viernes, febrero 11, 2005

Bohr, Heisenberg y la bomba: Compenhagen

Hablamos, de nuevo, de armas nucleares, pero no de Korea del Norte. Hoy toca teatro, o más específicamente, de Copenhagen, de Michael Frayn, la obra que tuve la suerte de ver ayer hecho por estudiantes.

La acción gira en torno a un suceso ocurrido en 1941, durante la guerra. Werner Heisemberg, eminente físico teórico alemán, descubridor del principio de incertidumbre, viaja a Copenhagen para reunirse con Niels Bohr, su antiguo maestro y una de las figuras preeminentes en el temas nucleares. Heisemberg era en esa época el jefe del programa nuclear de Hitler. Nunca se ha sabido exactamente qué pretendía con su visita. Se ha especulado durante mucho tiempo qué sucedió, siendo los recuerdos de los presentes (Heisenberg, Bohr y su mujer) contradictorios en extremo.

Heisemberg defendió hasta su muerte que saboteó de manera consciente el programa nuclear alemán, tomando decisiones que sabía erroneas para evitar completar la bomba. Según su versión, fue a Dinamarca a preguntar a su antiguo maestro si los aliados estaban contruyendo la bomba, y que hiciera lo mismo con el programa aliado, en caso que le reclutaran para ello. Bohr siempre negó esta versión, diciendo que Heisemberg le explicó que Alemania iba a ganar la guerra, y que estaba trabajando en la bomba, provocándole un ataque de furia que acabó con su amistad para siempre.

La obra es una discusión entre los tres, mucho tiempo después, ya muertos, sobre qué sucedió aquella noche, y qué significó aquella disputa. Es tanto un debate sobre física y filosofía como una reflexión sobre ciencia y moral, sobre qué hubiera podido suceder si las cosas hubieran sido distintas. ¿Qué hubiera pasado si Bohr hubiera señalado en qué se equivocaba Heisenberg? ¿Era ética la posición de sabotear el programa nuclear, a sabiendas que significaba que sería su país el que la sufriría? ¿De qué dependen las decisiones de los hombres?

Es un texto espléndido, realmente fantástico. Qué frágiles son los hilos de la historia y las decisiones humanas. Por heroismo o error, Heisemberg es una de esas raras figuras que pudieron cambiar el curso de la historia, y no lo hicieron. Incertidumbre, en todas partes, a pesar de todo.
Nota: vale la pena comprar y leer el texto. Es una maravilla.

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