Una suma sencilla: Joss Whedom + Neil Patrick Harris + Nathan Fillion + demasiados musicales de Sondheim....
¡La Bitácora Cantante del Dr. Horrible!
Espero que esto sea visible fuera de Estados Unidos. En serio.
domingo, agosto 31, 2008
jueves, agosto 28, 2008
Presidentes que no veremos
En España tardaremos en ver un presidente del gobierno catalán. Los partidos políticos españoles no tienen nadie del principado cerca de la hipotética línea sucesoria, y la verdad, no creo que lo veamos en una buena temporada.
Lo cierto es que hay motivos objetivos para ello; los partidos políticos no escogen sus líderes al azar. En contra de lo que pueda parecer, sin embargo, no creo que esto sea así por una presunta resistencia de los españoles a votar por un malvado agente periférico; es más una cuestión de lenguaje que otra cosa.
El lenguaje político en Cataluña es muy distinto al del resto del país. España es un país muy diverso, y los votantes de cada región son necesariamente distintos; los discursos y campañas que uno haría en Barcelona sonarían fuera de tono al sur del Ebro. Esto no se deriva solamente del pertinaz progresismo de los catalanes, sino de cuestiones bastantes más sutiles un poco más difíciles de cambiar.
Un detalle muy simple como muestra: un político en Madrid discute sobre la "idea de España"; en Cataluña, se discute el "proyecto de país". Ambas expresiones vienen de partidos conservadores (PP y CiU), pero el matiz es distinto; en Madrid se espera que hables de un principio director abstracto, en Cataluña te piden que mires hacia adelante y hables como un ingeniero. Un candidato a la Generalitat se espera que hable de forma obsesiva de los temas del "botiguer", el motor retórico central de la política de la región; en España la discusión se detendrá más a menudo en como uno entiende la política a vista de pájaro. Por Barcelona, un candidato no estará diciendo qué es la política (allí se sobreentiende que aspiramos a ser Suiza, gente seria, eficaz y ligeramente aburrida); lo suyo será defender programas estratégicos con nombres postmodernos que harían fruncir el ceño al castellano medio (con cierta razón).
No sé si esto es cuestión cultural, idiomática o de organización política, pero lo cierto es que la retórica no viaja bien entre regiones y países. Ayer, escuchando los discursos de la convención, traducía mentalmente a la gente en el estrado (y discursos antiguos de Obama), y me imaginaba la reacción que se llevarían en España. La verdad, ni que los diera Cicerón; no sería bonito.
Lo cierto es que hay motivos objetivos para ello; los partidos políticos no escogen sus líderes al azar. En contra de lo que pueda parecer, sin embargo, no creo que esto sea así por una presunta resistencia de los españoles a votar por un malvado agente periférico; es más una cuestión de lenguaje que otra cosa.
El lenguaje político en Cataluña es muy distinto al del resto del país. España es un país muy diverso, y los votantes de cada región son necesariamente distintos; los discursos y campañas que uno haría en Barcelona sonarían fuera de tono al sur del Ebro. Esto no se deriva solamente del pertinaz progresismo de los catalanes, sino de cuestiones bastantes más sutiles un poco más difíciles de cambiar.
Un detalle muy simple como muestra: un político en Madrid discute sobre la "idea de España"; en Cataluña, se discute el "proyecto de país". Ambas expresiones vienen de partidos conservadores (PP y CiU), pero el matiz es distinto; en Madrid se espera que hables de un principio director abstracto, en Cataluña te piden que mires hacia adelante y hables como un ingeniero. Un candidato a la Generalitat se espera que hable de forma obsesiva de los temas del "botiguer", el motor retórico central de la política de la región; en España la discusión se detendrá más a menudo en como uno entiende la política a vista de pájaro. Por Barcelona, un candidato no estará diciendo qué es la política (allí se sobreentiende que aspiramos a ser Suiza, gente seria, eficaz y ligeramente aburrida); lo suyo será defender programas estratégicos con nombres postmodernos que harían fruncir el ceño al castellano medio (con cierta razón).
No sé si esto es cuestión cultural, idiomática o de organización política, pero lo cierto es que la retórica no viaja bien entre regiones y países. Ayer, escuchando los discursos de la convención, traducía mentalmente a la gente en el estrado (y discursos antiguos de Obama), y me imaginaba la reacción que se llevarían en España. La verdad, ni que los diera Cicerón; no sería bonito.
martes, agosto 26, 2008
El constante ruido autonómico
Siempre que pensamos sobre los dos o tres grandes temas que parecen volver de forma eterna a primera plana en política española, uno no puede evitar mencionar el debate autonómico. En España se habla, y mucho, de geografía, y del eterno conflicto entre las regiones que creen pagar demasiado y las que se quejan que no reciben bastante. De siempre este debate ha sido visto con cierta consternación por no poca gente en la izquierda, que se lamenta que con todo lo que está cayendo siempre acabamos de hablando de catalanes.
Lo cierto es que si bien a veces el debate se hace un poco cansino, lo cierto es que tiene poco de inusual, y de hecho no tiene nada de irrelevante. Las discusiones sobre qué región paga qué y dónde van los impuestos en estados más o menos descentralizados no tienen nada de excepcional, y de hecho son bastante comunes fuera de España. Estos días, sin ir más lejos, ando trabajando en desfacer el entuerto que es la financiación municipal en Connecticut.
La explicación sonará muy familiar. Las competencias en educación en Estados Unidos no son federales ni estatales. Están en manos de los municipios. Y cuando se dice están en manos de las autoridades locales, esto es totalmente literal: los temarios de los colegios de un pueblo a otro, de una ciudad a otra, pueden ser completamente diferentes; los colegios pueden empezar en días totalmente distintos; y los sueldos, preparación y profesionalismo de los profesores pueden variar entre distritos escolares hasta niveles ridículos.
Como todo en Estados Unidos, el gobierno que hace el gasto es responsable de recaudar el dinero que necesita, así que cada ciudad y cada pueblo se tiene que preocupar de buscar fondos. Dentro de Connecticut, los municipios tienen básicamente una única herramienta fiscal, el impuesto sobre la propiedad, así que cada uno pone el nivel que quiere y se paga el colegio que sus votantes le dejan. Esto suena muy bien, en principio, pero choca con el pequeño problema que las ciudades y pueblos de Connecticut son bastante heterogéneos. De hecho, las diferencias entre el nivel de renta entre municipios en el estado hacen que Brasil parezca Suecia: la renta por cápita va de los $16.000 de Bridgeport hasta los casi $180.000 (¡de media! ¡incluyendo niños y viejos!) de New Canaan.
Ahora imaginad la diferencia entre distritos escolares. El alcalde de New Canaan tiene un pueblo en que el precio medio de la vivienda está por encima del millón de dólares (¡de media!); en Bridgeport, el problema es la enorme cantidad de fábricas abandonadas y solares vacios que rodean las pobres, tristes casas en muchos barrios. El primero puede poner un impuesto sobre propiedad ridículamente bajo (un pequeño porcentaje del valor de la casa) y pagar un sistema educativo con letrinas de oro macizo; el segundo, por mucho que cobre, tendra una miseria de ingresos y una mierda de sistema educativo. Si le añadimos que Bridgeport tiene más inmigrantes, más familias desestructuradas y más niños problemáticos ya de origen, no hace falta que diga que el desequilibrio es horripilante.
Más allá de los problemas educativos, el sistema fiscal crea unos incentivos perversos sencillamente atroces. El sueño dorado de cualquier alcalde es tener pocas casas, todas caras, todas enormes, dando servicio a pocos críos. Si un pueblo tiene espacio libre en cualquier sitio (espacio que no esté horriblemente contaminado, como muchos solares en Bridgeport), la tentación será dividirlo en parcelas de dos o tres acres, limitar el número de casas pequeñas y baratas a golpe de ordenanza municipal, y llenar todo el estado de suburbios extensos, gigantes y horrorosamente ineficientes, vaciando aún más las ciudades que no tienen espacio libre.
Evidentemente, las ciudades están locas por cambiar este sistema de financiación; New Canaan, Greenwich, Norwalk y todos los pueblos llenos a rebosar de ricachones no; es obvio que tienen muchísimo que perder. Si bien hay algunos mecanismos (muy limitados) de relativa redistribución (el estado "ayuda" a las ciudades pobres, aunque nunca da lo que promete), el conflicto está siempre ahí, latente, haciendo la vida imposible a medio estado.
Sí, los impuestos los pagan las personas. El problema es que los gobiernos no son unipersonales; podemos recaudar uno a uno, pero el gasto lo tenemos que gestionar en bloques. Sea por región, sea por municipio, sea por estado, pero el dinero tiene que pasar por algún sitio antes que un servicio sea prestado. Si creemos que descentralizar es bueno, y que el hecho que los gestores de estos servicios sean cercanos a los votantes es importante, el dilema sobre cómo repartir el dinero es imposible de evitar. Si no descentralizamos, el problema no desaparece: el estado central seguirá teniendo que decidir dónde construir autopistas, hospitales y aeropuertos. El problema será no cuánto dinero recibe cada autonomía, sino qué distrito electoral dá más votos y "merecerá" más atención del político de turno.
La política, reducida a la más mínima expresión, es una decisión sobre el reparto de recursos; de hecho, si se reparte o no. No importa cómo descentralices y como repartas, la discusión siempre estará ahí, organices como organices el estado. En España no nos "libraremos" del debate autonómico porque de hecho, no deja de ser lo más esencial, básico de lo que es política. Sea bienvenido.
Lo cierto es que si bien a veces el debate se hace un poco cansino, lo cierto es que tiene poco de inusual, y de hecho no tiene nada de irrelevante. Las discusiones sobre qué región paga qué y dónde van los impuestos en estados más o menos descentralizados no tienen nada de excepcional, y de hecho son bastante comunes fuera de España. Estos días, sin ir más lejos, ando trabajando en desfacer el entuerto que es la financiación municipal en Connecticut.
La explicación sonará muy familiar. Las competencias en educación en Estados Unidos no son federales ni estatales. Están en manos de los municipios. Y cuando se dice están en manos de las autoridades locales, esto es totalmente literal: los temarios de los colegios de un pueblo a otro, de una ciudad a otra, pueden ser completamente diferentes; los colegios pueden empezar en días totalmente distintos; y los sueldos, preparación y profesionalismo de los profesores pueden variar entre distritos escolares hasta niveles ridículos.
Como todo en Estados Unidos, el gobierno que hace el gasto es responsable de recaudar el dinero que necesita, así que cada ciudad y cada pueblo se tiene que preocupar de buscar fondos. Dentro de Connecticut, los municipios tienen básicamente una única herramienta fiscal, el impuesto sobre la propiedad, así que cada uno pone el nivel que quiere y se paga el colegio que sus votantes le dejan. Esto suena muy bien, en principio, pero choca con el pequeño problema que las ciudades y pueblos de Connecticut son bastante heterogéneos. De hecho, las diferencias entre el nivel de renta entre municipios en el estado hacen que Brasil parezca Suecia: la renta por cápita va de los $16.000 de Bridgeport hasta los casi $180.000 (¡de media! ¡incluyendo niños y viejos!) de New Canaan.
Ahora imaginad la diferencia entre distritos escolares. El alcalde de New Canaan tiene un pueblo en que el precio medio de la vivienda está por encima del millón de dólares (¡de media!); en Bridgeport, el problema es la enorme cantidad de fábricas abandonadas y solares vacios que rodean las pobres, tristes casas en muchos barrios. El primero puede poner un impuesto sobre propiedad ridículamente bajo (un pequeño porcentaje del valor de la casa) y pagar un sistema educativo con letrinas de oro macizo; el segundo, por mucho que cobre, tendra una miseria de ingresos y una mierda de sistema educativo. Si le añadimos que Bridgeport tiene más inmigrantes, más familias desestructuradas y más niños problemáticos ya de origen, no hace falta que diga que el desequilibrio es horripilante.
Más allá de los problemas educativos, el sistema fiscal crea unos incentivos perversos sencillamente atroces. El sueño dorado de cualquier alcalde es tener pocas casas, todas caras, todas enormes, dando servicio a pocos críos. Si un pueblo tiene espacio libre en cualquier sitio (espacio que no esté horriblemente contaminado, como muchos solares en Bridgeport), la tentación será dividirlo en parcelas de dos o tres acres, limitar el número de casas pequeñas y baratas a golpe de ordenanza municipal, y llenar todo el estado de suburbios extensos, gigantes y horrorosamente ineficientes, vaciando aún más las ciudades que no tienen espacio libre.
Evidentemente, las ciudades están locas por cambiar este sistema de financiación; New Canaan, Greenwich, Norwalk y todos los pueblos llenos a rebosar de ricachones no; es obvio que tienen muchísimo que perder. Si bien hay algunos mecanismos (muy limitados) de relativa redistribución (el estado "ayuda" a las ciudades pobres, aunque nunca da lo que promete), el conflicto está siempre ahí, latente, haciendo la vida imposible a medio estado.
Sí, los impuestos los pagan las personas. El problema es que los gobiernos no son unipersonales; podemos recaudar uno a uno, pero el gasto lo tenemos que gestionar en bloques. Sea por región, sea por municipio, sea por estado, pero el dinero tiene que pasar por algún sitio antes que un servicio sea prestado. Si creemos que descentralizar es bueno, y que el hecho que los gestores de estos servicios sean cercanos a los votantes es importante, el dilema sobre cómo repartir el dinero es imposible de evitar. Si no descentralizamos, el problema no desaparece: el estado central seguirá teniendo que decidir dónde construir autopistas, hospitales y aeropuertos. El problema será no cuánto dinero recibe cada autonomía, sino qué distrito electoral dá más votos y "merecerá" más atención del político de turno.
La política, reducida a la más mínima expresión, es una decisión sobre el reparto de recursos; de hecho, si se reparte o no. No importa cómo descentralices y como repartas, la discusión siempre estará ahí, organices como organices el estado. En España no nos "libraremos" del debate autonómico porque de hecho, no deja de ser lo más esencial, básico de lo que es política. Sea bienvenido.
sábado, agosto 23, 2008
Tecnología viable
El otro día leía, en uno de esos días de navegación aleatoria por Wikipedia, lo maravillosa y excelente que es la tecnología detrás de los trenes de levitación magnética. No es que hayan demasiados; el más conocido está en Shangai, y lleva, según tengo entendido, de ninguna parte al aeropuerto. Es una tecnología maravillosa, estupenda y mágica, que no es utilizada en casi ningún sitio.
En cierto sentido, los máglev tienen bastante en común con la tecnología para poner un hombre en la luna: podemos hacerlo, lo hemos hecho en el pasado, y no parece que nadie tenga ganas de repetirlo en serio, básicamente porque es horrorosamente caro. Pertenece a esa categoría de desarrollo tecnológico que es obviamente estupenda, pero que tiene un precio que la hace en la práctica ligeramente inútil.
Lo cierto es que en la era industrial hay un buen número de cacharros que han corrido un destino parecido; joyas de la corona tecnológica que han acabado tiradas en la cuneta. El Concorde, los dirigibles para hacer vuelos transatlánticos, los láser-disc, hovercratfs... todos juguetes maravillosos, horriblemente caros para su época, y descartados al ser imposible hacer dinero con ellos.
¿A qué viene esto? La verdad, es una teoría ligeramente absurda, pero la lanzo igualmente. Las tecnologias que no son lo suficiente eficientes para ser rentables son descartadas por el mercado / racionalidad de los gobierno tarde o temprano; las pérdidad siempre acaban siendo demasiado altas, no importa la inversión tecnológica inicial. Por muy rápido que sea un máglev, el ahorro de tiempo que te da en comparación a un tren de alta velocidad convencional no es suficiente para lo que estás pagando. Tus TGV puede utilizar la red actual, los máglev no, y los máglev valen un huevo. La cosa se descarta.
El problema viene en mercados en que las leyes de oferta y demanda no acaban de funcionar. Supongamos que una persona con un seguro médico excelente (llamémosle Teodoro) descubre que tiene un tumor cerebral. El médico le dice que le quedan básicamente de seis a doce meses de vida si no recibe tratamiento; si pasa por el quirófano y quimioterapia, tiene una probabilidad de un 9% de vivir dieciocho meses, y un 1% de vivir más de dos años. La factura, que no pagará Teodoro, es de un millon de dólares.
Teodoro, en esa situación, es bastante probable que pida tratamiento. En cuestiones de vida o muerte, la demanda de tratamientos de salud de un paciente es básicamente infinita; pagará todo lo que pueda con tal de tener alguna opción de sobrevivir. En ese contexto, el asegurador de Teodoro estará pagando un millon de dólares esencialmente para nada, ya que Teodoro tiene un pie en el otro barrio; es una situación en que el paciente siempre pedirá más tratamiento.
Esencialmente, la tecnología médica que va a tratar a Teodoro es el equivalente médico del Hidenburg: es un cacharro caro, poco fiable, poco práctico y horrorosamente caro, que tiene un retorno de inversión atroz. En un mercado normal, nadie en su sano juicio estaría ofreciendo ese servicio, pero cuando hablamos de sanidad habrá pacientes que demandarán el servicio, y aseguradoras que se arriesgarán a ofrecerlo para atraer clientes.
Es una explicación algo burda, pero dice algo sobre por qué el gasto médico en todos los sistemas de salud del mundo se concentra de forma desproporcionada tratando pacientes con una esperanza de vida escasa. También da pistas sobre uno de los motivos por el que el sistema de salud americano es tan horrorosamente caro en agregado (el gasto por cápita es el doble que el de España, con peores resultados); en un sistema público, el estado puede limitar el acceso a los tratamientos más absurdamente caros desde su posición de monopolio, mientras que las aseguradas privadas en Estados Unidos están obligadas a cubrir estas cosas, si sus abogados no logran echar al asegurado de la póliza a tiempo.
Estamos en lo de siempre: la idea de aplicar criterios de libre mercado a la sanidad suena estupenda, pero tiene el pequeño problema que al hablar de salud la ley de la oferta y la demanda (y los costes y acceso a la información, el hecho que la demanda es "obligada" -no te pones enfermo porque quieres-, etcétera) no acaban de funcionar del todo bien. El sistema básicamente no funciona bien sin regular.
En fin, es una idea absurda de viernes por la noche. Echadle la culpa a Obama, por no anunciar su vicepresidente hoy y dejarme sin nada que escribir.
En cierto sentido, los máglev tienen bastante en común con la tecnología para poner un hombre en la luna: podemos hacerlo, lo hemos hecho en el pasado, y no parece que nadie tenga ganas de repetirlo en serio, básicamente porque es horrorosamente caro. Pertenece a esa categoría de desarrollo tecnológico que es obviamente estupenda, pero que tiene un precio que la hace en la práctica ligeramente inútil.
Lo cierto es que en la era industrial hay un buen número de cacharros que han corrido un destino parecido; joyas de la corona tecnológica que han acabado tiradas en la cuneta. El Concorde, los dirigibles para hacer vuelos transatlánticos, los láser-disc, hovercratfs... todos juguetes maravillosos, horriblemente caros para su época, y descartados al ser imposible hacer dinero con ellos.
¿A qué viene esto? La verdad, es una teoría ligeramente absurda, pero la lanzo igualmente. Las tecnologias que no son lo suficiente eficientes para ser rentables son descartadas por el mercado / racionalidad de los gobierno tarde o temprano; las pérdidad siempre acaban siendo demasiado altas, no importa la inversión tecnológica inicial. Por muy rápido que sea un máglev, el ahorro de tiempo que te da en comparación a un tren de alta velocidad convencional no es suficiente para lo que estás pagando. Tus TGV puede utilizar la red actual, los máglev no, y los máglev valen un huevo. La cosa se descarta.
El problema viene en mercados en que las leyes de oferta y demanda no acaban de funcionar. Supongamos que una persona con un seguro médico excelente (llamémosle Teodoro) descubre que tiene un tumor cerebral. El médico le dice que le quedan básicamente de seis a doce meses de vida si no recibe tratamiento; si pasa por el quirófano y quimioterapia, tiene una probabilidad de un 9% de vivir dieciocho meses, y un 1% de vivir más de dos años. La factura, que no pagará Teodoro, es de un millon de dólares.
Teodoro, en esa situación, es bastante probable que pida tratamiento. En cuestiones de vida o muerte, la demanda de tratamientos de salud de un paciente es básicamente infinita; pagará todo lo que pueda con tal de tener alguna opción de sobrevivir. En ese contexto, el asegurador de Teodoro estará pagando un millon de dólares esencialmente para nada, ya que Teodoro tiene un pie en el otro barrio; es una situación en que el paciente siempre pedirá más tratamiento.
Esencialmente, la tecnología médica que va a tratar a Teodoro es el equivalente médico del Hidenburg: es un cacharro caro, poco fiable, poco práctico y horrorosamente caro, que tiene un retorno de inversión atroz. En un mercado normal, nadie en su sano juicio estaría ofreciendo ese servicio, pero cuando hablamos de sanidad habrá pacientes que demandarán el servicio, y aseguradoras que se arriesgarán a ofrecerlo para atraer clientes.
Es una explicación algo burda, pero dice algo sobre por qué el gasto médico en todos los sistemas de salud del mundo se concentra de forma desproporcionada tratando pacientes con una esperanza de vida escasa. También da pistas sobre uno de los motivos por el que el sistema de salud americano es tan horrorosamente caro en agregado (el gasto por cápita es el doble que el de España, con peores resultados); en un sistema público, el estado puede limitar el acceso a los tratamientos más absurdamente caros desde su posición de monopolio, mientras que las aseguradas privadas en Estados Unidos están obligadas a cubrir estas cosas, si sus abogados no logran echar al asegurado de la póliza a tiempo.
Estamos en lo de siempre: la idea de aplicar criterios de libre mercado a la sanidad suena estupenda, pero tiene el pequeño problema que al hablar de salud la ley de la oferta y la demanda (y los costes y acceso a la información, el hecho que la demanda es "obligada" -no te pones enfermo porque quieres-, etcétera) no acaban de funcionar del todo bien. El sistema básicamente no funciona bien sin regular.
En fin, es una idea absurda de viernes por la noche. Echadle la culpa a Obama, por no anunciar su vicepresidente hoy y dejarme sin nada que escribir.
viernes, agosto 22, 2008
Contando chabolas
John McCain ha perdido la cuenta del número de casas que él y su mujer tienen. Para un político que se ha pasado todo el mes llamando a su oponente elitista, no está mal; tiene tanta pasta que ni se preocupa del número de viviendas que su familia tienen en propiedad.
No me voy a repetir, he estado hablando de ello por Barras y Estrellas. Esto es sólo un pequeño recordatorio que (¡sí!) tengo otra bitácora activa además de esta. Lo cierto es que puede que todo esto sea menos importante de lo que parece; seguir leyendo aquí.
No me voy a repetir, he estado hablando de ello por Barras y Estrellas. Esto es sólo un pequeño recordatorio que (¡sí!) tengo otra bitácora activa además de esta. Lo cierto es que puede que todo esto sea menos importante de lo que parece; seguir leyendo aquí.
miércoles, agosto 20, 2008
Poniéndose a cubierto
Una de las cosas que me ponen francamente histérico del gobierno Zapatero estos días es la obsesiva manía que tienen de correr hacia la trinchera más cercana cada vez que la oposición amenaza con hacer preguntas. La última ha sido la extraña, rebuscada y totalmente innecesaria batalla política con el diputado-carril-bici de Iniciativa para evitar que Zapatero compareciera en el Congreso, aterrorizado que alguien le pregunte -cielos- qué opina sobre el sistema de financiación autonómica.
El Presidente del Gobierno en España está en una situación política curiosa. Por una variedad de motivos (constitucionales y nacidos de la costumbre) el cargo de presidente del gobierno tiene un poder político muy considerable comparado con sus colegas en otros sistemas parlamentarios; eso hace que si el jefe del ejecutivo quiera esconderse del parlamento, tenga modo de hacerlo. Zapatero, como la mayoría de sus antecesores, parece encantado de utilizar esta prerrogativa, tratando de evitar comparecer cuando no le apetece, algo que me parece un error grave.
Entiendo lo que buscan por Moncloa: un debate en el Congreso de los Diputados es una oportunidad que le regalas a la oposición para salir en el telediario y marcarte puntos gratis. Si el presidente no está inspirado o el jefe de la oposición tiene buenas cartas, estás regalándoles un martillo para que te machaquen los dedos con ganas. Es un riesgo político claro, y así lo percibe público, oposición y prensa. Y es por ese motivo que uno tiene que salir a dar la cara.
En política, se supone que el gobierno está en esto para solucionar problemas, o al menos hacer que duelan menos. La financiación autonómica es un problema, ya que deja a algunas autonomías cortas de dinero, da incentivos perversos a las comunidades para comprometer gasto primero y pedir después, y resulta ser monumentalmente opaco. Arreglar este desbarajuste es algo complicado que hará que pierdas amigos. Si Zapatero quiere que la agenda del debate la marque el gobierno, tiene que salir a dar la cara y dejar claro sobre qué se va a discutir; si no lo hace él, la oposición lo hará por él.
Lo más irritante no es que el gobierno ande tirando pelotas fuera en este tema, o que quiera cerrar una negociación técnica, complicada y que debería ser estudiada con calma y probablemente aprobada de forma conjunta con una amplia reforma fiscal en tres mesecillos de nada. El problema es que llevan haciendo esto constantemente, sin descanso, desde que ganaron las elecciones en marzo. De hecho, hicieron exáctamente lo mismo la legislatura pasada. Y no parece que quieran cambiar.
A ver, gente: la comunicación política no es evitar salir en la tele dando malas noticias, o ganar pequeñas batallitas parlamentarias para que nadie te meta el dedo en el ojo en público. Entiendo que el electorado os mira mal y que si os portáis mal os echan, pero no es cosa de hacer como un crío que pretende que no se ha cargado un cristal jugando a pelota. Los votantes no os pagan para disimular, os pagan para arreglar cosas; si no estáis ahí fuera, pareciendo estar superocupados, es probable que se harten de vosotros.
Y oye, es un tema que tiene tanto al PP como al PSOE dividido. Es hora de salir en la tele y poner cara de hombre de estado-que-crea-consensos; eso vende.
El Presidente del Gobierno en España está en una situación política curiosa. Por una variedad de motivos (constitucionales y nacidos de la costumbre) el cargo de presidente del gobierno tiene un poder político muy considerable comparado con sus colegas en otros sistemas parlamentarios; eso hace que si el jefe del ejecutivo quiera esconderse del parlamento, tenga modo de hacerlo. Zapatero, como la mayoría de sus antecesores, parece encantado de utilizar esta prerrogativa, tratando de evitar comparecer cuando no le apetece, algo que me parece un error grave.
Entiendo lo que buscan por Moncloa: un debate en el Congreso de los Diputados es una oportunidad que le regalas a la oposición para salir en el telediario y marcarte puntos gratis. Si el presidente no está inspirado o el jefe de la oposición tiene buenas cartas, estás regalándoles un martillo para que te machaquen los dedos con ganas. Es un riesgo político claro, y así lo percibe público, oposición y prensa. Y es por ese motivo que uno tiene que salir a dar la cara.
En política, se supone que el gobierno está en esto para solucionar problemas, o al menos hacer que duelan menos. La financiación autonómica es un problema, ya que deja a algunas autonomías cortas de dinero, da incentivos perversos a las comunidades para comprometer gasto primero y pedir después, y resulta ser monumentalmente opaco. Arreglar este desbarajuste es algo complicado que hará que pierdas amigos. Si Zapatero quiere que la agenda del debate la marque el gobierno, tiene que salir a dar la cara y dejar claro sobre qué se va a discutir; si no lo hace él, la oposición lo hará por él.
Lo más irritante no es que el gobierno ande tirando pelotas fuera en este tema, o que quiera cerrar una negociación técnica, complicada y que debería ser estudiada con calma y probablemente aprobada de forma conjunta con una amplia reforma fiscal en tres mesecillos de nada. El problema es que llevan haciendo esto constantemente, sin descanso, desde que ganaron las elecciones en marzo. De hecho, hicieron exáctamente lo mismo la legislatura pasada. Y no parece que quieran cambiar.
A ver, gente: la comunicación política no es evitar salir en la tele dando malas noticias, o ganar pequeñas batallitas parlamentarias para que nadie te meta el dedo en el ojo en público. Entiendo que el electorado os mira mal y que si os portáis mal os echan, pero no es cosa de hacer como un crío que pretende que no se ha cargado un cristal jugando a pelota. Los votantes no os pagan para disimular, os pagan para arreglar cosas; si no estáis ahí fuera, pareciendo estar superocupados, es probable que se harten de vosotros.
Y oye, es un tema que tiene tanto al PP como al PSOE dividido. Es hora de salir en la tele y poner cara de hombre de estado-que-crea-consensos; eso vende.
domingo, agosto 17, 2008
¿Por qué la economía americana no se encalla?
En el Economist de esta semana hablan en uno de los artículos sobre cómo no pocos europeos andan confundidos con la crisis financiera global. La burbuja crediticia y los desastres regulatorios nacieron y crecieron todos en Estados Unidos; la inmensa mayoría de la deuda de mala calidad que tiene todo el sistema aterrorizado se emitió en América, y la economía americana es mucho más ineficiente que las economías europeas en uso de energía, con contadas excepciones.
Sin embargo, es la economía europea, y no la americana, la que anda prácticamente en recesión, mientras que en este lado del atlántico los americanos siguen sobreviviendo con un crecimiento anémico. La verdad, es algo que es un poco sorprendente, y que no estoy demasiado seguro por qué está sucediendo. A riesgo de parecer un poco bruto, me parece que la gran diferencia ha sido la actitud de los bancos centrales en todo este jaleo.
La Reserva Federal ha estado básicamente en todas partes, prácticamente sin excepción. El departamento del tesoro no se ha quedado atrás. La política monetaria ha sido muy agresiva, con una apuesta muy decidida por ignorar la inflación, confiando en que su fuente sean los precios de las materias primas y no la economía en general, y mantener la economía dando crédito a espuertas y dejando que el dolar se devalúe y las exportaciones tiren del carro.
A efectos prácticos, las autoridades americanas básicamente han apostado por salir del emborollo con una devaluación competitiva del dolar, una subvención / rescate público del sistema financiero, y lo que viene a ser una exportación bastante descarada del ajuste de su propio mercado de crédito. Si la deuda mala en dólares la tiene medio mundo, dejar el dolar perder valor no deja de ser una forma de freir a muchos creditores como cualquier otra; todos esos bancos por toda Europa que tenían hipotecas basura han acabado teniendo en sus balances deuda realmente apestosa. Esto ha frenado el mercado de crédito en Europa en seco, haciendo que las burbujas inmobiliarias asociadas al crédito fácil estallaran con más fuerza, y enviando las economías de la eurozona hacia la recesión.
Las cosas ha ido aún más lejos, gracias a la inestimable ayuda del Banco Central Europeo, y la relativa descordinación de las políticas fiscales europeas. El BCE tiene como único mandato controlar la inflación, sin fijarse en los datos de crecimiento (la Reserva Federal tiene que vigilar ambos). Cuando los precios en Europa empezaron a subir, el BCE no se preguntó si era un artefacto de las subidas del precio del petróleo, materias primas o alimentos o una señal que la economía se estaba recalentando; en caso de duda, ellos echan el freno de mano. Tipos de interés para arriba, y recordatorios severos a todos los países de la eurozona que el pacto de estabilidad es sagrado, y que eso del déficit público es malo.
No hace falta decirlo, pero ambas políticas tienden a mantener la divisa estable, o incluso a apreciarla un poco; cuando en Estados Unidos están devaluando con ganas para salir de problemas (y en déficit fiscal galopante a nivel federal), eso equivale a "importar" parte del ajuste, al menos en parte.
¿Son los americanos genios egoístas de la economía financiera internacional? No vayamos tan rápido. Los americanos puede que hayan capeado el temporal a corto plazo, pero aún tienen un auténtico campo de minas por delante. La economía no se ahoga, pero no anda sobrada de energía... y los mercados financieros siguen hasta las cejas de mala deuda (hipotecas "normales", tarjetas de crédito, préstamos al consumo...) esperando explotar en los morros de muchos bancos. China sigue manteniendo su moneda tan devaluada como puede, así que los americanos se acabarán tragando parte del ajuste igualmente. Y por descontado, el déficit público no puede mantenerse eternamente, y su reducción exigirá ajustes que pueden frenar la economía.
Resumiendo: a pesar de los pesares, esto no se ha acabado para los americanos, pero confieso que no tengo puñetera idea sobre lo que va a suceder. No es demasiado tranquilizador.
Sin embargo, es la economía europea, y no la americana, la que anda prácticamente en recesión, mientras que en este lado del atlántico los americanos siguen sobreviviendo con un crecimiento anémico. La verdad, es algo que es un poco sorprendente, y que no estoy demasiado seguro por qué está sucediendo. A riesgo de parecer un poco bruto, me parece que la gran diferencia ha sido la actitud de los bancos centrales en todo este jaleo.
La Reserva Federal ha estado básicamente en todas partes, prácticamente sin excepción. El departamento del tesoro no se ha quedado atrás. La política monetaria ha sido muy agresiva, con una apuesta muy decidida por ignorar la inflación, confiando en que su fuente sean los precios de las materias primas y no la economía en general, y mantener la economía dando crédito a espuertas y dejando que el dolar se devalúe y las exportaciones tiren del carro.
A efectos prácticos, las autoridades americanas básicamente han apostado por salir del emborollo con una devaluación competitiva del dolar, una subvención / rescate público del sistema financiero, y lo que viene a ser una exportación bastante descarada del ajuste de su propio mercado de crédito. Si la deuda mala en dólares la tiene medio mundo, dejar el dolar perder valor no deja de ser una forma de freir a muchos creditores como cualquier otra; todos esos bancos por toda Europa que tenían hipotecas basura han acabado teniendo en sus balances deuda realmente apestosa. Esto ha frenado el mercado de crédito en Europa en seco, haciendo que las burbujas inmobiliarias asociadas al crédito fácil estallaran con más fuerza, y enviando las economías de la eurozona hacia la recesión.
Las cosas ha ido aún más lejos, gracias a la inestimable ayuda del Banco Central Europeo, y la relativa descordinación de las políticas fiscales europeas. El BCE tiene como único mandato controlar la inflación, sin fijarse en los datos de crecimiento (la Reserva Federal tiene que vigilar ambos). Cuando los precios en Europa empezaron a subir, el BCE no se preguntó si era un artefacto de las subidas del precio del petróleo, materias primas o alimentos o una señal que la economía se estaba recalentando; en caso de duda, ellos echan el freno de mano. Tipos de interés para arriba, y recordatorios severos a todos los países de la eurozona que el pacto de estabilidad es sagrado, y que eso del déficit público es malo.
No hace falta decirlo, pero ambas políticas tienden a mantener la divisa estable, o incluso a apreciarla un poco; cuando en Estados Unidos están devaluando con ganas para salir de problemas (y en déficit fiscal galopante a nivel federal), eso equivale a "importar" parte del ajuste, al menos en parte.
¿Son los americanos genios egoístas de la economía financiera internacional? No vayamos tan rápido. Los americanos puede que hayan capeado el temporal a corto plazo, pero aún tienen un auténtico campo de minas por delante. La economía no se ahoga, pero no anda sobrada de energía... y los mercados financieros siguen hasta las cejas de mala deuda (hipotecas "normales", tarjetas de crédito, préstamos al consumo...) esperando explotar en los morros de muchos bancos. China sigue manteniendo su moneda tan devaluada como puede, así que los americanos se acabarán tragando parte del ajuste igualmente. Y por descontado, el déficit público no puede mantenerse eternamente, y su reducción exigirá ajustes que pueden frenar la economía.
Resumiendo: a pesar de los pesares, esto no se ha acabado para los americanos, pero confieso que no tengo puñetera idea sobre lo que va a suceder. No es demasiado tranquilizador.
viernes, agosto 15, 2008
No somos lo únicos
Los datos de crecimiento en la eurozona me tienen confundido. El hecho que el crecimiento económico se haya frenado tanto no es demasiado soprendente; era algo que se esperaba. Lo que no acabo de entender es por qué algunos países que en teoría parecían tener economías sólidas las cifras han resultado ser mucho peores que los datos de otros países que realmente están metidos en un berenjenal importante.
Me refiero, obviamente, a Francia y Alemania, comparada con España. En la lista de problemas económicos que afligen el continente, España es de lejos el que ha sufrido la peor burbuja inmobiliaria de las cuatro grandes economías de la eurozona. Sin embargo, el PIB en España se ha arrestrado un décima por encima del estancamiento, mientras que Francia y Alemania están en cifras negativas.
Sinceramente, no sé de dónde viene esto. Si me dejáis especular (algo que nadie en su sano juicio debería permitir), diría que es la baja, patética productividad española la que de hecho está "salvando" la economía, por dos motivos. Francia y Alemania son dos economías con empresas extraordinariamente competitivas, grandes multinacionales que exportan sus productos a todo el mundo. España... bueno, no gasta demasiadas empresas así, con algunas contadas excepciones.
Durante el segundo trimestre, las economías exportadoras en la eurozona se han enfrentado al problema de ver como el euro se apreciaba hasta cotas nunca vistas. Si estas vendiendo cosas fuera de tu país, esto es muy, muy mala noticia... y esto es lo que le ha pasado a franceses y alemanes. España, que importa mucho y exporta relativamente poco, esto de tener la moneda sobrevalorada le ha ido relativamente bien.
Otra cosa es que dure. El euro está bajando de sus niveles estratosféricos lentamente, y la contracción inmobiliaria aún durará 10-15 meses más. El gobierno está impulsando medidas que tienen sentido (con la excepción de la política de vivienda, que me tiene perdido), pero con el BCE obsesionado en exceso por la inflación, no podemos decir que se haya tocado fondo. Veremos.
Me refiero, obviamente, a Francia y Alemania, comparada con España. En la lista de problemas económicos que afligen el continente, España es de lejos el que ha sufrido la peor burbuja inmobiliaria de las cuatro grandes economías de la eurozona. Sin embargo, el PIB en España se ha arrestrado un décima por encima del estancamiento, mientras que Francia y Alemania están en cifras negativas.
Sinceramente, no sé de dónde viene esto. Si me dejáis especular (algo que nadie en su sano juicio debería permitir), diría que es la baja, patética productividad española la que de hecho está "salvando" la economía, por dos motivos. Francia y Alemania son dos economías con empresas extraordinariamente competitivas, grandes multinacionales que exportan sus productos a todo el mundo. España... bueno, no gasta demasiadas empresas así, con algunas contadas excepciones.
Durante el segundo trimestre, las economías exportadoras en la eurozona se han enfrentado al problema de ver como el euro se apreciaba hasta cotas nunca vistas. Si estas vendiendo cosas fuera de tu país, esto es muy, muy mala noticia... y esto es lo que le ha pasado a franceses y alemanes. España, que importa mucho y exporta relativamente poco, esto de tener la moneda sobrevalorada le ha ido relativamente bien.
Otra cosa es que dure. El euro está bajando de sus niveles estratosféricos lentamente, y la contracción inmobiliaria aún durará 10-15 meses más. El gobierno está impulsando medidas que tienen sentido (con la excepción de la política de vivienda, que me tiene perdido), pero con el BCE obsesionado en exceso por la inflación, no podemos decir que se haya tocado fondo. Veremos.
jueves, agosto 14, 2008
Una de fotos antiguas
Una colección de fotografías en color de varias ciudades americanas en los años 40 y 50. Estados Unidos, ya en los años 40, era un país muy, muy rico, y en contra de lo que vemos hoy, con ciudades densas y llenas de vida. Las ciudades, por desgracia, han cambiado mucho. Demasiado.
martes, agosto 12, 2008
Hablando de financiación - Otra vez
El gobierno parece haberse metido de nuevo en un berenjenal él solito, sin ayuda de nadie, al hablar de financiación autonómica. Es un debate necesario; el sistema actual es básicamente una chapuza confusa que separa de forma innecesaria ingresos y gastos. Cualquier sistema racional de organización de un sistema descentralizado debe partir de la idea que si uno quiere gastar dinero, debe ser también el que lo recauda, algo que las autonomías no hacen ahora. Si el estado quiere redistribuir entre comunidades, puede hacerlo sin problema repartiendo el dinero que él recauda como le plazca.
El problema estos días, como de costumbre, es la redistribución. El sistema actual redistribuye mucho, aunque es relativamente difícil decir la cantidad exacta. Lo que parece bastante obvio es que ninguno de los dos partidos tiene una coalición "natural" de autonomías apoyándoles; el PSOE tiene una autonomía rica (Cataluña) y muchas autonomías pobres, el PP tiene una combinación de ambas. Tanto el PP como el PSOE están divididos en este tema, así que las discusiones tendrían que afectar a ambos por igual; el debate, sin embargo, se ha centrado en el PSC, las protestas catalanas y los nacionalistas, otra vez.
No es que los socialistas lo tengan fácil para hacer que el debate no gire alrededor de Cataluña; lo que es directamente estúpido, sin embargo, es que el gobierno de la Generalitat y el gobierno central se dediquen a lanzarse críticas con esta alegría. Si los socialistas quieren hacer que el debate no se convierta en un todos-contra-el-gobierno, otra vez, hubiera sido una buena idea dejar que Cataluña hablara con las autonomías del PP que son sus aliadas naturales en este tema. Eso dividiría al PP, y evitaría que la oposición utilizara el tema demasiado; el debate sería más técnico. También evitaría la estupidez de tener a tu propio partido en Cataluña teniendo que competir con sus amiguetes nacionalistas a ver quién es más ruidoso.
La financiación debe revisarse; el sistema está roto. Lo que es bastante obvio es que hacer de la negociación una subasta, y no una discusión racional, es un tontería. Unos tienen que ceder parte del control centralizado de la recaudación, los otros tienen que aceptar mantener la redistribución a niveles razonables. El consenso es posible, y el equilibrio de fuerzas está ahí para hablarlo con calma. El PSC, para variar, parece que tiene ganas de hacer el divo demasiado.
El problema estos días, como de costumbre, es la redistribución. El sistema actual redistribuye mucho, aunque es relativamente difícil decir la cantidad exacta. Lo que parece bastante obvio es que ninguno de los dos partidos tiene una coalición "natural" de autonomías apoyándoles; el PSOE tiene una autonomía rica (Cataluña) y muchas autonomías pobres, el PP tiene una combinación de ambas. Tanto el PP como el PSOE están divididos en este tema, así que las discusiones tendrían que afectar a ambos por igual; el debate, sin embargo, se ha centrado en el PSC, las protestas catalanas y los nacionalistas, otra vez.
No es que los socialistas lo tengan fácil para hacer que el debate no gire alrededor de Cataluña; lo que es directamente estúpido, sin embargo, es que el gobierno de la Generalitat y el gobierno central se dediquen a lanzarse críticas con esta alegría. Si los socialistas quieren hacer que el debate no se convierta en un todos-contra-el-gobierno, otra vez, hubiera sido una buena idea dejar que Cataluña hablara con las autonomías del PP que son sus aliadas naturales en este tema. Eso dividiría al PP, y evitaría que la oposición utilizara el tema demasiado; el debate sería más técnico. También evitaría la estupidez de tener a tu propio partido en Cataluña teniendo que competir con sus amiguetes nacionalistas a ver quién es más ruidoso.
La financiación debe revisarse; el sistema está roto. Lo que es bastante obvio es que hacer de la negociación una subasta, y no una discusión racional, es un tontería. Unos tienen que ceder parte del control centralizado de la recaudación, los otros tienen que aceptar mantener la redistribución a niveles razonables. El consenso es posible, y el equilibrio de fuerzas está ahí para hablarlo con calma. El PSC, para variar, parece que tiene ganas de hacer el divo demasiado.
lunes, agosto 11, 2008
Telegrama a la rusa
No he hablado demasiado del jaleo que están armando los rusos por Georgia, en parte porque en Estados Unidos no se ha hablado demasiado de ello, en parte porque tenía la vaga esperanza que se aclarara quién empezó bombardeando a quién. Lo cierto es que ambas cuestiones son básicamente irresolubles: los medios americanos no van a prestar atención a nada durante las olimpiadas, y parece relativamente claro que los dos países estaban buscándose las cosquillas desde hacía una temporadita.
Como todo en relaciones internacionales, es un conflicto más complicado de lo que parece, pero esencialmente derivado de una estrategia más o menos racional de los actores implicados. El hecho que los actores sean racionales no implica que uno de ellos no haya cometido un horroroso fallo de cálculo, y que será la víctima en la versión rusa de un telegrama diplomático a sus vecinos.
Georgia parece que estaba más o menos convencida que tenía amigos importantes. La ex-república soviética estaba intentando entrar en la OTAN; en la última cumbre, de hecho, le prometieron que iba a entrar algún día, aunque alemanes y franceses no andaban demasiado entusiasmados. Los Georgianos de hecho tenían (andan desesperados por sacarlos de allí ahora) 2.000 soldados en Irak, jugando a "mejor amigo de los EUA" por Oriente Medio. Por un motivo u otro, los políticos de este pequeño estado parece que estaban bastante convencidos que los Estados Unidos estaban ahí apoyándoles, así que se decidieron a hacer el mandril con Rusia.
El problema, claro está, es que los rusos se olieron que las bravuconadas georgianas eran un farol, y que la OTAN y occidente tienen bien pocas ganas de proteger a nadie ahí abajo; parafraseando a Bismarck, "Osetia no vale los huesos de un solo granadero de Pomerania". De hecho, con Estados Unidos metido en dos guerras y con elecciones presidenciales este año, Bush ni se ha tomado la molestia de volver de China, con lo bien que se lo está pasando.
Los rusos se han lanzado a la guerra por tres muy buenos motivos. El primero, y más obvio, es que la van a ganar de calle; Georgia es un enano militar sin amigos, así que se comerá los tortazos que le den sin poder hacer nada. El segundo, la guerra envía un mensaje muy claro a todas las ex-repúblicas soviéticas / satélites variados que se acabó esto de tomarse el gobierno de Moscú a broma; Rusia no sólo no tiene el más mínimo reparo de dar leña a quien se porte mal, sino que además con el país nadando en petrodólares tiene los recursos para hacerlo.
Tercero, es un mensaje bien claro a la OTAN que la expansión al este tiene un límite muy claro, y no saldrá gratis. Si occidente quiere ampliar la alianza hacia los vecinos de Rusia, defender a esos vecinos no saldrá gratis. Rusia no está para meterse con Polonia, Alemania o Francia, pero los fragmentos de la antigua Unión Soviética son su patio de atrás; en esa región, puede y quiere intervenir. Si la OTAN cree que vale la pena ir a la guerra con Rusia por esos países, estan invitados.
Evidentemente, incluso la Rusia actual, nadando en petrodólares no tiene la más mínima opción de ganar una guerra contra ningún ejercito competente. La cuestión, sin embargo, no es ir a la guerra con Rusia o no, sino la amenaza implícita de sus armas nucleares. Si Rusia está perdiendo un conflicto, siempre puede romper la baraja y romper la vajilla; aunque confíes que no estarán tan locos como para hacerlo, uno tiene que estar muy, muy seguro que está metiéndose en una pelea por un muy buen motivo para correr ese riesgo.
Rusia estos días está lanzando un mensaje bien claro, marcando los límites de su esfera de influencia. La verdad, me parece que no es mala idea hacerles un poco de caso. Hay cosas por las que vale la pena entrar en un conflicto, hay cosas que no. Muchas ex-repúblicas soviéticas entran en la segunda categoría.
Como todo en relaciones internacionales, es un conflicto más complicado de lo que parece, pero esencialmente derivado de una estrategia más o menos racional de los actores implicados. El hecho que los actores sean racionales no implica que uno de ellos no haya cometido un horroroso fallo de cálculo, y que será la víctima en la versión rusa de un telegrama diplomático a sus vecinos.
Georgia parece que estaba más o menos convencida que tenía amigos importantes. La ex-república soviética estaba intentando entrar en la OTAN; en la última cumbre, de hecho, le prometieron que iba a entrar algún día, aunque alemanes y franceses no andaban demasiado entusiasmados. Los Georgianos de hecho tenían (andan desesperados por sacarlos de allí ahora) 2.000 soldados en Irak, jugando a "mejor amigo de los EUA" por Oriente Medio. Por un motivo u otro, los políticos de este pequeño estado parece que estaban bastante convencidos que los Estados Unidos estaban ahí apoyándoles, así que se decidieron a hacer el mandril con Rusia.
El problema, claro está, es que los rusos se olieron que las bravuconadas georgianas eran un farol, y que la OTAN y occidente tienen bien pocas ganas de proteger a nadie ahí abajo; parafraseando a Bismarck, "Osetia no vale los huesos de un solo granadero de Pomerania". De hecho, con Estados Unidos metido en dos guerras y con elecciones presidenciales este año, Bush ni se ha tomado la molestia de volver de China, con lo bien que se lo está pasando.
Los rusos se han lanzado a la guerra por tres muy buenos motivos. El primero, y más obvio, es que la van a ganar de calle; Georgia es un enano militar sin amigos, así que se comerá los tortazos que le den sin poder hacer nada. El segundo, la guerra envía un mensaje muy claro a todas las ex-repúblicas soviéticas / satélites variados que se acabó esto de tomarse el gobierno de Moscú a broma; Rusia no sólo no tiene el más mínimo reparo de dar leña a quien se porte mal, sino que además con el país nadando en petrodólares tiene los recursos para hacerlo.
Tercero, es un mensaje bien claro a la OTAN que la expansión al este tiene un límite muy claro, y no saldrá gratis. Si occidente quiere ampliar la alianza hacia los vecinos de Rusia, defender a esos vecinos no saldrá gratis. Rusia no está para meterse con Polonia, Alemania o Francia, pero los fragmentos de la antigua Unión Soviética son su patio de atrás; en esa región, puede y quiere intervenir. Si la OTAN cree que vale la pena ir a la guerra con Rusia por esos países, estan invitados.
Evidentemente, incluso la Rusia actual, nadando en petrodólares no tiene la más mínima opción de ganar una guerra contra ningún ejercito competente. La cuestión, sin embargo, no es ir a la guerra con Rusia o no, sino la amenaza implícita de sus armas nucleares. Si Rusia está perdiendo un conflicto, siempre puede romper la baraja y romper la vajilla; aunque confíes que no estarán tan locos como para hacerlo, uno tiene que estar muy, muy seguro que está metiéndose en una pelea por un muy buen motivo para correr ese riesgo.
Rusia estos días está lanzando un mensaje bien claro, marcando los límites de su esfera de influencia. La verdad, me parece que no es mala idea hacerles un poco de caso. Hay cosas por las que vale la pena entrar en un conflicto, hay cosas que no. Muchas ex-repúblicas soviéticas entran en la segunda categoría.
viernes, agosto 08, 2008
El petróleo baja... y los especuladores siguen sin estar ahí
Miguel Sebastián tiene un artículo hoy en Público diciendo que el descenso del precio del petroleo (y la subida de los bancos en bolsa) es una demostración clara que todos estos incrementos de estos días "demuestran" que todo era cosa de especuladores.
Su explicación es relativamente sencilla: un cambio de regulación de la SEC ha obligado a muchos inversores a tener que comprar acciones en bancos, vendiendo sus activos de petroleo. El precio de uno sube, el otro baja. Voilá, tenemos especulación. El problema, sin embargo, es que tenemos una correlación, pero eso no implica necesariamente causalidad; el mecanismo que da (cambio regulatorio) suena bien, pero creo que hay explicaciones más pausibles.
Para empezar, no estoy seguro que la gente que ha tenido que comprar bancos tenía el dinero necesariamente en petróleo. El petróleo es sólo una de las materias primas que ha subido de forma alocada estos meses, y no es la única que ha bajado con fuerza las últimas semanas. No sé si un cambio regulatorio en una porción relativamente pequeña del mercado puede enviar los precios de todos los mercados de materias primas cayendo de forma simultánea; por mucho artificio financiero e ingeniería que estuvieran haciendo, no hay suficiente crédito en el mercado para tener especuladores inflando todos los mercados a la vez, y desinflando a todos cuando compensan un cambio regulatorio.
El mercado de materias primas es, como decía hace unos días, tiene una demanda muy, muy inelastica. Eso quiere decir que un pequeño cambio en el nivel de demanda tiene un efecto enorme en los precios, especialmente cuando esta está muy cerca del nivel máximo de producción, y la oferta no puede ajustarse rápidamente. Este mecanismo funciona en los dos sentidos; cuando la oferta "pasa" la demanda se disparan, cuando la demanda vuelve a estar un poco por debajo del nivel máximo de producción los precios caerán rápido.
Parece que esto es lo que está sucediendo ahora. Con la economía europea, japonesa y americana flirteando con la recesión y China de vacaciones, la demanda mundial de petróleo ha disminuido de forma significativa. Incluso los americanos están conduciendo menos, algo parecido a ver al borracho del pueblo decidir que la cerveza es cara. La teoría económica que te explican en primero de carrera dice que en mercados con demanda inelástica la volatilidad de precios será muy, muy fuerte, y eso es lo que estamos viendo ahora.
Concluyendo: sigo sin creerme que son los malvados especuladores. La oferta de crudo no crece rápido, la demanda es muy alta, y creo que no hay mucho más que contar. Si la economía mundial se reactiva un poco (algo que no creo que suceda hasta el año que viene, pero vamos) el precio del petróleo volverá a subir a todo trapo. De hecho, si hay otro pequeño gran problema en el lado de la oferta (atentados en Arabia Saudí, huracán en el Caribe, Irán lanza un pepino a Israel, Rusia va a la guerra en el Caucaso, Nigeria explota en pedacitos) el precio del petróleo se saldrá de la escala de nuevo.
¿La verdad? Aunque creo que se equivoca, reconozco que Sebastián sabe muchísimo más de economía que yo. Si tuviera que apostar por alguien, apostaría por él, no por mí, así que tomar esta opinión mía con mucha cautela.
Su explicación es relativamente sencilla: un cambio de regulación de la SEC ha obligado a muchos inversores a tener que comprar acciones en bancos, vendiendo sus activos de petroleo. El precio de uno sube, el otro baja. Voilá, tenemos especulación. El problema, sin embargo, es que tenemos una correlación, pero eso no implica necesariamente causalidad; el mecanismo que da (cambio regulatorio) suena bien, pero creo que hay explicaciones más pausibles.
Para empezar, no estoy seguro que la gente que ha tenido que comprar bancos tenía el dinero necesariamente en petróleo. El petróleo es sólo una de las materias primas que ha subido de forma alocada estos meses, y no es la única que ha bajado con fuerza las últimas semanas. No sé si un cambio regulatorio en una porción relativamente pequeña del mercado puede enviar los precios de todos los mercados de materias primas cayendo de forma simultánea; por mucho artificio financiero e ingeniería que estuvieran haciendo, no hay suficiente crédito en el mercado para tener especuladores inflando todos los mercados a la vez, y desinflando a todos cuando compensan un cambio regulatorio.
El mercado de materias primas es, como decía hace unos días, tiene una demanda muy, muy inelastica. Eso quiere decir que un pequeño cambio en el nivel de demanda tiene un efecto enorme en los precios, especialmente cuando esta está muy cerca del nivel máximo de producción, y la oferta no puede ajustarse rápidamente. Este mecanismo funciona en los dos sentidos; cuando la oferta "pasa" la demanda se disparan, cuando la demanda vuelve a estar un poco por debajo del nivel máximo de producción los precios caerán rápido.
Parece que esto es lo que está sucediendo ahora. Con la economía europea, japonesa y americana flirteando con la recesión y China de vacaciones, la demanda mundial de petróleo ha disminuido de forma significativa. Incluso los americanos están conduciendo menos, algo parecido a ver al borracho del pueblo decidir que la cerveza es cara. La teoría económica que te explican en primero de carrera dice que en mercados con demanda inelástica la volatilidad de precios será muy, muy fuerte, y eso es lo que estamos viendo ahora.
Concluyendo: sigo sin creerme que son los malvados especuladores. La oferta de crudo no crece rápido, la demanda es muy alta, y creo que no hay mucho más que contar. Si la economía mundial se reactiva un poco (algo que no creo que suceda hasta el año que viene, pero vamos) el precio del petróleo volverá a subir a todo trapo. De hecho, si hay otro pequeño gran problema en el lado de la oferta (atentados en Arabia Saudí, huracán en el Caribe, Irán lanza un pepino a Israel, Rusia va a la guerra en el Caucaso, Nigeria explota en pedacitos) el precio del petróleo se saldrá de la escala de nuevo.
¿La verdad? Aunque creo que se equivoca, reconozco que Sebastián sabe muchísimo más de economía que yo. Si tuviera que apostar por alguien, apostaría por él, no por mí, así que tomar esta opinión mía con mucha cautela.
Por qué no escribí ayer...
Bueno, andaba muy ocupado visitando esta belleza:
Es el USS Massachusetts, un acorazado clase South Dakota. Un monstruo de 35.000 toneladas de acero, blindaje y artillería pesada, que fue botado en 1942 y se pasó la guerra inspirando terror y todo eso. Esos bonitos cañoncitos en primer y segundo plano son seis de los nueve riflecitos de 16 pulgadas que lleva el bebé; cada torreta pesa ella solita 1200 toneladas.
Este trastito tan cuco se puede visitar ampliamente en Fall River, Massachusetts, en este museo tan cuco. Aparte del acorazado, tiene un par de torpederos, una corbeta de origen ruso, un destructor clase Gearing y un submarino clase Baleo (una versión mejorada de los más famosos Gato). Es una manera estupenda de pasar el día.
Un par de cosas: primero, uno tenía que estar muy majara para ir a la guerra en un destructor. Es un barco relativamente pequeñito, pero diseñado para correr como mucho y rezar que no le toque su armadura de papel de fumar; son muchísimo más estrechos de lo que nunca me había imaginado. Y la verdad, no me imagino como alguien pudo pasarse la guerra en un submarino como los Baleo; es como un vivir dentro de una lata de sardinas mal ventilada. Y pensar que los U-Boat alemanes eran aún más pequeños...
Para acabar de redondear el día, he parado un ratito en Groton, Connecticut, en otro museo más pequeño, visitando el USS Nautilus, el primer submarino nuclear de la historia. Comparado con su pariente de en Massachussetts, el trasto es un crucero de lujo, aunque sigue siendo algo patéticamente opresivo.
Y sí, este post confirma que estoy como un cencerro de forma más o menos oficial. Y no, el hecho que hable de grandes, enormes cañones y objetos alargados que se sumergen en líquidos no quiere decir que esté compensando por absolutamente nada. Los acorazados molan. Punto.
Es el USS Massachusetts, un acorazado clase South Dakota. Un monstruo de 35.000 toneladas de acero, blindaje y artillería pesada, que fue botado en 1942 y se pasó la guerra inspirando terror y todo eso. Esos bonitos cañoncitos en primer y segundo plano son seis de los nueve riflecitos de 16 pulgadas que lleva el bebé; cada torreta pesa ella solita 1200 toneladas.
Este trastito tan cuco se puede visitar ampliamente en Fall River, Massachusetts, en este museo tan cuco. Aparte del acorazado, tiene un par de torpederos, una corbeta de origen ruso, un destructor clase Gearing y un submarino clase Baleo (una versión mejorada de los más famosos Gato). Es una manera estupenda de pasar el día.
Un par de cosas: primero, uno tenía que estar muy majara para ir a la guerra en un destructor. Es un barco relativamente pequeñito, pero diseñado para correr como mucho y rezar que no le toque su armadura de papel de fumar; son muchísimo más estrechos de lo que nunca me había imaginado. Y la verdad, no me imagino como alguien pudo pasarse la guerra en un submarino como los Baleo; es como un vivir dentro de una lata de sardinas mal ventilada. Y pensar que los U-Boat alemanes eran aún más pequeños...
Para acabar de redondear el día, he parado un ratito en Groton, Connecticut, en otro museo más pequeño, visitando el USS Nautilus, el primer submarino nuclear de la historia. Comparado con su pariente de en Massachussetts, el trasto es un crucero de lujo, aunque sigue siendo algo patéticamente opresivo.
Y sí, este post confirma que estoy como un cencerro de forma más o menos oficial. Y no, el hecho que hable de grandes, enormes cañones y objetos alargados que se sumergen en líquidos no quiere decir que esté compensando por absolutamente nada. Los acorazados molan. Punto.
jueves, agosto 07, 2008
Oferta de trabajo
Una lástima que ya no ando buscando curro... Anuncio en Craigslist Londres (vía Andrew Sullivan):
...
20-30 henchmen needed for moderately-sized supervillain organisation with large expansion potential (fortresses built into geological structures, corruption of government officials, possible genesis of 'nemesis' vigilante). Electrical theme...El mercado del mal ya no es lo que era, macho.
Desired (but not necessarily required) in applicants:
-interesting deformations/obsessions/powers(?) giving rise to interesting nicknames (e.g. Claws, Pyro, Buzzsaw, and similar)
-unwavering loyalty
-being a corruptible government official
-ability to work as part of a close-knit team (unless interesting obsession is of the 'lone wolf' variety)
-grudge against any well-known vigilante
-flexible moral code.
...
martes, agosto 05, 2008
Cuando la demanda es tozuda
La subida de los precios del petroleo estos últimos meses ha generado mucho debate sobre malvados especuladores, compañías que comen niños y demás parafernalia, com es costumbre. Como he comentado anteriormente, sin embargo, la subida de precios es de hecho un problema mucho más simple de lo que parece, algo que no va más allá de la oferta (que aumenta lentamente) y la demanda (que lleva años aumentando un 3% anual).
El otro día me comentaban, sin embargo, por qué con un incremento de la demanda de un 6-9% en los últimos tres años, el precio del barril de crudo se ha triplicado. La respuesta es bastante obvia para todo aquel que ha hecho un poco de economía, pero respondo igual, para dejar las cosas un poco más claras. De hecho me extraña no haber leído esta explicación en ningún sitio, así que quizás es un poco menos obvia de lo que parece. Veamos.
En economía hay un principio sagrado e inmutable (y de hecho, hasta cierto punto, un poco tonto): la oferta de un bien en un mercado es igual a la demanda de ese bien. Un mercado que funciona, bien o mal, hace que todo lo que está en las estanterías se venda siempre, y asegura que ningún comprador vuelva a casa fustrado de no poder comprar algo que quería.
Si la producción de algo es demasiado grande, los precios bajarán para asegurar que nada queda por vender. Si hay demasiados compradores, los precios subiran para asegurar que algunos pierdan su entusiasmo y decidan que comprar ese cachivache realmente no vale la pena si es tan caro. Vayan las cosas bien o mal, si estan a la venta el mecanismo de precios funciona, y deja el mercado limpio, sin compradores aún buscando cosas ni vendedores intentando colocar sus trastos.
Esto sucede siempre, no importa lo horroroso que sea el mercado en cuestión, haya monopolio o oligopolio, esten los precios subvencionados o no. El precio aparecerá en algún sitio, sea en el presupuesto del estado que subvenciona (lo pagas igual, vía impuestos), sea en la aparición de enormes colas en las tiendas (estilo soviético), sea en un mercado negro tan ilegal como vibrante. El precio manda. Punto.
Evidentemente, no todos los productos son iguales. Si hablamos de cacharros innecesarios, digamos gnomos de jardín, el mecanismo de precios es mucho más efectivo. Si debido a un ataque terrorista del FLGJ la producción / secuestro y esclavitud de gnomos se reduce a la mitad, la subida de precios reducirá la demanda rápidamente. Muy poca gente no puede vivir sin un gnomo de jardín, así que un incremento relativamente pequeño del precio hará que muchos decidan buscar otras alternativas para su decoración hortera, estilo flamencos rosas o angelotes. La demanda es elástica; disminuirá rápido ante un aumento de precio, así que el mercado se ajustará fácilmente.
El petróleo es un ejemplo de un bien que funciona de forma totalmente opuesta. La demanda de petróleo es muy inelástica, ya que es un bien imprescindible para hacer un montón de cosas, es muy difícil de substituir y hay un montón de inversiones ya realizadas que dependen de su uso. Por mucho que lo intente, no puedo darle alfalfa a mi Mazda para ir a trabajar; el cabroncete insiste en sólo comer hidrocarburos. Eso hace que para quitarme el caprichito de ir en coche al trabajo o a hacer la compra, el precio de la gasolina tenga que subir muchísimo antes que empiece a hacer números y decida cambiar de opinión.
Para hacer las cosas aún peores, el precio no es lo único que tengo en mente. Para el conductor (americano) medio, el coste de la energía que consume es un porcentaje muy pequeño de todos sus gastos, así que un aumento de precios tiene que ser muy, muy, muy exagerado antes que empiece a cambiar sus costumbres. El precio de la gasolina casi se ha triplicado en los últimos cuatro años (mirad como lloraban, pagando $1,75 el galón... ahora anda por $4 y pico), pero el número de kilómetros conducidos apenas ha bajado un 3-5%. Si a eso le sumamos todas esas industrias que tienen el petróleo como materia prima (plásticos) o que no pueden usar otra cosa (aerolíneas), entendemos mejor las cosas.
Estamos en un mundo en que mucha gente quiere mucho petróleo. La cantidad de crudo que se puede producir es limitada, cada vez es más difícil extraerlo y aumentar la oferta es lento y bastante torpe. Si la oferta no puede subir demasiado, la demanda tiene que limitarse, y eso sólo se hace con precios altos. Sin embargo, como la economía mundial depende tantísimo del petróleo que nadie puede vivir sin él, la única manera de disminuir la demanda es con un incremento colosal, enorme de los precios. Algo que en el fondo es una buena noticia, pero no dejar de doler bastante.
Lo que es importante, sin embargo, es entender qué significa esta inelasticidad cuando se diseña una política energética sensata, sabiendo que no podemos aumentar la oferta de forma realista. El objetivo no puede ser bajar el precio del petróleo directamente, sino hacerlo menos necesario.
El otro día me comentaban, sin embargo, por qué con un incremento de la demanda de un 6-9% en los últimos tres años, el precio del barril de crudo se ha triplicado. La respuesta es bastante obvia para todo aquel que ha hecho un poco de economía, pero respondo igual, para dejar las cosas un poco más claras. De hecho me extraña no haber leído esta explicación en ningún sitio, así que quizás es un poco menos obvia de lo que parece. Veamos.
En economía hay un principio sagrado e inmutable (y de hecho, hasta cierto punto, un poco tonto): la oferta de un bien en un mercado es igual a la demanda de ese bien. Un mercado que funciona, bien o mal, hace que todo lo que está en las estanterías se venda siempre, y asegura que ningún comprador vuelva a casa fustrado de no poder comprar algo que quería.
Si la producción de algo es demasiado grande, los precios bajarán para asegurar que nada queda por vender. Si hay demasiados compradores, los precios subiran para asegurar que algunos pierdan su entusiasmo y decidan que comprar ese cachivache realmente no vale la pena si es tan caro. Vayan las cosas bien o mal, si estan a la venta el mecanismo de precios funciona, y deja el mercado limpio, sin compradores aún buscando cosas ni vendedores intentando colocar sus trastos.
Esto sucede siempre, no importa lo horroroso que sea el mercado en cuestión, haya monopolio o oligopolio, esten los precios subvencionados o no. El precio aparecerá en algún sitio, sea en el presupuesto del estado que subvenciona (lo pagas igual, vía impuestos), sea en la aparición de enormes colas en las tiendas (estilo soviético), sea en un mercado negro tan ilegal como vibrante. El precio manda. Punto.
Evidentemente, no todos los productos son iguales. Si hablamos de cacharros innecesarios, digamos gnomos de jardín, el mecanismo de precios es mucho más efectivo. Si debido a un ataque terrorista del FLGJ la producción / secuestro y esclavitud de gnomos se reduce a la mitad, la subida de precios reducirá la demanda rápidamente. Muy poca gente no puede vivir sin un gnomo de jardín, así que un incremento relativamente pequeño del precio hará que muchos decidan buscar otras alternativas para su decoración hortera, estilo flamencos rosas o angelotes. La demanda es elástica; disminuirá rápido ante un aumento de precio, así que el mercado se ajustará fácilmente.
El petróleo es un ejemplo de un bien que funciona de forma totalmente opuesta. La demanda de petróleo es muy inelástica, ya que es un bien imprescindible para hacer un montón de cosas, es muy difícil de substituir y hay un montón de inversiones ya realizadas que dependen de su uso. Por mucho que lo intente, no puedo darle alfalfa a mi Mazda para ir a trabajar; el cabroncete insiste en sólo comer hidrocarburos. Eso hace que para quitarme el caprichito de ir en coche al trabajo o a hacer la compra, el precio de la gasolina tenga que subir muchísimo antes que empiece a hacer números y decida cambiar de opinión.
Para hacer las cosas aún peores, el precio no es lo único que tengo en mente. Para el conductor (americano) medio, el coste de la energía que consume es un porcentaje muy pequeño de todos sus gastos, así que un aumento de precios tiene que ser muy, muy, muy exagerado antes que empiece a cambiar sus costumbres. El precio de la gasolina casi se ha triplicado en los últimos cuatro años (mirad como lloraban, pagando $1,75 el galón... ahora anda por $4 y pico), pero el número de kilómetros conducidos apenas ha bajado un 3-5%. Si a eso le sumamos todas esas industrias que tienen el petróleo como materia prima (plásticos) o que no pueden usar otra cosa (aerolíneas), entendemos mejor las cosas.
Estamos en un mundo en que mucha gente quiere mucho petróleo. La cantidad de crudo que se puede producir es limitada, cada vez es más difícil extraerlo y aumentar la oferta es lento y bastante torpe. Si la oferta no puede subir demasiado, la demanda tiene que limitarse, y eso sólo se hace con precios altos. Sin embargo, como la economía mundial depende tantísimo del petróleo que nadie puede vivir sin él, la única manera de disminuir la demanda es con un incremento colosal, enorme de los precios. Algo que en el fondo es una buena noticia, pero no dejar de doler bastante.
Lo que es importante, sin embargo, es entender qué significa esta inelasticidad cuando se diseña una política energética sensata, sabiendo que no podemos aumentar la oferta de forma realista. El objetivo no puede ser bajar el precio del petróleo directamente, sino hacerlo menos necesario.
domingo, agosto 03, 2008
Cuando los precios suben
La última ola de globalización de las últimas décadas ha tenido como uno de sus pilares fundamentales el progresivo descenso de los costes de transporte. Como todo en esta era de petróleo caro, parece que las cosas van a cambiar; el precio de enviar mercancias, piezas y productos de un lado a otro del globo se ha disparado en los últimos dos o tres años, forzando una simplificación de muchas cadenas logísticas. Se acabó esto de comprar metales en Chile, enviarlos a China para que hagan piezas, hacer que estas se monten en Francia y dejar el ensamblaje final para Estados Unidos; pasear productos no acabados es cada vez más caro.
El NYT tiene un artículo estupendo sobre esto este fin de semana, de hecho. Parece que el tener tu proveedor cerca está convirtiéndose en una ventaja, otra vez.
El NYT tiene un artículo estupendo sobre esto este fin de semana, de hecho. Parece que el tener tu proveedor cerca está convirtiéndose en una ventaja, otra vez.
viernes, agosto 01, 2008
Comercio y el fracaso Doha
Será que es verano y la gente anda atontada, pero me ha sorprendido mucho lo poco que se ha hablado del fracaso de la ronda de Doha para liberalizar el comercio internacional. Lo cierto es que el cierre de las conversaciones no ha sorprendido a casi nadie que seguía el asunto más o menos de cerca, pero no deja de ser una noticia importante, básicamente porque es una muy mala noticia.
El comercio internacional es básicamente algo que es bueno para todos los participantes. Supongo que por Red Progresista me acribillarán por esto, pero es algo que se confirma una y otra vez, tanto en modelos teóricos como la realidad. Una economía que participa en el comercio internacional, en agregado, se enriquece; la inflación es más controlable, la productividad mejora (al concentrarse los recursos en lo que el país hace mejor), y el crecimiento económico se hace más fuerte. Y si el estado hace las cosas bien, no tiene por qué haber perdedores.
Evidentemente, los acuerdos del GATT y su más bien poco glorioso sucesor, la Organización Mundial del Comercio, no es algo que ningún economista en su sano juicio describiría como un modelo de libre comercio. Estas negociaciones siempre tienen un cierto componente de "GATT-Think" (¿GATT-pensamiento?); en las conversaciones exportar es bueno, importar es malo, y rebajar aranceles no es un objetivo, sino una concesión dolorosa. Las barreras comerciales han ido disminuyendo con el tiempo, pero el método ha sido una barroco, rebuscado y lento proceso de diálogo en que los gobiernos actúan como niños malcriados en un dentista, siempre trabajando entre los histéricos lloriqueos de cientos de grupos de presión.
Esto ha sido especialmente obvio en esta ronda, en que los productos agrícolas han sido la gran fuente de conflicto. Los europeos han estado hablando de rebajar las barreras comerciales entre los berridos desaforados de los agricultores, aterrados ante la idea que la PAC sufra la muerte horrible que merece. A pesar de los pesares, la Comisión (que es quien negocia estas cosas; los estados tienen cero competencias en estos asuntos) parecía estar dispuesta reducir aranceles y subvenciones, algo que sería una bendición enorme para los países en desarrollo, que por fin podrían exportar algo que no es té o café. El gobierno americano, sin embargo, menos aislado de presiones electorales que los negociadores europeos, tenía menos ganas de ceder a las demandas de Indios y Chinos (con cierta, razón, por cierto), así que la cosa se cerró sin acuerdo.
Con elecciones presidenciales en Estados Unidos este año, no hay nada más que discutir hasta el 2009. La verdad, es una mala noticia. Con los precios de los alimentos subiendo de forma bastante incontrolada en el mundo desarrollado, tener la opción de importar algunos productos no sería una mala idea. Sí, los agricultores se quejarían un poco (mucho), y se perdería algo de empleo en el sector, pero a cambio el 97% de la población restante tendría mejores tomates, mangos de verdad y alimentos más baratos, entre otros beneficios.
En fin, la economía mundial necesita buenas noticias, y esto no es realmente una de las buenas.
El comercio internacional es básicamente algo que es bueno para todos los participantes. Supongo que por Red Progresista me acribillarán por esto, pero es algo que se confirma una y otra vez, tanto en modelos teóricos como la realidad. Una economía que participa en el comercio internacional, en agregado, se enriquece; la inflación es más controlable, la productividad mejora (al concentrarse los recursos en lo que el país hace mejor), y el crecimiento económico se hace más fuerte. Y si el estado hace las cosas bien, no tiene por qué haber perdedores.
Evidentemente, los acuerdos del GATT y su más bien poco glorioso sucesor, la Organización Mundial del Comercio, no es algo que ningún economista en su sano juicio describiría como un modelo de libre comercio. Estas negociaciones siempre tienen un cierto componente de "GATT-Think" (¿GATT-pensamiento?); en las conversaciones exportar es bueno, importar es malo, y rebajar aranceles no es un objetivo, sino una concesión dolorosa. Las barreras comerciales han ido disminuyendo con el tiempo, pero el método ha sido una barroco, rebuscado y lento proceso de diálogo en que los gobiernos actúan como niños malcriados en un dentista, siempre trabajando entre los histéricos lloriqueos de cientos de grupos de presión.
Esto ha sido especialmente obvio en esta ronda, en que los productos agrícolas han sido la gran fuente de conflicto. Los europeos han estado hablando de rebajar las barreras comerciales entre los berridos desaforados de los agricultores, aterrados ante la idea que la PAC sufra la muerte horrible que merece. A pesar de los pesares, la Comisión (que es quien negocia estas cosas; los estados tienen cero competencias en estos asuntos) parecía estar dispuesta reducir aranceles y subvenciones, algo que sería una bendición enorme para los países en desarrollo, que por fin podrían exportar algo que no es té o café. El gobierno americano, sin embargo, menos aislado de presiones electorales que los negociadores europeos, tenía menos ganas de ceder a las demandas de Indios y Chinos (con cierta, razón, por cierto), así que la cosa se cerró sin acuerdo.
Con elecciones presidenciales en Estados Unidos este año, no hay nada más que discutir hasta el 2009. La verdad, es una mala noticia. Con los precios de los alimentos subiendo de forma bastante incontrolada en el mundo desarrollado, tener la opción de importar algunos productos no sería una mala idea. Sí, los agricultores se quejarían un poco (mucho), y se perdería algo de empleo en el sector, pero a cambio el 97% de la población restante tendría mejores tomates, mangos de verdad y alimentos más baratos, entre otros beneficios.
En fin, la economía mundial necesita buenas noticias, y esto no es realmente una de las buenas.
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