(...) Viene a cuento este preámbulo textil porque es sabido que siempre existe una relación misteriosa y causal entre ética y estética. De ahí que algunos intuyésemos una génesis siniestra tras la obsesión por el diseño aberrante y los trapitos de quinientos euros la pieza, de la izquierda caviar catalana, es decir, de la izquierda catalana. (...)
En otras palabras, la izquierda catalana es el mal porque viste de diseño. Claro. La metrosexualidad del conseller Bargalló produce el estancamiento, fracaso, colapso y naufragio de todo lo visible e invisible, aparte de volver a los niños ambiguos, a Esperanza Aguirre fea, y agriar la leche. ¡Al fin la verdad! Estamos salvados.
En fin, que son feos y tienen mal gusto. No, si al final tendremos que volver a la camisa azul para contentar a la gente de Libertad Digital.
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