Pues bien, ya sabemos quien es, 30 años más tarde. El confidente que les pasaba información a Woodward y Bernstein en el caso Watergate resulta ser Mark Felt, el número dos del FBI aquellos años. Caso -casi- cerrado.
El debate ahora en EUA, claro, es por qué lo hizo. Hay desde las lecturas más pelotas de sus familiares, diciendo que es un héroe que actuó para salvar la democracia, a las con más mala uva, como los que ven en sus revelaciones el resentimiento de que Nixon no le nombrara a él director del FBI. El mejor sin duda en este aspecto ha sido Henry Kissinger, que sigue siendo el mismo ser cínico y amoral de siempre (aparte de extraordinariamente inteligente), que habla de un rebote del FBI en contra del presidente que acabó con la autonomía infinita de la agencia de J. Edgar Hoover.
En fin, aquí no se habla de otra cosa. ¿Héroe o villano? La verdad es que no sé qué decir exactamente. Lo único que sé es que desde el Watergate, los periodistas de EUA viven de rentas. Dios, cómo ha empeorado esto.
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