Como comentaba no hace demasiado, estas últimas semanas el senado de Estados Unidos ha estado dominado por discusiones de filibusterismo.
No, nada de piratas; se trata de una práctica de debate que prohibe votar nada mientras haya alguien hablando en el pleno del senado, a no ser que 60 senadores (de 100) voten que se acabó la cháchara y toda votar. A la práctica, esto significa que cualquier ley o nominación importante requiere algo más que una mayoría simple, ya que los senadores en minoría (los demócratas) siempre pueden amenazar con no parar de hablar, nunca jamás. Hay precedentes realmente increíbles (Storm Trumond habló durante 25 horas en los sesenta contra la ley de derechos civiles) así que imaginad.
La piedra de toque esta vez eran las nominaciones a jueces federales. El presidente los propone para el cargo (vitalicio), y el senado los acepta o rechaza. Claro, Bush ha presentado algún tarado de ultraderecha de miedo, y los demócratas lo amenazaban con bloquear a golpe de piratería oratoria. Finalmente los republicanos se hartaron, y amenazaron con cambiar el reglamento, haciendo que el filibusterismo no estuviera permitido para nombramientos judiciales. La respuesta del otro lado fue categórica; si lo hacen, cierran el senado, a base de no evitar que se alcancen quorums, postponer todo lo no imprescindible, y hacer el vago de mala manera.
Ayer por la madrugada, durante el debate para nombrar una juez, finalmente se llegó a un acuerdo. O concretamente, 14 senadores, siete de cada lado, llegaron a uno. Los siete republicanos, prometiendo que en ningún caso durante este periodo de sesiones apoyarían un cambio de reglas; los siete demócratas que sólo usarían el filibusterismo en casos realmente excepcionales. Un pacto entre centristas, poniendo un ojo morado a los senadores más empecinados de los dos extremos.
La pregunta es, ¿funcionará?. Si como es previsible uno o dos jueces del tribunal supremo deciden dejarlo (o estiran la pata), la apuesta sube, y mucho... y la cuerda es más débil del lado demócrata. En otras palabras, si deciden bloquear a un candidato por ver en él un "caso excepcional", los republicanos siguen teniendo el poder de cambiar las reglas sobre la marcha de todos modos. En otras palabras, no soy optimista. Se aplaza la crisis, no se soluciona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario