El Beisbol es un deporte viejo; los primeros equipos profesionales empezaron a emerger en 1869. Como deporte antiguo que es, los reglamentos que lo regulan son a veces excepcionalmente farragosos, y llenos de instrucciones escritas basadas en un contexto muy distinto al del deporte actual. Los jugadores no son los mismos, las reglas no son las mismas, la pelota utilizada no es la misma y los estadios son totalmente distintos, haciendo que algunas cosas dejen de tener sentido.
En la reglas del deporte hay desde tiempo inmemorial una prohibición en cuanto a la composición de los bates. Un bate de beisbol, se supone, tiene que estar construido de una sola pieza de madera sólida, sin ningún otro material en él. El peso del bate está abierto a lo que prefiera el bateador (con ciertos límites), pero no puede haber nada más que madera en él.
La regla se basa en la idea, ámpliamente extendida, que un bate modificado con un alma de corcho o un material más ligero es de hecho mucho más efectivo. De vez en cuando pillan a un jugador utilizando un bate trucado de este modo; el último fue Sammy Sosa en el 2003. Lo curioso es que hasta hace unos meses a nadie se le había ocurrido comprobar si esta regla del siglo XIX tenía algún sentido, a ver si era cierto que estos bates eran mejores. Curiosamente, y para sorpresa de muchos, no lo son; de hecho son bastante peores que un bate de madera sólido, ya que son mucho menos eficientes transmitiendo energía a la bola cuando hacen impacto.
¿Qué hace una regla como esta en los libros? Sin ser un experto en la materia, hay varias explicaciones lógicas. La más sencilla se deriva del cambio de varias reglas. A principios de siglo un partido de beisbol se jugaba entero con una misma pelota. Es fácil imaginar cómo acababa la pobre el partido; darle de tortas con una estaca a cualquier cosa durante tres horas, chapoteando en barro, y uno verá sus efectos rápido. La bola era mucho más "blanda", y por tanto difícil de golpear lejos; ser capaz de darle mejor de forma consistente (algo fácil de hacer con un bate grande pero "aligerado") tenía sentido. Por añadido, hasta 1920 los lanzadores podían hacer todo tipo de triquiñuelas extras a la pelota para darle más efecto, incluido poner resina en sus manos y guarradas de este estilo. Los pitches, por tanto, eran mucho más difíciles de predecir, y era el control sobre el bate, y no la potencia, lo que te daba ventaja.
Cuando la potencia ganó importancia sobre el control, sin embargo, estos cambios no eran del todo evidentes. La norma probablemente sobrevivió en los libros ya que nadie se preocupó de comprobar si era válida, y pasó con el tiempo a convertirse en una leyenda, un mito sin prueba empírica. Si los bates trucados están prohibidos, será que son mejores. O en otras palabras, un imán para jugadores emprendedores con ganas de mejorar sus estadísticas. Las reglas escritas en piedra se convierten en verdad revelada.
¿A qué viene toda esta diatriba sobre el beisbol? Lo cierto es que tras escuchar a los obispos ayer manifestándose por Madrid no pude evitar pensar en ello. La Iglesia se paseó diciendo que la familia tradicional, la que marca la Biblia, etcétera, etcétera es la base de todo y que los ataques a esta son ataques a la democracia y a la esencia de nuestra sociedad. Más allá de eso; según Rouco Varela (que le den una cátedra en relaciones internacionales ya) la familia hace que la paz mundial sea posible, y quien la obstaculiza provoca guerras. Vamos, que la cosa tiene su profundidad.
Digo esto como católico, heterosexual y hombre casado (así que soy de los que se cree esto del matrimonio): ya les vale. Tenemos a un grupo de gente, miembros de una institución que acaba de aceptar que la democracia en España es aceptable, dando lecciones sobre civilización, cambio social y paz mundial extrayendo lecciones de un libro de reglas que tiene, por lo bajo, unos 1.900 añitos de antigüedad.
Aún creyendo que existe un ente todopoderoso que se hizo carne y murió en la cruz para salvarnos (uno, que no siempre es científico), me parece razonable creer que lo nos dijo hace casi 2.000 años es necesariamente lo que nos diría ahora. El viejo testamento prohibe de forma explícita utilizar ropa que mezcle varias fibras, por ejemplo (Levítico 19:19), afeitarse (Levítico 19:27) o comer marisco (11:11); me parece que al igual que estas, hay otras normas cuya interpretación debe ser atenuada o revisada, ya que no parece cosa segura que tengan sentido a estas alturas.
Todas las reglas escritas tienen sus motivos profundos, y sus motivos derivados del contexto. Un bate trucado evita que nadie tenga una ventaja injusta sobre otros jugadores (profundo), en un contexto donde el control y precisión son lo más importante (contexto). El amor es probablemente el motivo profundo detrás de la insistencia bíblica en el matrimonio; es hora de revisar, me parece, si el contexto es distinto y es hora de revisar alguna de las prohibiciones absurdas.
Es ridículamente fácil glorificar y mitificar un libro de reglas; incluso los jugadores de beisbol caen víctimas de ponerse las anteojeras de la "sabiduría de los antiguos". El ser religioso no debe equivaler a ser poco razonable, algo que la iglesia católica (y el PP, aplaudiendo desde las esquinas) parecen emperrados en reincidir.
lunes, diciembre 31, 2007
sábado, diciembre 29, 2007
Primary Colors (XXII): es la hora de las tortas
Quedan muy pocos días para la primera ronda de primarias en Iowa, y las cosas siguen sin estar nada claras. La verdad es que a estas alturas hacer predicciones tiene relativamente poco sentido, ya que vamos a tener los datos finales de aquí nada, el jueves de la semana que viene. Aún así, vale la pena recapitular un poco, repasando las claves de lo que tenemos entre manos; un guía rápida de lo que está sucediendo, qué es importante, y qué debemos mirar cuando conozcamos los resultados.
Para ello, siguiendo la costumbre, lo haré partido por partido, con mis quejas de siempre (me repito, lo sé) sobre la campaña en general alegremente enlazadas para los que se las hayan perdido.
Los republicanos
Tenemos cuatro nombres en liza, básicamente, en Iowa: McCain, Huckabee, Thompson y Romney. Giuliani, el gran favorito, ha ignorado Iowa al hacer campaña y anda bastante por detrás en las encuestas en este estado.
Puede parecer sorprendente que alguien pueda estar primero a nivel nacional y quinto en el estado que abre las elecciones, pero son cosas de la política americana. Recordad que no hay medios de comunicación nacionales como tal en Estados Unidos; sí, las cadenas de noticias de cable (CNN, MSNBC, Fox) llegan a todas partes y las grandes cadenas tienen (30 minutos) de informativos al día, pero la mayor parte de información para los votantes de Iowa llega en programación, actos y anuncios púramente locales. Si un candidato ignora un estado, ese candidato tiene muchísima menos visibilidad. La campaña se hace para salir en la tele. Si no sales en la tele, los votantes no piensan en tí. Así de simple.
Entre los candidatos con números, Huckabee y Romney están en cabeza, con McCain y (en menor medida) el vago de Fred Thompson a ver si dan la sorpresa. Los dos "líderes" están teniendo una semana horrible; Huckabee el viernes soltaba chorradas sobre Pakistán preocupantes, y Romney es el primer candidato que recuerdo que se está llevando editoriales del estilo "cualquiera menos Romney" en muchos periódicos. Ambos son, a su manera, candidatos lamentables; Huckabee tiene ideas muy raras y no es especialmente brillante, y Romney es brillante, carismático y presidencial, pero insiste en tratar de decir lo que todo el mundo quiere oir y no lo que piensa.
Con Fred Thompson auto-descartándose (en mi vida he visto a un presidenciable tan pasota, en serio), McCain se está encontrando que a pesar de no haber prestado demasiado atención a Iowa ahora quizás tenga una oportunidad, algo que sería cómico.
Lo que se debe tener en mente, sin embargo, es qué ha apostado cada candidato en esta primaria. Romney ha puesto todos sus esfuerzos en Iowa y New Hampshire, los dos estados que votan primero; su idea es ganar desde el principio, y confiar que los estados sucesivos "sigan al líder" y esto le de las primarias. A nivel nacional, su campaña no ha hecho casi nada, así que si se empotra en los primeros estados (y todo lo que no sea ganar será visto como tal) se queda sin opciones, ya que no se ha anunciado fuera. Sin la publicidad gratuita de ser el "ganador", está muerto.
Huckabee está un poco en una situación absurda. Hace un mes era un don nadie, ahora se espera que gane. Si lo hace, se mete entre los favoritos en serio, aunque es horriblemente vulnerable; no ha hecho nada de campaña en otros estados, no tiene dinero (cosas de no ser famoso hasta el último mes) y sigue siendo el mismo tonto que es ahora. Si no gana, pero saca un resultado digno, está en una situación parecida, pero con el problema añadido que no tiene buenos números en New Hampshire, así que corre el riesgo de encallarse. Si se la pega, ahí va el nuevo Howard Dean, versión republicana.
Lo que parece seguro es que los anuncios de final de campaña no han hecho nada para favorecer a los futurólogos. Los candidatos se han lanzado al modelo de campaña canibal de anuncios negativos. Lo bonito de los ataques de este estilo es que tienden a empeorar la imagen que los votantes tienen de la victima. El problema de estos ataques es que el atacante también es percibido de forma negativa. A saber cuánto daño han hecho estos días.
Un consuelo, sin embargo: al menos los primarios votan de forma más o menos normal. Nada de los caucus o la ingeniería bizarra de la peña en el otro lado....
Los demócratas
Ya lo he dicho otras veces, pero el sistema de caucus hace predecir cualquier cosa algo muy complicado. Los demócratas en teoría tienen una guerra entre tres, Hillary, Obama y Edwards; que por una vez resultan ser los tres favoritos nacionales. Hillary está con ventaja en todo el país, así que no va tan necesitada de victorias como sus dos oponentes.
El más desesperado es Edwards. La prensa tiende a ignorarle más que Obama (es un candidato más convencional, y esto "no se lleva" contra una mujer), así que si no consigue darles motivos para que lo metan de nuevo en las quinielas con una victoria las cosas se le pondrán cuesta arriba. Obama está más en la situación de Romney pero con la diferencia que sus números son aceptables a nivel nacional, y que no es tan cargante.
Sobre posiciones políticas, la verdad es difícil hablar estos días. Basta con leer los periódicos o ver las noticias para darte cuenta que la inmensa mayoría de comentaristas creen que o bien son aburridas o totalmente irrelevantes; nunca oyes hablar de ellas. Curiosamente los republicanos han estado más metidos en estos "detalles"; si algo tienen las campañas negativas es que uno acaba enterándose de todas las tonterías que cada candidato ha defendido. Si me preguntais quién es más de izquierdas entre los tres demócratas, como mucho puede deducir por lo que he oido en los debates, pero no por lo que me han comentado los medios.
En fin, la clásica campaña americana. No hay más que decir.
Para quien le interese, de izquierda a derecha iría Edwards de calle, Hillary después, y Obama muy, muy cerca de esta. Richardson estaría entre Hillary y Edwards, Biden más o menos donde Hillary y el resto no cuentan para nada. De nada.
Para ello, siguiendo la costumbre, lo haré partido por partido, con mis quejas de siempre (me repito, lo sé) sobre la campaña en general alegremente enlazadas para los que se las hayan perdido.
Los republicanos
Tenemos cuatro nombres en liza, básicamente, en Iowa: McCain, Huckabee, Thompson y Romney. Giuliani, el gran favorito, ha ignorado Iowa al hacer campaña y anda bastante por detrás en las encuestas en este estado.
Puede parecer sorprendente que alguien pueda estar primero a nivel nacional y quinto en el estado que abre las elecciones, pero son cosas de la política americana. Recordad que no hay medios de comunicación nacionales como tal en Estados Unidos; sí, las cadenas de noticias de cable (CNN, MSNBC, Fox) llegan a todas partes y las grandes cadenas tienen (30 minutos) de informativos al día, pero la mayor parte de información para los votantes de Iowa llega en programación, actos y anuncios púramente locales. Si un candidato ignora un estado, ese candidato tiene muchísima menos visibilidad. La campaña se hace para salir en la tele. Si no sales en la tele, los votantes no piensan en tí. Así de simple.
Entre los candidatos con números, Huckabee y Romney están en cabeza, con McCain y (en menor medida) el vago de Fred Thompson a ver si dan la sorpresa. Los dos "líderes" están teniendo una semana horrible; Huckabee el viernes soltaba chorradas sobre Pakistán preocupantes, y Romney es el primer candidato que recuerdo que se está llevando editoriales del estilo "cualquiera menos Romney" en muchos periódicos. Ambos son, a su manera, candidatos lamentables; Huckabee tiene ideas muy raras y no es especialmente brillante, y Romney es brillante, carismático y presidencial, pero insiste en tratar de decir lo que todo el mundo quiere oir y no lo que piensa.
Con Fred Thompson auto-descartándose (en mi vida he visto a un presidenciable tan pasota, en serio), McCain se está encontrando que a pesar de no haber prestado demasiado atención a Iowa ahora quizás tenga una oportunidad, algo que sería cómico.
Lo que se debe tener en mente, sin embargo, es qué ha apostado cada candidato en esta primaria. Romney ha puesto todos sus esfuerzos en Iowa y New Hampshire, los dos estados que votan primero; su idea es ganar desde el principio, y confiar que los estados sucesivos "sigan al líder" y esto le de las primarias. A nivel nacional, su campaña no ha hecho casi nada, así que si se empotra en los primeros estados (y todo lo que no sea ganar será visto como tal) se queda sin opciones, ya que no se ha anunciado fuera. Sin la publicidad gratuita de ser el "ganador", está muerto.
Huckabee está un poco en una situación absurda. Hace un mes era un don nadie, ahora se espera que gane. Si lo hace, se mete entre los favoritos en serio, aunque es horriblemente vulnerable; no ha hecho nada de campaña en otros estados, no tiene dinero (cosas de no ser famoso hasta el último mes) y sigue siendo el mismo tonto que es ahora. Si no gana, pero saca un resultado digno, está en una situación parecida, pero con el problema añadido que no tiene buenos números en New Hampshire, así que corre el riesgo de encallarse. Si se la pega, ahí va el nuevo Howard Dean, versión republicana.
Lo que parece seguro es que los anuncios de final de campaña no han hecho nada para favorecer a los futurólogos. Los candidatos se han lanzado al modelo de campaña canibal de anuncios negativos. Lo bonito de los ataques de este estilo es que tienden a empeorar la imagen que los votantes tienen de la victima. El problema de estos ataques es que el atacante también es percibido de forma negativa. A saber cuánto daño han hecho estos días.
Un consuelo, sin embargo: al menos los primarios votan de forma más o menos normal. Nada de los caucus o la ingeniería bizarra de la peña en el otro lado....
Los demócratas
Ya lo he dicho otras veces, pero el sistema de caucus hace predecir cualquier cosa algo muy complicado. Los demócratas en teoría tienen una guerra entre tres, Hillary, Obama y Edwards; que por una vez resultan ser los tres favoritos nacionales. Hillary está con ventaja en todo el país, así que no va tan necesitada de victorias como sus dos oponentes.
El más desesperado es Edwards. La prensa tiende a ignorarle más que Obama (es un candidato más convencional, y esto "no se lleva" contra una mujer), así que si no consigue darles motivos para que lo metan de nuevo en las quinielas con una victoria las cosas se le pondrán cuesta arriba. Obama está más en la situación de Romney pero con la diferencia que sus números son aceptables a nivel nacional, y que no es tan cargante.
Sobre posiciones políticas, la verdad es difícil hablar estos días. Basta con leer los periódicos o ver las noticias para darte cuenta que la inmensa mayoría de comentaristas creen que o bien son aburridas o totalmente irrelevantes; nunca oyes hablar de ellas. Curiosamente los republicanos han estado más metidos en estos "detalles"; si algo tienen las campañas negativas es que uno acaba enterándose de todas las tonterías que cada candidato ha defendido. Si me preguntais quién es más de izquierdas entre los tres demócratas, como mucho puede deducir por lo que he oido en los debates, pero no por lo que me han comentado los medios.
En fin, la clásica campaña americana. No hay más que decir.
Para quien le interese, de izquierda a derecha iría Edwards de calle, Hillary después, y Obama muy, muy cerca de esta. Richardson estaría entre Hillary y Edwards, Biden más o menos donde Hillary y el resto no cuentan para nada. De nada.
viernes, diciembre 28, 2007
Pakistán: la hora del miedo
No creo que haga falta repetirlo, pero sí, Benazir Bhutto ha sido asesinada en Pakistán. No me voy a meter a discutir lo específico demasiado. No soy un experto sobre la política del país y la verdad, en días como hoy cuesta encontrar buenos comentaristas; los todólogos salen de hasta debajo de las piedras.
Aún así, vale la pena detenerse a señalar algunas cosas que me parece se están dejando un poco de lado. Primero, me parece curioso escuchar tantos lamentos sobre la desgraciada historia del país, pero tan pocos análisis sobre qué es lo que no ha funcionado, llevando a Pakistán al callejon sin salida en que está metido. India y Pakistán nacen más o menos a la vez en 1947, separándose de forma más bien desordenada tras la ocupación colonial británica. Pakistán perderá más territorio en 1971, cuando Bangladesh se separa con ayuda india, pero los dos países tienen un punto de partida relativamente parecido.
¿Por qué Pakistán se mete en dictaduras constantes, mientras que la India parece ser una democracia más o menos estable? ¿Por qué Pakistán está cerca de la guerra civil, mientras que sus vecinos del sur mantienen al país unido? No es por falta de diversidad en el lado indio, un país con 122 idiomas distintos (sólo contando los que tienen más de 100.000 hablantes), problemas sociales o pobreza general (India es un 30% más rica por cápita; no gran cosa). Incluso los niveles de desigualdad entre ambos paises son parecidos y relativamente moderados (Gini 0.30-0.32) para su nivel de renta. Joder, India tiene incluso un nutrido número de tarados poniendo bombas, pero el conflicto nunca parece llegar a amenazar el país.
Si esperáis que os ilumine con una respuesta, la verdad, me tenéis sobrevalorado. Lo cierto es que no lo tengo nada claro. No creo que se puede atribuir únicamente al islamismo; el planeta está lleno de países con mayoría musulmana que son perfectamente estables. No necesariamente democracias (es lo que tiene esto de la paz a veces), pero que no flirtean con la guerra civil o el cambio de régimen cada dos por tres. Si uno mira la lista de países de de la Conferencia Islámica, Pakistán es remarcablemente pobre, con la mayoría de países por debajo suyo siendo casi igual de patéticos en cuanto estabilidad; aún así, hay algunos miembros más prósperos (caso de Algeria) también adictos a meterse en líos.
Uno puede mirar este problema desde el punto de vista de la ciencia política, el de la democracia como equilibrio. Un sistema político sólo sobrevive si todos los actores implicados aceptan las reglas del juego, y los que no lo hacen no tienen capacidad (o redaños) de atacar el sistema. La democracia sobrevive si todo el mundo que puede atacarla cree que la alternativa autoritaria es o demasiado arriesgada (fracasa tu golpe de estado y eres encarcelado), demasiado cara de mantener (es demasiado caro reprimir a todos esos universitarios cabreados) o ineficiente (las dictaduras son siempre más corruptas). Si sucede lo contrario... golpe de estado al canto.
Pakistán, supongo, tiene el problema de un equilibrio imposible. Los militares creen que la democracia es demasiado arriesgada, ya que acabaría con sus privilegios de oligarquía pudiente. Los radicales islámicos sólo quieren la democracia como un paso intermedio a la teocracia, como hacían los socialistas de antaño. Los militares son lo suficiente fuertes como para derribar democracias de forma consistente, pero no para estabilizar la alternativa. Los islamistas son lo suficiente fuertes como para tener una dictadura contra las cuerdas, pero saben que no sobrevivirían a las urnas, ya que andan lejos de ser mayoritarios.
El resultado es lo que vemos. La dictadura no es capaz de mantener el país estable; no tiene el apoyo de la mayoría, y no es capaz de reprimir unos radicales islámicos que casi disfrutan siendo ejecutados. La democracia no acaba de llegar nunca, ya que los militares no están dispuestos a ceder nada y los islamistas no tienen el más mínimo aprecio por el sistema. Y siendo un país pobre, el coste de un conflicto abierto es relativamente menor, ya que hay literalmente menos riqueza que destruir, y la guerra a base de AK-47 y suicidas es ridículamente barata.
Las acciones de todos los actores metidos en el jaleo en Pakistán son por tanto tristemente racionales. El conflicto existe porque no hay ningún bando capaz de ganarlo, y no hay solución que dé un arreglo aceptable para todos. Los islamistas pueden continuar intentando ganar a base de pegar tiros porque los militares no pueden ganarlos, los militares seguirán metiendo el dedo en el ojo a los demócratas si estar en el ejercito sigue siendo la mejor manera de hacerse rico (el hecho que la economía de Pakistán no esté desarrollada garantiza que eso sea así), y los demócratas no tienen ni las armas, ni el peso social, ni la capacidad de ganar conversos a base de repartir los beneficios de la modernidad y el capitalismo.
¿La solución?. Estaría encantado de compartirla si la supiera. La verdad, no parece que Pakistán sea un sitio propenso a la estabilidad, a no ser que cambien mucho las cosas. Un economía más diversificada, moderna y próspera ayudaría mucho; ser militar debe dejar de ser la mejor manera de hacer dinero. El problema es que el crecimiento no lo puede crear una Musharraf; en eso ha fracasado por completo... pero una democracia no puede hacerlo tampoco, ya que "moriría" rápido en un golpe de estado. Y no hablemos de una teocracia, un billete de primera hacia la irrelevancia económica más profunda.
Parece mentira, pero creo que la salida que pretendía Bhutto (y Estados Unidos), una dictablanda moviéndose poco a poco hacia una democradura, y a largo plazo pasando a ser una democracia era más o menos razonable. El problema, claro está, es que todo el mundo implicado tiene motivos para desconfiar de los otros... y que no ha funcionado.
Malos tiempos para la lírica. Que Dios nos pille confesados.
Aún así, vale la pena detenerse a señalar algunas cosas que me parece se están dejando un poco de lado. Primero, me parece curioso escuchar tantos lamentos sobre la desgraciada historia del país, pero tan pocos análisis sobre qué es lo que no ha funcionado, llevando a Pakistán al callejon sin salida en que está metido. India y Pakistán nacen más o menos a la vez en 1947, separándose de forma más bien desordenada tras la ocupación colonial británica. Pakistán perderá más territorio en 1971, cuando Bangladesh se separa con ayuda india, pero los dos países tienen un punto de partida relativamente parecido.
¿Por qué Pakistán se mete en dictaduras constantes, mientras que la India parece ser una democracia más o menos estable? ¿Por qué Pakistán está cerca de la guerra civil, mientras que sus vecinos del sur mantienen al país unido? No es por falta de diversidad en el lado indio, un país con 122 idiomas distintos (sólo contando los que tienen más de 100.000 hablantes), problemas sociales o pobreza general (India es un 30% más rica por cápita; no gran cosa). Incluso los niveles de desigualdad entre ambos paises son parecidos y relativamente moderados (Gini 0.30-0.32) para su nivel de renta. Joder, India tiene incluso un nutrido número de tarados poniendo bombas, pero el conflicto nunca parece llegar a amenazar el país.
Si esperáis que os ilumine con una respuesta, la verdad, me tenéis sobrevalorado. Lo cierto es que no lo tengo nada claro. No creo que se puede atribuir únicamente al islamismo; el planeta está lleno de países con mayoría musulmana que son perfectamente estables. No necesariamente democracias (es lo que tiene esto de la paz a veces), pero que no flirtean con la guerra civil o el cambio de régimen cada dos por tres. Si uno mira la lista de países de de la Conferencia Islámica, Pakistán es remarcablemente pobre, con la mayoría de países por debajo suyo siendo casi igual de patéticos en cuanto estabilidad; aún así, hay algunos miembros más prósperos (caso de Algeria) también adictos a meterse en líos.
Uno puede mirar este problema desde el punto de vista de la ciencia política, el de la democracia como equilibrio. Un sistema político sólo sobrevive si todos los actores implicados aceptan las reglas del juego, y los que no lo hacen no tienen capacidad (o redaños) de atacar el sistema. La democracia sobrevive si todo el mundo que puede atacarla cree que la alternativa autoritaria es o demasiado arriesgada (fracasa tu golpe de estado y eres encarcelado), demasiado cara de mantener (es demasiado caro reprimir a todos esos universitarios cabreados) o ineficiente (las dictaduras son siempre más corruptas). Si sucede lo contrario... golpe de estado al canto.
Pakistán, supongo, tiene el problema de un equilibrio imposible. Los militares creen que la democracia es demasiado arriesgada, ya que acabaría con sus privilegios de oligarquía pudiente. Los radicales islámicos sólo quieren la democracia como un paso intermedio a la teocracia, como hacían los socialistas de antaño. Los militares son lo suficiente fuertes como para derribar democracias de forma consistente, pero no para estabilizar la alternativa. Los islamistas son lo suficiente fuertes como para tener una dictadura contra las cuerdas, pero saben que no sobrevivirían a las urnas, ya que andan lejos de ser mayoritarios.
El resultado es lo que vemos. La dictadura no es capaz de mantener el país estable; no tiene el apoyo de la mayoría, y no es capaz de reprimir unos radicales islámicos que casi disfrutan siendo ejecutados. La democracia no acaba de llegar nunca, ya que los militares no están dispuestos a ceder nada y los islamistas no tienen el más mínimo aprecio por el sistema. Y siendo un país pobre, el coste de un conflicto abierto es relativamente menor, ya que hay literalmente menos riqueza que destruir, y la guerra a base de AK-47 y suicidas es ridículamente barata.
Las acciones de todos los actores metidos en el jaleo en Pakistán son por tanto tristemente racionales. El conflicto existe porque no hay ningún bando capaz de ganarlo, y no hay solución que dé un arreglo aceptable para todos. Los islamistas pueden continuar intentando ganar a base de pegar tiros porque los militares no pueden ganarlos, los militares seguirán metiendo el dedo en el ojo a los demócratas si estar en el ejercito sigue siendo la mejor manera de hacerse rico (el hecho que la economía de Pakistán no esté desarrollada garantiza que eso sea así), y los demócratas no tienen ni las armas, ni el peso social, ni la capacidad de ganar conversos a base de repartir los beneficios de la modernidad y el capitalismo.
¿La solución?. Estaría encantado de compartirla si la supiera. La verdad, no parece que Pakistán sea un sitio propenso a la estabilidad, a no ser que cambien mucho las cosas. Un economía más diversificada, moderna y próspera ayudaría mucho; ser militar debe dejar de ser la mejor manera de hacer dinero. El problema es que el crecimiento no lo puede crear una Musharraf; en eso ha fracasado por completo... pero una democracia no puede hacerlo tampoco, ya que "moriría" rápido en un golpe de estado. Y no hablemos de una teocracia, un billete de primera hacia la irrelevancia económica más profunda.
Parece mentira, pero creo que la salida que pretendía Bhutto (y Estados Unidos), una dictablanda moviéndose poco a poco hacia una democradura, y a largo plazo pasando a ser una democracia era más o menos razonable. El problema, claro está, es que todo el mundo implicado tiene motivos para desconfiar de los otros... y que no ha funcionado.
Malos tiempos para la lírica. Que Dios nos pille confesados.
jueves, diciembre 27, 2007
Fútbol. En todas partes.
Hay un país con una cierta tradición de hacer el ridículo metiéndose en jaleos sobre quién puede poner el fútbol en televisión. Derechos cruzados, limitaciones, y políticos metidos hasta las cejas en el jaleo, tratando de forzar leyes de interés general y cosas por este estilo.
Ese país es, aunque parezca mentira... Estados Unidos.
No, no és fútbol como Dios manda (ya se sabe, jugado con los pies y sin armadura), pero no deja de ser un jaleo más que familiar para cualquiera que siga las tribulaciones de los derechos del fútbol en España. Y oye, los políticos están metido con todo el equipo; tenemos un congresista de aquí Connecticut metido hasta las cejas en a ver quién emite qué, diciendo no sé qué cosas de cárteles y limitaciones a la competencia.
Claro, el partido de la discordia esta semana era el New York Giants - New England Patriots, y Connecticut está entre los dos equipos, con lealtades divididas y votantes ansiosos. El interés general y todo eso. En fin, la política en España es el de una democracia totalmente normal, qué os parece.
Nota: mañana tengo el día libre, así que será cuestión de ponerme al día con las noticias (y con el consulado; elecciones en marzo). Prometo hablar largo y tendido sobre las primarias un día de estos; Iowa está a menos de una semana.
Ese país es, aunque parezca mentira... Estados Unidos.
No, no és fútbol como Dios manda (ya se sabe, jugado con los pies y sin armadura), pero no deja de ser un jaleo más que familiar para cualquiera que siga las tribulaciones de los derechos del fútbol en España. Y oye, los políticos están metido con todo el equipo; tenemos un congresista de aquí Connecticut metido hasta las cejas en a ver quién emite qué, diciendo no sé qué cosas de cárteles y limitaciones a la competencia.
Claro, el partido de la discordia esta semana era el New York Giants - New England Patriots, y Connecticut está entre los dos equipos, con lealtades divididas y votantes ansiosos. El interés general y todo eso. En fin, la política en España es el de una democracia totalmente normal, qué os parece.
Nota: mañana tengo el día libre, así que será cuestión de ponerme al día con las noticias (y con el consulado; elecciones en marzo). Prometo hablar largo y tendido sobre las primarias un día de estos; Iowa está a menos de una semana.
domingo, diciembre 23, 2007
Amistades bajo la mesa
El Washington Post publica hoy una noticia curiosa. Según fuentes del gobierno americano, la disminución del nivel de violencia en Irak se debe en gran parte a la ayuda de... Irán. Según la noticia, el gobierno iraní ha dejado de suministrar armas a grupos insurgentes, a la vez que les pide que dejen de dedicarse a hacer la vida imposible a los americanos.
Es una noticia como poco curiosa, aun teniendo relativamente poca confirmación. No soy demasiado amigo de especular, pero lo cierto es que algo sí parece haber cambiado en las relaciones entre ambos países. Sí, la Casa Blanca continúa insistiendo que Irán quiere obtener armas nucleares y dominar el mundo, pero parece que el resto de la maquinaria del gobierno federal no está por la labor. Basta recordar el último informe de inteligencia negando que Teherán quisiera fabricar armas nucleares, sin ir más lejos.
¿A qué se puede deber esto? No me parecería raro que lo que estamos viendo sea que de hecho el gobierno americano ha decido pactar con Irán, aunque sea en privado, detrás de las cortinas y sin decirle a nadie. Sencillamente han aceptado que es hora de aceptar la realidad y resignarse que no pueden dictar el destino de Irak por sí solos. Evidentemente Bush y compañía son gente orgullosa, y no van a aceptar nunca que están retrocediendo; lo suyo es un clásico avance hacia la retaguardia mientras se proclama que has ganado.
En fin, diría que Irak tiene algo de futuro. Tristemente, es una dictadura medio pactada con Irán, al menos a medio plazo.
Es una noticia como poco curiosa, aun teniendo relativamente poca confirmación. No soy demasiado amigo de especular, pero lo cierto es que algo sí parece haber cambiado en las relaciones entre ambos países. Sí, la Casa Blanca continúa insistiendo que Irán quiere obtener armas nucleares y dominar el mundo, pero parece que el resto de la maquinaria del gobierno federal no está por la labor. Basta recordar el último informe de inteligencia negando que Teherán quisiera fabricar armas nucleares, sin ir más lejos.
¿A qué se puede deber esto? No me parecería raro que lo que estamos viendo sea que de hecho el gobierno americano ha decido pactar con Irán, aunque sea en privado, detrás de las cortinas y sin decirle a nadie. Sencillamente han aceptado que es hora de aceptar la realidad y resignarse que no pueden dictar el destino de Irak por sí solos. Evidentemente Bush y compañía son gente orgullosa, y no van a aceptar nunca que están retrocediendo; lo suyo es un clásico avance hacia la retaguardia mientras se proclama que has ganado.
En fin, diría que Irak tiene algo de futuro. Tristemente, es una dictadura medio pactada con Irán, al menos a medio plazo.
jueves, diciembre 20, 2007
El absurdo del alquiler forzoso
La ley catalana de la vivienda tiene un montón de ideas cargadas de buenas intenciones, y un número de ideas casi idéntico que resultan ser más bien torpes y poco operativas. Es un ejemplo clásico de ley dedicada a solucionar los problemas de ayer con remedios de hace dos semanas, copiando lo que hacen otros sin demasiado criterio.
Para empezar, es singularmente tonto parir una ley de acceso a la vivienda precisamente cuando el mercado está arreglándote el problema solito: tras tantos años de excesos, la burbuja inmobiliaria ha estallado con ganas. De hecho los precios estan o estancados (y bajando en términos reales) o en descenso con todas las letras; el acceso a la vivienda se está haciendo más sencillo él solito.
La ley tiene dos ideas especialmente torpes. La primera es el interés en la vivienda protegida. El problema de los últimos años no ha sido la falta de oferta de vivienda; el ritmo de construcción ha sido desmesurado durante mucho tiempo. Los precios no estaban subiendo por falta de viviendas en el mercado, sino por que los tipos de interés reales eran negativos, inflando la demanda artificialmente. La única forma de limitar la subida de los precios de forma efectiva era sencillamente hacer la inversión en vivienda menos rentable; no hace falta ser demasiado brillante para darse cuenta que subvencionarla es hacer exactamente lo contrario.
¿Cómo hacer la inversión menos atractiva? El método habitual (subir tipos de interés) está fuera del alcance del gobierno catalán. La alternativa es aumentar los impuestos; eliminar la (muy regresiva) desgravación por hipotecas (también fuera del alcance autonómico), añadir tasas extras, gravar la vivienda vacia o alguna otra figura creativa. Todo patéticamente impopular, por descontado.
La otra idea absurda es la obligación de alquilar viviendas vacias. Es sencillamente poco operativo, e innecesariamente autoritario. Es mucho más sencillo y barato trabajar para que el alquilar una vivienda sea algo de muy bajo riesgo; la creación de una agencia pública de alquiler garantizado (hecha con ganas, no el intento de cuarta regional del gobierno), por ejemplo, que ponga las cosas fáciles a los caseros.
La cuestión no es que los malvados especuladores tienen casas vacías y disfrutan riéndose y tirando cacahuetes a los pobres mileuristas sin casa. Quien tiene una casa vacía está perdiendo dinero, y más con los precios estancados o a la baja. El problema es ser casero es demasiado a menudo un dolor de cabeza, especialmente en pisos baratos: el beneficio es escaso, los costes de tramitación son altos, y si los inquilinos no se portan la cosa se vuelve muy desagradable muy, muy rápido.
En vez de arrastrar a los propietarios a la fuerza a hacer algo que les da reparo con muy buenos motivos (merced de la incompetencia del sistema judicial en estos casos), sería una buena idea hacer del alquiler algo realmente rentable. Para el gobierno autonómico el coste de las medidas sería mucho más bajo (el coste de tramitación de los alquileres forzosos será muy alto, y ni siquiera entro en si la ley es constitucional o no) y para los propietarios la experiencia mucho menos desagradable.
Y sí, esto significa reformar la ley que regula los alquileres, y hacerla draconiana en contra de los inquilinos. Políticamente difícil, etcétera. Con el gobierno lleno de lastres cagamandurrias que hay en la Generalitat (traducido: ERC e IC-V), incapaz de mover nada remotamente impopular (cuarto cinturón, líneas eléctricas, túnel del AVE) lo veo difícil. En fin.
Para empezar, es singularmente tonto parir una ley de acceso a la vivienda precisamente cuando el mercado está arreglándote el problema solito: tras tantos años de excesos, la burbuja inmobiliaria ha estallado con ganas. De hecho los precios estan o estancados (y bajando en términos reales) o en descenso con todas las letras; el acceso a la vivienda se está haciendo más sencillo él solito.
La ley tiene dos ideas especialmente torpes. La primera es el interés en la vivienda protegida. El problema de los últimos años no ha sido la falta de oferta de vivienda; el ritmo de construcción ha sido desmesurado durante mucho tiempo. Los precios no estaban subiendo por falta de viviendas en el mercado, sino por que los tipos de interés reales eran negativos, inflando la demanda artificialmente. La única forma de limitar la subida de los precios de forma efectiva era sencillamente hacer la inversión en vivienda menos rentable; no hace falta ser demasiado brillante para darse cuenta que subvencionarla es hacer exactamente lo contrario.
¿Cómo hacer la inversión menos atractiva? El método habitual (subir tipos de interés) está fuera del alcance del gobierno catalán. La alternativa es aumentar los impuestos; eliminar la (muy regresiva) desgravación por hipotecas (también fuera del alcance autonómico), añadir tasas extras, gravar la vivienda vacia o alguna otra figura creativa. Todo patéticamente impopular, por descontado.
La otra idea absurda es la obligación de alquilar viviendas vacias. Es sencillamente poco operativo, e innecesariamente autoritario. Es mucho más sencillo y barato trabajar para que el alquilar una vivienda sea algo de muy bajo riesgo; la creación de una agencia pública de alquiler garantizado (hecha con ganas, no el intento de cuarta regional del gobierno), por ejemplo, que ponga las cosas fáciles a los caseros.
La cuestión no es que los malvados especuladores tienen casas vacías y disfrutan riéndose y tirando cacahuetes a los pobres mileuristas sin casa. Quien tiene una casa vacía está perdiendo dinero, y más con los precios estancados o a la baja. El problema es ser casero es demasiado a menudo un dolor de cabeza, especialmente en pisos baratos: el beneficio es escaso, los costes de tramitación son altos, y si los inquilinos no se portan la cosa se vuelve muy desagradable muy, muy rápido.
En vez de arrastrar a los propietarios a la fuerza a hacer algo que les da reparo con muy buenos motivos (merced de la incompetencia del sistema judicial en estos casos), sería una buena idea hacer del alquiler algo realmente rentable. Para el gobierno autonómico el coste de las medidas sería mucho más bajo (el coste de tramitación de los alquileres forzosos será muy alto, y ni siquiera entro en si la ley es constitucional o no) y para los propietarios la experiencia mucho menos desagradable.
Y sí, esto significa reformar la ley que regula los alquileres, y hacerla draconiana en contra de los inquilinos. Políticamente difícil, etcétera. Con el gobierno lleno de lastres cagamandurrias que hay en la Generalitat (traducido: ERC e IC-V), incapaz de mover nada remotamente impopular (cuarto cinturón, líneas eléctricas, túnel del AVE) lo veo difícil. En fin.
miércoles, diciembre 19, 2007
Lista de la compra de la derecha
Andamos a pocos meses de las elecciones, y parece que algunos periodistas de la derecha se sienten un poco ignorados. Supongo que deben estar bajo la impresión que el PP no sabe lo que dice, así que se han decidido a redactarle un programa.
Hablo evidentemente de El Mundo, y la especie de lista de la compra programática que han titulado (modestamente) 100 propuestas para proteger y fortalecer la democracia (CPPPYFLD, para abreviar). Evidentemente, qué haríamos nosotros los pobres mortales en España y parte del extranjero sin la guía de Pedrojota para salvar el mundo. Llevan 24 propuestas ya, así es cuestión de leerlas e iluminarnos.
Ignoremos, por un momento, la tremebunda arrogancia editorial que muestra un periódico (sí, esos que se supone informan) dando como editorial un programa político de CPPPYFLD. Lo cierto es que la auténtica lista de la compra de reformas tiene ya en sus primeras 24 entradas algunas chorradas de consideración.
Primero, la alegre diatriba acerca de la unidad de España, libertad de los españoles y todas esas alegres paranoias. La lista incluye, como de costumbre, una masiva reforma constitucional tratando de cerrar el estado autonómico a cal y canto. Todos iguales, todo bajo el mismo sistema, y el estado en medio, invulnerable y sin poder hacer ningún cambio. Antes que nada, buena suerte convenciendo a vascos y navarros que rebajen sus competencias (algo que el estado no puede hacer de forma unilateral, por cierto; incluso con una reforma constitucional); una igualación de todas las autonomías equivaldría a extender el sistema de cupo a todo el país.
A mí me parece estupendo (y forzaría a vascos y navarros a pagar lo que les toca de una puñetera vez), pero estoy bastante seguro que eso no es lo que pretenden con los CPPPYFLD.
Otra de las perlas es la propuesta de ley electoral. La idea recogida en las CPPPYFLD complicada, barroca y patéticamente absurda; la propuesta pretende de forma bien poco disimulada hacer que en el congreso haya dos partidos y medio, echando a los nacionalistas de cualquier relevancia. Lo patético es que insisten con el absurdo mito de la "sobrerrepresentación" de los nacionalistas, cuando de hecho los partidos que sacan más escaños de lo que les tocan son PP y PSOE.
El problema del Mundo es el clásico de la derecha: no entienden que en el sistema parlamentario uno gobierna cuando forma mayorías, no cuando gana elecciones. Tristemente, la derecha española está a un nivel que no puede aliarse con nadie (aunque ahora lloren), así que no parece dispuesta a consentir que otros puedan pactar.
Otro de los clásicos en cualquier lista de la compra de reformas es tratar de arreglar los partidos políticos. En eso, andamos en lo de siempre; los partidos no se organizan internamente de un modo u otro porque sean malvados, sino porque quieren ganar elecciones de forma eficiente. Se puede hablar de democracia interna (condición que por cierto ya está en la constitución) todo lo que se quiera, que si a los partidos les sale a cuenta ser una estructura disciplinada estricta, actuarán de ese modo.
Algo parecido ocurre con la financiación de los partidos; por mucho que se legisle sobre el tema, los partidos siguen incentivos, no leyes. Hacer los donativos privados totalmente transparentes no es una receta para evitar corrupción (de hecho, es probable que sea lo contrario), y dar subvenciones lo es todavía menos; por no decir que las tentaciones habituales seguirán sobre la mesa. Por añadido, no hay nada neutral en primar el dinero privado sobre el público como rezan las CPPPYFLD; la derecha sale obviamente beneficiada a largo plazo. En financiación de los partidos no hay soluciones sencillas ni mágicas; desde luego, el recurrir a trucos ya gastados y caducos no aporta nada.
Hablando tanto de corrupción, parece que el dar más poder y autosuficiencia al nivel de la administración pública más corrupto del estado (los municipios) es de traca. Más poder en todo menos en lo de las banderas, claro está. España se rompe y todo eso.
Evidentemente, no todo son malas ideas. Reformar el senado, retocar las comisiones de investigación, forzar a que los altos cargos comparezcan en el congreso antes de ser nombrados (para dar a la oposición la oportunidad de señalar los casos de patronazgo más descarados) y la reforma de la función pública (que es menos mala de lo que se dice, pero necesita cambios) no son ideas malas. Aún así demasiado a menudo El Mundo prefiere anteponer las tradicionales paranoias de la derecha o los grandes conceptos cien veces sobados a un estudio mínimamente racional de los problemas y soluciones.
Hablo evidentemente de El Mundo, y la especie de lista de la compra programática que han titulado (modestamente) 100 propuestas para proteger y fortalecer la democracia (CPPPYFLD, para abreviar). Evidentemente, qué haríamos nosotros los pobres mortales en España y parte del extranjero sin la guía de Pedrojota para salvar el mundo. Llevan 24 propuestas ya, así es cuestión de leerlas e iluminarnos.
Ignoremos, por un momento, la tremebunda arrogancia editorial que muestra un periódico (sí, esos que se supone informan) dando como editorial un programa político de CPPPYFLD. Lo cierto es que la auténtica lista de la compra de reformas tiene ya en sus primeras 24 entradas algunas chorradas de consideración.
Primero, la alegre diatriba acerca de la unidad de España, libertad de los españoles y todas esas alegres paranoias. La lista incluye, como de costumbre, una masiva reforma constitucional tratando de cerrar el estado autonómico a cal y canto. Todos iguales, todo bajo el mismo sistema, y el estado en medio, invulnerable y sin poder hacer ningún cambio. Antes que nada, buena suerte convenciendo a vascos y navarros que rebajen sus competencias (algo que el estado no puede hacer de forma unilateral, por cierto; incluso con una reforma constitucional); una igualación de todas las autonomías equivaldría a extender el sistema de cupo a todo el país.
A mí me parece estupendo (y forzaría a vascos y navarros a pagar lo que les toca de una puñetera vez), pero estoy bastante seguro que eso no es lo que pretenden con los CPPPYFLD.
Otra de las perlas es la propuesta de ley electoral. La idea recogida en las CPPPYFLD complicada, barroca y patéticamente absurda; la propuesta pretende de forma bien poco disimulada hacer que en el congreso haya dos partidos y medio, echando a los nacionalistas de cualquier relevancia. Lo patético es que insisten con el absurdo mito de la "sobrerrepresentación" de los nacionalistas, cuando de hecho los partidos que sacan más escaños de lo que les tocan son PP y PSOE.
El problema del Mundo es el clásico de la derecha: no entienden que en el sistema parlamentario uno gobierna cuando forma mayorías, no cuando gana elecciones. Tristemente, la derecha española está a un nivel que no puede aliarse con nadie (aunque ahora lloren), así que no parece dispuesta a consentir que otros puedan pactar.
Otro de los clásicos en cualquier lista de la compra de reformas es tratar de arreglar los partidos políticos. En eso, andamos en lo de siempre; los partidos no se organizan internamente de un modo u otro porque sean malvados, sino porque quieren ganar elecciones de forma eficiente. Se puede hablar de democracia interna (condición que por cierto ya está en la constitución) todo lo que se quiera, que si a los partidos les sale a cuenta ser una estructura disciplinada estricta, actuarán de ese modo.
Algo parecido ocurre con la financiación de los partidos; por mucho que se legisle sobre el tema, los partidos siguen incentivos, no leyes. Hacer los donativos privados totalmente transparentes no es una receta para evitar corrupción (de hecho, es probable que sea lo contrario), y dar subvenciones lo es todavía menos; por no decir que las tentaciones habituales seguirán sobre la mesa. Por añadido, no hay nada neutral en primar el dinero privado sobre el público como rezan las CPPPYFLD; la derecha sale obviamente beneficiada a largo plazo. En financiación de los partidos no hay soluciones sencillas ni mágicas; desde luego, el recurrir a trucos ya gastados y caducos no aporta nada.
Hablando tanto de corrupción, parece que el dar más poder y autosuficiencia al nivel de la administración pública más corrupto del estado (los municipios) es de traca. Más poder en todo menos en lo de las banderas, claro está. España se rompe y todo eso.
Evidentemente, no todo son malas ideas. Reformar el senado, retocar las comisiones de investigación, forzar a que los altos cargos comparezcan en el congreso antes de ser nombrados (para dar a la oposición la oportunidad de señalar los casos de patronazgo más descarados) y la reforma de la función pública (que es menos mala de lo que se dice, pero necesita cambios) no son ideas malas. Aún así demasiado a menudo El Mundo prefiere anteponer las tradicionales paranoias de la derecha o los grandes conceptos cien veces sobados a un estudio mínimamente racional de los problemas y soluciones.
lunes, diciembre 17, 2007
Primary Colors (XXI): la primaria desconcertante
Las primarias tienen a muchos periodistas americanos muy, muy perdidos. Hará cosa de un mes la prensa y su constelación inacabable de todólogos de guardia tenía todo muy clarito: los demócratas iban a coronar a Hillary Clinton y los repúblicanos iban a escoger a Giuliani entre lloriqueos, a no ser que el plan maestro de Mitt Romney funcionará.
Hoy una mira las encuestas, y no cuesta entender por qué todos los "expertos" están dando grititos de pánico y dando saltitos. Dios mío, ¿qué está sucediendo? ¡Hay gente compitiendo! ¡La elección es un caos! ¡A cambiar portadas!
La verdad, no sé realmente de dónde viene todo este pánico. Primero de todo, no es nada anormal que en un sistema democrático abierto que utiliza reglas ligeramente absurdas las elecciones sean de hecho competitivas. Por mucho que a la prensa le parezca estupendo tener una historieta bien clarita (y ahorrarse tener que pensar) y esté muerta de ganas por tener dos candidatos conocidos (y ahorrarse el tener que explicar nada con substancia), una campaña de primarias es larga, cruel y dura con los favoritos; no es ninguna sorpresa que las cosas estén más justitas.
Segundo, y todavía más preocupante, el hecho que un pelagatos como yo viera potencial y ciertas expectativas en los dos candidatos emergentes debería dar que pensar. Yo no soy periodista, no me gano la vida empapándome de encuestas y la verdad, no soy un experto en el sistema de primarias americano, pero el hecho que Huckabee y Obama estén acercándose en las encuestas no me ha sorprendido demasiado. Dicho en otras palabras, no es nada anormal, mágico, extraño o milagroso que la carrera esté abierta; manía de dar todas las historias con exceso de drama y tontería.
Más allá de lo que dice la prensa (algo que no es que sea demasiado relevante), ¿qué hay detrás de los buenos números de Huckabee y Obama? Comentaba algo el otro día, pero no está mal hablar de ello con más detalle, especialmente de Huckabee.
Los dos candidatos tienen como una de sus principales virtudes el hecho que no suenan antipáticos; tanto el ex-governador de Arkansas como el Senador por Illinois tienen por costumbre hablar de forma agradable, no berrear al electorado, y no defender sus ideas a base de drama y rasgado de vestiduras. Tras tantos años de políticos que viven instalados en la polarización, tanto Obama como Huckabee son firmes creyentes en el buenismo como forma de comunicación política. No son políticos polarizantes; de hecho en febrero al hablar del político republicano le acusaba de Josebonismo, la perniciosa virtud de ser tan simpático y populachero que nadie se fija en tu nivel de competencia, y caes bien incluso a tus oponentes.
Los parecidos terminan aquí, de todos modos. Obama es un político moderado (incluso demasiado), centrista y lleno de ideas nuevas. Sus propuestas son a veces muy livianas y ligeramente absurdas, pero en general el tipo parece sensato e inteligente. De hecho se explica espectacularmente bien.
Huckabee... Huckabee entra más en el casillero de tarado encantador peligroso. El tipo es adorable, pero tiene algunas ideas y venazos aterradores. En los noventa andaba diciendo que a los enfermos de SIDA se les debería aislar (!), las mujeres deben seguir el liderazgo sereno de sus maridos (!!) y que estaba en política para recuperar América para Cristo (!!!). Está a favor de enmendar la constitución para prohibir el aborto y el matrimonio (e uniones civiles) entre homosexuales, crea que la teoría de la evolución es falsa, y dice que sus creencias religiosas lo definen por encima de todo. Faltaría; el tipo es un pastor baptista. Lo que no está tan claro es que eso sea mínimamente razonable.
Por añadido, políticamente el tipo es uno de estos conservadores populacheros sureños que tan mal resultado han dado en la Casa Blanca en los últimos siete años. Sus conocimientos de economía son espantósamente escasos, hasta el punto de hacer que Zapatero parezca Paul Krugman; defiende eliminar el impuesto sobre la renta y substituirlo por un impuesto sobre el consumo del 23-24% a nivel federal (ni que decir que esto es totalmente impracticable, aparte ser inconstitucional), es proteccionista, y le encanta eso de gastar sin recaudar ni preocuparse por los déficits. Su experiencia (y asesores) en política exterior es entre patética y nula, y tiene una tendencia delirante a no ser capaz de responder preguntas sobre política exterior.
¿Qué narices hace empatado con Giuliani en las encuestas nacionales? Bien, parece que el ala religiosa delirante del partido republicano finalmente se ha decidido por alguien. En vista que los cambios de opinión y el descubrimiento de la vida de Romney (y su mormonismo) no son especialmente convincentes, los evangélicos se han conformado con el primer machaca biblias con cierta credibilidad que les ha caído bien, por absurda que sea esa elección. Cualquiera es mejor que el inmoral de Giuliani (pro-aborto y derechos civiles y más bien poco devoto), eso seguro.
Lo más triste de toda la excitación, sin embargo, es que Huckabee de hecho no tiene demasiadas opciones. Los evangélicos son un bloque importante dentro del partido, y de hecho lo han controlado en los últimos 10-12 años; sin embargo, no son mayoría. Un número considerable de republicanos de otros bloques (industrialistas, conservadores económicos, neoliberales, moderados, aislacionistas, anti-inmigrantes) están hartos de este control, y más aún en vista del éxito de Bush, último campeón de los evangélicos, en la presidencia. Huckabee no tiene una campaña especialmente bien financiada, y tiene incontables salidas de tono coloristas en las hemerotecas, así que lo esperable es que las próximas semanas se conviertan en un tiro al pato. Puede que gane en Iowa (estado muy conservador), pero no creo que tenga fuelle.
Nada que impida a los periodistas hacer ruido, sin embargo.
Lo de Obama... es curioso, pero aunque a nivel nacional está más lejos de Hillary que Huckabee lo está de Giuliani, a él le veo más opciones. Obama no es sólo simpático; no polariza. Veo más probable que éxitos tempranos hagan que Obama se refuerce (a base de transferencia de votos de candidatos derrotados) que lo haga Hillary.
Queda apenas un mes para que voten los primeros estados así que... veremos. Hay mucho partido.
Hoy una mira las encuestas, y no cuesta entender por qué todos los "expertos" están dando grititos de pánico y dando saltitos. Dios mío, ¿qué está sucediendo? ¡Hay gente compitiendo! ¡La elección es un caos! ¡A cambiar portadas!
La verdad, no sé realmente de dónde viene todo este pánico. Primero de todo, no es nada anormal que en un sistema democrático abierto que utiliza reglas ligeramente absurdas las elecciones sean de hecho competitivas. Por mucho que a la prensa le parezca estupendo tener una historieta bien clarita (y ahorrarse tener que pensar) y esté muerta de ganas por tener dos candidatos conocidos (y ahorrarse el tener que explicar nada con substancia), una campaña de primarias es larga, cruel y dura con los favoritos; no es ninguna sorpresa que las cosas estén más justitas.
Segundo, y todavía más preocupante, el hecho que un pelagatos como yo viera potencial y ciertas expectativas en los dos candidatos emergentes debería dar que pensar. Yo no soy periodista, no me gano la vida empapándome de encuestas y la verdad, no soy un experto en el sistema de primarias americano, pero el hecho que Huckabee y Obama estén acercándose en las encuestas no me ha sorprendido demasiado. Dicho en otras palabras, no es nada anormal, mágico, extraño o milagroso que la carrera esté abierta; manía de dar todas las historias con exceso de drama y tontería.
Más allá de lo que dice la prensa (algo que no es que sea demasiado relevante), ¿qué hay detrás de los buenos números de Huckabee y Obama? Comentaba algo el otro día, pero no está mal hablar de ello con más detalle, especialmente de Huckabee.
Los dos candidatos tienen como una de sus principales virtudes el hecho que no suenan antipáticos; tanto el ex-governador de Arkansas como el Senador por Illinois tienen por costumbre hablar de forma agradable, no berrear al electorado, y no defender sus ideas a base de drama y rasgado de vestiduras. Tras tantos años de políticos que viven instalados en la polarización, tanto Obama como Huckabee son firmes creyentes en el buenismo como forma de comunicación política. No son políticos polarizantes; de hecho en febrero al hablar del político republicano le acusaba de Josebonismo, la perniciosa virtud de ser tan simpático y populachero que nadie se fija en tu nivel de competencia, y caes bien incluso a tus oponentes.
Los parecidos terminan aquí, de todos modos. Obama es un político moderado (incluso demasiado), centrista y lleno de ideas nuevas. Sus propuestas son a veces muy livianas y ligeramente absurdas, pero en general el tipo parece sensato e inteligente. De hecho se explica espectacularmente bien.
Huckabee... Huckabee entra más en el casillero de tarado encantador peligroso. El tipo es adorable, pero tiene algunas ideas y venazos aterradores. En los noventa andaba diciendo que a los enfermos de SIDA se les debería aislar (!), las mujeres deben seguir el liderazgo sereno de sus maridos (!!) y que estaba en política para recuperar América para Cristo (!!!). Está a favor de enmendar la constitución para prohibir el aborto y el matrimonio (e uniones civiles) entre homosexuales, crea que la teoría de la evolución es falsa, y dice que sus creencias religiosas lo definen por encima de todo. Faltaría; el tipo es un pastor baptista. Lo que no está tan claro es que eso sea mínimamente razonable.
Por añadido, políticamente el tipo es uno de estos conservadores populacheros sureños que tan mal resultado han dado en la Casa Blanca en los últimos siete años. Sus conocimientos de economía son espantósamente escasos, hasta el punto de hacer que Zapatero parezca Paul Krugman; defiende eliminar el impuesto sobre la renta y substituirlo por un impuesto sobre el consumo del 23-24% a nivel federal (ni que decir que esto es totalmente impracticable, aparte ser inconstitucional), es proteccionista, y le encanta eso de gastar sin recaudar ni preocuparse por los déficits. Su experiencia (y asesores) en política exterior es entre patética y nula, y tiene una tendencia delirante a no ser capaz de responder preguntas sobre política exterior.
¿Qué narices hace empatado con Giuliani en las encuestas nacionales? Bien, parece que el ala religiosa delirante del partido republicano finalmente se ha decidido por alguien. En vista que los cambios de opinión y el descubrimiento de la vida de Romney (y su mormonismo) no son especialmente convincentes, los evangélicos se han conformado con el primer machaca biblias con cierta credibilidad que les ha caído bien, por absurda que sea esa elección. Cualquiera es mejor que el inmoral de Giuliani (pro-aborto y derechos civiles y más bien poco devoto), eso seguro.
Lo más triste de toda la excitación, sin embargo, es que Huckabee de hecho no tiene demasiadas opciones. Los evangélicos son un bloque importante dentro del partido, y de hecho lo han controlado en los últimos 10-12 años; sin embargo, no son mayoría. Un número considerable de republicanos de otros bloques (industrialistas, conservadores económicos, neoliberales, moderados, aislacionistas, anti-inmigrantes) están hartos de este control, y más aún en vista del éxito de Bush, último campeón de los evangélicos, en la presidencia. Huckabee no tiene una campaña especialmente bien financiada, y tiene incontables salidas de tono coloristas en las hemerotecas, así que lo esperable es que las próximas semanas se conviertan en un tiro al pato. Puede que gane en Iowa (estado muy conservador), pero no creo que tenga fuelle.
Nada que impida a los periodistas hacer ruido, sin embargo.
Lo de Obama... es curioso, pero aunque a nivel nacional está más lejos de Hillary que Huckabee lo está de Giuliani, a él le veo más opciones. Obama no es sólo simpático; no polariza. Veo más probable que éxitos tempranos hagan que Obama se refuerce (a base de transferencia de votos de candidatos derrotados) que lo haga Hillary.
Queda apenas un mes para que voten los primeros estados así que... veremos. Hay mucho partido.
¿De dónde viene la inflación en los alimentos?
Según el PP y sus alegres comparsas mediáticos, el hecho que los productos alimentarios estén subiendo de precio es evidentemente culpa de Zapatero. Como todo. No creo que valga la pena contestar algo que el Economist explica mucho mejor. Resumiendo: el precio de los cereales está subiendo en todo el mundo, no únicamente en España. Y la culpa, por descontado, no es debido al enorme poder de maldad del gobierno socialista; en gran parte nace de los absurdos subsidios al etanol en Estados Unidos y las tremendas distorsiones que crean en el mercado. Quién lo diría.
Sería un detalle, por cierto, que el gobierno dejará de tirar piedras sobre su propio tejado y explicará bien lo que pasa, en vez de ir soltando teorías psicológicas sobre el euro.
Sería un detalle, por cierto, que el gobierno dejará de tirar piedras sobre su propio tejado y explicará bien lo que pasa, en vez de ir soltando teorías psicológicas sobre el euro.
viernes, diciembre 14, 2007
Cuando un escándalo no es un sorpresa: Beisbol
Hoy se ha hecho público un largo y detallado informe en Nueva York. Un trabajo detallado, lento, que ha llevado 20 meses de entrevistas, investigaciones y búsqueda de datos. El informe en cuestión ha revelado un escándalo, una vergüenza infame para uno de los símbolos de la identidad americana: el beisbol.
Resultan que para sorpresa de casi nadie, en el la liga nacional de beisbol profesional hay jugadores que toman esteroides, anabolizantes, hormona del crecimiento y drogas variadas. Maravilla de las maravillas, en un deporte en que la liga se negó durante muchísimos años a hacer controles antidopaje, confiando en el "honor" de los jugadores para mantener limpio el deporte.
Oh, milagros de los incentivos perversos, no ha funcionado. Me parece que no haga falta que diga por qué el sistema de confiar en los jugadores no tenía la más remota posibilidad; en una competición donde clavar mejores estadísticas te garantiza mejores ingresos (y en un deporte además donde las actuaciones individuales son tan visibles), meterse hasta las cejas de drogas para hacer eso precisamente es una tentación enorme. Si encima la probabilidad que te pillen es cero, pues ya me dirás.
Lo curioso es que aparte de predecible, el desastre en cuestión no tenía nada de secreto. Basta con mirar fotos "antes y después" de alguno de los "sospechosos", como Barry Bonds. Por mucho que uno haga pesas, a uno no le crece el tamaño del craneo en condiciones normales. Durante muchos años por la liga se paseaban multitud de jugadores que parecían haberse hinchado de golpe y echado músculo por todas partes, y que estaban consiguiendo estadísticas y récords absolutamente ridículos, tan lejos de lo normal (y de sus medias "pre-hinchado") que no tenían ningún sentido. La MLB, mientras tanto, miraba hacia otro lado.
El resultado: muchas de las grandes marcas de este deporte, incluyendo el récord de Bonds de home runs, están irremisiblemente manchados por un escándalo. En un deporte donde las estadísticas son todo, dos décadas son un borrón impresentable.
Es fácil entender por qué los jugadores se dopaban, pero ¿Por qué la liga decidió ignorar el problema durante todo este tiempo? La verdad, esto es más difícil de explicar. En cierto sentido, la MLB tuvo un ataque de pánico parecido al de un político al que pillan con las manos en la masa. Cuando se empezaron a escuchar las primeras acusaciones y empezaron a salir los primeros libros sobre el tema, la reacción inmediata de la liga fue de defender a los suyos.
Cuando todo empezó a salir a la luz, allá 1998, el beisbol en Estados Unidos estaba experimentando un renacimiento, tras años de declive: varios jugadores estaban compitiendo de forma increíble, emocionante, única, por batir el récord de home runs en una temporada. Tras años de arrastrarse al borde de la quiebra, los equipos miembros de la liga (que se gestionan solitos; el deporte profesional en EUA no depende de ninguna federación) básicamente se vieron en la misma disyuntiva que los jugadores. ¿Controlo el uso de dopaje y hago menos dinero, o haga la vista gorda y me hago rico? Con las audiencias por las nubes y el interés por el deporte en cotas no vistas desde tiempos de Babe Ruth, los periodistas no iban a llorar demasiado.
Y de hecho no lo hicieron, hasta que las audiencias volvieron a bajar. Con contadas excepciones (como cuando los Red Sox ganaron el campeonato, un hecho no visto en 80 años), el interés por el beisbol ha decaido. Con menos dinero y un pastel más pequeño, hay más jugadores cabreados por la existencia de tramposos y menos dinero. Era cuestión de tiempo que acabara de esta manera.
¿Qué sucederá ahora? Algo parecido a lo que hemos visto con el ciclismo. La confianza en el deporte caerá en picado, los patrocinadores se irán, y con la excepción de los cuatro o cinco equipos históricos con bases sólidas (Yankees, Cubs, Red Sox...) la liga perderá dinero a espuertas, mientras la liga limpia la liga y hace penitencia y quema gente en la hoguera en la plaza pública. El mercado funciona, a su manera.
El deporte profesional de hecho vende dos cosas: por una lado entretenimiento, lealtad, afición, emoción. Por otro, una cierta credibilidad, una cierta idea que la el tinglado es justo, competitivo y que todo el mundo que participa sigue las mismas reglas. Si no dan lo segundo de forma consistente y no mantienen su reputación, la ilusión queda rota, y la gente se va con la música a otra parte.
¿Lecciones? No haya nada más valioso en un mercado que tu reputación. Si la gente no confía en la calidad de los servicios que ofreces, el valor de lo que pones sobre la mesa disminuye. Que le pregunten a los bancos estos días. La crisis de liquidez de estos días de hecho es... el Tour de Francia. Quién lo iba a decir.
Resultan que para sorpresa de casi nadie, en el la liga nacional de beisbol profesional hay jugadores que toman esteroides, anabolizantes, hormona del crecimiento y drogas variadas. Maravilla de las maravillas, en un deporte en que la liga se negó durante muchísimos años a hacer controles antidopaje, confiando en el "honor" de los jugadores para mantener limpio el deporte.
Oh, milagros de los incentivos perversos, no ha funcionado. Me parece que no haga falta que diga por qué el sistema de confiar en los jugadores no tenía la más remota posibilidad; en una competición donde clavar mejores estadísticas te garantiza mejores ingresos (y en un deporte además donde las actuaciones individuales son tan visibles), meterse hasta las cejas de drogas para hacer eso precisamente es una tentación enorme. Si encima la probabilidad que te pillen es cero, pues ya me dirás.
Lo curioso es que aparte de predecible, el desastre en cuestión no tenía nada de secreto. Basta con mirar fotos "antes y después" de alguno de los "sospechosos", como Barry Bonds. Por mucho que uno haga pesas, a uno no le crece el tamaño del craneo en condiciones normales. Durante muchos años por la liga se paseaban multitud de jugadores que parecían haberse hinchado de golpe y echado músculo por todas partes, y que estaban consiguiendo estadísticas y récords absolutamente ridículos, tan lejos de lo normal (y de sus medias "pre-hinchado") que no tenían ningún sentido. La MLB, mientras tanto, miraba hacia otro lado.
El resultado: muchas de las grandes marcas de este deporte, incluyendo el récord de Bonds de home runs, están irremisiblemente manchados por un escándalo. En un deporte donde las estadísticas son todo, dos décadas son un borrón impresentable.
Es fácil entender por qué los jugadores se dopaban, pero ¿Por qué la liga decidió ignorar el problema durante todo este tiempo? La verdad, esto es más difícil de explicar. En cierto sentido, la MLB tuvo un ataque de pánico parecido al de un político al que pillan con las manos en la masa. Cuando se empezaron a escuchar las primeras acusaciones y empezaron a salir los primeros libros sobre el tema, la reacción inmediata de la liga fue de defender a los suyos.
Cuando todo empezó a salir a la luz, allá 1998, el beisbol en Estados Unidos estaba experimentando un renacimiento, tras años de declive: varios jugadores estaban compitiendo de forma increíble, emocionante, única, por batir el récord de home runs en una temporada. Tras años de arrastrarse al borde de la quiebra, los equipos miembros de la liga (que se gestionan solitos; el deporte profesional en EUA no depende de ninguna federación) básicamente se vieron en la misma disyuntiva que los jugadores. ¿Controlo el uso de dopaje y hago menos dinero, o haga la vista gorda y me hago rico? Con las audiencias por las nubes y el interés por el deporte en cotas no vistas desde tiempos de Babe Ruth, los periodistas no iban a llorar demasiado.
Y de hecho no lo hicieron, hasta que las audiencias volvieron a bajar. Con contadas excepciones (como cuando los Red Sox ganaron el campeonato, un hecho no visto en 80 años), el interés por el beisbol ha decaido. Con menos dinero y un pastel más pequeño, hay más jugadores cabreados por la existencia de tramposos y menos dinero. Era cuestión de tiempo que acabara de esta manera.
¿Qué sucederá ahora? Algo parecido a lo que hemos visto con el ciclismo. La confianza en el deporte caerá en picado, los patrocinadores se irán, y con la excepción de los cuatro o cinco equipos históricos con bases sólidas (Yankees, Cubs, Red Sox...) la liga perderá dinero a espuertas, mientras la liga limpia la liga y hace penitencia y quema gente en la hoguera en la plaza pública. El mercado funciona, a su manera.
El deporte profesional de hecho vende dos cosas: por una lado entretenimiento, lealtad, afición, emoción. Por otro, una cierta credibilidad, una cierta idea que la el tinglado es justo, competitivo y que todo el mundo que participa sigue las mismas reglas. Si no dan lo segundo de forma consistente y no mantienen su reputación, la ilusión queda rota, y la gente se va con la música a otra parte.
¿Lecciones? No haya nada más valioso en un mercado que tu reputación. Si la gente no confía en la calidad de los servicios que ofreces, el valor de lo que pones sobre la mesa disminuye. Que le pregunten a los bancos estos días. La crisis de liquidez de estos días de hecho es... el Tour de Francia. Quién lo iba a decir.
jueves, diciembre 13, 2007
El "descubrimiento" de la ciudad compacta
Doy la bienvenida al País a esto de alabar a la ciudad "hacinada", las densidades de población altas y las áreas de uso mixto. Sólo decir que llegan un poco tarde. La absurda, delirante ley de ordenación territorial de la comunidad de Madrid debería haber sido un escándalo de ordago cuando fue votada, no ahora meses después.
Sí, las ciudades densas tienen enormes ventajas, muchas de ellas no demasiado intuitivas. Son más baratas de mantener, más fáciles de vigilar, los servicios son más eficientes, el transporte público es mucho más práctico, gastan menos energía y por encima, están hechas a escala humana, no mecánica. El rey de una ciudad compacta es el peatón, no el coche.
Y creedme, llevo tiempo en Estados Unidos. El hecho de no poder ir andando a comprar el pan, el periódico o a tomar un café y tener que sacar el coche para cualquier chorrada es un auténtico coñazo. Y más un día como hoy, que esperamos 20 cm de nieve.
Sí, las ciudades densas tienen enormes ventajas, muchas de ellas no demasiado intuitivas. Son más baratas de mantener, más fáciles de vigilar, los servicios son más eficientes, el transporte público es mucho más práctico, gastan menos energía y por encima, están hechas a escala humana, no mecánica. El rey de una ciudad compacta es el peatón, no el coche.
Y creedme, llevo tiempo en Estados Unidos. El hecho de no poder ir andando a comprar el pan, el periódico o a tomar un café y tener que sacar el coche para cualquier chorrada es un auténtico coñazo. Y más un día como hoy, que esperamos 20 cm de nieve.
miércoles, diciembre 12, 2007
La nueva Rusia de siempre
Siempre me ha sorprendido la tozuda persistencia de las instituciones. La historia, en contra de lo que se dice habitualmente, no se repite demasiado; existen sin embargo ciertos equilibrios, ciertas dinámicas políticas, que parecen no irse nunca.
Que le pregunten a los rusos. En los últimos tres siglos el país parece moverse de forma irreversible entre cortos, intensos intensos de liberalización y súbitas, intensas caidas a una dictadura ligeramente menos opresiva. Tras unos pocos intensos, alocados años de democracia sui generis (presidente demente y alcohólico incluido), el nuevo siglo trajo la calma en forma de un extrañamente carismático ex-espia surgido de la nada.
Obviamente a estas alturas de siglo el ser una dictadura ya no se estila demasiado; incluso con lo que había caído en cuanto a desastres económicos en la era de Ieltsin, los rusos no están tan majaras de volver a un régimen de estilo soviético. La transición tiene que ser suave, respetando la letra de las leyes pero no su espíritu; el presidente no puede ser reelegido, pero su poder no va a desvanecerse. Putin pasará de presidente a primer ministro, y los hilos seguirán en manos de quien deben permanecer.
¿Por qué esta vuelta al autoritarismo, que muchos rusos parecen incluso apreciar? La respuesta es bastante complicada, pero un buen sitio para empezar a mirar es bajo tierra. Más concretamente, en los grandes yacimientos de gas y petroleo que tiene Rusia.
Putin y su gente viven en una posición excepcional para cualquier gobernante: tienen una máquina de generar ingresos sin recaudar impuestos. Básicamente con plantar un pozo de extracción y vender lo que salga, pueden regar la economía del país de dinero (y sus amigos, y sus bolsillos) sin que tengan que molestar a nadie con con ridículos tributos.
Para hacer las cosas aún más sencillas, Rusia es un país enorme, vasto, incontrolable, que se ha mantenido unido desde tiempo inmemorial a base de clientelismo y lealtades cruzadas. Los amigos que uno tenía en tiempos soviéticos (sean voluntarios o por la fuerza; por algo Putin y su tropa vienen todos del KGB) siguen siendo igual de útiles; los capataces, caciques y aparatchiks de antaño siguen controlando las mismas fábricas, hospitales y empleos de siempre. El viejo recurso soviético para controlar la enorme, gigantesca burocracia de controlar nombramientos, dachas, evitar viajes a Siberia (sólo ida) y recibir favores en los planes quinquenales se ha modernizado, camuflado bajo contratos estatales, dinero puro y duro, y evitar que el siempre leal sistema judicial te aplique las leyes que todo el mundo incumple.
Vieja y pobre Rusia.
Que le pregunten a los rusos. En los últimos tres siglos el país parece moverse de forma irreversible entre cortos, intensos intensos de liberalización y súbitas, intensas caidas a una dictadura ligeramente menos opresiva. Tras unos pocos intensos, alocados años de democracia sui generis (presidente demente y alcohólico incluido), el nuevo siglo trajo la calma en forma de un extrañamente carismático ex-espia surgido de la nada.
Obviamente a estas alturas de siglo el ser una dictadura ya no se estila demasiado; incluso con lo que había caído en cuanto a desastres económicos en la era de Ieltsin, los rusos no están tan majaras de volver a un régimen de estilo soviético. La transición tiene que ser suave, respetando la letra de las leyes pero no su espíritu; el presidente no puede ser reelegido, pero su poder no va a desvanecerse. Putin pasará de presidente a primer ministro, y los hilos seguirán en manos de quien deben permanecer.
¿Por qué esta vuelta al autoritarismo, que muchos rusos parecen incluso apreciar? La respuesta es bastante complicada, pero un buen sitio para empezar a mirar es bajo tierra. Más concretamente, en los grandes yacimientos de gas y petroleo que tiene Rusia.
Putin y su gente viven en una posición excepcional para cualquier gobernante: tienen una máquina de generar ingresos sin recaudar impuestos. Básicamente con plantar un pozo de extracción y vender lo que salga, pueden regar la economía del país de dinero (y sus amigos, y sus bolsillos) sin que tengan que molestar a nadie con con ridículos tributos.
Para hacer las cosas aún más sencillas, Rusia es un país enorme, vasto, incontrolable, que se ha mantenido unido desde tiempo inmemorial a base de clientelismo y lealtades cruzadas. Los amigos que uno tenía en tiempos soviéticos (sean voluntarios o por la fuerza; por algo Putin y su tropa vienen todos del KGB) siguen siendo igual de útiles; los capataces, caciques y aparatchiks de antaño siguen controlando las mismas fábricas, hospitales y empleos de siempre. El viejo recurso soviético para controlar la enorme, gigantesca burocracia de controlar nombramientos, dachas, evitar viajes a Siberia (sólo ida) y recibir favores en los planes quinquenales se ha modernizado, camuflado bajo contratos estatales, dinero puro y duro, y evitar que el siempre leal sistema judicial te aplique las leyes que todo el mundo incumple.
Vieja y pobre Rusia.
lunes, diciembre 10, 2007
Primary Colors (XX): Obama no es sólo famoseo
Seguir las elecciones primarias en Estados Unidos siempre produce una cierta melancolía. Cuando los candidatos empiezan a postularse es siempre difícil saber quién tiene realmente alguna esperanza en conseguir la nominación. Eso significa que un servidor, aficionado a seguir la política americana, conocía bastante bien la mayoría de los pobres diablos que se lanzaban al circo de las primarias, y la verdad tenía una opinión bastante formada sobre quién haría un buen presidente.
En el caso de los demócratas, mis dos preferencias desde el principio eran Bill Richardson y Joe Biden. Ambos inteligentes, ambos extraordinariamente bien preparados, ambos con décadas de experiencia, los dos harían presidentes estupendos, sabios y comedidos. Richardson encima es latino. Evidentemente, eso significa que los medios los han ignorado olímpicamente, y están a millas de distancia de los favoritos en las encuestas.
Los favoritos, por descontado, son el trío de bellas novelas políticas de la temporada: Clinton, Obama y (en menor medida) Edwards. Ninguno de los tres es tan sabio, ni tiene experiencia, ni está tan preparado, y aunque es posible que al menos dos de ellos sean igual de inteligentes (Clinton y Obama), es bastante evidente que sobre el papel no son tan apetecibles.
Eso me lleva de forma resignada a escoger a una segunda opción entre los favoritos. Entre el cinismo y inteligencia de Hillary, el buenismo y carisma de Obama y el peinado (no le encuentro nada más de Edwards), la verdad es que la elección no es que sea estupenda, pero me quedo con Obama. Un político, curiosamente, que me recuerda mucho a Zapatero en su manera de hacer campaña: tranquilo, poco agresivo, buen orador y muy carismático. Mucho, mucho más carismático que Zapatero, la verdad (cuando Obama "clava" un discurso es sencillamente extraordinario), un político de muy alto nivel.
No me extraña por lo tanto que nuestros trolls favoritos en la derecha (LD) anden diciendo que Obama es un alegre populista latinoamericano con amigos ricos y poderosos. Aparte de permitirse el lujo de decir que Oprah Winfrey es simplemente "famosa" (es casi una semidiosa para millones de amas de casa en Estados Unidos, aparte de ser una de esas historias americanas increíbles de lucha y esfuerzo), lo cierto es que el senador, aún con poca experiencia, tiene las cosas bastante claras. De hecho de populista tienen bastante poco; su plan de salud es muy, muy conservador (ni de broma "estatal y centralizado") y cuando habla siempre es más que consciente de las limitaciones y retos de una presidencia.
Es curioso, pero el paralelismo con Zapatero es más que considerable: lo que hace a Obama un candidato distinto es el hecho que es un tipo amable rodeado de políticos muy antipáticos. Puede parecer una virtud menor, pero empiezo a sospechar que no lo es tanto. En los últimos años la política se ha llenado de mercaderes del miedo, políticos que viven de apelar a las incertidumbres y peligros del mundo para postularse como defensores de la patria ante este. Esto ha sucedido tanto en la derecha como en la izquierda; basta con recordar el dóberman en 1993 o el temor a la globalización y los malvados mercados financieros para darse cuenta que no sólo los que hablan de vascos y terroristas trafican con miedo.
¿Sabeis qué? creo sinceramente que la gente en Estados Unidos está bastante harta. Algo tan simple como tener un presidente que ni les grite, ni les meta miedo, ni los trate de imbéciles tiene su atractivo. Es triste que la política se reduzca a veces a esto, pero realmente tener un tipo tranquilo, agradable y educado explicándote que las cosas son difíciles pero podemos arreglarlas entre todos es todo lo que uno quiere.
Me remitiré a un debate no hace demasiado; a Obama le preguntaron si apoyaba que los inmigrantes ilegales pudieran obtener el carnet de conducir. El tipo se lanzó a dar una explicación con calma, diciendo cláramente que no podía contestar esa pregunta de forma aceptable, ya que el si o no por sí sólo no arreglaban nada. El moderador y otros candidatos se apresuraron a exigir una respuesta de una sóla sílaba, blanco o negro, polarizante; Obama se limitó a decir "sí", con el subtitulo que ver los problemas de ese modo no lleva a ninguna parte.
Quizás no es el más preparado o tiene las políticas que creo mejores (aunque son mejores que las de Clinton, todo hay que decirlo), pero tiene la actitud adecuada. Quizás eso sea lo que realmente Estados Unidos necesita.
Nota al margen: el análisis del editorial de LD, por cierto, atroz. No sé dónde consiguen la información sobre política americana, pero el hecho que hablan de estrellas emergentes y no mencionen a Mike Huckabee es preocupante. El tipo es un lunático religioso simpático, algo que esa tropa seguro les encanta, y está subiendo en todas las encuestas. Triste.
En el caso de los demócratas, mis dos preferencias desde el principio eran Bill Richardson y Joe Biden. Ambos inteligentes, ambos extraordinariamente bien preparados, ambos con décadas de experiencia, los dos harían presidentes estupendos, sabios y comedidos. Richardson encima es latino. Evidentemente, eso significa que los medios los han ignorado olímpicamente, y están a millas de distancia de los favoritos en las encuestas.
Los favoritos, por descontado, son el trío de bellas novelas políticas de la temporada: Clinton, Obama y (en menor medida) Edwards. Ninguno de los tres es tan sabio, ni tiene experiencia, ni está tan preparado, y aunque es posible que al menos dos de ellos sean igual de inteligentes (Clinton y Obama), es bastante evidente que sobre el papel no son tan apetecibles.
Eso me lleva de forma resignada a escoger a una segunda opción entre los favoritos. Entre el cinismo y inteligencia de Hillary, el buenismo y carisma de Obama y el peinado (no le encuentro nada más de Edwards), la verdad es que la elección no es que sea estupenda, pero me quedo con Obama. Un político, curiosamente, que me recuerda mucho a Zapatero en su manera de hacer campaña: tranquilo, poco agresivo, buen orador y muy carismático. Mucho, mucho más carismático que Zapatero, la verdad (cuando Obama "clava" un discurso es sencillamente extraordinario), un político de muy alto nivel.
No me extraña por lo tanto que nuestros trolls favoritos en la derecha (LD) anden diciendo que Obama es un alegre populista latinoamericano con amigos ricos y poderosos. Aparte de permitirse el lujo de decir que Oprah Winfrey es simplemente "famosa" (es casi una semidiosa para millones de amas de casa en Estados Unidos, aparte de ser una de esas historias americanas increíbles de lucha y esfuerzo), lo cierto es que el senador, aún con poca experiencia, tiene las cosas bastante claras. De hecho de populista tienen bastante poco; su plan de salud es muy, muy conservador (ni de broma "estatal y centralizado") y cuando habla siempre es más que consciente de las limitaciones y retos de una presidencia.
Es curioso, pero el paralelismo con Zapatero es más que considerable: lo que hace a Obama un candidato distinto es el hecho que es un tipo amable rodeado de políticos muy antipáticos. Puede parecer una virtud menor, pero empiezo a sospechar que no lo es tanto. En los últimos años la política se ha llenado de mercaderes del miedo, políticos que viven de apelar a las incertidumbres y peligros del mundo para postularse como defensores de la patria ante este. Esto ha sucedido tanto en la derecha como en la izquierda; basta con recordar el dóberman en 1993 o el temor a la globalización y los malvados mercados financieros para darse cuenta que no sólo los que hablan de vascos y terroristas trafican con miedo.
¿Sabeis qué? creo sinceramente que la gente en Estados Unidos está bastante harta. Algo tan simple como tener un presidente que ni les grite, ni les meta miedo, ni los trate de imbéciles tiene su atractivo. Es triste que la política se reduzca a veces a esto, pero realmente tener un tipo tranquilo, agradable y educado explicándote que las cosas son difíciles pero podemos arreglarlas entre todos es todo lo que uno quiere.
Me remitiré a un debate no hace demasiado; a Obama le preguntaron si apoyaba que los inmigrantes ilegales pudieran obtener el carnet de conducir. El tipo se lanzó a dar una explicación con calma, diciendo cláramente que no podía contestar esa pregunta de forma aceptable, ya que el si o no por sí sólo no arreglaban nada. El moderador y otros candidatos se apresuraron a exigir una respuesta de una sóla sílaba, blanco o negro, polarizante; Obama se limitó a decir "sí", con el subtitulo que ver los problemas de ese modo no lleva a ninguna parte.
Quizás no es el más preparado o tiene las políticas que creo mejores (aunque son mejores que las de Clinton, todo hay que decirlo), pero tiene la actitud adecuada. Quizás eso sea lo que realmente Estados Unidos necesita.
Nota al margen: el análisis del editorial de LD, por cierto, atroz. No sé dónde consiguen la información sobre política americana, pero el hecho que hablan de estrellas emergentes y no mencionen a Mike Huckabee es preocupante. El tipo es un lunático religioso simpático, algo que esa tropa seguro les encanta, y está subiendo en todas las encuestas. Triste.
sábado, diciembre 08, 2007
Elogio de la disciplina de partido
Hay bien pocos términos más denostados en el debate político en internet que el de disciplina de partido. A este concepto se le atribuyen multitud de efectos malvados y terribles, que van desde el origen de la corrupción al autismo de los partidos, pasando por la destrucción del ideal de la democracia tal como lo conocemos y la muerte de la libertad de expresión.
Lo cierto es que cuando un elemento tan extendido en todos los sistemas políticos occidentales recibe tantas críticas uno debe empezar a sospechar. He comentado a menudo que cuando una determinada institución está organizada de una determinada manera acostumbra a ser por un buen motivo. En el caso de los partidos políticos, que viven a menudo en entornos extraordinariamente competitivos, es más que probable que tiendan a converger en aquellas soluciones que demuestran ser más efectivas.
¿Por qué existe entonces la disciplina de partido? La mejor manera de explicarlo es recurriendo a dos citas de Benjamin Disraeli, un primer ministro británico de la época victoriana:
1. "Party is organized opinion" (un partido es opinión organizada)
2. "Damm your principles! Stick to your party" (malditos tu principios. Sigue a tu partido).
El origen de los partido políticos se basa en la necesidad de cierto orden. Cuando un grupo de legisladores con preferencias distintas tratan de tomar decisiones, uno de los principales problemas a los que se enfrentan es lo difícil que resulta formar mayorías estables. Cada vez que se tiene que tomar una decisión todos los miembros de un hipotético parlamento sin partidos deben negociar lenta y dolorosamente con todos sus colegas, cada uno con orden de prioridades. Para hacer las cosas más difíciles, no todo el mundo se preocupa por las mismas cosas de la misma manera; sólo decidir qué se decide primero y qué votamos después será un problema tremebundo. Y para hacer las cosas aún más difíciles, en una votación con más de una respuesta posible (haciéndonos escoger entre más de un proyecto de ley, por ejemplo) el conseguir una mayoría estable es de hecho matemáticamente imposible, haciendo el proceso más una guerra por controlar la agenda que un debate tranquilo.
Los partidos, inicialmente, nacen como una decisión racional por parte de grupos de legisladores para ganar votaciones. Si un grupo de parlamentarios negocia una determinada estructura de respuestas en unos cuantos temas ("tú votas a favor en esto que me interesa, a cambio voto sí en esto a lo que soy indiferente") y votan en bloque, su capacidad de influir en las votaciones se incrementa muchísimo. No hace falta ser un genio para darse cuenta que un grupo organizado siempre ganará a tres o cuatro tipos sin amigos, así que es sólo cuestión de tiempo hasta que el resto de legisladores se metan en un arreglo parecido.
En un sentido abstracto, la disciplina de partido es una norma organizativa por la que un legislador individual acepta votar por políticas que no comparte del todo a cambio de poder ganar votaciones sobre cosas que sí le interesan. Lo que vemos en una democracia representativa moderna es una evolución de este mecanismo social.
Cuando uno se mete en un partido político uno es perfectamente consciente que no está de acuerdo con todo. Lo que si sabe, sin embargo, es que algunos de los temas que el partido defiende sí coinciden plenamente, y por eso lo apoyamos. Un militante de base, evidentemente, tiene poco a decir sobre las posiciones del partido; la agenda (ese elemento crucial en un "voto en la jungla") está controlada por los líderes del partido. El motivo de este control es de nuevo una extensión de este mecanismo; un proceso de debate abierto tiene problemas de coordinación graves, así que los partidos tienden a funcionar en base a equipos reducidos (los "barones" o "notables" del partido) que son los que simplifican las votaciones.
La disciplina de partido, además, no se reduce a cómo se escogen las posiciones del partido. Como comentaba el otro día, los votantes detestan que los partidos tengan peleas internas. De forma más o menos intuitiva el electorado sabe que un partido que pierda el tiempo decidiendo qué hace no será un gobierno eficiente; si un presidente del gobierno tiene que perder el tiempo ganándose los votos de sus diputados uno a uno veremos pocas leyes, demasiada confusión y muchos regalos. Por añadido, la estrategia de apoyar primero y preguntar después es casi siempre racional. Un partido político ya tiene bastantes críticos y enemigos externos; es absurdo dar a la prensa más madera cuando estás militando en el menos malo de todos los nidos de víboras posibles.
No tiene que ser una sorpresa, por tanto, que los partidos políticos y sus militantes valoren la lealtad al partido como algo positivo en un potencial dirigente. No sólo es cuestión que el tipo te haya hecho la pelota en el pasado; también es signo que el tipo entiende en qué negocio anda metido. Evidentemente cuando se trata de mandar uno no quiere sólo zombies (y los líderes que saben lo que hacen no escogen gente pelota), pero el ir por libre es en muchos casos algo que se tiene que hacer con mesura. Sin ir más lejos, echad un ojo a todos los políticos españoles con fama de ir por libre, y lo "útiles" que han sido a su partido. Bono, Ibarra, Maragall, Aguirre, Gallardón, Díez... todos ellos gente lista, válida y muy preparada, pero detestados por ir contra corriente demasiado a menudo.
Evidentemente, esta idea de disciplina y lealtad no siempre es una buena idea; no hace falta más que fijarse en lo que sucede cada vez que pillan a alguien con las manos en la hucha en un caso de corrupción. Organizativamente, sin embargo, es una respuesta más que racional, y que no debería ser tan despreciada.
Lo cierto es que cuando un elemento tan extendido en todos los sistemas políticos occidentales recibe tantas críticas uno debe empezar a sospechar. He comentado a menudo que cuando una determinada institución está organizada de una determinada manera acostumbra a ser por un buen motivo. En el caso de los partidos políticos, que viven a menudo en entornos extraordinariamente competitivos, es más que probable que tiendan a converger en aquellas soluciones que demuestran ser más efectivas.
¿Por qué existe entonces la disciplina de partido? La mejor manera de explicarlo es recurriendo a dos citas de Benjamin Disraeli, un primer ministro británico de la época victoriana:
1. "Party is organized opinion" (un partido es opinión organizada)
2. "Damm your principles! Stick to your party" (malditos tu principios. Sigue a tu partido).
El origen de los partido políticos se basa en la necesidad de cierto orden. Cuando un grupo de legisladores con preferencias distintas tratan de tomar decisiones, uno de los principales problemas a los que se enfrentan es lo difícil que resulta formar mayorías estables. Cada vez que se tiene que tomar una decisión todos los miembros de un hipotético parlamento sin partidos deben negociar lenta y dolorosamente con todos sus colegas, cada uno con orden de prioridades. Para hacer las cosas más difíciles, no todo el mundo se preocupa por las mismas cosas de la misma manera; sólo decidir qué se decide primero y qué votamos después será un problema tremebundo. Y para hacer las cosas aún más difíciles, en una votación con más de una respuesta posible (haciéndonos escoger entre más de un proyecto de ley, por ejemplo) el conseguir una mayoría estable es de hecho matemáticamente imposible, haciendo el proceso más una guerra por controlar la agenda que un debate tranquilo.
Los partidos, inicialmente, nacen como una decisión racional por parte de grupos de legisladores para ganar votaciones. Si un grupo de parlamentarios negocia una determinada estructura de respuestas en unos cuantos temas ("tú votas a favor en esto que me interesa, a cambio voto sí en esto a lo que soy indiferente") y votan en bloque, su capacidad de influir en las votaciones se incrementa muchísimo. No hace falta ser un genio para darse cuenta que un grupo organizado siempre ganará a tres o cuatro tipos sin amigos, así que es sólo cuestión de tiempo hasta que el resto de legisladores se metan en un arreglo parecido.
En un sentido abstracto, la disciplina de partido es una norma organizativa por la que un legislador individual acepta votar por políticas que no comparte del todo a cambio de poder ganar votaciones sobre cosas que sí le interesan. Lo que vemos en una democracia representativa moderna es una evolución de este mecanismo social.
Cuando uno se mete en un partido político uno es perfectamente consciente que no está de acuerdo con todo. Lo que si sabe, sin embargo, es que algunos de los temas que el partido defiende sí coinciden plenamente, y por eso lo apoyamos. Un militante de base, evidentemente, tiene poco a decir sobre las posiciones del partido; la agenda (ese elemento crucial en un "voto en la jungla") está controlada por los líderes del partido. El motivo de este control es de nuevo una extensión de este mecanismo; un proceso de debate abierto tiene problemas de coordinación graves, así que los partidos tienden a funcionar en base a equipos reducidos (los "barones" o "notables" del partido) que son los que simplifican las votaciones.
La disciplina de partido, además, no se reduce a cómo se escogen las posiciones del partido. Como comentaba el otro día, los votantes detestan que los partidos tengan peleas internas. De forma más o menos intuitiva el electorado sabe que un partido que pierda el tiempo decidiendo qué hace no será un gobierno eficiente; si un presidente del gobierno tiene que perder el tiempo ganándose los votos de sus diputados uno a uno veremos pocas leyes, demasiada confusión y muchos regalos. Por añadido, la estrategia de apoyar primero y preguntar después es casi siempre racional. Un partido político ya tiene bastantes críticos y enemigos externos; es absurdo dar a la prensa más madera cuando estás militando en el menos malo de todos los nidos de víboras posibles.
No tiene que ser una sorpresa, por tanto, que los partidos políticos y sus militantes valoren la lealtad al partido como algo positivo en un potencial dirigente. No sólo es cuestión que el tipo te haya hecho la pelota en el pasado; también es signo que el tipo entiende en qué negocio anda metido. Evidentemente cuando se trata de mandar uno no quiere sólo zombies (y los líderes que saben lo que hacen no escogen gente pelota), pero el ir por libre es en muchos casos algo que se tiene que hacer con mesura. Sin ir más lejos, echad un ojo a todos los políticos españoles con fama de ir por libre, y lo "útiles" que han sido a su partido. Bono, Ibarra, Maragall, Aguirre, Gallardón, Díez... todos ellos gente lista, válida y muy preparada, pero detestados por ir contra corriente demasiado a menudo.
Evidentemente, esta idea de disciplina y lealtad no siempre es una buena idea; no hace falta más que fijarse en lo que sucede cada vez que pillan a alguien con las manos en la hucha en un caso de corrupción. Organizativamente, sin embargo, es una respuesta más que racional, y que no debería ser tan despreciada.
jueves, diciembre 06, 2007
Ser bueno y parecerlo
No me importa la honestidad de los implicados. No me importa si todo lo que cuenta El País sobre quién tomará las decisiones en la venta de terrenos de RTVE sea una coincidencia, un ataque de paranoia periodístico o una ida de olla del grupo Prisa en un oscuro ajuste de cuentas mediático.
En política, uno no sólo tiene que ser bueno, tiene que parecerlo. Y eso significa actuar de modo que no pueda quedar la más mínima duda respecto a lo que se hace o deja de hacer y sobre quién toma las decisiones. Antes que esto se salga de madre (y es un escándalo goloso), es hora de cortar cabezas y contactos, y corregir esto.
Lo que te hace daño en un escándalo de corrupción no es el hecho que suceda; todo el mundo entiende que cuando pones a un grupo de gente en un mar de tentaciones siempre hay alguno que acaba cayendo en ellas. Lo que te hace daño es cuando lo niegas, tratas de cubrirlo y se descubre que lo conocias y lo has estado ignorando durante meses sin decir nada. Es hora de reaccionar rápido y soltar amarras.
Actualización: El País es a menudo patéticamente enternecedor. ¿Se puede ser más obvio en una vendetta contra La Sexta que en esto?. No todas las denuncias deben implicar dimisión o actitud de crisis, vamos. El nivel de periodismo de Prisa se ha resentido en los últimos meses debido a esta estúpida pataleta empresarial. Le tienen pánico a la competencia.
En política, uno no sólo tiene que ser bueno, tiene que parecerlo. Y eso significa actuar de modo que no pueda quedar la más mínima duda respecto a lo que se hace o deja de hacer y sobre quién toma las decisiones. Antes que esto se salga de madre (y es un escándalo goloso), es hora de cortar cabezas y contactos, y corregir esto.
Lo que te hace daño en un escándalo de corrupción no es el hecho que suceda; todo el mundo entiende que cuando pones a un grupo de gente en un mar de tentaciones siempre hay alguno que acaba cayendo en ellas. Lo que te hace daño es cuando lo niegas, tratas de cubrirlo y se descubre que lo conocias y lo has estado ignorando durante meses sin decir nada. Es hora de reaccionar rápido y soltar amarras.
Actualización: El País es a menudo patéticamente enternecedor. ¿Se puede ser más obvio en una vendetta contra La Sexta que en esto?. No todas las denuncias deben implicar dimisión o actitud de crisis, vamos. El nivel de periodismo de Prisa se ha resentido en los últimos meses debido a esta estúpida pataleta empresarial. Le tienen pánico a la competencia.
miércoles, diciembre 05, 2007
La curiosa definición de dictadura
Una de las paradojas más curiosas de la Ciencia Política es los problemas que tiene para definir qué es una democracia. Lincoln en su día parió la mejor definición poética ("gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo"), pero a la hora de hacer esta definición operativa las cosas son un poco más complicadas. ¿Quién es el pueblo? ¿cuándo podemos decir que gobierna? ¿cómo se determina para quien gobierna? ¿Cuántos deben estar gobernando?.
Es curioso ver como estas preguntas ligeramente obtrusas se meten de vez en cuando en el debate público, y es más curioso todavía que sea un cierto sector de la derecha española que ande obsesionado en definir a su gusto qué es una democracia y qué no lo es. La última ronda en el reparto del carnet de demócratas y dictadores les ha tocado como de costumbre a los malos preferidos de turno, Venezuela y Cataluña.
Parece mentira, pero ahí va. Hora de definir qué es una democracia para niños. Para empezar, democracia y dictadura no son términos binarios; entre una y otra hay una relativamente amplia escala de grises. Por añadido, no podemos considerar que una democracia es únicamente el régimen pluscuamperfecto en plan ateniense; hay sistemas menos "puros" que son evidentemente democracias, igual que hay dictaduras que no llegan al "ideal" de dictadura de 1984. En general, y para simplificar, el nivel de entrada por así decirlo para ser una democracia normalmente se situa en en los sistemas representativos, y el de dictadura más o menos en lo que no llega a este baremo.
¿Qué le pedimos a un país para ser una democracia representativa? En pocas palabras, elecciones periódicas libres y competitivas, sufragio universal y libertad de reunión, asociación y prensa con garantías. Si se quiere hilar fino, se puede añadir que los resultados electorales no estén tutelados (que el ejercito no intervenga si gana alguien que no le gusta, por ejemplo) y la verdad, poca cosa más. Si uno no llega a estos mínimos, no tenemos una democracia, hay otra cosa. La palabra exacta es de nuevo relativamente difícil de establecer; algunos hablan de "democraduras" y "dictablandas" antes de llegar a dictadura, y la verdad con cierta razón.
Mirando los dos últimos ejemplos de presuntas dictaduras según algunos, me temo que no podemos hablar realmente de régimenes no democráticos. Tanto Cataluña como Venezuela tienen elecciones con regularidad, libres (puede participar todo el mundo) y competitivas (los resultados no son conocidos de antemano), y las libertades civiles son plenamente vigentes. En Venezuela la oposición se ha manifestado, en Cataluña uno puede comprar La Razón, escuchar la Cope y entrar en Libertad Digital sin el más mínimo inconveniente. Se podría cuestionar la tutela sobre los resultados electorales, aunque la verdad, no en el sentido que algunos gustan insinuar: en Venezuela el golpe de estado fue contra el gobierno, no contra la oposición.
Céntremos en Cataluña. La respuesta de los críticos será, probablemente, que no estoy hilando lo suficiente fino. Un régimen político puede tener unas leyes en los libros y unos procedimientos formales establecidos, pero asegurarse que las decisiones esten todas tomadas de antemano. De igual modo, un sistema político puede tener los procedimientos funcionando como deben, pero asegurarse que quien no debe participar no participe, haciendo que sólo voten "los buenos".
El problema de estos argumentos es que para que funcionen tienen que contradecir los principios de arriba. Si las elecciones son genuinamente competitivas (y el hecho que haya cambios de partido en el gobierno o el presidente pierda referéndums es muestra de ello) el primer problema es ficticio. Para que el segundo sea cierto, tiene que existir un sistema de fraude electoral o abstención forzosa que rompería con la idea de elecciones libres.
El argumento no es de procedimiento o de exclusión coercitiva, dicen a menudo. El problema es de carácter social, de estructura social. O en otras palabras, una especie de superestructura nacionalista y/o clientelar que sorbe los sesos a los votantes y hace que actúen en contra de sus intereses. O dicho en otras palabras, falta de conciencia nacional o amor por la libertad debido a esta opresión. En el siglo XIX un tipo con barbas le llamaba a esto alienación, creo. La derecha liberal española, quien lo iba a decir, va por el mundo hablando marxismo.
En el fondo, tiene sentido. Al igual que muchos neoconservadores americanos, muchos en derecha liberaloide española provienen de la izquierda comunista de los setenta. El argumento marxista, diciendo que debido a la alienación la clase obrera no tiene conciencia de clase y no se apunta al rollo revolucionario en contra de sus intereses se ha convertido en que el pueblo charnego catalán no ve cómo el nacionalismo les oprime los sesos, y no se meten en política debida al totalitarismo social imperante. Si la idea de Marx tiene agujeros (y los tiene), el marcianismo dictatorial catalán-venezolano también lo es, ciertamente.
Lo que me lleva a pensar que los argumentos y diatribas sobre totalitarismos y dictaduras de determinada derecha, especialmente cuando se refieren a Cataluña, son básicamente justificaciones de una derrota. La culpa que no ganemos, que es lo lógico, la culpa es de los votantes que son así de tontos. A la izquierda marxista esta clase de lloriqueos nunca le llevó demasiado lejos; a la derecha paleoliberal española es más que probable que le suceda lo mismo.
Nota al margen: el clientelismo, algo muy extendido en Venezuela, no es por cierto contrario a la democracia. La gente vota libremente siguiendo sus intereses, que son vivir de gorras. La cuestión en este caso es de buenas o malas políticas públicas, no sobre calidad democrática. Otra cosa es que se caiga en el caciquismo, pero ese es otro cantar.
Es curioso ver como estas preguntas ligeramente obtrusas se meten de vez en cuando en el debate público, y es más curioso todavía que sea un cierto sector de la derecha española que ande obsesionado en definir a su gusto qué es una democracia y qué no lo es. La última ronda en el reparto del carnet de demócratas y dictadores les ha tocado como de costumbre a los malos preferidos de turno, Venezuela y Cataluña.
Parece mentira, pero ahí va. Hora de definir qué es una democracia para niños. Para empezar, democracia y dictadura no son términos binarios; entre una y otra hay una relativamente amplia escala de grises. Por añadido, no podemos considerar que una democracia es únicamente el régimen pluscuamperfecto en plan ateniense; hay sistemas menos "puros" que son evidentemente democracias, igual que hay dictaduras que no llegan al "ideal" de dictadura de 1984. En general, y para simplificar, el nivel de entrada por así decirlo para ser una democracia normalmente se situa en en los sistemas representativos, y el de dictadura más o menos en lo que no llega a este baremo.
¿Qué le pedimos a un país para ser una democracia representativa? En pocas palabras, elecciones periódicas libres y competitivas, sufragio universal y libertad de reunión, asociación y prensa con garantías. Si se quiere hilar fino, se puede añadir que los resultados electorales no estén tutelados (que el ejercito no intervenga si gana alguien que no le gusta, por ejemplo) y la verdad, poca cosa más. Si uno no llega a estos mínimos, no tenemos una democracia, hay otra cosa. La palabra exacta es de nuevo relativamente difícil de establecer; algunos hablan de "democraduras" y "dictablandas" antes de llegar a dictadura, y la verdad con cierta razón.
Mirando los dos últimos ejemplos de presuntas dictaduras según algunos, me temo que no podemos hablar realmente de régimenes no democráticos. Tanto Cataluña como Venezuela tienen elecciones con regularidad, libres (puede participar todo el mundo) y competitivas (los resultados no son conocidos de antemano), y las libertades civiles son plenamente vigentes. En Venezuela la oposición se ha manifestado, en Cataluña uno puede comprar La Razón, escuchar la Cope y entrar en Libertad Digital sin el más mínimo inconveniente. Se podría cuestionar la tutela sobre los resultados electorales, aunque la verdad, no en el sentido que algunos gustan insinuar: en Venezuela el golpe de estado fue contra el gobierno, no contra la oposición.
Céntremos en Cataluña. La respuesta de los críticos será, probablemente, que no estoy hilando lo suficiente fino. Un régimen político puede tener unas leyes en los libros y unos procedimientos formales establecidos, pero asegurarse que las decisiones esten todas tomadas de antemano. De igual modo, un sistema político puede tener los procedimientos funcionando como deben, pero asegurarse que quien no debe participar no participe, haciendo que sólo voten "los buenos".
El problema de estos argumentos es que para que funcionen tienen que contradecir los principios de arriba. Si las elecciones son genuinamente competitivas (y el hecho que haya cambios de partido en el gobierno o el presidente pierda referéndums es muestra de ello) el primer problema es ficticio. Para que el segundo sea cierto, tiene que existir un sistema de fraude electoral o abstención forzosa que rompería con la idea de elecciones libres.
El argumento no es de procedimiento o de exclusión coercitiva, dicen a menudo. El problema es de carácter social, de estructura social. O en otras palabras, una especie de superestructura nacionalista y/o clientelar que sorbe los sesos a los votantes y hace que actúen en contra de sus intereses. O dicho en otras palabras, falta de conciencia nacional o amor por la libertad debido a esta opresión. En el siglo XIX un tipo con barbas le llamaba a esto alienación, creo. La derecha liberal española, quien lo iba a decir, va por el mundo hablando marxismo.
En el fondo, tiene sentido. Al igual que muchos neoconservadores americanos, muchos en derecha liberaloide española provienen de la izquierda comunista de los setenta. El argumento marxista, diciendo que debido a la alienación la clase obrera no tiene conciencia de clase y no se apunta al rollo revolucionario en contra de sus intereses se ha convertido en que el pueblo charnego catalán no ve cómo el nacionalismo les oprime los sesos, y no se meten en política debida al totalitarismo social imperante. Si la idea de Marx tiene agujeros (y los tiene), el marcianismo dictatorial catalán-venezolano también lo es, ciertamente.
Lo que me lleva a pensar que los argumentos y diatribas sobre totalitarismos y dictaduras de determinada derecha, especialmente cuando se refieren a Cataluña, son básicamente justificaciones de una derrota. La culpa que no ganemos, que es lo lógico, la culpa es de los votantes que son así de tontos. A la izquierda marxista esta clase de lloriqueos nunca le llevó demasiado lejos; a la derecha paleoliberal española es más que probable que le suceda lo mismo.
Nota al margen: el clientelismo, algo muy extendido en Venezuela, no es por cierto contrario a la democracia. La gente vota libremente siguiendo sus intereses, que son vivir de gorras. La cuestión en este caso es de buenas o malas políticas públicas, no sobre calidad democrática. Otra cosa es que se caiga en el caciquismo, pero ese es otro cantar.
lunes, diciembre 03, 2007
Lecciones romanas para la Venezuela de Chávez
Debo confesar que no me esperaba. No soporto a Hugo Chávez; creo que es el peor de los políticos posibles para tratar de hacer de Venezuela un país razonable. Aún así, estaba bastante convencido que el tipo iba a acabar aprobando su referéndum a base de repartir prebendas, no cobrar impuestos, y disfrutar de la riqueza inducida por el alto precio del petróleo.
Así que por una vez, me alegro enórmemente de haberme equivocado. Y como buen politólogo, el hecho que haya metido la pata en mi predicción no significa que no sea capaz de poder explicar "perfectamente" qué ha sucedido.
La verdad, tengo la sensación que de hecho no es demasiado misterio. Chávez ha cometido básicamente dos errores; el primero, no ser un dictador, pero si parecerlo. El segundo, ser demasiado incompetente para toda la riqueza que tiene a su disposición.
Es triste, pero lo del cesarismo le cuadra a Chávez demasiado bien. En los últimos días de la República, Julio César de forma un tanto ambigua trató de convertirse en dictador a base de reformas legales. César era un político hábil, pero cometió el error de hacer las reformas demasiado visibles; cambiando los nombres de las instituciones, inventándose títulos para disimular su creciente poder, y básicamente pareciendo demasiado listo e "innovador" para demasiados senadores preocupados, no importa cuántas guerras civiles ganara. Roma siendo Roma, evidentemente, el tipo no perdió el cargo en unas elecciones, sino a puñalada limpia, pero la lección fue bien aprendida.
Que le pregunto a Octavio Augusto. El tipo sucedió a César, y lo primero que hizo (aparte de ganar guerras civiles; esto sigue siendo Roma) fue derrogar sus cambios legales. Tras ello, procedió de forma casi inmediata a expandir su poder hasta convertirse en Emperador, sin tocar más que cuatro detalles en las leyes y sin desmontar o reformar ni una sóla institución. En el negocio de la política el término para estos tipos es ser un cabrón maquiavélico aplicado; y la verdad, que le pregunten a los rusos si Vladimir Putin sabe de estas cosas.
Chávez aspiraba a ser Putin, pero se ha creído su propia propaganda demasiado. Los venezolanos han visto clara la vena autoritaria de las reformas, y han dicho que no sin demasiado problema. Autoritaria, por cierto, no dictatorial: el tipo no sólo no parece haber recurrido al fraude demasiado (ha perdido, vamos), sino que además ha reconocido la derrota con relativa calma.
Sobre la incompetencia... bueno, los errores tácticos son solucionables, el ser un inútil es crónico. Parece que Venezuela se ha metido de lleno en la maldición de los recursos naturales, esa que dice que tener dinero no equivale a ser rico. Un gobernante es perfectamente capaz de tener 300 millones de dólares al día de ingresos libres de impuestos, y aún así seguir cagándola con igual entusiasmo.
Aun así, es importante no subestimar la fuerza que todavía tiene el chavismo. Con todo lo dicho arriba, el tipo perdido por la mínima; más de un 49% de votantes tragaban con la reforma con entusiasmo. Chávez no es tan fuerte como era, pero no está muerto; su bravuconería no creo que vaya a menos. Más bien lo contrario.
En fin, buenas noticias para Venezuela. No hay mucho más que decir.
Así que por una vez, me alegro enórmemente de haberme equivocado. Y como buen politólogo, el hecho que haya metido la pata en mi predicción no significa que no sea capaz de poder explicar "perfectamente" qué ha sucedido.
La verdad, tengo la sensación que de hecho no es demasiado misterio. Chávez ha cometido básicamente dos errores; el primero, no ser un dictador, pero si parecerlo. El segundo, ser demasiado incompetente para toda la riqueza que tiene a su disposición.
Es triste, pero lo del cesarismo le cuadra a Chávez demasiado bien. En los últimos días de la República, Julio César de forma un tanto ambigua trató de convertirse en dictador a base de reformas legales. César era un político hábil, pero cometió el error de hacer las reformas demasiado visibles; cambiando los nombres de las instituciones, inventándose títulos para disimular su creciente poder, y básicamente pareciendo demasiado listo e "innovador" para demasiados senadores preocupados, no importa cuántas guerras civiles ganara. Roma siendo Roma, evidentemente, el tipo no perdió el cargo en unas elecciones, sino a puñalada limpia, pero la lección fue bien aprendida.
Que le pregunto a Octavio Augusto. El tipo sucedió a César, y lo primero que hizo (aparte de ganar guerras civiles; esto sigue siendo Roma) fue derrogar sus cambios legales. Tras ello, procedió de forma casi inmediata a expandir su poder hasta convertirse en Emperador, sin tocar más que cuatro detalles en las leyes y sin desmontar o reformar ni una sóla institución. En el negocio de la política el término para estos tipos es ser un cabrón maquiavélico aplicado; y la verdad, que le pregunten a los rusos si Vladimir Putin sabe de estas cosas.
Chávez aspiraba a ser Putin, pero se ha creído su propia propaganda demasiado. Los venezolanos han visto clara la vena autoritaria de las reformas, y han dicho que no sin demasiado problema. Autoritaria, por cierto, no dictatorial: el tipo no sólo no parece haber recurrido al fraude demasiado (ha perdido, vamos), sino que además ha reconocido la derrota con relativa calma.
Sobre la incompetencia... bueno, los errores tácticos son solucionables, el ser un inútil es crónico. Parece que Venezuela se ha metido de lleno en la maldición de los recursos naturales, esa que dice que tener dinero no equivale a ser rico. Un gobernante es perfectamente capaz de tener 300 millones de dólares al día de ingresos libres de impuestos, y aún así seguir cagándola con igual entusiasmo.
Aun así, es importante no subestimar la fuerza que todavía tiene el chavismo. Con todo lo dicho arriba, el tipo perdido por la mínima; más de un 49% de votantes tragaban con la reforma con entusiasmo. Chávez no es tan fuerte como era, pero no está muerto; su bravuconería no creo que vaya a menos. Más bien lo contrario.
En fin, buenas noticias para Venezuela. No hay mucho más que decir.
Chapuza ciberpolítica: el manual del PSOE
Está bien. En política, internet es algo importante. A veces. De hecho, es bastante menos importante de lo que se dice demasiado a menudo, especialmente en los sectores de la red demasiado convencidos de lo importantes que son, pero no deja de ser algo que los partidos deben cuidar un poco.
Evidentemente, hay muchas maneras de prestar atención a un problema. Uno puede mirar, ver que no entiende ni jota, y dejarlo estar. Uno también puede mirar, ver que entiende poco, e invertir tiempo y dinero en comprender cómo funciona y mejorar de la mejor manera posible. Y en el peor de los casos uno puede mirar, ver que no entiende ni jota, e improvisar algo de mala manera deprisa y corriendo, a ver si suena la flauta y resulta que sale bien por casualidad.
El PSOE, al meterse en internet, ha hecho exactamente eso.
El manula que han parido (que hasta hace poco estaba disponible aquí, han quitado el enlace, aún lo tienen colgado aquí) es algo parecido a un abuelete que se pone camisetas de sepultura y se compra discos de 50 cents para parecer molón a sus nietos. Empecemos por el conceto, el glorioso nombre parido por los técnicos del PSOE en la materia: voluntario cyberprogresist@. Absorban este nombre, y dense cuenta que el tipo que ha parido este nombre no debe haber leido nada de internet desde 1999, cuando esto del cyberespacio era todavía tope neuromante multimedia virtual cederón interactivo.
Pasemos a las recomendaciones, porque aquí es cuando uno empieza a tener ganas de cortarse las venas. La más ridículo, irritante, absurda y totalmente perdida es el recurso a enviar correos a mansalva a tu lista de distribución de "votantes indecisos". Dicho en términos menos cursis, spam puro y duro. Dejando de lado lo irritante, molesto y maleducado de llenar diatribas políticas a todos nuestros inocentes amiguetes, partamos de algo mucho más sencillo. ¿Alguien se ha preocupado de leer algo sobre la efectividad del spam político en alguna publicación académica? Una búsqueda de dos minutos en google scholar (y cualquier repaso serio a la literatura) te dirá que el enviar correo, sea electrónico o postal, para convencer a alguien que te vote tiene una efectividad entre patética, lamentable y nula.
Tenemos al partido sugeriendo que el activista cybermágico conectado a la matrix esta haga algo que no sólo es un incordio y que te da mala prensa entre el público mínimamente tecnófilo, sino que además es básicamente inútil si no se hace bien. La comunicación interpersonal puede dar votos, pero utilizar el mecanismo de comunicación más frío de todos para transmitir tu mensaje es básicamente una pérdida de tiempo. No servirá para nada. Punto.
Dejando de lado esta manía irritante de llenar buzones de basura, pasemos a otras sugerencias. Una de las estelares, capaz de llenar una sección de la página del PSOE ella solita, es la de crear tu propia bitácora. Nada en contra de las bitácoras (tengo una, y de hecho me tienen enlazado en la página del PSOE...), pero como máquina de convencer al personal no es que sean demasiado eficientes. Para empezar, generar tráfico en una bitácora es complicado; y escribir cosas que aporten algo y no sean repeticiones de lo que uno escucha en la radio es aún más escaso. El resultado más probable para un bitácora nueva es 20-25 entradas, 20 visitas al día (con suerte), cero votos ganados. Al partido esto en el fondo le puede salir a cuenta (los simpatizantes pierden el tiempo gratis), pero no será una máquina de dar votos eficiente.
Curiosamente, el método más inútil en apariencia es es el que puede tener cierto efecto positivo: hacer un poco el troll. Bueno, no literalmente; participar en foros, chats y encuestas en internet diciendo cosas bonitas sobre el partido de forma educada. Si bien uno no convencerá con su retórica florida a casi nadie (la verdad, es difícil), el tener cobertura favorable nunca hace daño, y puede redondear la imagen de gobierno popular... o al menos negar la imagen contraria generada por trolls de la oposición.
Estamos en lo que decía el otro día: la publicidad de bajo nivel en internet se hace, en gran medida, para evitar que el ruido de fondo no venga únicamente del contrario. Si se quieren hacer las cosas mejor e ir un poco más allá, tenemos que hablar de márketing de guerrilla, una mezcla complicada y sutil de relaciones públicas, peloteo selectivo y publicidad que es cualquier cosa menos sencilla. Y si se quiere ir aún más allá, es apostar por creatividad ajena, y tratar de apostar por lo viral en serio. Confiar en que terceros creen contenidos innovadores, marcianos, graciosos o polémicos, y dejar que se lancen a atacar, burlarse o divertirse a costa del rival sin meterte demasiado.
¿Ejemplos?. En política americana, sin repasar mis notas, el I have a crush on Obama, Swiftboating, y los cientos de videos en flash hechos por cantidad de gente aburrida. Si consigues que un video gracioso que se mete con tu oponente salga en las noticias, eso es cobertura gratuita, potente y efectiva que utiliza las fuerza de internet (efectos de red, acceso voluntario a contenidos, coste de difusión bajo, caja de resonancia) de la mejor de las formas posibles.
Más que manuales sobre cómo enviar spam, empujen a humoristas, artistas de photoshop y marcianos creativos varios a unirse en la fiesta. Generar ruido es fácil, pero la verdad no demasiado eficiente.
Evidentemente, hay muchas maneras de prestar atención a un problema. Uno puede mirar, ver que no entiende ni jota, y dejarlo estar. Uno también puede mirar, ver que entiende poco, e invertir tiempo y dinero en comprender cómo funciona y mejorar de la mejor manera posible. Y en el peor de los casos uno puede mirar, ver que no entiende ni jota, e improvisar algo de mala manera deprisa y corriendo, a ver si suena la flauta y resulta que sale bien por casualidad.
El PSOE, al meterse en internet, ha hecho exactamente eso.
El manula que han parido (que hasta hace poco estaba disponible aquí, han quitado el enlace, aún lo tienen colgado aquí) es algo parecido a un abuelete que se pone camisetas de sepultura y se compra discos de 50 cents para parecer molón a sus nietos. Empecemos por el conceto, el glorioso nombre parido por los técnicos del PSOE en la materia: voluntario cyberprogresist@. Absorban este nombre, y dense cuenta que el tipo que ha parido este nombre no debe haber leido nada de internet desde 1999, cuando esto del cyberespacio era todavía tope neuromante multimedia virtual cederón interactivo.
Pasemos a las recomendaciones, porque aquí es cuando uno empieza a tener ganas de cortarse las venas. La más ridículo, irritante, absurda y totalmente perdida es el recurso a enviar correos a mansalva a tu lista de distribución de "votantes indecisos". Dicho en términos menos cursis, spam puro y duro. Dejando de lado lo irritante, molesto y maleducado de llenar diatribas políticas a todos nuestros inocentes amiguetes, partamos de algo mucho más sencillo. ¿Alguien se ha preocupado de leer algo sobre la efectividad del spam político en alguna publicación académica? Una búsqueda de dos minutos en google scholar (y cualquier repaso serio a la literatura) te dirá que el enviar correo, sea electrónico o postal, para convencer a alguien que te vote tiene una efectividad entre patética, lamentable y nula.
Tenemos al partido sugeriendo que el activista cybermágico conectado a la matrix esta haga algo que no sólo es un incordio y que te da mala prensa entre el público mínimamente tecnófilo, sino que además es básicamente inútil si no se hace bien. La comunicación interpersonal puede dar votos, pero utilizar el mecanismo de comunicación más frío de todos para transmitir tu mensaje es básicamente una pérdida de tiempo. No servirá para nada. Punto.
Dejando de lado esta manía irritante de llenar buzones de basura, pasemos a otras sugerencias. Una de las estelares, capaz de llenar una sección de la página del PSOE ella solita, es la de crear tu propia bitácora. Nada en contra de las bitácoras (tengo una, y de hecho me tienen enlazado en la página del PSOE...), pero como máquina de convencer al personal no es que sean demasiado eficientes. Para empezar, generar tráfico en una bitácora es complicado; y escribir cosas que aporten algo y no sean repeticiones de lo que uno escucha en la radio es aún más escaso. El resultado más probable para un bitácora nueva es 20-25 entradas, 20 visitas al día (con suerte), cero votos ganados. Al partido esto en el fondo le puede salir a cuenta (los simpatizantes pierden el tiempo gratis), pero no será una máquina de dar votos eficiente.
Curiosamente, el método más inútil en apariencia es es el que puede tener cierto efecto positivo: hacer un poco el troll. Bueno, no literalmente; participar en foros, chats y encuestas en internet diciendo cosas bonitas sobre el partido de forma educada. Si bien uno no convencerá con su retórica florida a casi nadie (la verdad, es difícil), el tener cobertura favorable nunca hace daño, y puede redondear la imagen de gobierno popular... o al menos negar la imagen contraria generada por trolls de la oposición.
Estamos en lo que decía el otro día: la publicidad de bajo nivel en internet se hace, en gran medida, para evitar que el ruido de fondo no venga únicamente del contrario. Si se quieren hacer las cosas mejor e ir un poco más allá, tenemos que hablar de márketing de guerrilla, una mezcla complicada y sutil de relaciones públicas, peloteo selectivo y publicidad que es cualquier cosa menos sencilla. Y si se quiere ir aún más allá, es apostar por creatividad ajena, y tratar de apostar por lo viral en serio. Confiar en que terceros creen contenidos innovadores, marcianos, graciosos o polémicos, y dejar que se lancen a atacar, burlarse o divertirse a costa del rival sin meterte demasiado.
¿Ejemplos?. En política americana, sin repasar mis notas, el I have a crush on Obama, Swiftboating, y los cientos de videos en flash hechos por cantidad de gente aburrida. Si consigues que un video gracioso que se mete con tu oponente salga en las noticias, eso es cobertura gratuita, potente y efectiva que utiliza las fuerza de internet (efectos de red, acceso voluntario a contenidos, coste de difusión bajo, caja de resonancia) de la mejor de las formas posibles.
Más que manuales sobre cómo enviar spam, empujen a humoristas, artistas de photoshop y marcianos creativos varios a unirse en la fiesta. Generar ruido es fácil, pero la verdad no demasiado eficiente.
sábado, diciembre 01, 2007
El dilema del fracaso superlativo
De todos los problemas existenciales a los que se puede enfrentar un economista, no hay ninguno que les atemorice más que una enfermedad grave en una entidad demasiado grande del sistema financiero. Cuando un banco con demasiados depósitos, demasiados productos, demasiadas conexiones, demasiadas ramificaciones en todo el mercado se tambalea, las autoridades económicas deben decidir si deben dejar el mercado penalizar la incompetencia, o bien deben evitar que la caida de un banco mal dirigido corra el riesgo de hacer daño a terceros.
En la jerga del sistema a esto le llaman "too big to fall", demasiado grande para caer, y lo cierto es que la metáfora tiene sentido. Imaginemos una situación en que un banco vive en una pequeña ciudad. Es un banco benigno; da intereses decentes, cobra pocas comisiones, da préstamos a quien los necesita y apuesta por las inversiones que lo merecen. Como todo banco simple, ideal e idílico, el dinero para préstamos e inversiones viene de los depósitos de sus clientes, y los intereses que reciben los ahorradores se derivan de los que le banco cobra a quienes han pedido préstamos.
El banco está dirigido por gente experta, que aprecia una buena idea cuando ve una. Si un proyecto es bueno y dará dinero, el banco lo financia; si una casa es bonita y el comprador puede permitírsela, el banco concede la hipoteca. Para la economía local, eso es bueno; la gente puede montar fábricas, tiendas y negocios que hacen dinero y crean puestos de trabajo, las casas se compran y las cosas mejoran pasito a pasito.
Supongamos, sin embargo, que el banco tiene un problema, un escándalo. Algo como que el director le dio una hipoteca sin cobrar intereses al alcalde, se fue a las Bahamas con el dinero de sus clientes, o (coincidencia) dio un montón de hipotecas a gente que no se las puede pagar, mientras los precios de la vivienda baja. De repente, los clientes del banco se asustan. Los ahorradores se escandalizan. Y todos corren a sacar el dinero de su cuenta, aterrados. Pánico bancario. El banco pierde depósitos, suda tinta, y sobrevive por los pelos, sólo manteniéndose con vida a base de ruegos y prometer un interés más generoso a los ahorradores que no se largan.
Los efectos en la economía local no se hacen esperar. El banco sigue vivo, pero a costa de tener que pagar mayores intereses a quien le "presta" dinero en sus depósitos. Para que le cuadren las cuentas, ahora deberá extender crédito con más cuidado, cobrando intereses más altos, y vigilando de forma mucha más seria que ese dinero que pone a disposición de los inversores genere la riqueza suficiente para ser devuelto.
Para un inversor, esto es un problema. Si mi idea era montar un fábrica de gnomos del jardín que me daría un beneficio del 10%, el hecho que el banco me pida un 9% de interés en vez de un 7% me pone en una mala situación. Una inversión es un riesgo, un dolor de cabeza importante; si con el crédito que estoy pidiendo sólo voy a acabar ganando un 1% (en vez del 3% que me ganaría antes de la crisis bancaria), puede que me replantee seriamente montar mi fábrica. El banco probablemente tampoco me iba a prestar dinero, ya que un margen estrecho es un riesgo importante, así que los gnomos de jardín no se fabrican.
Aquí tenemos el problema. El bravo industrialista potencial no podrá crear su sueño de gnomos de jardín. Esto tiene un efecto en la economía en general: puestos de trabajo no serán creados, maquinaria nunca será comprada, gnomos nunca serán fabricados. En esencia los problemas del banco están afectando a gente que no tienen ninguna culpa de la incompetencia del banquero; de hecho habrá empresas que lo tendrán más difícil para competir sencillamente porque su banco local les pone las cosas difíciles cuando piden créditos para comprar más maquinaria. El mercado de los gnomos del jardín no está decidiendo si gano o pierdo dinero; la salud de mi banco es quien está determinando mi fracaso.
En cierto sentido la economía de Estados Unidos se está enfrentando a este problema a escala nacional. El origen de las dudas siguen siendo las hipotecas basura, pero los "prestamistas" a los bancos son otros bancos, y los títulos de deuda tóxicos están dando tumbos más o menos escondidos por los mercados, emergiendo con muy mala leche en las cuentas en formas de pérdidas cuando menos te lo esperas. Si los bancos tienen problemas graves para conseguir dinero que prestar, conseguir un crédito para algo útil es cada vez más difícil.
El problema para las autoridades, claro está, es que los bancos están en un rincón ahora, poniendo cara de perrito triste y diciendo que si no les salvan el culo a ellos, se llevarán la economía entera por delante. Es ahora cuando toca hacer encaje de bolillos, y encontrar una forma de eliminar esta incertidumbre que está pudriendo el sistema sin que eso signifique dar un cheque en blanco a los bancos para que puedan hacer el mandril sin miedo después del rescate. Lo dicho, un horror. Y más en un mundo en que los ejecutivos de los bancos se las arreglan para cobrar millones de dólares vayan las cosas bien o mal.
¿Quién dijo que la economía no es divertida?
En la jerga del sistema a esto le llaman "too big to fall", demasiado grande para caer, y lo cierto es que la metáfora tiene sentido. Imaginemos una situación en que un banco vive en una pequeña ciudad. Es un banco benigno; da intereses decentes, cobra pocas comisiones, da préstamos a quien los necesita y apuesta por las inversiones que lo merecen. Como todo banco simple, ideal e idílico, el dinero para préstamos e inversiones viene de los depósitos de sus clientes, y los intereses que reciben los ahorradores se derivan de los que le banco cobra a quienes han pedido préstamos.
El banco está dirigido por gente experta, que aprecia una buena idea cuando ve una. Si un proyecto es bueno y dará dinero, el banco lo financia; si una casa es bonita y el comprador puede permitírsela, el banco concede la hipoteca. Para la economía local, eso es bueno; la gente puede montar fábricas, tiendas y negocios que hacen dinero y crean puestos de trabajo, las casas se compran y las cosas mejoran pasito a pasito.
Supongamos, sin embargo, que el banco tiene un problema, un escándalo. Algo como que el director le dio una hipoteca sin cobrar intereses al alcalde, se fue a las Bahamas con el dinero de sus clientes, o (coincidencia) dio un montón de hipotecas a gente que no se las puede pagar, mientras los precios de la vivienda baja. De repente, los clientes del banco se asustan. Los ahorradores se escandalizan. Y todos corren a sacar el dinero de su cuenta, aterrados. Pánico bancario. El banco pierde depósitos, suda tinta, y sobrevive por los pelos, sólo manteniéndose con vida a base de ruegos y prometer un interés más generoso a los ahorradores que no se largan.
Los efectos en la economía local no se hacen esperar. El banco sigue vivo, pero a costa de tener que pagar mayores intereses a quien le "presta" dinero en sus depósitos. Para que le cuadren las cuentas, ahora deberá extender crédito con más cuidado, cobrando intereses más altos, y vigilando de forma mucha más seria que ese dinero que pone a disposición de los inversores genere la riqueza suficiente para ser devuelto.
Para un inversor, esto es un problema. Si mi idea era montar un fábrica de gnomos del jardín que me daría un beneficio del 10%, el hecho que el banco me pida un 9% de interés en vez de un 7% me pone en una mala situación. Una inversión es un riesgo, un dolor de cabeza importante; si con el crédito que estoy pidiendo sólo voy a acabar ganando un 1% (en vez del 3% que me ganaría antes de la crisis bancaria), puede que me replantee seriamente montar mi fábrica. El banco probablemente tampoco me iba a prestar dinero, ya que un margen estrecho es un riesgo importante, así que los gnomos de jardín no se fabrican.
Aquí tenemos el problema. El bravo industrialista potencial no podrá crear su sueño de gnomos de jardín. Esto tiene un efecto en la economía en general: puestos de trabajo no serán creados, maquinaria nunca será comprada, gnomos nunca serán fabricados. En esencia los problemas del banco están afectando a gente que no tienen ninguna culpa de la incompetencia del banquero; de hecho habrá empresas que lo tendrán más difícil para competir sencillamente porque su banco local les pone las cosas difíciles cuando piden créditos para comprar más maquinaria. El mercado de los gnomos del jardín no está decidiendo si gano o pierdo dinero; la salud de mi banco es quien está determinando mi fracaso.
En cierto sentido la economía de Estados Unidos se está enfrentando a este problema a escala nacional. El origen de las dudas siguen siendo las hipotecas basura, pero los "prestamistas" a los bancos son otros bancos, y los títulos de deuda tóxicos están dando tumbos más o menos escondidos por los mercados, emergiendo con muy mala leche en las cuentas en formas de pérdidas cuando menos te lo esperas. Si los bancos tienen problemas graves para conseguir dinero que prestar, conseguir un crédito para algo útil es cada vez más difícil.
El problema para las autoridades, claro está, es que los bancos están en un rincón ahora, poniendo cara de perrito triste y diciendo que si no les salvan el culo a ellos, se llevarán la economía entera por delante. Es ahora cuando toca hacer encaje de bolillos, y encontrar una forma de eliminar esta incertidumbre que está pudriendo el sistema sin que eso signifique dar un cheque en blanco a los bancos para que puedan hacer el mandril sin miedo después del rescate. Lo dicho, un horror. Y más en un mundo en que los ejecutivos de los bancos se las arreglan para cobrar millones de dólares vayan las cosas bien o mal.
¿Quién dijo que la economía no es divertida?
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