He comentado a menudo lo patéticamente ineficiente que resulta el sistema sanitario americano, con su monstruoso híbrido entre seguros privados, sanidad pagada por empresas y caridad estatal.
En teoría, los contratos laborales incluyen como parte del salario un seguro médico, de modo que cuando trabajas es la empresa que se hace cargo de pagarte la sanidad. En caso que esto no suceda, uno gasta parte de su salario en un seguro médico para tener cobertura. Cuando uno no tiene trabajo o tiene muy pocos ingresos (y son muy pocos; un becario precario como yo cobra demasiado...), el sistema público medicaid, pagado a medias entre gobierno federal y estados, es el que te cubre.
El problema, claro está, es que la teoría no cuadra por ninguna parte. Primero, los seguros privados se pasan el día tratando de cargar el gasto a otros. Segundo, los hospitales viven en un magnífico infierno de papeleo constante, lidiando con docenas de esquemas y polizas. Tercero, todo el sistema vive bajo la confusión de problemas de información asimétrica. Y cuarto, y quizás más sangrante, toda aseguradora que se precie se desvive por asegurarse que todo paciente caro, sea por enfermedades crónicas, accidente de coche o caída de un asteroide en su casa, acabe dando con sus huesos en cualquier sitio menos en su cuenta de resultados. O dicho en otras palabras, en medicaid, a cargo de papá estado.
El resultado es un sistema que pierde un montón de tiempo en papeleo y echarse el muerto unos a los otros, que acaba con aseguradoras conservando a los pacientes baratos y gastándose el dinero en burocracia y echar a los caros, y un sistema público que se come la factura de todo aquel que resulta estar demasiado enfermo. El resultado es un sistema caro, injusto y mortalmente ineficiente, digno del Kafka de un día de resaca.
Uno de los grandes amigos de sacarse de encima empleados caros de asegurar en Wal-Mart, que cuenta ya con una larga tradición en la materia. Su afición principal estos días es ofrecer un seguro médico a sus empleados a un precio patéticamente fuera de lo razonable para el triste salario que les paga, añadiendo en la carpeta de bienvenida instrucciones de cómo rellenar el papeleo para Medicaid si no lo quieres. Muchos de ellos optan por el sistema público, ahorrándose dinero a cambio de un seguro bastante lamentable, y permitiendo a Wal-Mart librarse de pagar ingentes cantidades de dinero en lo que sería su parte de los pagos sanitarios. O dicho en otras palabras, cargando el muerto de la sanidad a los impuestos de todos.
Bueno, Maryland se ha hartado de esta práctica, y con una legislación del todo inusual, ha ido a por la compañía con todo el equipo. La ley obliga a toda empresa con más de 10.000 trabajadores en el estado (casualmente, sólo hay una: Wal-Mart) a destinar al menos un 8% se sus nóminas a seguros sanitarios, o en su defecto, a pagar esa cantidad a un fondo del estado para asistencia sanitaria a personas sin recursos. Traducido, obliga a Wall-Mart a escoger entre gastarse el dinero en seguros o pagar ese seguro a golpe de impuestos. A todos los efectos, un monstruo mutante legislativo con todas la letras.
¿Es la ley eficaz en mejorar la cobertura sanitaria de los trabajadores de Maryland? Aún es temprado decirlo. Es posible que Wal-Mart reduzca negocio a 9.999 empleados y y deje a los legisladores con cara de tonto. También puede resultar que la cobertura de los empleados mejore, pero en compensación la compañía simplemente reduzca los salarios, o suba los precios para compensar el incremento de costes. También puede ser que se aprieten el cinturón, reduzcan susn enormes beneficios, y traguen con el coste, mientras presionan furiosamente para que la ley se extienda a todos los empleadores del estado, para que todo el mundo se chinche. A saber. Lo que está muy claro es que este engendro legal sólo existe debido a lo patéticamente ineficaz del sistema americano.
En un sistema de sanidad con seguro público universal, Wal-Mart viviría más tranquila. Los costes de la sanidad son iguales para todo el mundo, así que su reducción a base de echar empleados fuera de su seguro médico no estarían en ningún caso en la agenda. Por añadido, en ausencia de los delirantes problemas del sistema privado, los pagos de un seguro público serían menores que los que tiene en Estados Unidos actualmente.
En fin, ya se cansarán. Lo relevante de la noticia es que los políticos empiezan a darse cuenta (y aún más importante, los votantes empiezan a valorar) que el sistema está fuera de control. De momento, funcionan a base de parches, pero ya acabarán por plantearse una reforma en profundidad.
3 comentarios:
Buen mensaje. Ojalá tu conclusión se convierta en realidad. Esa reforma se proponga, sea buena y salga hacia adelante. Estará complicado...
Un saludo
Muy buen post.
"En los Estados Unidos, que gasta de lejos más que ningún otro país en salud, la proporción de gasto sanitario al PIB alcanzó el 13.9% en 2001, desde el 11.9% en 1990 y el 6.9% en 1970. Siguiendo a EEUU en 2001 estaban Suiza y Alemania, que destinaron, respectivamente, 10.9% y 10.7% de su PIB en Sanidad. Canada y France les seguían, con 9.7% y un 9.5%, respectivamente." (Fuente OCDE)
Sólo Korea y México comparten esa afición por financiar de forma privada el gasto sanitario. Así va.
Y te cito a ti mismo, porque los datos son de risa:
Estados Unidos gasta 5.267 dólares al año por habitante en sanidad, sumando sector público y privado. Francia, el mismo año (2002) gastó 2.736 dólares por persona, contando también ambos sectores. La tasa de mortalidad infantil en EUA es un 50% peor a la francesa (6,5 por mil contra 4,26) y la esperanza de vida es dos años menor (77 contra 79). (Egócrata)
Las aseguradoras cogean siempre de lo mismo. En automóviles también tratan siempre de deshacerse de los asegurados caros, por eso casi nadie asegura a taxistas. Sería bueno que esto fuera el principio del fin del sistema americano, porque aquí nos precipitamos a lo mismo. Las privadas tienen cada vez más negocio, las empresas empiezan a ofrecer a los empleados seguros privados (la mía lo hace) etcétera. Estamos lejos, pero el camino ya se ha empezado.
Sólo por ver la cara que se les quedaría a algunos si el sistema que tanto defienden se viene abajo valdría la pena.
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