La idea es magnífica. Nueva York, como casi todas las ciudades americanas, abunda en estructuras inútiles, abandonadas sin uso, sin que nadie se preocupe en gastar dinero en demolerlas. Una de estas estructuras es una línea de tren abandonada en Chelsea, que discurre a 10 metros del suelo a los largo de 22 manzanas sobre las calles de la ciudad.
Para los aficionados a la arquitectura industrial, es una de esas joyitas en extinción en las ciudades americanas: un viaducto metálico, con decoración estilo art-decò, testimonio de una era donde los trenes iban entre los edificios, no bajo ellos. En una decisión realmente original, la ciudad de Nueva York ha decido no demoler esta estructura, sino reciclarla en un parque elevado. Es el segundo de su especie en el mundo (hay uno en París, también sobre un viaducto ferroviario), y hará posible andar entre arboles, sin tráfico, por encima de las calles de la ciudad de ciudades.
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