Que la mayoría de los medios y blogosfera hispánicos han ignorado, a pesar de ser una noticia imporante. William Rehnquist, juez jefe del Tribunal Supremo de Estados Unidos, murió el sábado, dejando otra vacante que deberá ser cubierto por el presidente Bush.
No hace falta que insista en lo crucial de este nombramiento. El Supremo americano es mucho más importante en términos de efectos de sus decisiones que el constitucional en España (cosas de tener un texto poco detallado), y sus miembros tienen cargos vitalicios. Su nombramiento es como un presidente deja un legado / fardo a generaciones futuras, en otras palabras. De momento, Bush ha reaccionado cambiando su anterior nominado a substituir la juez O'Connor (que se retira), John Roberts, a candidato al puesto de juez jefe. Eso deja el sillón de O'Connor todavía vacante, así que el presidente tiene que encontrar a otra persona para el cargo.
A efectos prácticos, la muerte de Rehnquist cambia algunas cosas. Es un conservador que será substituido por otro conservador, cierto, pero la substitución de O'Connor, centrista, será ahora más difícil para Bush. Con sus índices de popularidad por los suelos y más fuegos políticos de los que puede controlar, el margen de maniobra que tiene se reduce. No, no escogerá un progre irredento, pero es más difícil que escoja un maníaco ultrareligioso. Lo que hace un poco de mal tiempo en el sur...
3 comentarios:
Tengo entendido que Rehnquist era más neutro que conservador, en el sentido de que era partidario de aplicar la Constitución al pie de la letra, sin dar margen a interpretaciones en beneficio de una u otra agenda. Como no sigo la política americana de cerca, no sé si es así o si sólo es una película que me he montado yo.
Contando que la constitución se escribe a finales del XVIII, esto equivale a defeender cosas un poco pasadas de moda :-).
Era originalista, sí. Los originalistas no defienden exactamente aplicar la Constitución "al pie de la letra", porque el significado de las palabras puede cambiar a lo largo del tiempo. Defienden aplicar la Constitución tal y como entendían quienes la aprobaron lo que escribieron, según los debates y otros textos de la época. Defienden que si hay cosas pasadas de moda que hay que cambiar lo que hay que hacer es enmendar la Constitución, porque no es tarea de los jueces cambiarla.
Me parece la postura más correcta, porque es la que garantiza mayor seguridad jurídica. No sólo en el Supremo. Si los jueces "de a pie" interpretaran la ley tal y como está escrita con las intenciones con las que se escribió, se reduciría mucho la arbitrariedad.
Eso sí, tiene un problema. Hay originalistas que, interpretando de forma originalista la constitución, no se ve que el Supremo tenga la atribución (¿lo hice bien, egócrata ;-) ?) de interpretarla.
A los originalistas se les tiende a colocar como conservadores porque quienes piensan que la justicia no debe legislar también tienden a ser conservadores, aunque en principio no tendría por qué.
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