En el New York Times de hoy se habla, de manera bastante extensa, de algo que he señalado por aquí antes. En esencia, en contra de la creencia general, una palabra vale más que mil imágenes.
La guerra de palabras viene de los planes de la administración Bush para reformar la seguridad social. Los demócratas se oponen con uñas y dientes a la idea, diciendo que es un plan para privatizar la seguridad social, mientras que el presidente y los republicanos hablan de "cuentas de ahorro personales", no privatización. El plan es de hecho una privatización parcial del sistema de pensiones, dando parte de este a Wall Street. La cuestión es, en un país aún con los fantasmas de Enron recientes, a la gente no le hace pizca de gracia, y no con poca razón.
De momento, la palabra privatización se oye bastante más que cuentas personales, y la mayoría de analistas dan la reforma como muerta o en camino de estarlo. Veremos como acaba. Es fascinante, de todos modos, ver como una cuestión semántica es tan crucial en el debate.
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