Hoy hace un año también de la victoria, inesperada para (casi) todos, del PSOE en las elecciones generales. Ya he señalado, aquí y en otros sitios, que el resultado tuvo poco de accidente, siendo probable que incluso sin los atentados del 11-M Zapatero hubiera ganado las elecciones.
Un añito hace ya de eso, así que es hora de hacer balance. No hablaré demasiado de economía, ya que en un año la influencia de un gobierno es limitada, pero señalaré varias cosas que me parecen importantes.
Lo primordial, ZP y su equipo han cumplido la primera regla del buen gobierno, que es no romper nada. Por mucho que se emperren algunos, ni la política exterior ha cambiado tanto, ni quieren nacionalizar a los ricos, ni convertir el país en una republica bananera, ni España se desintegra, ni nada por el estilo. No es un gobierno radical ni irresponsable, ni lo será nunca. Primero, porque Zapatero es del ala más cercana al centro del PSOE, y segundo, porque el equipo económico (Solbes) es de un moderado que ni te cuento.
A todo eso, en un año les ha dado para bastante. Han arreglado la enórmente chapucera legislación de ferrocarriles, legalizado el matrimonio homosexual, aprobado la constitución europea (de calle), puesto en marcha varias medidas de liberalización de la economía muy necesarias, y han aprobado unos presupuestos de marcado caracter social. Se podría hacer más, evidente. Pero dentro de lo que cabe, el gobierno ha ido trabajando razonablemente bien.
Lo que es más remarcable, de todos modos, ha sido la terrorífica incompetencia del PP en la oposición desde que los enviaron a casita. Se las han arreglado para perder terreno en las encuestas de manera consistente en el último año, Zapatero sigue intocable como el político más valorado, y se han emperrado en hacer bandera de todas y cada una de las causas inútiles contra el gobierno.
Por orden. La cuestión territorial, aunque parezca mentira, a la mayoría de españoles o se la refanflinfa, o creen que con menos mala leche las cosas van mejor. Ni los votantes del PP creen que Carod-Rovira es el anticristo (no les importa que Piquén hable con él, por ejemplo), ni le dan más credibilidad a Rajoy que al PSOE en arreglar las cosas. Si quieren continuar con el espantajo, adelante; pero no es algo que emocione más que a la tropa más a la derecha. El fustre del 11-M y la victoria manipulada, etcétera, es un mal espantajo que agitar. A fin de cuentas, si tienen razón, están llamando a los electores imbéciles manipulados por la Polanco, algo que no creo que caiga bien si lo repiten tanto. Y todo ello, aderezado por la maravillosa teoría conspirativa que parecen abrazar con ganas algunos sobre los atentados, que tiene pocos visos de funcionar como lema electoral. Si la teoría que defiendes, aparte de ser absurda, requiere tres horas para explicarse, contra los 10 segundos requeridos para resumir el sumario, mal vas.
Pero bueno, allá van, un poco perdidos y con los ánimos excitados. Sigo sin saber si es porque los pobres siguen sin superar la derrota (no creo) o porque Rajoy no tiene más remedio que parecer duro para que su partido no le haga filetes. Pero ahora mismo, el PP va a la deriva. Tristemente.
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