Gerard de nuevo vendrá con el martillo de herejes corrigiendo todas las paridas técnicas que se me cuelen en este post, fingiendo que sé de lo que hablo. Pero vaya, me lo han preguntado un par de veces a raíz de este escrito anterior, y merece la pena explicarse.
La pregunta es, por qué yo no puedo coger mañana, montar una antena y fundar mi propia emisora de radio o televisión, Egovisión, sin que el estado me caiga encima con todo el equipo. Bueno, les presento el espacio radioeléctrico. En ese espacio, ese lugar invisible donde discurren las ondas de radio (toma, es poético y todo), cabe una determinada cantidad de cosas. En otras palabras, el ancho de banda disponible es finito. Sólo puede haber un determinado número de gente emitiendo antes que las señales se empiecen a solapar entre ellas, y la interferencia nos deje sin poder escuchar nada.
En cierto modo, es como una conversación durante una cena. En una mesa redonda, sólo hay un determinado número de conversaciones que pueden estar funcionando simultaneamente. Si todos los comensales están hablando con alguien que tienen en frente a la vez, las voces se confundirán rápidamente, y empezaremos a chillar más (emitir a más potencia) para que se nos oiga. Al poco rato, lo que tenemos es una ensalada de berridos.
Para evitar que esto pase y que todo el mundo esté a chillidos en las ondas, no hay demasiadas maneras de solucionarlo. El espacio radioeléctrico es gratis, no hay coste de infraestructura más allá de poner la antena (no hay que tirar cables), así que es de hecho un bien público puro. Accesible a todos, coste nulo de uso, pero si todo el mundo lo utiliza a saco, resulta ser inútil. ¿Cómo se resuelve en todas partes? El estado da licencias de uso de las frecuencias. El procedimiento varía (puede subastarlo, darlo a concurso, sortearlo, limitar la concentración o no), pero siempre es una autoridad pública ajena al mercado la que asigna las frecuencias.
Por cierto, la belleza de la radio y televisión digitales es que "caben" muchos más canales en el mismo espacio radioeléctrico, ya que es más eficiente que el sistema analógico transmitiendo información. Algo así como la comparación entre un MP3 y un vinilo sin comprimir, vamos.
Resumiendo, no es un mercado totalmente libre, no puede serlo, y es así por limitaciones técnicas, no porque los políticos quieran. Cómo se otorgan las licencias es donde está el jaleo. El Polanco contra todos, vamos. Algo estará haciendo bien ese señor que todos le quieren tanto.
1 comentario:
Muy interesante este artículo.
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