Después del bonito papel y la encantadora guerra cívil que el referéndum europeo provocó en el partido socialista francés (PS), este fin de semana era la hora de la hoguera purificadora. El hombre anteriormente conocido como líder del ala moderada del partido, Laurent Fabius, ha sido echado sin demasiada ceremonia de la dirección del partido, después de hacer campaña contra su líder siendo el número dos de la formación.
La verdad es que se lo ha ganado. Se puede estar a favor o en contra de la constitución, pero saltarse las órdenes de tu jefe, haciéndole el juego a un gobierno impopular, es ganas de tocar la moral y perjudicar al partido. Hay una cosa llamada "mal menor", que siempre se debe tener en mente cuando se está en política: en el 95% de los casos, sabes que un mal jefe de tu orilla es más cercano ideológicamente a uno que el tipo que está en el otro lado. Claro, Fabius no tenía esto en mente; para él, su enemigo es Hollande, su jefe de filas, no cualquiera que esté de paseo en el otro partido.
Aún así, una pequeña nota sobre Francia. Cuando encontreis una noticia diciendo que el gobierno actual es "lo más impopular nunca visto en ese país", no es correcto. Si uno mira todos y cada uno de los gobiernos franceses al menos desde la época de Mitterrand, todos han acabado siendo horrorosamente impopulares, quizás con la pequeña excepción de Jospin (que sólo era patéticamente impopular). Yo si fuera político en Francia me preguntaría por qué desde hace más de 20 años no hay un partido capaz de repetir victoria electoral, ni un gobierno que no haya sido maltratado. Sí, un país con 400 variedades de queso es por naturaleza ingobernable (como decía De Gaulle) pero algo mal los líderes de esa casa de locos deben haber hecho.
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