jueves, abril 21, 2005

Insultando lo que no se conoce: Ciencia Política

Soy masoca. Leo Libertad Digital con entusiasmo, me indigno mucho, y así puedo escribir las tonterias habituales en es esta paginita. Me hecho un panzón de llamar tontos a columnistas variados, vamos. Agapito Maestre hoy, por eso, si me ha emocionado. No insulta a un líder político que me caiga bien, o hace una caricatura burda de la izquierda, o compara a Polanco con Hitler, no. Le ha dado por insultar a los de mi gremio. Vamos, que envia a parir a los politólogos. Y claro, aquí si que me reboto.

El rebote no es un ataque de corporatismo ciego (eso que los periodistas tienen cada vez que les llamas incompetentes), por cierto. El tipo está poniendo de vuelta y media dos profesores que no conozco demasiado. La cuestión es que el señor Maestre confunde a un politólogo opinando con Ciencia Política, lo que le lleva despreciar algo de lo que a buen seguro no tiene ni pajolera idea. Esos profesores estaban haciendo lo mismo que un servidor hace por aquí cuando opina sobre el País Vasco, o lo que le conviene al PP, dar un punto de vista. Aunque muchos catedráticos no hacen más que eso (lo de la academia en España es lastimoso) eso no tiene nada de ciencia. Yo puedo dar opiniones sobre sucesos, pero eso no implica que eso sea ciencia política.

Pongamos el ejemplo de los resultados de las elecciones vascas. Para saber qué ha sucedido, y por qué Patxi López no ha atraido moderados, o si es verdad que el PNV ha sido el gran perjudicado por la abstención, mirar los resultados y lanzar la idea no es nada científico, es especular. Si quiero dar una explicación científica de lo sucedido, necesito coger la encuesta postelectoral, teniendo la base de datos (los resúmenes que pasan los periódicos no valen) y mirar, tirando de modelos estadísticos, qué factores han sido significativos en la decisión de voto. No es una cosa fácil, no se puede hacer el día después en un artículo de periódico, y es probable que las conclusiones de estos estudios los lean cuatro gatos, entre los que no está Agapito Maestre.

Claro, un politólogo puede dar opiniones más informadas, a veces, que un periodista o un todólogo cualquiera (Carlos Carnicero). Pongamos el ejemplo de la democratización de Irak. Se pueden hacer castillos en el aire sobre si el mundo árabe y el Islám son compatibles con las urnas, si es una guerra de guerrillas o terrorismo, y si el efecto dómino democrático existe o no. Es fácil tener opinión sobre ello. Desde el punto de vista de la Ciencia Política, se miraría el problema de otro modo: ¿qué sabemos que favorece el mantenimiento de las democracias? Sabemos que algunas condiciones son mejores que otras. Tenemos teorías, que tratamos de comprobar mediante un análisis estadístico de los cambios de régimen en los últimos cincuenta o más años. Entonces nos preguntamos ¿existen esas condiciones que predicen las mejores teorías en Iraq? Como comentaba no hace mucho, la evidencia me lleva a pensar que no, a no ser que Estados Unidos se quede de modo permanente.

Pero claro, al señor este todo esto no le importa, mientras puede insultar de manera gratuita al gobierno. En fin, llamar inmoral a una ciencia (que es neutral por definición) porque no está de acuerdo con las opiniones de algunos. Vamos bien.

4 comentarios:

Wallenstein77 dijo...

Hola a todos:
Totalmente de acuerdo (son ya demasiados precedentes pardiez). Lo mismo pasa con la Historia, que ya todos son historiadores, cuando un historiador se tiene que patear los "laboratorios" donde obtiene las fuentes, sean archivos, biliotecas o hemerotecas, sitios donde se entrevista, yacimientos arqueologicos, incompatinles con la produccion de articulos de opinion, participacion en tertulias varias o incluso la direccion de un programa nocturno. Una cosa es hacer trabajos de sintesis y divulgativos basados en los trabajos realizados por otros y otra que te denomines historiador por solo hacer esto. Ya llamamos politologos o historiadores a cualquiera por no decir periodistas, que no se le ocurre otra cosa que decir que en la Basilica del Santo Sepulcro esta enterrado Jesucristo (lo cual no lo diria ni un ateo en mitad de un telediario y si un ignorante total) en plena Semana Santa. Por desgracia como dices, en todas las tertulias sobran los periodistas que te hablan del cambio climatico o del sexo de los angeles o del pensamiento del nuevo Papa y faltan los expertos en esos temas por formacion y no por ser periodistas que se han leido un par de libros sobre un tema.
Saludos a todos.

Anónimo dijo...

Por lo que cuentas sobre el artículo parece que el hombre se autoretrata, porque meterse con una ciencia sin conocerla es algo ridículo. Es como si a mí me da por criticar la biología. En fin, al margen de esto opiniones tenemos todos, y si el tal Agapito no es capaz de distinguir un análisis técnico de un artículo de opinión el problema es suyo.
No me extraña que te indignes leyendo LD, a mí me saca de quicio, pero de vez en cuando da morbillo entrar a ver qué se cuentan...
Un saludo!

R. Senserrich dijo...

Siempre me ha parecido que lo que distingue una persona sabia de un tonto es que el sabio es consciente de lo que no sabe.

Nearco, Paul Krugman siempre dice que si un día un portavoz de la Casa Blanca declara que la tierra es plana, y el resto del mundo dice que es redonda, el titular que pondrán será "polémica sobre la forma de la tierra". :-)

Anónimo dijo...

Dacuerdo con todos, especialmente con la última frase de Wallenstein.

En cuanto a LD, la verdad es que hace tiempo (desde las generales más o menos) que dejé de fustigarme, que tampoco es plan de sentirse insultado cada dos líneas por no compartir algunas de sus opiniones.

Para mí lo curioso de LD no es sólo las contradicciones en el pensamiento de algunos supuestos liberales, ni el relativo rigor de los opinadores, que al fin y al cabo son tertulianos profesionales como cualquier otro. Lo que realmente me llama la atención es cómo hay gente que asume como verdad absoluta todo lo que sale de LD/COPE, cual revelación irrefutable, mientras que el resto de los medios son unos malvados y mentirosos enemigos de la libertad.