Que con lo del Papa aquí nadie explica las noticias. A Berlusconi le han pegado una repasada en las elecciones regionales y locales que ni te cuento. La derecha ha pasado de controlar ocho regiones a sólo dos, mientras que la izquierda pasa de cinco a trece. El preludio a las generales del año que viene para Prodi no ha podido ser más alentador.
Mientras tanto, Tony Blair ha convocado los británicos a las urnas el cinco de mayo. Las encuestas, que daban una ventaja enorme a los Laboristas, ahora son bastante más confusas, con los conservadores a tres puntos de distancia. No está demasiado claro, no. De todos modos, si tengo que apostar por alguien, lo haría por Blair, a pesar de lo que le ha caido. Sinceramente, es un político que me gusta, por cierto. Trataré de ir cubriendo la campaña en lo posible (a fin de cuentas, el Reino Unido es uno de mis estudios de caso en la tesis), si hay interés. The Guardian es, como de costumbre, la mejor referencia.
A todo esto, James Callaghan, ex-primer ministro laborista, murió el día 26 de marzo, sin honores papales ni nada. Un hombre al que siempre le he tenido una cierta admiración (esto de la tesis, que te hace leer cosas raras), y del que pocos se han acordado. De familia humilde, llegó a ostentar los cuatro cargos más importantes que puede desempeñar un político británico ( chancellor of the exchequer, home secretary, foreign secretary y prime minister), hasta que fue masacrado por los sindicatos y el ala izquierda de su partido en el infame invierno del descontento en 1979, perdiendo la elecciones tras el caos. Un buen hombre, que hizo lo que pudo.
La democracia es cruel con sus antiguos líderes.
1 comentario:
Callaghan fue un buen hombre, eso no lo duda nadie, con mucha mala suerte. Heredó un partido roto, una economía devastada, arregló el problema y los sindicatos no le perdonaron. Como decía Kinnock en un artículo, fue un buen Primer Ministro que podría haber sido un gran primer ministro con un poco de suerte.
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