Quizás es un caso de sobrecarga mediática, pero empiezo a estar un poco harto de tener que soportar las lecciones morales de las víctimas del terrorismo día sí, día también. De todas. Sea Pilar Manjón o Francisco José Alcaraz, tienen opiniones para todo, hablan como sus aseveraciones acerda de la lucha contra el terrorismo en Euskadi o el de origen islamista tengan mucha importancia, y censuran con indignación soberana las decisiones de los políticos.
Pues mira, no. Sé que es muy doloroso perder a alguien en un atentado, y ser herido en uno. Es una experiencia horrible. Pero eso no les da derecho a ir por el mundo diciendo con quién puede hablar el gobierno, cómo debe ir una investigación judicial, o qué partido es mejor contra el terror. Debemos apoyar a las víctimas, sí. Pero de aquí a hacerlas estrellas mediáticas, legitimadas por su dolor, va un trecho. Hemos votado a los políticos para hacer el trabajo, no a las víctimas. Abrazos, ayudas, todas las que quieran. Pero su indignación no les da derecho a querer hacer política.
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