Los más gafosos recordareis esa época dorada de Hollywood comprendida entre finales de los años veinte y principios de los años cincuenta, que se ha dado a conocer como la era del "studio system". La cosa consistía básicamente en un oligopolio con integración vertical de las empresas, o dicho en cristiano, un sistema en que los estudios de cine controlaban también la distribución, es decir, eran propietarias de las salas. Este sistema fue demolido en 1948 por sentencia judicial, poniendo un fin simbólico a la era dorada de Hollywood.
Bien, más de cinco décadas después, uno lee las noticias y no puede más que preguntarse que ha sido de esa sentencia. AMC y Loews, dos de las más grandes cadenas de salas de cine del país, han anunciado su fusión hoy. El monstruo resultante controlará unas 5900 pantallas en 13 países, la mayoría en Estados Unidos. El resultado es que cada vez más pantallas están controladas por un menor número de gente, haciendo que estas grandes cadenas (AMC, Regal, Loews...) tengan cada vez más voz y voto en las decisiones de las productoras.
Para empezar, en muchos lugares controlan un porcentaje del mercado lo suficiente grande como para literalmente jugar con los estudios. Aquí en New Haven los dos cines del centro malviven con estrenos de saldo o películas estranjeras, ya que las distribuidoras (Regal y Loews) han firmado con los estudios acuerdos de exclusividad. El resultado es que los cines del centro sólo recogen migajas, y en los cines de los malls en las afueras están los estrenos. Claro, los estrenos que los multicines quieren; todas las oportunidades del mundo para ver Batman Begins (que es excelente, por cierto) o the Honeymooners (una parida como una casa), pero problemas para ver algo como Cinderella Man (aunque odio a Ron Howard) o la muy alabada Crash.
Los estudios y distribuidoras se quejan que hay crisis, que la gente está dejando de ir a los cines. Aunque ciertamente lloran poco por lo que venden en DVDs, la concentración de la distribución en pocas manos no está haciendo ningún bien, la verdad. Sencillamente, los estudios dependen masivamente de estas cadenas de multisalas, que no hacen más que pedir el mega- bombazo de la semana, sin prestar atención a otras películas. Se sigue haciendo muy buen cine, cierto, pero es rematadamente difícil verlo... y los adictos al cine que lo buscan se resignan al DVD. En fin, que sigan llorando.
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