Estamos en plena ronda de alaridos sobre la financiación autonómica; es temporada alta política de nuevo. De nuevo se oyen las voces de siempre diciendo que el sistema autonómico es perfecto como está, pero que no hay dinero para sanidad, pero que la reforma de la financiación romperá España, porque el sistema autonómico es de hecho un desastre que produce caciquismos. O algo así, la lógica es difícil de seguir, la verdad.
En pocas palabras: el PP, que se aclare. Y el PSOE también. Los primeros, porque protestar de falta de dinero para la sanidad y no querer subir los impuestos es una contradicción. Si no hay dinero, se tiene que recaudar, y lo tiene que hacer alguien; como sanidad la gestionan las autonomías, es hora que el dinero lo recauden estas. Protestar que con mejor gestión no haría falta subir impuestos, acusando a Andalucia y Cataluña de despilfarro, por cierto, es realmente estúpido, ya que el record en gasto excesivo lo tiene Madrid, del PP para más señas. De todos modos, la mejor gestión no es cosa del ministerio de sanidad, que ahora mismo no hace casi nada, sino de las autonomías, que son las que gestionan el dinero. Que se aclaren, anda.
El PSOE, por cierto, parece que no se ha dado cuenta que la reforma de la financiación sanitaria equivale a la reforma del sistema de financiación autonómico. Sanidad es la gran partida de gasto público para las autonomías, así que un retoque a su financiación es un cambio grande. Se tiene que reformar todo, no hacer pegotes, y a ser posible con un sistema que sea relativamente sencillo de entender, no la oscura trama de majaderías financieras actual.
Y no, hablar de dinero no es hablar de naciones, derechos históricos o egoismos regionales, es hablar de cómo se dan los servicios a los ciudadanos. La política es en esencia quién paga por qué servicios y de qué modo; el sistema de financiación autonómica es esencialmente decidir sobre eso. Sería un detalle que cuando votamos a los futuros gestores de la sanidad (las autonomías) estos tengan capacidad de decidir cómo recaudan el dinero, qué servicios dan, y quién lo paga, vamos. Ya se sabe, democracia, votar para algo, y que las políticas que gestionan unos no vengan dictadas de otro lado, o con un dinero que no se sabe de dónde viene.
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