en vez de uno, en parte porque Siria e Irán tendrían dos estados satélite de regalo. Y eso sin resolver el problema de la violencia; no es seguro que la partición no se convirtiera en un baño de sangre al estilo India-Pakistán.
c. ) Democracia estable:
Sin duda el mejor de los resultados posibles, y el que obviamente los iraquíes desean mayoritariamente, cuando no están huyendo de algún miliciano local. El problema es la factura necesaria para obtener este resultado.
Siendo realistas, la única manera para darle a la democracia iraquí una mínima posibilidad de supervivencia es que Estados Unidos duplique su nivel de gasto militar, ponga medio millón de soldados sobre el terreno para estabilizar el país, suelte un par de sopapos a Irán para que dejen de incordiar, y el mundo entero se trague una crisis del petroleo cuando Irán y los Saudíes traten de descarrilar el invento. Si se produce el milagro y los iraquiés son capaces de parir una constitución que evite que la estructura económica y social del país acabe con el régimen democrático, entonces, y sólo entonces (y estoy hablando de un arreglo político rematadamente complicado), Irak tiene alguna opción.
¿El problema? Políticamente es insostenible. Si Bush pide esto al país ahora mismo será echado a patadas de la Casa Blanca, en vista de la enorme chapuza que ha sido todo este asunto. El resto de occidente no va a pagar la factura de los errores de Estados Unidos (seremos demócratas, pero no idiotas), y obviamente ni Hillary, ni Giulani, ni Obama, ni Bloomberg van a lanzarse a desfacer entuertos como Johnson hizo en Vietnam en una guerra que no es suya. Y más en algo que puede que funcione, puede que no, o puede que acabe en una guerra abierta con Irán, Pakistán y un pollo a escala planetaria de narices.
d.) Dictadura más o menos camuflada:
La última opción, y la más patéticamente realista, es la vuelta al status quo previo a la invasión. Irak como país estable, férreamente vigilado por la comunidad internacional, lo suficiente fuerte como para mantenerlo fuera de la órbita iraní y... bajo el puño de hierro de un dictador aliado.
Es una solución patéticamente cínica, pero la verdad, me temo que la más realista. Estados Unidos escoge uno de los bandos enfrentados en Irak que no sea especialmente ofensivo (laico, antiislámico, antiiraní. Ostras, los baathistas), lo arma hasta los dientes, y le deja que haga un golpe de estado que instaure una dictadura, con las tropas americanas cooperando sin que se note demasiado. Un poco de represión (razonable, sin pasarse), unas palmaditas en la espalda, y hala, ya nos podemos largar. Quizás sea necesario llegar a un acuerdo con Irán (garantías que el nuevo régimen no volverá a las andadas guerreras de antaño, levantar algunas sanciones a cambio de que no intervengan), y nada, un retorno al viejo y sencillo mundo de los régimenes autoritarios amigos.
Conclusiones:
Moralmente deleznable, pero política y estrategicamente la opción D es lo único remotamente realista. La opción A (status quo) es insostenible, y sólo refuerza a Irán, que tiene libertad de acción absoluta al carecer Estados Unidos de tropas para meterse en otro conflicto. La opción B no está sobre la mesa, y es probable que favorezca a los iraníes igual. La C es doblar la apuesta; el resultado estaría en el aire pero los costes políticos y económicos la hacen imposible. Queda D, la dictadura pactada bajo la mesa con Irán. Una solución triste, derrota clara y un final patético a una guerra que era probablemente una mala idea y que fue ejecutada del peor modo posible.
¿Es la mejor salida? Me temo que ya no estamos en una situación en que esta pregunta tenga sentido. No podemos volver el reloj atrás y repetir la invasión con medio millón de soldados; el electorado americano ya no está para esas cosas. No podemos arreglar el problema sin hacer sacrificios gigantescos, y no podemos abandonar el país a tontas y a locas dejando la puerta abierta para que Irán ponga un gobierno títere. Creo en la democracia, y la verdad, ojalá Irak hubiera salido bien, pero como están las cosas ahora, ni doblando la apuesta garantizaríamos que las cosas funcionasen.
Es hora de minimizar daños y dejar el quijotismo en la puerta.
Bien, supongo que es hora de desarrollar un poco el argumento. Espero que Luís, que cuando habla de la región normalmente dice cosas sensatas, me lo critique como se merece. Empezaré, como de costumbre, con una lista. En Irak ahora mismo hay en mi opinión cuatro escenarios posibles, dentro de una estimación más o menos sensata:
a.) Status quo:
Las cosas siguen como están, de forma más o menos indefinida. Esto es, los Estados Unidos siguen con la ocupación, los iraquíes siguen dándose de tortas entre ellos, y el país se mantiene en una guerra civil de (relativamente) baja intensidad gracias a estabilidad (relativa) que dan las tropas americanas. Es un resultado bastante horrible; estamos hablando de centenares de muertos civiles al día (imaginad España con un par de 11-M y Hipercor cada mañana), dos millones de desplazados (de una población de 27 millones) y una autoridad estatal entre patética y nula.
Es muy dudoso que los americanos puedan mejorar la situación con los niveles de tropas actuales a medio plazo; sencillamente, no tienen suficientes soldados para mantener los niveles de presión actuales más allá de septiembre, y de hecho aún con el último incremento de tropas la violencia ha vuelto a repuntar desde mayo. Por no hablar de Irán y sus cariñosos envíos de armas; para ellos mantener la guerra caliente es fácil.
b.) Partición:
No comentaré demasiado, ya que no parece estar en la agenda de Washington ni de broma. En parte porque uno tendría tres problemas en vez de uno, en parte porque Siria e Irán tendrían dos estados satélite de regalo. Y eso sin resolver el problema de la violencia; no es seguro que la partición no se convirtiera en un baño de sangre al estilo India-Pakistán.
c. ) Democracia estable:
Sin duda el mejor de los resultados posibles, y el que obviamente los iraquíes desean mayoritariamente, cuando no están huyendo de algún miliciano local. El problema es la factura necesaria para obtener este resultado.
Siendo realistas, la única manera para darle a la democracia iraquí una mínima posibilidad de supervivencia es que Estados Unidos duplique su nivel de gasto militar, ponga medio millón de soldados sobre el terreno para estabilizar el país, suelte un par de sopapos a Irán para que dejen de incordiar, y el mundo entero se trague una crisis del petroleo cuando Irán y los Saudíes traten de descarrilar el invento. Si se produce el milagro y los iraquiés son capaces de parir una constitución que evite que la estructura económica y social del país acabe con el régimen democrático, entonces, y sólo entonces (y estoy hablando de un arreglo político rematadamente complicado), Irak tiene alguna opción.
¿El problema? Políticamente es insostenible. Si Bush pide esto al país ahora mismo será echado a patadas de la Casa Blanca, en vista de la enorme chapuza que ha sido todo este asunto. El resto de occidente no va a pagar la factura de los errores de Estados Unidos (seremos demócratas, pero no idiotas), y obviamente ni Hillary, ni Giulani, ni Obama, ni Bloomberg van a lanzarse a desfacer entuertos como Johnson hizo en Vietnam en una guerra que no es suya. Y más en algo que puede que funcione, puede que no, o puede que acabe en una guerra abierta con Irán, Pakistán y un pollo a escala planetaria de narices.
d.) Dictadura más o menos camuflada:
La última opción, y la más patéticamente realista, es la vuelta al status quo previo a la invasión. Irak como país estable, férreamente vigilado por la comunidad internacional, lo suficiente fuerte como para mantenerlo fuera de la órbita iraní y... bajo el puño de hierro de un dictador aliado.
Es una solución patéticamente cínica, pero la verdad, me temo que la más realista. Estados Unidos escoge uno de los bandos enfrentados en Irak que no sea especialmente ofensivo (laico, antiislámico, antiiraní. Ostras, los baathistas), lo arma hasta los dientes, y le deja que haga un golpe de estado que instaure una dictadura, con las tropas americanas cooperando sin que se note demasiado. Un poco de represión (razonable, sin pasarse), unas palmaditas en la espalda, y hala, ya nos podemos largar. Quizás sea necesario llegar a un acuerdo con Irán (garantías que el nuevo régimen no volverá a las andadas guerreras de antaño, levantar algunas sanciones a cambio de que no intervengan), y nada, un retorno al viejo y sencillo mundo de los régimenes autoritarios amigos.
Conclusiones:
Moralmente deleznable, pero política y estrategicamente la opción D es lo único remotamente realista. La opción A (status quo) es insostenible, y sólo refuerza a Irán, que tiene libertad de acción absoluta al carecer Estados Unidos de tropas para meterse en otro conflicto. La opción B no está sobre la mesa, y es probable que favorezca a los iraníes igual. La C es doblar la apuesta; el resultado estaría en el aire pero los costes políticos y económicos la hacen imposible. Queda D, la dictadura pactada bajo la mesa con Irán. Una solución triste, derrota clara y un final patético a una guerra que era probablemente una mala idea y que fue ejecutada del peor modo posible.
¿Es la mejor salida? Me temo que ya no estamos en una situación en que esta pregunta tenga sentido. No podemos volver el reloj atrás y repetir la invasión con medio millón de soldados; el electorado americano ya no está para esas cosas. No podemos arreglar el problema sin hacer sacrificios gigantescos, y no podemos abandonar el país a tontas y a locas dejando la puerta abierta para que Irán ponga un gobierno títere. Creo en la democracia, y la verdad, ojalá Irak hubiera salido bien, pero como están las cosas ahora, ni doblando la apuesta garantizaríamos que las cosas funcionasen.
Es hora de minimizar daños y dejar el quijotismo en la puerta.
martes, junio 19, 2007
Muerte de un mito
Ha muerto El Fary. Ha muerto un mito.
No, en serio. La música era inaguantable y esas series que perpetró en televisión eran un auténtico incentivo para lobotomizarse y abandonar este mundo, pero el tío era un mito. ¿Quién vamos a tener como objeto de chistes? ¿Qué representantes de la casposidad auténtica y tradicional hispánica nos quedan? La vieja España, la de lo cutre y mugriento, la horteridad tradicional, está desapareciendo lentamente. Georgie Dann es nuestra única esperanza, nuestro único guía.
Nos hacemos viejos.
A todo esto, el FLGJ ha filtrado un comunicado a Gara como tributo a lo que ellos dicen fue el gnomo de jardín que más éxitos tuvo en el mundo de la música. Descanse en paz.
No, en serio. La música era inaguantable y esas series que perpetró en televisión eran un auténtico incentivo para lobotomizarse y abandonar este mundo, pero el tío era un mito. ¿Quién vamos a tener como objeto de chistes? ¿Qué representantes de la casposidad auténtica y tradicional hispánica nos quedan? La vieja España, la de lo cutre y mugriento, la horteridad tradicional, está desapareciendo lentamente. Georgie Dann es nuestra única esperanza, nuestro único guía.
Nos hacemos viejos.
A todo esto, el FLGJ ha filtrado un comunicado a Gara como tributo a lo que ellos dicen fue el gnomo de jardín que más éxitos tuvo en el mundo de la música. Descanse en paz.
lunes, junio 18, 2007
Irán y las reglas del juego
Una de las grandes ironías de la política exterior americana estos años ha sido que ganando todas las batallas van camino de perder la guerra. Lo más deprimente para Estados Unidos (y occidente, dicho sea de paso) es que en el estado que les está derrotando no ha usado uno sólo de sus soldados para dejar en evidencia los errores de juicio de la administración Bush.
El 11 de septiembre, en contra de lo que muchos dicen, no cambió todo; lo único que cambió de forma decisiva es la forma de hacer política en Estados Unidos. Los atentados transformaron un presidente vacilante, mal valorado y con problemas graves para pasar cualquier legislación en el Congreso en un poder incontestable e incontestado, con una capacidad nunca vista para hacer y declarar la guerra. El error, y grave, es que a nadie se le ocurrió plantearse si realmente lo que les pedía el ejecutivo tenía algún sentido, o era la respuesta correcta.
La intervención en Afganistán, con sus problemas, tenía sentido. Bin Laden recibía cobijo, era un estado débil que patrocinaba atentados contra terceros países, y era un caso especialmente grave de dictadura islámica radical. Los talibanes habían vulnerado el principio de no agresión por omisión, así que el ataque se lo ganaron a pulso. Se invadió, con mala planificación y tropas insuficientes (algo que para variar estamos pagando ahora) y se cometió el error de eternizar la ocupación, pero se eliminó a un régimen que realmente había lanzado un ataque.
El siguiente paso, sin embargo, fue el error grave, y el auténtico regalo para Irán. La invasión de Irak fue literalmente ser el matón de patio de colegio que pega al chaval cojo, feo y con gafas para demostrar su fuerza; se atacó un estado que no tenía absolutamente nada que ver con nada de lo que había sucedido, que estaba esencialmente incapacitado y convertido en un protectorado de segunda, y que tenía un control más o menos ténue de su territorio, pero todavía efectivo. La entrada a saco de las tropas americanas, de nuevo sin planes claros, de nuevo insuficientes, no hizo más que aniquilar esa débil autoridad estatal, dejando un vacio enorme.
Como en la naturaleza, los sistemas políticos aborrecen el vacío. Lo detestan. El problema grave es cuando más de una fuerza trata de ocupar ese espacio, y no llega a estabilizarse. La competencia entre sistemas políticos, poderes casi-organizados que pretenden gobernar, crea siempre violencia; el Estado como ente garante del orden es un monopolio natural. Cuando múltiples facciones se lanzaron a una lucha por dominar el país en Irak, Irán no tuvo más que empezar a escoger entre sus clientes favoritos para sembrar cizaña, y asegurarse que saldría ganando.
Primero, haciendo la presencia americana en Irak enormemente costosa; el gobierno americano no puede permitirse, por motivos de prestigio e interés propio, que el país caiga en una eterna guerra civil, así que está obligado a quemar tropas y recursos en una guerra que desde el principio no tenía ningún valor estratégico para ellos. Segundo, en caso que los americanos se cansen, Irán estará apostando a caballo ganador, y acabará probablemente disfrutando de la existencia de un gobierno integrista amigo en su país vecino. Tercero, y aún más importante, la eterna ocupación ha limitado muchísimo la capacidad militar de Estados Unidos. Las fuerzas armadas americanas nunca estuvieron diseñadas para dedicarse a aventuras coloniales, y su estructura voluntaria hace cualquier expansión enormemente cara.
Por añadido, Irán ha recibido un regalo aún más valioso derivado de la invasión, el debilitamiento del principio de no injerencia en las relaciones internacionales. Con la administración Bush lanzando ataques a terceros basados en Casus Belli patéticamente ficticios, hablando de "cambios de régimen" alegremente y con occidente tratando a los palestinos como niños malcriados (y reaccionando como tales cuando Hamas ganó unas eleccciones), Irán ha decidido meterse en los asuntos de sus vecinos sin el más mínimo reparo. Total, occidente hace lo mismo. Y su gendarme mayor está metido hasta las cejas en una guerra que nos está saliendo gratis.
¿Qué salidas quedan?. La verdad, una vuelta a viejos principios. Los principios de no injerencia y no intervención pueden sonar crueles y cínicos, pero estaban en el centro de las convenciones del sistema internacional por un buen motivo. Ante todo, evitan esta clase de absurdos problemas irresolubles donde un estado como Irán puede jugar a bolos con la política de sus vecinos usando como justificación el hecho que Estados Unidos está haciendo lo mismo con tanques. La regla de que uno sólo le pega de tortas a otro en caso de que el otro esté metiéndose donde no le llaman es una idea sólida.
Irán no empezó a meterse donde no le llaman tras la invasión de Afganistán; incluso ellos entienden lo que significa responder a un ataque. Cuando Estados Unidos pasó a hacer experimentos democráticos, sin embargo, las cosas cambiaron rápido.
La vuelta al pragmatismo, me temo, será un retorno a la dictadura en Irak y posiblemente en Afganistan. Unos y otros llegarán a un pacto implícito de de apoyar al caudillo ganador, darle el gobierno, y dejar que mantenga la estabilidad como le plazca, siempre que no incordie a los vecinos. Cambiar todo para que nada cambie. Las dictaduras nunca son buenas noticias, pero desde luego son una solución mejor que una guerra civil infinita en todo el territorio.
El 11 de septiembre, en contra de lo que muchos dicen, no cambió todo; lo único que cambió de forma decisiva es la forma de hacer política en Estados Unidos. Los atentados transformaron un presidente vacilante, mal valorado y con problemas graves para pasar cualquier legislación en el Congreso en un poder incontestable e incontestado, con una capacidad nunca vista para hacer y declarar la guerra. El error, y grave, es que a nadie se le ocurrió plantearse si realmente lo que les pedía el ejecutivo tenía algún sentido, o era la respuesta correcta.
La intervención en Afganistán, con sus problemas, tenía sentido. Bin Laden recibía cobijo, era un estado débil que patrocinaba atentados contra terceros países, y era un caso especialmente grave de dictadura islámica radical. Los talibanes habían vulnerado el principio de no agresión por omisión, así que el ataque se lo ganaron a pulso. Se invadió, con mala planificación y tropas insuficientes (algo que para variar estamos pagando ahora) y se cometió el error de eternizar la ocupación, pero se eliminó a un régimen que realmente había lanzado un ataque.
El siguiente paso, sin embargo, fue el error grave, y el auténtico regalo para Irán. La invasión de Irak fue literalmente ser el matón de patio de colegio que pega al chaval cojo, feo y con gafas para demostrar su fuerza; se atacó un estado que no tenía absolutamente nada que ver con nada de lo que había sucedido, que estaba esencialmente incapacitado y convertido en un protectorado de segunda, y que tenía un control más o menos ténue de su territorio, pero todavía efectivo. La entrada a saco de las tropas americanas, de nuevo sin planes claros, de nuevo insuficientes, no hizo más que aniquilar esa débil autoridad estatal, dejando un vacio enorme.
Como en la naturaleza, los sistemas políticos aborrecen el vacío. Lo detestan. El problema grave es cuando más de una fuerza trata de ocupar ese espacio, y no llega a estabilizarse. La competencia entre sistemas políticos, poderes casi-organizados que pretenden gobernar, crea siempre violencia; el Estado como ente garante del orden es un monopolio natural. Cuando múltiples facciones se lanzaron a una lucha por dominar el país en Irak, Irán no tuvo más que empezar a escoger entre sus clientes favoritos para sembrar cizaña, y asegurarse que saldría ganando.
Primero, haciendo la presencia americana en Irak enormemente costosa; el gobierno americano no puede permitirse, por motivos de prestigio e interés propio, que el país caiga en una eterna guerra civil, así que está obligado a quemar tropas y recursos en una guerra que desde el principio no tenía ningún valor estratégico para ellos. Segundo, en caso que los americanos se cansen, Irán estará apostando a caballo ganador, y acabará probablemente disfrutando de la existencia de un gobierno integrista amigo en su país vecino. Tercero, y aún más importante, la eterna ocupación ha limitado muchísimo la capacidad militar de Estados Unidos. Las fuerzas armadas americanas nunca estuvieron diseñadas para dedicarse a aventuras coloniales, y su estructura voluntaria hace cualquier expansión enormemente cara.
Por añadido, Irán ha recibido un regalo aún más valioso derivado de la invasión, el debilitamiento del principio de no injerencia en las relaciones internacionales. Con la administración Bush lanzando ataques a terceros basados en Casus Belli patéticamente ficticios, hablando de "cambios de régimen" alegremente y con occidente tratando a los palestinos como niños malcriados (y reaccionando como tales cuando Hamas ganó unas eleccciones), Irán ha decidido meterse en los asuntos de sus vecinos sin el más mínimo reparo. Total, occidente hace lo mismo. Y su gendarme mayor está metido hasta las cejas en una guerra que nos está saliendo gratis.
¿Qué salidas quedan?. La verdad, una vuelta a viejos principios. Los principios de no injerencia y no intervención pueden sonar crueles y cínicos, pero estaban en el centro de las convenciones del sistema internacional por un buen motivo. Ante todo, evitan esta clase de absurdos problemas irresolubles donde un estado como Irán puede jugar a bolos con la política de sus vecinos usando como justificación el hecho que Estados Unidos está haciendo lo mismo con tanques. La regla de que uno sólo le pega de tortas a otro en caso de que el otro esté metiéndose donde no le llaman es una idea sólida.
Irán no empezó a meterse donde no le llaman tras la invasión de Afganistán; incluso ellos entienden lo que significa responder a un ataque. Cuando Estados Unidos pasó a hacer experimentos democráticos, sin embargo, las cosas cambiaron rápido.
La vuelta al pragmatismo, me temo, será un retorno a la dictadura en Irak y posiblemente en Afganistan. Unos y otros llegarán a un pacto implícito de de apoyar al caudillo ganador, darle el gobierno, y dejar que mantenga la estabilidad como le plazca, siempre que no incordie a los vecinos. Cambiar todo para que nada cambie. Las dictaduras nunca son buenas noticias, pero desde luego son una solución mejor que una guerra civil infinita en todo el territorio.
sábado, junio 16, 2007
Espero justifiquen el acuerdo
Coalición Canaria ha decidido dejar de negociar con el PSOE, ya que según ellos López Aguilar no les inspira confianza, y no creen que puedan implementar su programa con el de presidente autonómico. Por ello dan el portazo, y se dirigen a hablar con el PP, que les recibe, en principio, con los brazos abiertos.
El PP, en caso de pactar, deberán de todos modos explicar un par de cosas. Primero, por qué de golpe y porrazo eso de que gobierne la lista más votada ya no les hace gracia (nota: porque es una estupidez). Segundo, y más importante, por qué el PP quiere romper España.
Sí, romper España. Coalición Canaria dice que no quieren pactar con los socialistas porque no creen que vayan a aprobarles el estatuto. ¿Está el PP vendiéndose a los nacionalistas? ¿Están los populares destruyendo la nación española a cambio de un cochino gobierno autonómico? ¿Apoya Rajoy que Canarias tenga una financiación especial, policía propia y competencias en inmigración extensivas?
Esperamos respuesta.
A lo mejor es que Rajoy es un cínico descomunal como cualquier otro, y que los medios de la derecha, para variar, aplaudirán con las orejas una cosa y su contraria, dependiendo quién lo defiende.
El PP, en caso de pactar, deberán de todos modos explicar un par de cosas. Primero, por qué de golpe y porrazo eso de que gobierne la lista más votada ya no les hace gracia (nota: porque es una estupidez). Segundo, y más importante, por qué el PP quiere romper España.
Sí, romper España. Coalición Canaria dice que no quieren pactar con los socialistas porque no creen que vayan a aprobarles el estatuto. ¿Está el PP vendiéndose a los nacionalistas? ¿Están los populares destruyendo la nación española a cambio de un cochino gobierno autonómico? ¿Apoya Rajoy que Canarias tenga una financiación especial, policía propia y competencias en inmigración extensivas?
Esperamos respuesta.
A lo mejor es que Rajoy es un cínico descomunal como cualquier otro, y que los medios de la derecha, para variar, aplaudirán con las orejas una cosa y su contraria, dependiendo quién lo defiende.
jueves, junio 14, 2007
Orgullo de ser (casi) español
Una de las mejores maneras de explicar en qué consiste España a un americano es traducirle la letra del himno nacional. Sí, esa de "tataaa taaa taaaaa taaa tataaa...". Vamos, la que no existe. Lo cierto es que estoy especialmente orgulloso de esa letra; es clara, fácil de recordar, y expresa mejor que ninguna otra el espíritu y los valores del país. El hecho de tener un texto tan puro, simple y bello es un caso bastante único; no hay demasiados estados que se gasten ese lirismo.
No estoy bromeando. ¿Qué mejor mánera hay para definir España que tener el himno sin letra?. Tras tantos años de dictadura, bocinismo españolizante y gritos de una-grande-y-libre, el dejar la cancioncita de marras sin letra fue una muestra bastante significativa de lo hartos que estábamos todos de tanto simbolito chorra. Por primera vez en mucho tiempo se redactaba una constitución que dejaba bien claro lo que España había sido desde tiempo inmemorial, un país de locos lleno en el que cada uno ama su terruño (y su equipo de fútbol) más que al país entero. Si estamos todos juntos es porque uno, le tenemos más manía a los franceses que al resto de la península, y dos, no hay nada más divertido que meterse con el de la región de al lado. Ni nación de naciones ni historias; España es una familia disfuncional, abueletes cascarrabias incluidos.
Tanto esencialismo y debate salvapatrias es la verdad una pérdida de tiempo. Si algo define este país es que jugamos de pena en los mundiales, nos pasamos la vida protestando y que armamos motines en un aeropuerto si un vuelo se retrasa demasiado (algo que no vereis nunca en Estados Unidos, por cierto. El motín, no los retrasos). España, en esencia, es eso que decía Napoleón; un país lleno de tipos bajitos, cejijuntos y con muy mala leche que se pasan la vida discutiendo, pero que eso sí, no se apuntarían a ningún otro club ni jartos de vino.
La verdad, dejaros de himnos y tratar de cohesionar el país. En un lugar donde pones a cuatro a discutir de política y tienes cinco opiniones distintas es mejor dejarse de estas historias. Por una vez en la vida que el alegre anarquismo funcional del país nos sirve de algo (parir una democracia, crecer como locos y tener a los políticos acojonados por el marcaje que les está cayendo), mejor que nos dejemos de chorradas y disfrutemos del invento.
España debería estar orgullosa de no estár de acuerdo consigo misma para casi nada, ni siquiera el himno. Si estuviera prieta y todos a una seríamos otra cosa; y la verdad, para país coñazo donde nada pasa ya está Suiza. Menos himno y más sangría, anda.
No estoy bromeando. ¿Qué mejor mánera hay para definir España que tener el himno sin letra?. Tras tantos años de dictadura, bocinismo españolizante y gritos de una-grande-y-libre, el dejar la cancioncita de marras sin letra fue una muestra bastante significativa de lo hartos que estábamos todos de tanto simbolito chorra. Por primera vez en mucho tiempo se redactaba una constitución que dejaba bien claro lo que España había sido desde tiempo inmemorial, un país de locos lleno en el que cada uno ama su terruño (y su equipo de fútbol) más que al país entero. Si estamos todos juntos es porque uno, le tenemos más manía a los franceses que al resto de la península, y dos, no hay nada más divertido que meterse con el de la región de al lado. Ni nación de naciones ni historias; España es una familia disfuncional, abueletes cascarrabias incluidos.
Tanto esencialismo y debate salvapatrias es la verdad una pérdida de tiempo. Si algo define este país es que jugamos de pena en los mundiales, nos pasamos la vida protestando y que armamos motines en un aeropuerto si un vuelo se retrasa demasiado (algo que no vereis nunca en Estados Unidos, por cierto. El motín, no los retrasos). España, en esencia, es eso que decía Napoleón; un país lleno de tipos bajitos, cejijuntos y con muy mala leche que se pasan la vida discutiendo, pero que eso sí, no se apuntarían a ningún otro club ni jartos de vino.
La verdad, dejaros de himnos y tratar de cohesionar el país. En un lugar donde pones a cuatro a discutir de política y tienes cinco opiniones distintas es mejor dejarse de estas historias. Por una vez en la vida que el alegre anarquismo funcional del país nos sirve de algo (parir una democracia, crecer como locos y tener a los políticos acojonados por el marcaje que les está cayendo), mejor que nos dejemos de chorradas y disfrutemos del invento.
España debería estar orgullosa de no estár de acuerdo consigo misma para casi nada, ni siquiera el himno. Si estuviera prieta y todos a una seríamos otra cosa; y la verdad, para país coñazo donde nada pasa ya está Suiza. Menos himno y más sangría, anda.
miércoles, junio 13, 2007
Reconstruyendo el PSM (II): propuestas concretas
Ayer hablaba, no sin cierta desazón, de los problemas y miserias del Partido Socialista de Madrid como organización política. Como todas las cosas en este mundo, es mucho más sencillo describir qué es lo que no funciona que no tratar de solucionarlo. Aún así, creo que hay algunas ideas relativamente sencillas que pueden ayudar a hacer que este partido deje de ser el pariente feo y disfuncional del PSOE.
Dividiré la lista de recomendaciones en dos grupos. La primera, más concreta y realista, son los parches de urgencia a impulsar tan pronto como sea posible. Si la gestora tiene capacidad para forzar alguno de estos retoques antes del Congreso, aún mejor, aunque lo veo difícil. El segundo grupo de ideas es algo más ambicioso, y pretendería ser una lista de cambios para hacer de los partidos organizaciones más ágiles, si bien permaneciendo relativamente organizados.
Cambios a corto plazo:
Purgar y liberar el censo:
Uno de los trucos clásicos para mantener las agrupaciones radicalmente inmoviles es el control del censo. Si un posible opositor no puede hablar con los militantes y avisar a los no afines para votaciones, no hay manera de hacer cambios. Dar un mayor acceso a las listas y una mayor visibilidad a las votaciones es una manera estupenda de evitar que la misma oligarquía de siempre envíe los dinosaurios habituales como delegados al congreso.
Simplificar procedimientos:
Los más legalistas probablemente sufrirán un síncope, pero es vital para el partido hacer que los costes de participación se reduzcan. El número de reuniones y tardes perdidas que uno debe tragarse para cualquier votación es sencillamente aberrante; es imprescindible reducir los plazos para tomar decisiones o votar delegados. Las reglas deben simplificarse tanto como sea posible, de modo que un militante pueda ser parte activa de cualquier decisión sin tener que chuparse diez horas al mes escuchando chorradas.
Eso probablemente incluye, por cierto, restringir las inaguantables votaciones de enmiendas, propuestas y fantasía ideológica de salón que muchas agrupaciones inflingen. Es más eficiente votar a un delegado que represente tu postura y haga ese trabajo por tí en casa, y hacer el partido algo menos tedioso.
Dejar la representatividad:
Uno de los factores que hacen que la estructura de familias y mafias de salón sea tan estable es la manía de confundir estabilidad con consenso a toda costa. Cuando todo el mundo está en la ejecutiva y tiene capacidad de controlar su pequeña porción de caciquismo de partido, el pacto implícito es que las cosas no cambien si el resto me dejan en paz. En parlamento nacional esto es más o menos aceptable ya que el electorado es enorme y la capacidad de manipulación es limitada, pero cuando una coalición está al mando de un partido político, con su electorado reducido y sus infinitas manivelas y relés para controlar votos, la cosa es insostenible.
Al elegir un nuevo líder para el PSM, el afortunado / pobre infeliz debe tener un poder prácticamente absoluto. Se vote como se vote (una votación a varias vueltas es una buena idea), el pardillo que gane el cargo tiene que tener capacidad de formar su equipo solito, sin pactos, al estilo de un sistema mayoritario puro. Su objetivo, una vez nombrado jefe de la tribu, es llevarla a la tierra prometida de la victoria electoral; el Congreso le ha votado para que haga eso, o muera de forma patética víctima de las urnas de aquí cuatro años.
¿Provocará esta falta de inclusión en la ejecutiva divisiones en el partido? Es posible. Los perdedores, al fin y al cabo, seguramente harán ruido a la que vean que el jefe tiene números de estrellarse. Aún así, prefiero un partido ruidoso con un líder haciendo equilibrios que un grupo de dinosaurios oligofrénicos perdiendo constantemente. Y la verdad, creo que cualquier tipo que tenga una guerra pública con José Acosta ganará votos, no los perderá.
Cambios a largo plazo:
Limitar mandatos:
Limitar mandatos en cargos electos nunca me ha parecido una buena idea. Atas las manos a los políticos, restringes la capacidad de control de los votantes, desperdicias talento, y haces del ejecutivo un cargo bien poco útil conforme se acerca la fecha de caducidad, al estar todo el mundo pasando de él.
Dentro de los partidos, sin embargo, es algo que debe ser explorado. Dejando de lado aquellos cargos que se enfrentan a las urnas como jefes visibles del partido (Presidentes del Gobierno, autonómicos, alcaldes), que son vigilados por los votantes, el resto de cargos intemedios deberían ser renovados periódicamente. Evidentemente, eso puede llevar a que toda la familia de un cacique especialmente persistente sea secretaria de organización, uno detrás de otro, pero al menos hará las cosas difíciles.
Simplificar, simplificar, simplificar:
El partido debe cortar de forma radical la cantidad de niveles de poder y feudos que sufre actualmente. Debe eliminar las bizarras regulaciones y dibujos orgánicos arcaizantes al mínimo práctico, y organizarse en una serie de regiones de mayor tamaño y visibilidad. Cada "prefectura" debe tener un responsable claro, designado por la dirección, y que debe tener como prioridad número uno vender el partido, asegurarse que los candidatos que los militantes escojan para cada ayuntamiento tengan tanta ayuda como sea posible para hacer campaña, y que las elecciones para designarlos sean tan limpias como sea posible. Una especie de combinación entre guardián de la limpieza del sistema y animador político profesional, vamos.
Atraer talento:
Por añadido, el partido debe ser mucho más ágil asimilando ideas y utilizando talento. Si un abogado de treinta y pocos años y cierto nivel se acerca por una agrupación y dice que quiere ayudar en algo, no deben meterlo a pegar carteles y repartir octavillas; debe ser puesto en contacto con un diputado, concejal o cargo público similar y ver qué puede hacer en algo que le interese. La actividad de un partido político dejó de centrarse hace tiempo en la conversión de las masas; como máquinas de gobierno, deben tratar de atraer tantas ideas como puedan, aunque sea escribiendo bitácoras absurdas.
Ser muy duro con el clientelismo:
Suena muy sencillo, pero los políticos siempre tienen la tentación de mirar a otro lado cuando alguien mete los dedos donde no debe para evitar daño electoral. Error grave. La corrupción a bajo nivel es un auténtico cáncer para un partido político, ya que tiende a llevarlo a esos insidiosos equilibrios de incompetencia que estamos tratando evitar.
Escogiendo al jefe:
En este punto, soy relativamente agnóstico. Los sistemas de primarias tienen problemas atroces, pero dentro de lo malo son los más tolerables. Un sistema de delegados tiene también sus contraindicaciones, pero evita la tendencia de las primarias a escoger candidatos demasiado ideologizados un poco demasiado a menudo. Lo cierto es que debido a este último punto, y al hecho que prefiero que el partido trabaje duro en ganar elecciones, veo ambos aceptables, siempre que las "mafias" no estén operativas.
Notas finales:
Esto es lo que tenía en mi libretita para hoy, pero no está de más hacer algunos comentarios. Primero, los problemas no sólo afectan al PSM, y la verdad, hay más de una región donde el partido anda igualmente podrido y siguen ganando elecciones (Andalucia, por decir una). Las mejoras no sólo deberían ser para los perdedores. Segundo, ya he dicho por qué no me gustan las asambleas, así que no me pidais que las ponga. Tercero, sé de sobras que es una lista imperfecta; los partidos políticos son organizaciones muy, muy complicadas, y la verdad, con una tendencia casi innata a funcionar mal.
Cuarto, y más importante, las propuestas tienden a adaptarse al sistema electoral español, cosa que restringe las soluciones posibles. No creo que valga la pena especular como funcionaría el sistema si se introdujeran listas abiertas (sistema que repito, no me parece un avance sustancial) porque la verdad, no creo que las veamos nunca.
Dividiré la lista de recomendaciones en dos grupos. La primera, más concreta y realista, son los parches de urgencia a impulsar tan pronto como sea posible. Si la gestora tiene capacidad para forzar alguno de estos retoques antes del Congreso, aún mejor, aunque lo veo difícil. El segundo grupo de ideas es algo más ambicioso, y pretendería ser una lista de cambios para hacer de los partidos organizaciones más ágiles, si bien permaneciendo relativamente organizados.
Cambios a corto plazo:
Purgar y liberar el censo:
Uno de los trucos clásicos para mantener las agrupaciones radicalmente inmoviles es el control del censo. Si un posible opositor no puede hablar con los militantes y avisar a los no afines para votaciones, no hay manera de hacer cambios. Dar un mayor acceso a las listas y una mayor visibilidad a las votaciones es una manera estupenda de evitar que la misma oligarquía de siempre envíe los dinosaurios habituales como delegados al congreso.
Simplificar procedimientos:
Los más legalistas probablemente sufrirán un síncope, pero es vital para el partido hacer que los costes de participación se reduzcan. El número de reuniones y tardes perdidas que uno debe tragarse para cualquier votación es sencillamente aberrante; es imprescindible reducir los plazos para tomar decisiones o votar delegados. Las reglas deben simplificarse tanto como sea posible, de modo que un militante pueda ser parte activa de cualquier decisión sin tener que chuparse diez horas al mes escuchando chorradas.
Eso probablemente incluye, por cierto, restringir las inaguantables votaciones de enmiendas, propuestas y fantasía ideológica de salón que muchas agrupaciones inflingen. Es más eficiente votar a un delegado que represente tu postura y haga ese trabajo por tí en casa, y hacer el partido algo menos tedioso.
Dejar la representatividad:
Uno de los factores que hacen que la estructura de familias y mafias de salón sea tan estable es la manía de confundir estabilidad con consenso a toda costa. Cuando todo el mundo está en la ejecutiva y tiene capacidad de controlar su pequeña porción de caciquismo de partido, el pacto implícito es que las cosas no cambien si el resto me dejan en paz. En parlamento nacional esto es más o menos aceptable ya que el electorado es enorme y la capacidad de manipulación es limitada, pero cuando una coalición está al mando de un partido político, con su electorado reducido y sus infinitas manivelas y relés para controlar votos, la cosa es insostenible.
Al elegir un nuevo líder para el PSM, el afortunado / pobre infeliz debe tener un poder prácticamente absoluto. Se vote como se vote (una votación a varias vueltas es una buena idea), el pardillo que gane el cargo tiene que tener capacidad de formar su equipo solito, sin pactos, al estilo de un sistema mayoritario puro. Su objetivo, una vez nombrado jefe de la tribu, es llevarla a la tierra prometida de la victoria electoral; el Congreso le ha votado para que haga eso, o muera de forma patética víctima de las urnas de aquí cuatro años.
¿Provocará esta falta de inclusión en la ejecutiva divisiones en el partido? Es posible. Los perdedores, al fin y al cabo, seguramente harán ruido a la que vean que el jefe tiene números de estrellarse. Aún así, prefiero un partido ruidoso con un líder haciendo equilibrios que un grupo de dinosaurios oligofrénicos perdiendo constantemente. Y la verdad, creo que cualquier tipo que tenga una guerra pública con José Acosta ganará votos, no los perderá.
Cambios a largo plazo:
Limitar mandatos:
Limitar mandatos en cargos electos nunca me ha parecido una buena idea. Atas las manos a los políticos, restringes la capacidad de control de los votantes, desperdicias talento, y haces del ejecutivo un cargo bien poco útil conforme se acerca la fecha de caducidad, al estar todo el mundo pasando de él.
Dentro de los partidos, sin embargo, es algo que debe ser explorado. Dejando de lado aquellos cargos que se enfrentan a las urnas como jefes visibles del partido (Presidentes del Gobierno, autonómicos, alcaldes), que son vigilados por los votantes, el resto de cargos intemedios deberían ser renovados periódicamente. Evidentemente, eso puede llevar a que toda la familia de un cacique especialmente persistente sea secretaria de organización, uno detrás de otro, pero al menos hará las cosas difíciles.
Simplificar, simplificar, simplificar:
El partido debe cortar de forma radical la cantidad de niveles de poder y feudos que sufre actualmente. Debe eliminar las bizarras regulaciones y dibujos orgánicos arcaizantes al mínimo práctico, y organizarse en una serie de regiones de mayor tamaño y visibilidad. Cada "prefectura" debe tener un responsable claro, designado por la dirección, y que debe tener como prioridad número uno vender el partido, asegurarse que los candidatos que los militantes escojan para cada ayuntamiento tengan tanta ayuda como sea posible para hacer campaña, y que las elecciones para designarlos sean tan limpias como sea posible. Una especie de combinación entre guardián de la limpieza del sistema y animador político profesional, vamos.
Atraer talento:
Por añadido, el partido debe ser mucho más ágil asimilando ideas y utilizando talento. Si un abogado de treinta y pocos años y cierto nivel se acerca por una agrupación y dice que quiere ayudar en algo, no deben meterlo a pegar carteles y repartir octavillas; debe ser puesto en contacto con un diputado, concejal o cargo público similar y ver qué puede hacer en algo que le interese. La actividad de un partido político dejó de centrarse hace tiempo en la conversión de las masas; como máquinas de gobierno, deben tratar de atraer tantas ideas como puedan, aunque sea escribiendo bitácoras absurdas.
Ser muy duro con el clientelismo:
Suena muy sencillo, pero los políticos siempre tienen la tentación de mirar a otro lado cuando alguien mete los dedos donde no debe para evitar daño electoral. Error grave. La corrupción a bajo nivel es un auténtico cáncer para un partido político, ya que tiende a llevarlo a esos insidiosos equilibrios de incompetencia que estamos tratando evitar.
Escogiendo al jefe:
En este punto, soy relativamente agnóstico. Los sistemas de primarias tienen problemas atroces, pero dentro de lo malo son los más tolerables. Un sistema de delegados tiene también sus contraindicaciones, pero evita la tendencia de las primarias a escoger candidatos demasiado ideologizados un poco demasiado a menudo. Lo cierto es que debido a este último punto, y al hecho que prefiero que el partido trabaje duro en ganar elecciones, veo ambos aceptables, siempre que las "mafias" no estén operativas.
Notas finales:
Esto es lo que tenía en mi libretita para hoy, pero no está de más hacer algunos comentarios. Primero, los problemas no sólo afectan al PSM, y la verdad, hay más de una región donde el partido anda igualmente podrido y siguen ganando elecciones (Andalucia, por decir una). Las mejoras no sólo deberían ser para los perdedores. Segundo, ya he dicho por qué no me gustan las asambleas, así que no me pidais que las ponga. Tercero, sé de sobras que es una lista imperfecta; los partidos políticos son organizaciones muy, muy complicadas, y la verdad, con una tendencia casi innata a funcionar mal.
Cuarto, y más importante, las propuestas tienden a adaptarse al sistema electoral español, cosa que restringe las soluciones posibles. No creo que valga la pena especular como funcionaría el sistema si se introdujeran listas abiertas (sistema que repito, no me parece un avance sustancial) porque la verdad, no creo que las veamos nunca.
martes, junio 12, 2007
Después del desastre: reconstruyendo el PSM (I)
En estos días de reflexión y lágrimas en el partido socialista de Madrid, me he decido a desarrollar ideas de las que ya había hablado y proponer dos métodos e ideas para renovar y reconstruir esta singularmente atroz federación del partido.
Solución uno: sencilla y fácil
Utilizando los valiosos contactos descubiertos en la investigación del Tamayazo, localizamos unos cuantos constructores con demasiado dinero en el bolsillo dispuestos a trabajar por la causa. Tras un rápido análisis en busca del diputado o dirigente del PSM más idiota y mercenario que tengamos disponible, se le unta hasta las cejas para que salga a la calle a dar un discurso defendiendo ETA, el terrorismo y despreciando a las víctimas, que grabaremos con 12 cámaras y llevaremos inmediatamente a la fiscalia.
Con esta prueba en la mano, y sin demasiado miramientos, aplicamos la ley de partidos en plan cafre e ilegalizamos el PSM totalmente. En plan draconiano, con Acebes dirigiendo su aplicación. Todo ex-dirigente, ex-portavoz y ex-cargo del PSM no puede acercarse a menos de 50 metros de nada que huela a política sin que las fuerzas defensoras de la normalidad le peguen una paliza.
Entonces, y sólo entonces, el PSM 2: el retonnno puede ser fundado y cuidadosamente reconstruido desde la nada, libre de todo lastre.
Solución dos: larga, dura y difícil
Si digo que algo tan bizarro e ido de la olla como aplicar la ley de partidos de forma radicalmente arbitraria es el camino fácil para arreglar el desaguisado en el PSM, es para dar una idea bastante clara de lo complicado que resulta hacer cambios en una organización metida en un equilibrio pernicioso. Esencialmente, el problema de la PSM es el derivado de un progresivo cambio de objetivos: la federación ha pasado de ser una maquinaria preocupada en ganar elecciones para aplicar políticas a ser un cortijo de individuos que sólo aspiran a conservar su puesto.
Evaluando el problema:
Eso implica que para recuperar el partido en Madrid y volverlo al reino de los vivos debemos solucionar no uno sino dos problemas. Por un lado, es necesario arreglar los mecanismos de selección de líderes y cargos intermedios para asegurar que estos seleccionan tipos que se preocupan por ganar elecciones, y por otro, debemos asegurarnos que los mecanismos que permitían que los dirigentes se eternizaran no sean capaces de sobrevivir a sus fracasos.
El problema más urgente es el segundo, ya que es el gran culpable que el PSM sufra problemas atroces de selección adversa. Uno de los problemas graves de la organización es la lamentable falta de capacidad que ha demostrado en generar talento; los socialistas madrileños, cuando han escogido candidatos sin interferencias, han enviado una larga retahila de incompetentes congénitos a las urnas. Si Simancas es lo mejor que puedes enviar a unas elecciones, apaga y vámonos, básicamente.
Dicho en pocas palabras, apuntarte al partido en Madrid es una pérdida de tiempo. Si uno quiere hacer política de forma efectiva a nivel local se encontrará, con muy pocas excepciones, con una serie de agrupaciones antipáticas dirigidas por fósiles, que a base de controlar agendas, censos y cuatro palancas de patronazgo de tercera (pisos de protección oficial, alguna plaza de funcionario) repiten victoria tras victoria en su cortijo. Cualquier bravo ciudadano vágamente competente será aburrido en irrelevantes reuniones hasta la extenuación, o sacado a patadas más o menos literales del local a la que moleste demasiado.
El problema no se reduce a lo que sucede en las agrupaciones locales, por supuesto. Los secretarios de cada agrupación viven relativamente tranquilos siempre y cuando alguien por encima suyo no trabaje contra ellos; si el censo es accesible fácilmente, el patronazgo no llega y los procedimientos tienen cierta supervisión para evitar abusos, su posición será relativamente vulnerable. Como de secretario local se vive muy bien (eso parece; no se van ni con agua caliente), es evidente que un tipo avispado tratará de llegar a algún tipo de acuerdo que favorezca ambas partes. Un cargo intermedio necesita su colchoncito de delegados para eternizarse en la ejecutiva, a fin de cuentas; un pacto de no-agresión para mantener las cosas como están es una decisión perfectamente racional; cualquier desacuerdo tenderá a desvanecerse según la red de apoyos recíprocos solidifique una facción o coalición estable al mando.
Cuando una mayoría más o menos sólida se hace fuerte en la dirección del partido, el problema es que toda la estructura se vuelve increíblemente sólida. Una "insurgencia" de militantes cabreados con mucho tiempo que perder quizás puedan ganar una agrupación, pero requerirá un esfuerzo enorme. La cuestión es que este éxito de hecho no les dará acceso a casi nada; serán una minoría, seguirán siendo muy vulnerables sin apoyo desde arriba, y aún teniendo voz no tendrán capacidad real para ayudar a abrir otras agrupaciones contra la oposición del furibundo aparato.
Un tipo lanzado en paracaidas estilo Miguel Sebastián se dará cuenta inmediatamente de lo divertido que resulta hacer campaña totalmente sólo contra un rival que de hecho nunca ha tenido oposición real, estando los compañeros todo ocupados manteniendo el cortijo en orden. Y lo más descorazonador, el partido tendrá problemas gravísimos reclutando cuadros intermedios, es decir, profesionales, líderes sociales y personas de alto nivel educativo, que entran como independientes en listas o gobiernos y que son a menudo el verdadero vivero de talento de un partido político.
Con esta estructura interna, el partido evidentemente es bastante incapaz de seleccionar candidatos con talento o con ganas de hacer cambios. Nadie quiere cambios; todo el mundo está estupendamente disfrutando de los resultados del desastre. Sea quien sea el jefe, nos aseguraremos que primero, no quiera tocar nada, y segundo, si se le ocurre tocar algo, empiece a ser víctima de misteriosas desgracias, catástrofes e insurrecciones. Si, a lo mejor le hace ilusión mandar en algún sitio fuera del partido, pero todo lo que sea tocar el funcionamiento del partido será anatema, así que nadie hará campaña demasiado en serio. Incluso si votamos al jefe con unas primarias, estará atado y bien atado con las mismas cadenas.
¿Cómo romper con esta dinámica? Como se ve, la cosa es bastante complicada, y de hecho tiene algo de quijotesca. Romper un círculo vicioso es, a menudo, más difícil que partir de cero. Hablaremos de esto mañana.
Solución uno: sencilla y fácil
Utilizando los valiosos contactos descubiertos en la investigación del Tamayazo, localizamos unos cuantos constructores con demasiado dinero en el bolsillo dispuestos a trabajar por la causa. Tras un rápido análisis en busca del diputado o dirigente del PSM más idiota y mercenario que tengamos disponible, se le unta hasta las cejas para que salga a la calle a dar un discurso defendiendo ETA, el terrorismo y despreciando a las víctimas, que grabaremos con 12 cámaras y llevaremos inmediatamente a la fiscalia.
Con esta prueba en la mano, y sin demasiado miramientos, aplicamos la ley de partidos en plan cafre e ilegalizamos el PSM totalmente. En plan draconiano, con Acebes dirigiendo su aplicación. Todo ex-dirigente, ex-portavoz y ex-cargo del PSM no puede acercarse a menos de 50 metros de nada que huela a política sin que las fuerzas defensoras de la normalidad le peguen una paliza.
Entonces, y sólo entonces, el PSM 2: el retonnno puede ser fundado y cuidadosamente reconstruido desde la nada, libre de todo lastre.
Solución dos: larga, dura y difícil
Si digo que algo tan bizarro e ido de la olla como aplicar la ley de partidos de forma radicalmente arbitraria es el camino fácil para arreglar el desaguisado en el PSM, es para dar una idea bastante clara de lo complicado que resulta hacer cambios en una organización metida en un equilibrio pernicioso. Esencialmente, el problema de la PSM es el derivado de un progresivo cambio de objetivos: la federación ha pasado de ser una maquinaria preocupada en ganar elecciones para aplicar políticas a ser un cortijo de individuos que sólo aspiran a conservar su puesto.
Evaluando el problema:
Eso implica que para recuperar el partido en Madrid y volverlo al reino de los vivos debemos solucionar no uno sino dos problemas. Por un lado, es necesario arreglar los mecanismos de selección de líderes y cargos intermedios para asegurar que estos seleccionan tipos que se preocupan por ganar elecciones, y por otro, debemos asegurarnos que los mecanismos que permitían que los dirigentes se eternizaran no sean capaces de sobrevivir a sus fracasos.
El problema más urgente es el segundo, ya que es el gran culpable que el PSM sufra problemas atroces de selección adversa. Uno de los problemas graves de la organización es la lamentable falta de capacidad que ha demostrado en generar talento; los socialistas madrileños, cuando han escogido candidatos sin interferencias, han enviado una larga retahila de incompetentes congénitos a las urnas. Si Simancas es lo mejor que puedes enviar a unas elecciones, apaga y vámonos, básicamente.
Dicho en pocas palabras, apuntarte al partido en Madrid es una pérdida de tiempo. Si uno quiere hacer política de forma efectiva a nivel local se encontrará, con muy pocas excepciones, con una serie de agrupaciones antipáticas dirigidas por fósiles, que a base de controlar agendas, censos y cuatro palancas de patronazgo de tercera (pisos de protección oficial, alguna plaza de funcionario) repiten victoria tras victoria en su cortijo. Cualquier bravo ciudadano vágamente competente será aburrido en irrelevantes reuniones hasta la extenuación, o sacado a patadas más o menos literales del local a la que moleste demasiado.
El problema no se reduce a lo que sucede en las agrupaciones locales, por supuesto. Los secretarios de cada agrupación viven relativamente tranquilos siempre y cuando alguien por encima suyo no trabaje contra ellos; si el censo es accesible fácilmente, el patronazgo no llega y los procedimientos tienen cierta supervisión para evitar abusos, su posición será relativamente vulnerable. Como de secretario local se vive muy bien (eso parece; no se van ni con agua caliente), es evidente que un tipo avispado tratará de llegar a algún tipo de acuerdo que favorezca ambas partes. Un cargo intermedio necesita su colchoncito de delegados para eternizarse en la ejecutiva, a fin de cuentas; un pacto de no-agresión para mantener las cosas como están es una decisión perfectamente racional; cualquier desacuerdo tenderá a desvanecerse según la red de apoyos recíprocos solidifique una facción o coalición estable al mando.
Cuando una mayoría más o menos sólida se hace fuerte en la dirección del partido, el problema es que toda la estructura se vuelve increíblemente sólida. Una "insurgencia" de militantes cabreados con mucho tiempo que perder quizás puedan ganar una agrupación, pero requerirá un esfuerzo enorme. La cuestión es que este éxito de hecho no les dará acceso a casi nada; serán una minoría, seguirán siendo muy vulnerables sin apoyo desde arriba, y aún teniendo voz no tendrán capacidad real para ayudar a abrir otras agrupaciones contra la oposición del furibundo aparato.
Un tipo lanzado en paracaidas estilo Miguel Sebastián se dará cuenta inmediatamente de lo divertido que resulta hacer campaña totalmente sólo contra un rival que de hecho nunca ha tenido oposición real, estando los compañeros todo ocupados manteniendo el cortijo en orden. Y lo más descorazonador, el partido tendrá problemas gravísimos reclutando cuadros intermedios, es decir, profesionales, líderes sociales y personas de alto nivel educativo, que entran como independientes en listas o gobiernos y que son a menudo el verdadero vivero de talento de un partido político.
Con esta estructura interna, el partido evidentemente es bastante incapaz de seleccionar candidatos con talento o con ganas de hacer cambios. Nadie quiere cambios; todo el mundo está estupendamente disfrutando de los resultados del desastre. Sea quien sea el jefe, nos aseguraremos que primero, no quiera tocar nada, y segundo, si se le ocurre tocar algo, empiece a ser víctima de misteriosas desgracias, catástrofes e insurrecciones. Si, a lo mejor le hace ilusión mandar en algún sitio fuera del partido, pero todo lo que sea tocar el funcionamiento del partido será anatema, así que nadie hará campaña demasiado en serio. Incluso si votamos al jefe con unas primarias, estará atado y bien atado con las mismas cadenas.
¿Cómo romper con esta dinámica? Como se ve, la cosa es bastante complicada, y de hecho tiene algo de quijotesca. Romper un círculo vicioso es, a menudo, más difícil que partir de cero. Hablaremos de esto mañana.
domingo, junio 10, 2007
Inmigración, o el tradicional bloqueo legislativo
Hará cosa de unos días hablaba con cierto detalle de lo intratable que resulta legislar sobre inmigración, al no existir soluciones que favorezcan a todo el mundo de forma evidente. Este jueves los políticos americanos han sido tan amables como para brindarme un ejemplo sobre por qué esto sucede, con el espectacular final del consenso sobre el tema que parecía haber emergido a finales del mes pasado.
Lo cierto es que este fracaso en la reforma legal es una muestra tanto de lo difícil que resulta legislar sobre este tema tan complicado, como el de un problema más general específico del sistema político americano, tradicionalmente muy poco diestro en afrontar legislación controvertida.
La Constitución de Estados Unidos es un documento extraordinario; probablemente uno de los textos legales más importantes jamás escritos. Es corta, elegante y flexible, con el privilegio añadido que sus diseñadores (Madison, Hamilton, Jay) escribieron largo y tendido sobre los motivos detrás de cada una de sus decisiones. El problema obvio con la Constitución, sin embargo, es que no importa lo flexible que resulte, está escrita hace más de doscientos años, un mundo totalmente distinto, y por unos autores que temían más las prisas que nada en este mundo.
El proceso para aprobar una ley en Estados Unidos es horriblemente complicado. Un texto debe sobrevivir su comité sectorial, un comité que se encarga de la agenda del pleno, ser aprobado en un cámara, sobrevivir en la otra sin enmiendas (o ser enmendado o contraatacado por otra por otra propuesta y pasar a ser consensuado) y evitar un posible veto presidencial, todo ello en un legislativo con partidos relativamente poco disciplinados y lleno de intereses contrapuestos. Madison, que supongo que era cruel, escribiría que prefería un proceso complicado a uno de mayorías simples, ya que así se evitarían las decisiones pasionales apresuradas, y se escribirían sólo leyes bien pensadas y estudiadas.
Aunque suene relativamente ingenuo, lo cierto es que la idea era bastante correcta, y Estados Unidos ha evitado en general cometer estupideces legislativas graves en los últimos 200 años. Lo que no excluye, obviamente, es que los americanos sí han evitado pasar legislación crucial y urgente de forma rápida y efectiva demasiado a menudo, creando una propensión grave a arrastrar situaciones intolerables durante largos periodos de tiempo, todo intento de reforma muriendo en los bizantinos pasillos del Congreso. Así andamos por aquí en temas de inmigración, sanidad y cambio climático, en los que el electorado quiere cambios de forma abrumadora, pero no hay manera de pasar una ley decente. Y así sucedió con temas de derechos civiles, la espantosamente lenta reacción al crack de 1929, y otras muchas materias.
En jerga de Ciencia Política al estudiar sistemas como el americano usamos un concepto sorprendentemente obtruso, el de los veto players, o actores con capacidad de veto. Un veto player es un individuo, organismo, comité o ente (vamos, un actor) que tiene capacidad para cargarse una decisión sin necesitar ayuda de nadie. Puede ser desde el presidente de un comité que te pone tu reforma legal siempre en el último puesto de la agenda (ese que no llega nunca a votarse) a un grupo de senadores (cuyo voto es crucial) de estados con minas de carbón que no quieren que la protección del medio ambiente les cierre industrias en su terruño.
En el proceso legislativo americano el número potencial de actores con capacidad de veto es enorme, y el de personajes capaces de hacerte arrastrar por el barro para que cualquier cosa suceda a un velocidad tolerable aún más. Eso quiere decir que cualquier ley aprobada por el Congreso es de hecho una especie de monstruo mutante derivado de un extraño proceso de selección natural inverso. En este sistema, no sobrevive la ley más fuerte, sino la más inofensiva o en su defecto la que es capaz de comprar favores ("mira, añado este artículo que subvenciona esto en tu distrito") de forma más eficiente. Una reforma para prosperar tiene que andar por un sendero estrecho y peligroso, cuidándose de no salirse de lo marcado y entrar en lugares que irriten a alguien con una escopeta de caza.
Evidentemente, hay una rama enterita de la Ciencia Política que estudia y analiza esto con un entusiasmo encomiable, usando como punto de partida algo parecido al modelo de los heladeros, pero complicándolo para hacerlo mucho más realista. Se puede empezar con algo como las minorías con capacidad de chantaje que describía hará unos meses, añadiéndole medidas para hacer a cada grupo más flexible ("estamos dispuestos a aceptar hasta aquí), simplemente poniendo más actores o haciendo que cada uno tenga poderes distintos (que sólo uno de ellos pueda definir la agenda, o que los vetos sean secuenciales, no simultaneos).
Evidentemente, con una sólo tema a tratar las matemáticas son aún manejables, pero no somos demasiado realistas; en un tema como inmigración uno puede tener opiniones distintas en muchos temas (reagrupación familiar, visados temporales, residentes permanentes, criterios para escoger las cuotas de entrada, qué hacer con los ilegales...) haciendo la estructura de consensos bastante más complicada. Ya no estamos en un sólo eje decidiendo un nivel de impuestos; tenemos ahora un espacio multidimensional donde cada actor tiene un espacio ideológico más difícil de definir. La verdad, cuando se empieza a hablar de espacios cuadridimensionales con ventanas de consenso en cubos espaciotemporales chungos las matemáticas se hacen muy, muy complicadas, y básicamente dicen que ni los ordenadores ni los políticos son demasiado buenos encontrando una solución.
¿Son los sistemas parlamentarios mejores, entonces? La verdad, es muy difícil decirlo. Los sistemas más sencillos tienen ventajas por lo que respecta al control de los políticos y parecen tener una capacidad de supervivencia ligeramente superior como democracias (este punto, sin embargo, es muy discutible); a efectos de crecimiento económico, de todos modos, no se puede decir gran cosa, al haber muy pocos países (uno, vamos) con un sistema tan complejo que hayan sobrevivido muchos años. En el fondo, no creo que sea una distinción demasiado importante, pero no es algo que se pueda decir con seguridad.
Lo cierto es que este fracaso en la reforma legal es una muestra tanto de lo difícil que resulta legislar sobre este tema tan complicado, como el de un problema más general específico del sistema político americano, tradicionalmente muy poco diestro en afrontar legislación controvertida.
La Constitución de Estados Unidos es un documento extraordinario; probablemente uno de los textos legales más importantes jamás escritos. Es corta, elegante y flexible, con el privilegio añadido que sus diseñadores (Madison, Hamilton, Jay) escribieron largo y tendido sobre los motivos detrás de cada una de sus decisiones. El problema obvio con la Constitución, sin embargo, es que no importa lo flexible que resulte, está escrita hace más de doscientos años, un mundo totalmente distinto, y por unos autores que temían más las prisas que nada en este mundo.
El proceso para aprobar una ley en Estados Unidos es horriblemente complicado. Un texto debe sobrevivir su comité sectorial, un comité que se encarga de la agenda del pleno, ser aprobado en un cámara, sobrevivir en la otra sin enmiendas (o ser enmendado o contraatacado por otra por otra propuesta y pasar a ser consensuado) y evitar un posible veto presidencial, todo ello en un legislativo con partidos relativamente poco disciplinados y lleno de intereses contrapuestos. Madison, que supongo que era cruel, escribiría que prefería un proceso complicado a uno de mayorías simples, ya que así se evitarían las decisiones pasionales apresuradas, y se escribirían sólo leyes bien pensadas y estudiadas.
Aunque suene relativamente ingenuo, lo cierto es que la idea era bastante correcta, y Estados Unidos ha evitado en general cometer estupideces legislativas graves en los últimos 200 años. Lo que no excluye, obviamente, es que los americanos sí han evitado pasar legislación crucial y urgente de forma rápida y efectiva demasiado a menudo, creando una propensión grave a arrastrar situaciones intolerables durante largos periodos de tiempo, todo intento de reforma muriendo en los bizantinos pasillos del Congreso. Así andamos por aquí en temas de inmigración, sanidad y cambio climático, en los que el electorado quiere cambios de forma abrumadora, pero no hay manera de pasar una ley decente. Y así sucedió con temas de derechos civiles, la espantosamente lenta reacción al crack de 1929, y otras muchas materias.
En jerga de Ciencia Política al estudiar sistemas como el americano usamos un concepto sorprendentemente obtruso, el de los veto players, o actores con capacidad de veto. Un veto player es un individuo, organismo, comité o ente (vamos, un actor) que tiene capacidad para cargarse una decisión sin necesitar ayuda de nadie. Puede ser desde el presidente de un comité que te pone tu reforma legal siempre en el último puesto de la agenda (ese que no llega nunca a votarse) a un grupo de senadores (cuyo voto es crucial) de estados con minas de carbón que no quieren que la protección del medio ambiente les cierre industrias en su terruño.
En el proceso legislativo americano el número potencial de actores con capacidad de veto es enorme, y el de personajes capaces de hacerte arrastrar por el barro para que cualquier cosa suceda a un velocidad tolerable aún más. Eso quiere decir que cualquier ley aprobada por el Congreso es de hecho una especie de monstruo mutante derivado de un extraño proceso de selección natural inverso. En este sistema, no sobrevive la ley más fuerte, sino la más inofensiva o en su defecto la que es capaz de comprar favores ("mira, añado este artículo que subvenciona esto en tu distrito") de forma más eficiente. Una reforma para prosperar tiene que andar por un sendero estrecho y peligroso, cuidándose de no salirse de lo marcado y entrar en lugares que irriten a alguien con una escopeta de caza.
Evidentemente, hay una rama enterita de la Ciencia Política que estudia y analiza esto con un entusiasmo encomiable, usando como punto de partida algo parecido al modelo de los heladeros, pero complicándolo para hacerlo mucho más realista. Se puede empezar con algo como las minorías con capacidad de chantaje que describía hará unos meses, añadiéndole medidas para hacer a cada grupo más flexible ("estamos dispuestos a aceptar hasta aquí), simplemente poniendo más actores o haciendo que cada uno tenga poderes distintos (que sólo uno de ellos pueda definir la agenda, o que los vetos sean secuenciales, no simultaneos).
Evidentemente, con una sólo tema a tratar las matemáticas son aún manejables, pero no somos demasiado realistas; en un tema como inmigración uno puede tener opiniones distintas en muchos temas (reagrupación familiar, visados temporales, residentes permanentes, criterios para escoger las cuotas de entrada, qué hacer con los ilegales...) haciendo la estructura de consensos bastante más complicada. Ya no estamos en un sólo eje decidiendo un nivel de impuestos; tenemos ahora un espacio multidimensional donde cada actor tiene un espacio ideológico más difícil de definir. La verdad, cuando se empieza a hablar de espacios cuadridimensionales con ventanas de consenso en cubos espaciotemporales chungos las matemáticas se hacen muy, muy complicadas, y básicamente dicen que ni los ordenadores ni los políticos son demasiado buenos encontrando una solución.
¿Son los sistemas parlamentarios mejores, entonces? La verdad, es muy difícil decirlo. Los sistemas más sencillos tienen ventajas por lo que respecta al control de los políticos y parecen tener una capacidad de supervivencia ligeramente superior como democracias (este punto, sin embargo, es muy discutible); a efectos de crecimiento económico, de todos modos, no se puede decir gran cosa, al haber muy pocos países (uno, vamos) con un sistema tan complejo que hayan sobrevivido muchos años. En el fondo, no creo que sea una distinción demasiado importante, pero no es algo que se pueda decir con seguridad.
viernes, junio 08, 2007
NPR, a Prairie Home Companion y el milagro de la radio
Uno de los grandes desconocidos de la escena mediática americana es la radio pública, NPR. Escucho NPR religiosamente desde hace un año, y la verdad, la calidad de la programación es avasalladora. La información es uniformemente excepcional, los programas de entrevistas son realmente magníficos, los temas tratados son casi siempre relevantes e incluso los programas de entretenimiento son divertidos, inteligentes y mucho más ricos que en cualquier otro medio. Es un medio de comunicación público modélico, que sigue fielmente la norma de dar algo que ningún ejecutivo privado en su sano juicio se atrevería a poner en antena.
El ejemplo más brillante en la parrilla de NPR es probablemente A Prairie Home Companion, el francamente extraño programa de entretenimiento del escritor Garrison Keillor. En antena desde hace más de treinta años, estas dos horas radio semanales son una auténtica reliquia, una pieza de arqueología: un programa de variedades a la antigua hecho en directo. Algo así como una revista radiofónica con actores, música y comedia que no sonaría moderna en 1950, literalmente; un bucear a la enorme herencia cultural que los medios de comunicación de masas como la radio generaron en su época dorada, entre 1920 y 1955, y que de no ser por esta pieza de museo estaría totalmente olvidada.
A los más gafapastosos probablemente el programa les resultará familiar; la última película de Robert Altman, La Última Función, es una ficticia recreación del último día de emisión de este programa. Los que hayais visto la película entendereis de lo fascinante del programa; es un dulce mezcla de folklore, nostalgia y humor maravillosamente escrito, con Garrison Keillor ejerciendo de maestro de ceremonias con el mismo espíritu travieso y despistado que en la película. La mayoría de personajes (Dusty y Lefty, Guy Noir...) son dramatizados por Keillor y otros actores, en dulces parodias de humor blanquísimo de clichés de antaño y manías modernas. Es un programa excelente, ideal para izquierdosos gafapastas como un servidor.
Os preguntareis entonces de dónde sale en dinero para pagar esto, en un país tan obsesionado con evitar lo público como la peste, y sin emitir publicidad. Lo cierto es sí reciben una parte del estado y gobierno federal (WNPR, mi emisora local, un 10%) y el resto... de contribuciones voluntarias. Sí, de donativos, tanto de particulares como de empresas y fundaciones.
Aquí NPR hace algo de trampa, ya que si bien no emite anuncios, sí repite de vez en cuando cosas como "este programa se emite gracias los generosos donativos de Honda". Aún así, sólo un tercio de los ingresos de la emisora media viene de esta fuente; el resto viene de los oyentes. Sobre un 10% de los fieles gafapastosos que escuchan NPR pasan por caja, un número considerable (las cifras de audiencia no son bajas), y eso basta para que la mejor radio pública a este lado de la BBC funcione sin apenas dinero público.
Todo sea dicho que a veces son muy pesados pidiendo dinero (una vez al mes están mendigando en antena cada vez que hay un intermedio), pero lo cierto es que el sistema funciona. Es un medio sólido, informativo y totalmente único en este país, y probablemente la mejor forma de saber qué sucede en el resto del mundo en un medio fuera de internet en Estados Unidos. La televisión pública es un poco más triste (el presupuesto no da para tanto), pero sus informativos (que vemos tres personas en todo el estado, creo) son igualmente excelentes.
En fin, no hace falta que compare con España, supongo.
El ejemplo más brillante en la parrilla de NPR es probablemente A Prairie Home Companion, el francamente extraño programa de entretenimiento del escritor Garrison Keillor. En antena desde hace más de treinta años, estas dos horas radio semanales son una auténtica reliquia, una pieza de arqueología: un programa de variedades a la antigua hecho en directo. Algo así como una revista radiofónica con actores, música y comedia que no sonaría moderna en 1950, literalmente; un bucear a la enorme herencia cultural que los medios de comunicación de masas como la radio generaron en su época dorada, entre 1920 y 1955, y que de no ser por esta pieza de museo estaría totalmente olvidada.
A los más gafapastosos probablemente el programa les resultará familiar; la última película de Robert Altman, La Última Función, es una ficticia recreación del último día de emisión de este programa. Los que hayais visto la película entendereis de lo fascinante del programa; es un dulce mezcla de folklore, nostalgia y humor maravillosamente escrito, con Garrison Keillor ejerciendo de maestro de ceremonias con el mismo espíritu travieso y despistado que en la película. La mayoría de personajes (Dusty y Lefty, Guy Noir...) son dramatizados por Keillor y otros actores, en dulces parodias de humor blanquísimo de clichés de antaño y manías modernas. Es un programa excelente, ideal para izquierdosos gafapastas como un servidor.
Os preguntareis entonces de dónde sale en dinero para pagar esto, en un país tan obsesionado con evitar lo público como la peste, y sin emitir publicidad. Lo cierto es sí reciben una parte del estado y gobierno federal (WNPR, mi emisora local, un 10%) y el resto... de contribuciones voluntarias. Sí, de donativos, tanto de particulares como de empresas y fundaciones.
Aquí NPR hace algo de trampa, ya que si bien no emite anuncios, sí repite de vez en cuando cosas como "este programa se emite gracias los generosos donativos de Honda". Aún así, sólo un tercio de los ingresos de la emisora media viene de esta fuente; el resto viene de los oyentes. Sobre un 10% de los fieles gafapastosos que escuchan NPR pasan por caja, un número considerable (las cifras de audiencia no son bajas), y eso basta para que la mejor radio pública a este lado de la BBC funcione sin apenas dinero público.
Todo sea dicho que a veces son muy pesados pidiendo dinero (una vez al mes están mendigando en antena cada vez que hay un intermedio), pero lo cierto es que el sistema funciona. Es un medio sólido, informativo y totalmente único en este país, y probablemente la mejor forma de saber qué sucede en el resto del mundo en un medio fuera de internet en Estados Unidos. La televisión pública es un poco más triste (el presupuesto no da para tanto), pero sus informativos (que vemos tres personas en todo el estado, creo) son igualmente excelentes.
En fin, no hace falta que compare con España, supongo.
miércoles, junio 06, 2007
Recordatorio: la ficción de ETA
Estaba leyendo esta excelente entrada en Debate Callejero hablando (como no) del final de la tregua, y me ha recordado algo que escribí no hace demasiado siguiendo una línea argumental muy parecida. Quizás vale la pena recuperarlo.
La política española lleva muchos años viviendo en torno a dos debates en gran parte irrelevantes. El primero, y que ya me he hecho un hartón de mencionar, es el presunto peligro estatutario. Lo cierto es que a nivel comparado, la forma del estado y su grado de descentralización es bastante irrelevante en relación a su capacidad de crear riqueza, como discutía hace unos días. El debate en este caso debería centrarse en lo que vota el electorado y hacen los políticos, no en presuntas maldades generadas por el sistema.
El segundo tema irrelevante es, aunque parezca mentira, ETA. Y lo es desde hace al menos veinte años.
Primary Colors (XI): tonteando con la sanidad
Estos días he estado repasando programas electorales. Para ser más concreto, he estado leyendo el cúmulo de obviedades y vagas propuestas sin demasiado detalle que los candidatos a las primarias del partido demócrata tienen en sus respectivas páginas en la red, un acto de heroico masoquismo que estoy seguro pocos votantes americanos cometen.
Mi cuestión de interés, como de costumbre, es la sanidad, y más concretamente qué tienen en mente para tratar de reparar el horror diario que es el sistema sanitario americano.
No me detendré en describir el desastre (hablé de ello aquí y aquí; basta decir que se gastan más del doble por cápita que en España, tienen peores estadísticas sanitarias y dejan sin cubrir a 50 millones de personas), ya que es bastante incontestable; lo que es más curioso es la lista de propuestas que los candidatos están poniendo sobre la mesa.
Parte del problema en todo este asunto es que el sistema sanitario tiene cientos de problemas graves, no sólo uno. El New York Times habla hoy por ejemplo de la afición que tienen algunos médicos en tratar de prescribir tratamientos tan caros como sea posible, ya que de este modo ven un margen de beneficios mayor. Por no hablar de la costumbre harto irritante de las farmacéuticas de vender "nuevas versiones" de medicamentos a un precio más alto, anunciarlas en la tele constantemente (algo que es perfectamente legal aquí, tristemente) y sacar beneficios a base de ver como miles de pardillos pagan más por tomarse "lo último".
El sistema no es sólo víctima de la burocracia y el papeleo, la afición de las aseguradoras a sacarse de encima a los enfermos "caros" (crónicos, habitualmente) o el hecho que haya tanta gente tratando de sacar un honesto beneficio de todo este jaleo. También tiene la tendencia a poner las decisiones de gasto siempre en manos de aquellos que están peor informados (los pacientes mismos) o los que buscan sacar el mejor margen de beneficio posible (administradores médicos).
Como he comentado a menudo, el problema de hecho no es tan complicado de solucionar. Los europeos llevamos tiempo haciéndolo; seguro universal obligatorio, un sólo asegurador, y la prestación de servicios la pueda dar el estado o una empresa privada. Los americanos ya gastan casi tanto dinero por paciente como los europeos desde el sector público (Medicare, para jubilados, y Medicaid, para los patéticamente pobres), básicamente porque estos son de lejos los pacientes más caros; la otra mitad del gasto sanitario en Estados Unidos es básicamente aseguradoras depredando entre el resto de la población que tiene por defecto una factura sanitaria ridículamente baja.
¿Qué soluciones han puesto sobre la mesa los candidatos demócratas? Aquí tenemos a Hillary, aquí tenemos a Edwards (el más detallado) y aquí tenemos a Obama. Las propuestas de los tres, con diferencias cosméticas, tienen bastante en común: más de lo mismo. Todos dicen que usar más ordenadores, racionalizar el sistema, crear un sistema que evite gasto innecesario señalando los "mejores tratamientos", y básicamente hacer cambios para que el coste de los seguros privados sea menor. Edwards va un poco más lejos, todo sea dicho, con un plan extrañísimo que hace el asegurarse obligatorio, te rebaja impuestos si no puedes pagarlo, y crea un sistema de "mercados de seguros regionales" donde todo el mundo va a ir a comprar.
Dicho en otras palabras: parche, remiendo, recosido, parche, arreglo chapucero y bonito parche multicolor con topos y simbolitos de vote Edwards. Ninguno de los tres candidatos estrella se ha atrevido a proponer algo tan simple como "extender Medicare para todos"; un programa que aún con las chapuceras reformas recientes, es muchísimo más eficiente que las aseguradoras privadas.
¿Por qué estas medias tintas? La verdad, no acabo de entenderlo. Sí, las aseguradoras privadas son donantes importantes en las campañas electorales, pero no creo que ninguna de ellas esté demasiado contenta con cualquier propuesta de cambio, aunque sea menor, a un sistema que les proporciona unos niveles de beneficio simplemente estratosféricos. Entre rascar un poco la superficie y entrar a saco y cargarse el sistema no es que haya demasiado diferencia respecto al dinero que les van a sar.
La explicación que me parece más convincente para esta patética timidez se deriva del funcionamiento de la política americana en general. No importa que uno tenga una buena idea; lo que es crucial es que la pueda explicar en 15 segundos, y aún más importante, que no pueda ser caricaturizada fácilmente. Por mucho que un sistema socializado a la europea sea más barato, equitativo y justo, no genere ganadores ni perdedores entre los votantes, y haga que todo el mundo pague menos por su sanidad (paradójicamente, los que estamos más sanos somos los que más salimos perdiendo en el sistema actual), siempre se puede hablar de "socialismo", "el gobierno federal te dará órdenes sobre como ir al médico, camarada" y "no podrás elegir médico" para tirar mierda sobre la propuestas. Todas esas acusaciones son falaces, obviamente, pero el plan es un blanco demasiado sencillo.
En cierto sentido, los demócratas tienen aún pesadillas tras lo que sucedió en 1994, cuando Hillary trató de pasar una reforma (parche, chapucera e igualmente inútil) y cayó víctima de una brutal campaña de ridiculización que destruyó cualquier esperanza de reforma. Los planes de los demócratas ahora usan todo de palabras "normales" como mercado, eficiencia, racionalización, colaboración y nuevas tecnologías; todo para parecer tan insulsamente poco amenazadores como sea posible.
Dioses. En fin, aún quedan muchos meses, y como más se debata el problema, mejor. Con el tiempo las voces que hablan de socializar la medicina serán más comunes, y quizás Estados Unidos acabe teniendo un sistema sanitario como Dios manda algún día.
Mi cuestión de interés, como de costumbre, es la sanidad, y más concretamente qué tienen en mente para tratar de reparar el horror diario que es el sistema sanitario americano.
No me detendré en describir el desastre (hablé de ello aquí y aquí; basta decir que se gastan más del doble por cápita que en España, tienen peores estadísticas sanitarias y dejan sin cubrir a 50 millones de personas), ya que es bastante incontestable; lo que es más curioso es la lista de propuestas que los candidatos están poniendo sobre la mesa.
Parte del problema en todo este asunto es que el sistema sanitario tiene cientos de problemas graves, no sólo uno. El New York Times habla hoy por ejemplo de la afición que tienen algunos médicos en tratar de prescribir tratamientos tan caros como sea posible, ya que de este modo ven un margen de beneficios mayor. Por no hablar de la costumbre harto irritante de las farmacéuticas de vender "nuevas versiones" de medicamentos a un precio más alto, anunciarlas en la tele constantemente (algo que es perfectamente legal aquí, tristemente) y sacar beneficios a base de ver como miles de pardillos pagan más por tomarse "lo último".
El sistema no es sólo víctima de la burocracia y el papeleo, la afición de las aseguradoras a sacarse de encima a los enfermos "caros" (crónicos, habitualmente) o el hecho que haya tanta gente tratando de sacar un honesto beneficio de todo este jaleo. También tiene la tendencia a poner las decisiones de gasto siempre en manos de aquellos que están peor informados (los pacientes mismos) o los que buscan sacar el mejor margen de beneficio posible (administradores médicos).
Como he comentado a menudo, el problema de hecho no es tan complicado de solucionar. Los europeos llevamos tiempo haciéndolo; seguro universal obligatorio, un sólo asegurador, y la prestación de servicios la pueda dar el estado o una empresa privada. Los americanos ya gastan casi tanto dinero por paciente como los europeos desde el sector público (Medicare, para jubilados, y Medicaid, para los patéticamente pobres), básicamente porque estos son de lejos los pacientes más caros; la otra mitad del gasto sanitario en Estados Unidos es básicamente aseguradoras depredando entre el resto de la población que tiene por defecto una factura sanitaria ridículamente baja.
¿Qué soluciones han puesto sobre la mesa los candidatos demócratas? Aquí tenemos a Hillary, aquí tenemos a Edwards (el más detallado) y aquí tenemos a Obama. Las propuestas de los tres, con diferencias cosméticas, tienen bastante en común: más de lo mismo. Todos dicen que usar más ordenadores, racionalizar el sistema, crear un sistema que evite gasto innecesario señalando los "mejores tratamientos", y básicamente hacer cambios para que el coste de los seguros privados sea menor. Edwards va un poco más lejos, todo sea dicho, con un plan extrañísimo que hace el asegurarse obligatorio, te rebaja impuestos si no puedes pagarlo, y crea un sistema de "mercados de seguros regionales" donde todo el mundo va a ir a comprar.
Dicho en otras palabras: parche, remiendo, recosido, parche, arreglo chapucero y bonito parche multicolor con topos y simbolitos de vote Edwards. Ninguno de los tres candidatos estrella se ha atrevido a proponer algo tan simple como "extender Medicare para todos"; un programa que aún con las chapuceras reformas recientes, es muchísimo más eficiente que las aseguradoras privadas.
¿Por qué estas medias tintas? La verdad, no acabo de entenderlo. Sí, las aseguradoras privadas son donantes importantes en las campañas electorales, pero no creo que ninguna de ellas esté demasiado contenta con cualquier propuesta de cambio, aunque sea menor, a un sistema que les proporciona unos niveles de beneficio simplemente estratosféricos. Entre rascar un poco la superficie y entrar a saco y cargarse el sistema no es que haya demasiado diferencia respecto al dinero que les van a sar.
La explicación que me parece más convincente para esta patética timidez se deriva del funcionamiento de la política americana en general. No importa que uno tenga una buena idea; lo que es crucial es que la pueda explicar en 15 segundos, y aún más importante, que no pueda ser caricaturizada fácilmente. Por mucho que un sistema socializado a la europea sea más barato, equitativo y justo, no genere ganadores ni perdedores entre los votantes, y haga que todo el mundo pague menos por su sanidad (paradójicamente, los que estamos más sanos somos los que más salimos perdiendo en el sistema actual), siempre se puede hablar de "socialismo", "el gobierno federal te dará órdenes sobre como ir al médico, camarada" y "no podrás elegir médico" para tirar mierda sobre la propuestas. Todas esas acusaciones son falaces, obviamente, pero el plan es un blanco demasiado sencillo.
En cierto sentido, los demócratas tienen aún pesadillas tras lo que sucedió en 1994, cuando Hillary trató de pasar una reforma (parche, chapucera e igualmente inútil) y cayó víctima de una brutal campaña de ridiculización que destruyó cualquier esperanza de reforma. Los planes de los demócratas ahora usan todo de palabras "normales" como mercado, eficiencia, racionalización, colaboración y nuevas tecnologías; todo para parecer tan insulsamente poco amenazadores como sea posible.
Dioses. En fin, aún quedan muchos meses, y como más se debata el problema, mejor. Con el tiempo las voces que hablan de socializar la medicina serán más comunes, y quizás Estados Unidos acabe teniendo un sistema sanitario como Dios manda algún día.
"Movimiento de liberación nacional vasco"
¿Quién da esta legitimidad política a los terroristas?
Mayor Oreja, entrevistado hoy Jiménez Losantos.
Dice esto, por cierto, tras decir que la culpa de los muertos es de los terroristas, pero que del hecho que haya terroristas la culpa es del gobierno. Y que estamos peor porque el "estado de ánimo" de los terroristas es mejor. El psicoanálisis aplicado a la política, vamos.
Por cierto, leyendo el discurso de Zapatero y las críticas de los habituales, la verdad no sé qué coño esperaban. En el texto no hay un sólo resquicio a la duda negociadora; todas las críticas han consistido básicamente en retorcer y sacar de contexto palabras y frases con encomiable entusiasmo. Cuando se dice algo como "Una respuesta anclada en la defensa común de los valores e instituciones democráticas, en la estricta aplicación del estado de derecho, en la eficacia de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado y en la cooperación internacional" no es que tenga demasiado de ambiguo, falto de firmeza y que abra puertas al diálogo.
La verdad, cuando Mayor Oreja critica que Zapatero, en una declaración hablando de un grupo terrorista vasco, se dirija a los vascos en un determinado momento y no a la totalidad de la nación española, uno está realmente buscando chorradas. Comparen con lo que dijo Aznar, años atrás, en una situación parecida, y haber quien era más blandengue.
Una pista:
"El gobierno ha hecho, hace y hará todo cuanto esté en su mano por buscar los caminos de una paz definitiva. Pero al mismo tiempo, lo ha hecho, lo hace y lo hará desde el más estricto respeto a las normas del Estado de Derecho y garantizando en todo caso los derechos y las libertades de todos."
Aznar, que todavía andaba buscando la paz después de la tregua. Y oye, reconociendo que:
"El gobierno ha adoptado decisiones significativas en materia de política penitenciaria. El gobierno ha promovido fórmulas que facilitaran el regreso de aquellos que por su relación pasada con la violencia terrorista residían fuera de España."
De nada.
Mayor Oreja, entrevistado hoy Jiménez Losantos.
Dice esto, por cierto, tras decir que la culpa de los muertos es de los terroristas, pero que del hecho que haya terroristas la culpa es del gobierno. Y que estamos peor porque el "estado de ánimo" de los terroristas es mejor. El psicoanálisis aplicado a la política, vamos.
Por cierto, leyendo el discurso de Zapatero y las críticas de los habituales, la verdad no sé qué coño esperaban. En el texto no hay un sólo resquicio a la duda negociadora; todas las críticas han consistido básicamente en retorcer y sacar de contexto palabras y frases con encomiable entusiasmo. Cuando se dice algo como "Una respuesta anclada en la defensa común de los valores e instituciones democráticas, en la estricta aplicación del estado de derecho, en la eficacia de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado y en la cooperación internacional" no es que tenga demasiado de ambiguo, falto de firmeza y que abra puertas al diálogo.
La verdad, cuando Mayor Oreja critica que Zapatero, en una declaración hablando de un grupo terrorista vasco, se dirija a los vascos en un determinado momento y no a la totalidad de la nación española, uno está realmente buscando chorradas. Comparen con lo que dijo Aznar, años atrás, en una situación parecida, y haber quien era más blandengue.
Una pista:
"El gobierno ha hecho, hace y hará todo cuanto esté en su mano por buscar los caminos de una paz definitiva. Pero al mismo tiempo, lo ha hecho, lo hace y lo hará desde el más estricto respeto a las normas del Estado de Derecho y garantizando en todo caso los derechos y las libertades de todos."
Aznar, que todavía andaba buscando la paz después de la tregua. Y oye, reconociendo que:
"El gobierno ha adoptado decisiones significativas en materia de política penitenciaria. El gobierno ha promovido fórmulas que facilitaran el regreso de aquellos que por su relación pasada con la violencia terrorista residían fuera de España."
De nada.
martes, junio 05, 2007
ETA vuelve a las andadas
ETA, en un comunicado, declara por finalizado el alto el fuego y anuncia la vuelta de la lucha armada sin restricciones. Varios comentarios rápidos.
1. Hay un único culpable de que esto suceda: ETA.
2. Si en agún momento alguien entiende que culpo o he culpado al PP, me remito al punto uno.
3. ¿Qué ha conseguido ETA de todo este fregado? A efectos prácticos, absolutamente nada. El estatuto no ha variado una coma, los presos siguen en la cárcel (y no, aun contando a De Juana como "libre", sigue siendo un patético fracaso), Euskadi y Navarra siguen separadas, no hay secesiones. Siguen igual de lejos de sus objetivos que siempre.
4. El fin de la tregua, por tanto, no tiene nada de victoria de ETA, algo que estoy seguro algún idiota terminal dirá mañana. Si por "victoria" uno entiende "no conseguir un puñetero cambio", me parece que no entiende lo que la palabra significa.
5. El hecho que la ANV esté en las instituciones, por cierto, es el fondo irrelevante. Ya hable de lo idiota que toda la pelea sobre su ilegalización me parecía, no me voy a repetir. El estado no va a tener demasiado problema vigilando las cuentas de esta gente, y la verdad, si se ponen burros les caerá la ilegalización y punto.
6. ETA se va a enterar de lo que vale un peine, por cierto. El estado le estaba dando una paliza espantosa antes de la tregua; no creo que lleguen demasiado lejos.
Dejando a ETA de lado, hablemos un poco de política:
1. Efectos electorales para el PSOE, más bien pocos. Tradicionalmente (o al menos eso dicen las encuestas desde hace 30 años) el electorado no culpa al gobierno de los atentados; culpa a ETA y punto. Si Zapatero y compañía no son tontos (es decir, están mañana repitiendo que toda, toda, toda la culpa es de ETA, y que es evidente que no han conseguido nada en tregua, y lo harán aún menos sin ella), el asunto no creo que tenga demasiado peso.
2. Efectos electorales para el PP, nada a corto plazo. Si culpan al gobierno, es poco probable que el argumento tenga demasiada tracción fuera de su electorado más tozudo. Si se ponen al lado del gobierno, no creo que cambien a nadie de opinión. Si se quedan en un "la culpa es de ETA, pero el gobierno cayó en su trampa", caeran en un argumento circular bastante irrelevante. Eso que si el gobierno cedía, ETA ganaba, y si no cedía, mataba queda muy bien dicho a gritos, pero en el fondo es como plantear eso de si usted sigue pegando a su mujer; de hecho no es una dicotomía, y en el fondo la pregunta no la hubiera estado planteando el gobierno, sino ETA.
3. Efectos a largo plazo para el PP, eso ya es más difícil de ver. Mantener la chorrada del malvado gobierno vendido a ETA es bastante más difícil cuando ETA está diciendo a gritos que el gobierno está lleno de malvados fascistas. Sin el espantajo islamoprogretarra que agitar, y con el juicio del 11-M cerrándose, ahora les tocará ser creativos para que no se hable de sucesos en el planeta Tierra.
4. A todo esto, siempre habrá los listillos que dirán que hablando con terroristas nunca se consigue nada, etcétera. Dejando de lado el hecho que a veces si que ha conseguido algo (Terra Lliure lo dejó de forma dialogada, sin ir más lejos), este argumento no invalida el hecho que deba intentarse. Si ETA dice que tregua y que quiere dejarlo, uno debe probarlo. Si suena la flauta, suena la flauta. Lo contrario sería pedir a un terrorista que volviera a matar.
En fin, muy por encima, pero estas son las primeras impresiones. Profundizaremos en lo que atraiga más comentarios mañana.
1. Hay un único culpable de que esto suceda: ETA.
2. Si en agún momento alguien entiende que culpo o he culpado al PP, me remito al punto uno.
3. ¿Qué ha conseguido ETA de todo este fregado? A efectos prácticos, absolutamente nada. El estatuto no ha variado una coma, los presos siguen en la cárcel (y no, aun contando a De Juana como "libre", sigue siendo un patético fracaso), Euskadi y Navarra siguen separadas, no hay secesiones. Siguen igual de lejos de sus objetivos que siempre.
4. El fin de la tregua, por tanto, no tiene nada de victoria de ETA, algo que estoy seguro algún idiota terminal dirá mañana. Si por "victoria" uno entiende "no conseguir un puñetero cambio", me parece que no entiende lo que la palabra significa.
5. El hecho que la ANV esté en las instituciones, por cierto, es el fondo irrelevante. Ya hable de lo idiota que toda la pelea sobre su ilegalización me parecía, no me voy a repetir. El estado no va a tener demasiado problema vigilando las cuentas de esta gente, y la verdad, si se ponen burros les caerá la ilegalización y punto.
6. ETA se va a enterar de lo que vale un peine, por cierto. El estado le estaba dando una paliza espantosa antes de la tregua; no creo que lleguen demasiado lejos.
Dejando a ETA de lado, hablemos un poco de política:
1. Efectos electorales para el PSOE, más bien pocos. Tradicionalmente (o al menos eso dicen las encuestas desde hace 30 años) el electorado no culpa al gobierno de los atentados; culpa a ETA y punto. Si Zapatero y compañía no son tontos (es decir, están mañana repitiendo que toda, toda, toda la culpa es de ETA, y que es evidente que no han conseguido nada en tregua, y lo harán aún menos sin ella), el asunto no creo que tenga demasiado peso.
2. Efectos electorales para el PP, nada a corto plazo. Si culpan al gobierno, es poco probable que el argumento tenga demasiada tracción fuera de su electorado más tozudo. Si se ponen al lado del gobierno, no creo que cambien a nadie de opinión. Si se quedan en un "la culpa es de ETA, pero el gobierno cayó en su trampa", caeran en un argumento circular bastante irrelevante. Eso que si el gobierno cedía, ETA ganaba, y si no cedía, mataba queda muy bien dicho a gritos, pero en el fondo es como plantear eso de si usted sigue pegando a su mujer; de hecho no es una dicotomía, y en el fondo la pregunta no la hubiera estado planteando el gobierno, sino ETA.
3. Efectos a largo plazo para el PP, eso ya es más difícil de ver. Mantener la chorrada del malvado gobierno vendido a ETA es bastante más difícil cuando ETA está diciendo a gritos que el gobierno está lleno de malvados fascistas. Sin el espantajo islamoprogretarra que agitar, y con el juicio del 11-M cerrándose, ahora les tocará ser creativos para que no se hable de sucesos en el planeta Tierra.
4. A todo esto, siempre habrá los listillos que dirán que hablando con terroristas nunca se consigue nada, etcétera. Dejando de lado el hecho que a veces si que ha conseguido algo (Terra Lliure lo dejó de forma dialogada, sin ir más lejos), este argumento no invalida el hecho que deba intentarse. Si ETA dice que tregua y que quiere dejarlo, uno debe probarlo. Si suena la flauta, suena la flauta. Lo contrario sería pedir a un terrorista que volviera a matar.
En fin, muy por encima, pero estas son las primeras impresiones. Profundizaremos en lo que atraiga más comentarios mañana.
lunes, junio 04, 2007
Tonterías mayoritarias
En la vagamente ficticia localidad de Almorrana del Monte, las elecciones han producido el siguiente resultado electoral:
- Frente de Liberación de los Gnomos del Jardín (FLGJ), 8 concejales.
- Partido Acebiano de Unión (PAU), 7 concejales.
- Partido Proletario Poldavo (PPP), 7 concejales.
El FLGJ es un partido malote. Son un grupo de gente maleducada, vociferante y muy, muy ruidosa, que se pasa la vida insultando a la gente del PAU y el PPP. Les llama traidores a la patria, vendidos, opresores de la gnomidad y feos constantemente. Tienen la molesta costumbre de hacer sonar una sirena de bombardeo cada vez que un miembro de otro partido tiene la palabra en el pleno municipal. Y por si fuera poco, es parte de su ideología no ducharse más de dos veces al año.
Mientras tanto, el PAU y el PPP son buena gente. Uno un poco de izquierdas, el otro un poco más nacionalista de derechas, pero nada que no se pueda hablar con una cervecita. Son amables, realistas y no creen que lo de gritar todo el rato sea una buena idea. Aparte, siempre que están en desacuerdo sólo tienen que hablar de lo molestos que son los del FLGJ y su maldita sirena.
¿Quién debe pactar con quién? Según la reforma legal que propone el PP, la gente del FLGJ debe ocupar la alcaldía. El PAU y el PPP representan casi dos tercios del electorado, y tanto sus políticos como sus votantes creen que el FLGJ no es la mejor opción. Es más que probable que en una hipotética segunda vuelta, nadie que hubiera votado a las dos candidaturas no-gnomistas hubiera pasado al FLGJ; sin embargo, el PP cree que sería más justo y democrático hacer que la tercera opción de la inmensa mayoría fuera quien ganara la alcaldía.
Lo he dicho otras veces, y lo repito otra vez: en un sistema proporcional / parlamentario no manda quien más votos saca, manda quien es capaz de formar mayorías. Si el PP es singularmente incompetente en el arte de hacer amigos, que no digan que la culpa es de la ley electoral; el problema es suyo al no entender qué tiene que hacer uno en una democracia europea para ganarse una poltrona.
Quién sabe. La manía crispadora y la obsesión polarizante del PP no deja de ser una página del librillo de los gurús del Partido Republicano en Estados Unidos. Los conservadores por aquí no tienen que liarse con alianzas con nadie para ganar en un sistema estrictamente bipartidista; es posible que los trucos que valen en un sistema no sean tan aplicables al otro lado del Atlántico.
- Frente de Liberación de los Gnomos del Jardín (FLGJ), 8 concejales.
- Partido Acebiano de Unión (PAU), 7 concejales.
- Partido Proletario Poldavo (PPP), 7 concejales.
El FLGJ es un partido malote. Son un grupo de gente maleducada, vociferante y muy, muy ruidosa, que se pasa la vida insultando a la gente del PAU y el PPP. Les llama traidores a la patria, vendidos, opresores de la gnomidad y feos constantemente. Tienen la molesta costumbre de hacer sonar una sirena de bombardeo cada vez que un miembro de otro partido tiene la palabra en el pleno municipal. Y por si fuera poco, es parte de su ideología no ducharse más de dos veces al año.
Mientras tanto, el PAU y el PPP son buena gente. Uno un poco de izquierdas, el otro un poco más nacionalista de derechas, pero nada que no se pueda hablar con una cervecita. Son amables, realistas y no creen que lo de gritar todo el rato sea una buena idea. Aparte, siempre que están en desacuerdo sólo tienen que hablar de lo molestos que son los del FLGJ y su maldita sirena.
¿Quién debe pactar con quién? Según la reforma legal que propone el PP, la gente del FLGJ debe ocupar la alcaldía. El PAU y el PPP representan casi dos tercios del electorado, y tanto sus políticos como sus votantes creen que el FLGJ no es la mejor opción. Es más que probable que en una hipotética segunda vuelta, nadie que hubiera votado a las dos candidaturas no-gnomistas hubiera pasado al FLGJ; sin embargo, el PP cree que sería más justo y democrático hacer que la tercera opción de la inmensa mayoría fuera quien ganara la alcaldía.
Lo he dicho otras veces, y lo repito otra vez: en un sistema proporcional / parlamentario no manda quien más votos saca, manda quien es capaz de formar mayorías. Si el PP es singularmente incompetente en el arte de hacer amigos, que no digan que la culpa es de la ley electoral; el problema es suyo al no entender qué tiene que hacer uno en una democracia europea para ganarse una poltrona.
Quién sabe. La manía crispadora y la obsesión polarizante del PP no deja de ser una página del librillo de los gurús del Partido Republicano en Estados Unidos. Los conservadores por aquí no tienen que liarse con alianzas con nadie para ganar en un sistema estrictamente bipartidista; es posible que los trucos que valen en un sistema no sean tan aplicables al otro lado del Atlántico.
domingo, junio 03, 2007
De mentiras y política económica
El vocinglerismo de la derecha tiene una curiosa tendencia a mover la portería sobre la marcha. Evidentemente, si uno no sigue lo que ellos dicen es un determinado principio económico, usted está equivocado, no importa lo mucho que respete lo que defendían anteriormente.
El editorial de hoy de los melones de siempre es un ejemplo clásico. Uno de los mantras más repetidos por los comentarista de la derecha es la noción que el gobierno de Zapatero utiliza políticas económicas estatalistas de extrema izquierda; en el editorial se habla del "espantoso" crecimiento del gasto público (en términos nominales, por supuesto) y de otros presuntos horrores como el hecho que el gobierno no haya bajado impuestos.
El pequeño problema es que una mirada a los números deja bastante claro que el gobierno Zapatero es cualquier cosa menos estatalista. Estamos hablando de un ejecutivo de izquierdas que cerró el año pasado con un superávit en las cuentas públicas del 1,8% del PIB; en otras palabras, que dejó sin gastar casi un 2% de toda la producción del país que el estado tenía en su bolsillo, y lo dedicó a reducir la deuda pública. No sólo eso, si no que además no hay planes de dejar de tener superávit en los próximos años, y de hecho el porcentaje de gasto público en comparación con el PIB ha bajado un punto en los últimos tres años, del 39,5 al 38,5%. No hay país en nuestro entorno con estas cifras, pero el hacer caricaturas en editoriales parece hacer innecesario tener el más mínimo contacto con la realidad.
Lo cierto es que si uno mira sólo los datos agregados, son cifras de un teórico gobierno de derechas, no uno de izquierdas. En distribución del gasto público el gobierno socialista sí que ha hecho política de izquierdas (como la ley de dependencia o la -más bien torpe- ley de igualdad), pero la política fiscal ha sido un neokeynesianismo alérgico a la inflación de manual. Y cuando se quejan del fantasma de cambio climático, algo que incluso Bush ya acepta como un problema, lo cierto es que las quejas de estatalismo están aún menos justificadas.
Por cierto, el otro día leyendo sobre el nuevo libro de Al Gore me encontré en una de las páginas de la derecha bocinista americana un artículo más que curioso. He aquí un fragmento:
"It’s a common liberal conceit: liberalism is the very definition of sweet reason, so an attack on liberalism is an “assault on reason.” Democracy is only truly democratic when the Democrats are in charge. Debates aren’t truly informative unless the liberals win the argument. The same holds true for elections."
Anda, dónde habré oido esta clase de acusaciones antes. Como de costumbre, una clásica diatriba contra la conspiración mundial progresista que controla los medios y se creen que tienen el imperio de la razón.
El editorial de hoy de los melones de siempre es un ejemplo clásico. Uno de los mantras más repetidos por los comentarista de la derecha es la noción que el gobierno de Zapatero utiliza políticas económicas estatalistas de extrema izquierda; en el editorial se habla del "espantoso" crecimiento del gasto público (en términos nominales, por supuesto) y de otros presuntos horrores como el hecho que el gobierno no haya bajado impuestos.
El pequeño problema es que una mirada a los números deja bastante claro que el gobierno Zapatero es cualquier cosa menos estatalista. Estamos hablando de un ejecutivo de izquierdas que cerró el año pasado con un superávit en las cuentas públicas del 1,8% del PIB; en otras palabras, que dejó sin gastar casi un 2% de toda la producción del país que el estado tenía en su bolsillo, y lo dedicó a reducir la deuda pública. No sólo eso, si no que además no hay planes de dejar de tener superávit en los próximos años, y de hecho el porcentaje de gasto público en comparación con el PIB ha bajado un punto en los últimos tres años, del 39,5 al 38,5%. No hay país en nuestro entorno con estas cifras, pero el hacer caricaturas en editoriales parece hacer innecesario tener el más mínimo contacto con la realidad.
Lo cierto es que si uno mira sólo los datos agregados, son cifras de un teórico gobierno de derechas, no uno de izquierdas. En distribución del gasto público el gobierno socialista sí que ha hecho política de izquierdas (como la ley de dependencia o la -más bien torpe- ley de igualdad), pero la política fiscal ha sido un neokeynesianismo alérgico a la inflación de manual. Y cuando se quejan del fantasma de cambio climático, algo que incluso Bush ya acepta como un problema, lo cierto es que las quejas de estatalismo están aún menos justificadas.
Por cierto, el otro día leyendo sobre el nuevo libro de Al Gore me encontré en una de las páginas de la derecha bocinista americana un artículo más que curioso. He aquí un fragmento:
"It’s a common liberal conceit: liberalism is the very definition of sweet reason, so an attack on liberalism is an “assault on reason.” Democracy is only truly democratic when the Democrats are in charge. Debates aren’t truly informative unless the liberals win the argument. The same holds true for elections."
Anda, dónde habré oido esta clase de acusaciones antes. Como de costumbre, una clásica diatriba contra la conspiración mundial progresista que controla los medios y se creen que tienen el imperio de la razón.
sábado, junio 02, 2007
¿Qué hacemos con el Senado?
Desde que se inauguró la primera sesión del Senado, todo el mundo sabía que algo estaba mal. Pero, ¿qué hacemos con la Cámara Alta? La Fundación Alternativas acaba de publicar un trabajo de investigación que aporta novedosas propuestas. Dos son las reformas que proponen los autores: cambiar el sistema electoral y dar más "poder" a la Cámara Alta. Además, como señalan los autores, ambos cambios deben de realizarse de forma conjunta. ¿Por qué? El actual sistema electoral tiene un claro sesgo conservador: iguala distritos electorales que son muy desiguales y la geografía electoral hace el resto. Así, por ejemplo, en las últimas elecciones generales el PP obtuvo casi un millón ochocientos mil votos menos que la suma del PSOE y la ENTESA en el Senado. En cambio, el PP logró 10 senadores mas. Algo extraño.... Por ello, dar más poder al Senado mantiendo el actual sistema electoral no creo que goce del apoyo de la mayoría actual del arco parlamentario. Pero si cambiamos el sistema electoral y no le damos más poder, hemos empleado nuestro tiempo en una institución que continuará siendo irrelevante.
Es necesario introducir cambios en nuestras instituciones, y el Senado figura entre nuestras prioridades. En los últimos años, el Estado de las Autonomías se ha desarrollado enormemente. En cambio, la cámara de representación territorial sigue siendo inoperante. Si queremos cerrar el círculo territorial, la reforma del Senado debe de ser inmediata.
Es necesario introducir cambios en nuestras instituciones, y el Senado figura entre nuestras prioridades. En los últimos años, el Estado de las Autonomías se ha desarrollado enormemente. En cambio, la cámara de representación territorial sigue siendo inoperante. Si queremos cerrar el círculo territorial, la reforma del Senado debe de ser inmediata.
viernes, junio 01, 2007
Alegres fraudes profesionales
En el mundo hay un montón de fraudes. El negocio de vender humo a pobres desgraciados es una tradición vieja, y a la que todos hemos sido víctimas en un momento u otro. Lo curioso del mundo moderno es que hay enormes sectores de la economía basados en la venta profesional de humo; gente que vive a base de vender conocimientos vagamente inservibles. Será cuestión de hacer un listado de estos gurús del escaso valor añadido.
1. Mercaderes de arte moderno: Ignacio Sánchez-Cuenca tiene una cruzada contra ellos, y con razón. Nada como comerciar con unos bienes que basan su valor en lo apreciados que son por los críticos y comerciantes. La impostura es su profesión.
2. Personal de recursos humanos, reclutamiento: cualquier persona que haya buscado trabajo ultimamente en una empresa grandecilla sabrá de qué hablo. Hay gente que para justificar su salario se inventa pérdidas de tiempo realmente estupendas. En serio, si quiero vender DVDs en una gran superficie, un test de 60 preguntas es cláramente excesivo. Y preguntarme sobre qué quería ser de mayor cuando tenía 10 años en una entrevista o cuál ha sido el mayor conflicto moral que he afrontado en mi vida les dará pocas pistas sobre mi capacidad para escribir cartas.
3. Gurús financieros: la economía como ciencia es muy buena explicando que sucederá, pero con seis meses de retraso. En otras palabras, su capacidad para acertar en predicciones es relativamente limitada; normalmente su mejor tasa de aciertos es cuando toman medias históricas agregadas y presuponen que no variarán demasiado. Es por eso que uno debe desconfiar muchísimo de cualquier "experto" que hable en solitario de crecimiento de dos dígitos en un determinado valor, o muy por encima de la media del mercado. La belleza de la media arimética es que a largo plazo todo el mundo tiende a empotrarse en ella (es muy raro el inversor que está únicamente por encima), así que las grandes predicciones geniales tienden a ser basura.
4. Expertos en gestión, gurús ejecutivos: he hablado en otras ocasiones sobre por qué me parece que los salarios de los ejecutivos en muchas empresas es exageradamente alto en comparación a lo que realmente producen. Lo cierto es que no he cambiado de opinión. Una empresa tiene un producto que vende o no vende, y la verdad, su presidente sabe mucho menos sobre qué funciona o qué no funciona que sus ingenieros o vendedores. Evidentemente, un CEO no es algo irrelevante, pero una empresa grande es más una maquinaria que toma decisiones a largo plazo de forma colectiva que una marioneta de sus altos directivos.
5. Expertos en gestión, libros y cursos: mención especial merecen los libros de métodos innovadores para dirigir empresas y sus recetas básicamente aleatorias y los cursos para ser un máster del universo. La inmensa mayoría de libros que hablan de "empresas a imitar" son espectacularmente efectivas en predecir de hecho qué empresas se irán a la bancarrota; Enron es un caso estelar en este aspecto. Sobre los MBAs, decir que las famosas clasificaciones de los mejores tienen unos problemas de profecia-autocumplida exagerados. Que lo que enseñan sea realmente tan útil, en vista del éxito de los buscadores de recetas de éxito profesionales, es más que discutible.
6. Poderes paranormales: si usted tiene poderes paranormales para predicir el futuro, ganar un millón de dólares es fácil. James Randi te da ese premio si puedes demostrar en laboratorio que tienes superpoderes. De momento, nadie ha estado ni remotamente cerca de ello. De hecho, ni allí ni en ninguna parte, pero la gente continua cayendo en ello.
7. Contertulios: esos todólogos radiofónicos. Aspiro a ser uno, de todos modos, porque en contra de lo que parece, yo no soy un fraude.
8. Blogueros: bueno, quizás sí.
1. Mercaderes de arte moderno: Ignacio Sánchez-Cuenca tiene una cruzada contra ellos, y con razón. Nada como comerciar con unos bienes que basan su valor en lo apreciados que son por los críticos y comerciantes. La impostura es su profesión.
2. Personal de recursos humanos, reclutamiento: cualquier persona que haya buscado trabajo ultimamente en una empresa grandecilla sabrá de qué hablo. Hay gente que para justificar su salario se inventa pérdidas de tiempo realmente estupendas. En serio, si quiero vender DVDs en una gran superficie, un test de 60 preguntas es cláramente excesivo. Y preguntarme sobre qué quería ser de mayor cuando tenía 10 años en una entrevista o cuál ha sido el mayor conflicto moral que he afrontado en mi vida les dará pocas pistas sobre mi capacidad para escribir cartas.
3. Gurús financieros: la economía como ciencia es muy buena explicando que sucederá, pero con seis meses de retraso. En otras palabras, su capacidad para acertar en predicciones es relativamente limitada; normalmente su mejor tasa de aciertos es cuando toman medias históricas agregadas y presuponen que no variarán demasiado. Es por eso que uno debe desconfiar muchísimo de cualquier "experto" que hable en solitario de crecimiento de dos dígitos en un determinado valor, o muy por encima de la media del mercado. La belleza de la media arimética es que a largo plazo todo el mundo tiende a empotrarse en ella (es muy raro el inversor que está únicamente por encima), así que las grandes predicciones geniales tienden a ser basura.
4. Expertos en gestión, gurús ejecutivos: he hablado en otras ocasiones sobre por qué me parece que los salarios de los ejecutivos en muchas empresas es exageradamente alto en comparación a lo que realmente producen. Lo cierto es que no he cambiado de opinión. Una empresa tiene un producto que vende o no vende, y la verdad, su presidente sabe mucho menos sobre qué funciona o qué no funciona que sus ingenieros o vendedores. Evidentemente, un CEO no es algo irrelevante, pero una empresa grande es más una maquinaria que toma decisiones a largo plazo de forma colectiva que una marioneta de sus altos directivos.
5. Expertos en gestión, libros y cursos: mención especial merecen los libros de métodos innovadores para dirigir empresas y sus recetas básicamente aleatorias y los cursos para ser un máster del universo. La inmensa mayoría de libros que hablan de "empresas a imitar" son espectacularmente efectivas en predecir de hecho qué empresas se irán a la bancarrota; Enron es un caso estelar en este aspecto. Sobre los MBAs, decir que las famosas clasificaciones de los mejores tienen unos problemas de profecia-autocumplida exagerados. Que lo que enseñan sea realmente tan útil, en vista del éxito de los buscadores de recetas de éxito profesionales, es más que discutible.
6. Poderes paranormales: si usted tiene poderes paranormales para predicir el futuro, ganar un millón de dólares es fácil. James Randi te da ese premio si puedes demostrar en laboratorio que tienes superpoderes. De momento, nadie ha estado ni remotamente cerca de ello. De hecho, ni allí ni en ninguna parte, pero la gente continua cayendo en ello.
7. Contertulios: esos todólogos radiofónicos. Aspiro a ser uno, de todos modos, porque en contra de lo que parece, yo no soy un fraude.
8. Blogueros: bueno, quizás sí.
Primary Colors (X): hablando de irrelevancia
Unas horas después de que me quejara amargamente de la maldita obsesión de los medios americanos de fijarse en lo más absolutamente irrelevante al hablar de política, el New York Times, presunto diario de referencia del país, nos obsequia con esto:
Sí, es un artículo de dos páginas, con un enlace en portada, que nos cuenta que Obama juega a baloncesto con los amiguetes. Algunos, también metidos en política. Oh Dios mío, gracias. Ya sé a quien voy a votar. En serio, patético.
.
(...)Barack Obama is a wily player of pickup basketball, the version of the game with unspoken rules, no referee and lots of elbows. He has been playing since adolescence, on cracked-asphalt playgrounds and at exclusive health clubs, developing a quick offensive style, a left-handed jump shot and relationships that have extended into the political arena.(...)
Sí, es un artículo de dos páginas, con un enlace en portada, que nos cuenta que Obama juega a baloncesto con los amiguetes. Algunos, también metidos en política. Oh Dios mío, gracias. Ya sé a quien voy a votar. En serio, patético.
.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)