Bob Woodward, uno de los reporteros del caso Watergate, escribe largo y tendido en el Washington Post de hoy (registro gratuito) sobre su relación con Mark Felt, el confidente conocido como "garganta profunda".
La verdad, el artículo es muy curioso. Primero, porque siendo un poco borde, Woodward no es que tenga el más depurado de los estilos de escritura a veces; es algo que siempre me ha sorprendido. De hecho, algún libro que ha publicado últimamente es un auténtico tostón. Segundo, que tanta mitología y tantas gaitas, pero el superperiodismo de Woodward y Bernstein se redujo, en esencia, a lo de siempre: conocer a gente.
Dicho de otro modo, Woodward conoce a Felt por casualidad mientras iba a entregar un paquete, antes de ser periodista. El tipo piensa que es un contacto interesante, y le pide el teléfono. Unos años más tarde, ya trabajando en el Post, resulta que ese Felt del FBI que conoce le resulta útil de narices. O dicho de otro modo, que el talento consiste a veces en tener mogollón de números de teléfono en la agenda, y no otra cosa...
Vale, no es sólo eso, ya lo sé. Y cuando habla de los contactos a altas horas de la madrugada el artículo es fascinante. Pero parece mentira que, como en tantas otras cosas, el azar jugó una parte importante en la historia.
1 comentario:
Hombre, paso hace 30 años. Total, este azar sólo contribuyó a acabar con un presidente de Estados Unidos... :-).
Publicar un comentario